Por qué tantas definiciones-conceptos sobre Mística?
Un autor de prestigio como el P. Royo Marín ha expuesto las definiciones-opiniones sobre mística de más de 40 autores espirituales antes de dar la suya propia (Teología de la perfección, nn. 136 y ss). Tal cantidad se explica, en parte, por las diversas escuelas o tendencias de los autores de espiritualidad. Y en parte, por los numerosos elementos que integran la situación mística de las personas. Y en parte porque la vida mística integra varios aspectos y dimensiones. Dado el objetivo de síntesis de este blog me limito a subrayar las opiniones que me parecieron más relevantes. Todas giran en torno a la mística centrada en la comunicación, unión con Dios, en la presencia y experiencia del yo humano con el Tú divino. De manera especial la identidad de la mística se centra en la contemplación y en la actuación de los dones del Espíritu Santo. Tampoco faltan autores que colocan la situación mística en la etapa final de la vida espiritual. Arriesgo una tarea un tanto difícil por la cantidad de autores y la complejidad de la materia. Resumiré los aspectos que más repiten sobre la Mística: comunicación, unión, experiencia de Dios, presencia especial de Dios, la contemplación, los dones del Espíritu Santo y la etapa final de la vida espiritual.
a) Comunicación y unión con Dios
El primer paso del creyente para la mística es la oración-comunicación que implica una mayor o menor unión con Dios. El alma se une con el Absoluto en cuanto es posible en esta vida. Se trata de una unión misteriosa (¡mística!) y no meramente psicológica, sino, ontológica como obra del Espíritu. En esta comunicación-unión no se da una imagen, es comunicación-unión con la Bondad infinita realizada gracias a un llamamiento divino que no por el esfuerzo personal. Como en toda comunicación-unión con Dios-Amor, brota lógicamente un amor intensísimo de Dios, obtenido por infusión divina.
Sí, la mística es ante todo una vida de unión intima, constante y consciente con Dios. Más aún, la persona penetra en el trato íntimo con Dios uno y trino. Esta vivencia es asequible para todo cristiano en estado de gracia y que ama a Dios en mayor o menor grado. Claro está que la vida entera del santo-místico esta envuelta en amor a Dios y al prójimo. En esta situación, el místico siente-experimenta la presencia de Dios en sí misma. Ahora, conoce de modo directo la inhabitación que antes conocía por la fe. Ahora, la voluntad está impregnada de un solo acto por el que se adhiere toda ella a Dios pero de modo pasivo,
La presencia y experiencia de Dios
La unión-comunicación con Dios no puede dejar de ser una experiencia de Dios como efecto de la especial presencia de Dios impregnada de amor. Es un sentimiento inefable el de la presencia de Dios y que el alma recibe de modo gratuito sin poderse elevar por sí misma aunque pareciera “tocar” directamente a Dios
Insistamos: por la presencia surge la experiencia que viene del amor. Se trata de un conocimiento y un amor misteriosos q nos hacen percibir a D de una manera inefable. Nos encontramos ante un conocimiento experimental de Dios, el sentimiento de la presencia de Dios o de la realidad del mismo Dios Ahora el alma fiel conoce de manera directa el misterio de la inhabitación que antes conocía por la fe. Ahora, la voluntad está como arrebatada en un solo acto por el que se adhiere a Dios de modo pasivo
Llegamos a la contemplación
Muchos autores identifican la mística con la contemplación. Así lo interpreta el gran maestro de la espiritualidad Garrigou.Lagrange cuando habla del conocimiento amoroso y sabroso del todo sobrenatural, infuso, como preludio de la visión beatífica. Se trata de la contemplación pasiva donde Dios hace su presencia en el alma. El Congreso Teresiano en-de Madrid lo confirmó: la contemplación infusa es la operación mística como el conocimiento experimental de las cosas divinas originadas por Dios sobrenaturalmente. Repetimos el criterio del gran profesor de la gregoriana, De Guibet: en la contemplación mística, el alma experimenta la presencia de Dios en sí misma. Ahora conoce de modo directo la inhabitación que antes conocía por la fe La voluntad queda como arrebatada en un solo acto por el que se adhiere toda a Dios, Y todo pasivamente, producidos directamente por Dios, gracias a los dones del Espíritu Santo. Tanquerey por su parte añade un aspecto complexivo-global: la mística tiene como objeto la vida contemplativa desde la primera noche de los sentidos hasta el matrimonio espiritual. Siguiendo el espíritu de San Francisco de Sales, la contemplación es una visión simple, afectuosa y prolongada de Dios y de las cosas divinas (Lamballe).
