¿Cuál es la meta suprema para el creyente?
Terminamos la 1ª parte del Blog con el tema más importante: la intimidad con Dios como la meta suprema para el creyente. ¿Razón? Porque el amor de Dios puede vivirse de varios modos: como precepto para todo fiel cristiano, como una relación amistosa ordinaria, o bien como la opción fundamental presente en toda una vida. A esta última alternativa, la meta suprema, llamamos unión íntima con Dios (o intimidad) que consiste en amarle con los manifestaciones de entusiasmo, coherencia radicalización y totalidad de manera que tal unión impregne todas las relaciones y tareas de la persona.
Valor humano y cristiano de la intimidadNo tratamos de la intimidad o privacidad, de esa habilidad de mantener la vida y actos personales fuera de la vista del público. Tampoco del derecho que los individuos tienen a la parte oculta de su vida garantizada por la ley. Íntimo, se refiere más bien a la amistad muy estrecha o al amigo muy querido y de gran confianza. Y con más detalle, consideramos la intimidad como la relación entre dos personas que viven su amistad con pasión, donación mutua, total y coherente.
Dimensión bíblica y mística
Como motivación bíblica. Es la experiencia ordinaria del amor de Dios con una respuesta, también ordinaria, según el precepto bíblico de amar a Dios. El creyente encuentra en la ley del Señor la gran motivación para vivir con Él una relación amistosa en la vida litúrgica o en la praxis de la religiosidad popular sin llegar al cien por cien, a ese amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y….
2ª La unión con Dios como experiencia mística. El concepto de “mística” es muy ambiguo. Elijo el del carmelita J.L. Gonzalez que define la mística como “la unión teologal y experiencial del ser humano con Dios”. Con mayor detalle describe J. M.Velasco: “el místico llega a tomar personalmente conciencia de su Presencia, la reconoce y la acepta en una opción personal y radical como ninguna…viviendo a partir de ese momento su vida toda a la luz de esa Presencia” (En Mística de la plenitud humana, 21-22).
Como opción fundamental.
Si esta íntima unión con Dios se experimenta con los rasgos propios de una opción fundamental, encontraremos en ella la meta suprema y la motivación más influyente para el cristiano porque vivirá con entusiasmo, comunicación, confianza y entrega total su relación con Dios.
Y si aplicamos además a la intimidad con Dios otros rasgos de la “opción fundamental”, comprobaremos que en el creyente se da la radicalidad, la coherencia y sobre todo la totalidad o plenitud. Con el vocablo totalidad, (es decir total, pleno o completo), queremos decir que la valoración dada a Dios, objeto preferencial de la opción, es máxima o total; que el amor se realiza completamente, totalmente, con una entrega sin límites; que el influjo de Dios está presente al cien por cien en las facultades, tareas y relaciones impregnando íntegramente la existencia humana bajo el signo de la fidelidad.
Observemos también que esta interpretación, unión con Dios como opción fundamental, incluye la experiencia mística citada y es propia de quien se siente amado por Dios y permanece en comunión con El siendo fiel a su voluntad (cf.1 Jn 2,6.24.27; 3,7; 4,16). En términos generales, la intimidad es la vivencia de quien está unido en profundidad con Dios siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu.
Importancia Excepcional. Porque de hecho, la intimidad con Dios ha sido el rasgo propio de los cristianos coherentes que han vivido con entusiasmo y radicalidad el amor de Dios. Es la motivación y meta que consiguen muchos seguidores de Cristo de manera fugaz; los santos de modo permanente, y algunos místicos con fenómenos extraordinarios. No es de extrañar que la intimidad con Dios tenga una importancia excepcional en la vida espiritual porque el cristiano en esta situación es un firme seguidor de Jesús, practica la caridad de manera radical, manifiesta celo por la gloria de Dios, se entrega sin reservas a la hora de servir a los hermanos y es coherente en el proceso de purificación.
Queda por exponer con más detalle: la unión íntima con Dios como santidad de vida cristiana, Cristo, máximo testigo de la intimidad con Dios. Y Los que alcanzaron la santidad, la meta suprema
Valor humano y cristiano de la intimidadNo tratamos de la intimidad o privacidad, de esa habilidad de mantener la vida y actos personales fuera de la vista del público. Tampoco del derecho que los individuos tienen a la parte oculta de su vida garantizada por la ley. Íntimo, se refiere más bien a la amistad muy estrecha o al amigo muy querido y de gran confianza. Y con más detalle, consideramos la intimidad como la relación entre dos personas que viven su amistad con pasión, donación mutua, total y coherente.
Dimensión bíblica y mística
Como motivación bíblica. Es la experiencia ordinaria del amor de Dios con una respuesta, también ordinaria, según el precepto bíblico de amar a Dios. El creyente encuentra en la ley del Señor la gran motivación para vivir con Él una relación amistosa en la vida litúrgica o en la praxis de la religiosidad popular sin llegar al cien por cien, a ese amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y….
2ª La unión con Dios como experiencia mística. El concepto de “mística” es muy ambiguo. Elijo el del carmelita J.L. Gonzalez que define la mística como “la unión teologal y experiencial del ser humano con Dios”. Con mayor detalle describe J. M.Velasco: “el místico llega a tomar personalmente conciencia de su Presencia, la reconoce y la acepta en una opción personal y radical como ninguna…viviendo a partir de ese momento