Y todo por la acción de los dones del Espíritu Santo
En definiciones anteriores, más de un autor expresó la presencie de los dones del Espíritu Santo como rasgo fundamental de la mística. Por su importancia, conviene insistir. El P. Arintero habla del predominio de los dones. Y posteriormente, de manera tajante, el P. Royo afirma y explica su opinión: “El constitutivo esencial de la mística que la separa y distingue de todo lo que no lo es, consiste en la actuación de los dones del Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano, que produce ordinariamente una experiencia pasiva de Dios o de su acción divina en el alma”, (Teología de la perfección, n. 136 y ss)
a) Comunicación y unión con Dios
El primer paso del creyente para la mística es la oración-comunicación que implica una mayor o menor unión con Dios. El alma se une con el Absoluto en cuanto es posible en esta vida. Se trata de una unión misteriosa (¡mística!) y no meramente psicológica, sino, ontológica como obra del Espíritu. En esta comunicación-unión no se da una imagen, es comunicación-unión con la Bondad infinita realizada gracias a un llamamiento divino que no por el esfuerzo personal. Como en toda comunicación-unión con Dios-Amor, brota lógicamente un amor intensísimo de Dios, obtenido por infusión divina.
Sí, la mística es ante todo una vida de unión intima, constante y consciente con Dios. Más aún, la persona penetra en el trato íntimo con Dios uno y trino. Esta vivencia es asequible para todo cristiano en estado de gracia y que ama a Dios en mayor o menor grado. Claro está que la vida entera del santo-místico esta envuelta en amor a Dios y al prójimo. En esta situación, el místico siente-experimenta la presencia de Dios en sí misma. Ahora, conoce de modo directo la inhabitación que antes conocía por la fe. Ahora, la voluntad está impregnada de un solo acto por el que se adhiere toda ella a Dios pero de modo pasivo,
La presencia y experiencia de Dios
La unión-comunicación con Dios no puede dejar de ser una experiencia de Dios como efecto de la especial presencia de Dios impregnada de amor. Es un sentimiento inefable el de la presencia de Dios y que el alma recibe de modo gratuito sin poderse elevar por sí misma aunque pareciera “tocar” directamente a Dios
Insistamos: por la presencia surge la experiencia que viene del amor. Se trata de un conocimiento y un amor misteriosos q nos hacen percibir a D de una manera inefable. Nos encontramos ante un conocimiento experimental de Dios, el sentimiento de la presencia de Dios o de la realidad del mismo Dios Ahora el alma fiel conoce de manera directa el misterio de la inhabitación que antes conocía por la fe. Ahora, la voluntad está como arrebatada en un solo acto por el que se adhiere a Dios de modo pasivo
Llegamos a la contemplación
Muchos autores identifican la mística con la contemplación. Así lo interpreta el gran maestro de la espiritualidad Garrigou.Lagrange cuando habla del conocimiento amoroso y sabroso del todo sobrenatural, infuso, como preludio de la visión beatífica. Se trata de la contemplación pasiva donde Dios hace su presencia en el alma. El Congreso Teresiano en-de Madrid lo confirmó: la contemplación infusa es la operación mística como el conocimiento experimental de las cosas divinas originadas por Dios sobrenaturalmente. Repetimos el criterio del gran profesor de la gregoriana, De Guibet: en la contemplación mística, el alma experimenta la presencia de Dios en sí misma. Ahora conoce de modo directo la inhabitación que antes conocía por la fe La voluntad queda como arrebatada en un solo acto por el que se adhiere toda a Dios, Y todo pasivamente, producidos directamente por Dios, gracias a los dones del Espíritu Santo. Tanquerey por su parte añade un aspecto complexivo-global: la mística tiene como objeto la vida contemplativa desde la primera noche de los sentidos hasta el matrimonio espiritual. Siguiendo el espíritu de San Francisco de Sales, la contemplación es una visión simple, afectuosa y prolongada de Dios y de las cosas divinas (Lamballe).
Y todo por la acción de los dones del Espíritu Santo
En definiciones anteriores, más de un autor expresó la presencie de los dones del Espíritu Santo como rasgo fundamental de la mística. Por su importancia, conviene insistir. El P. Arintero habla del predominio de los dones. Y posteriormente, de manera tajante, el P. Royo afirma y explica su opinión: “El constitutivo esencial de la mística que la separa y distingue de todo lo que no lo es, consiste en la actuación de los dones del Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano, que produce ordinariamente una experiencia pasiva de Dios o de su acción divina en el alma”, (Teología de la perfección, n. 136 y ss)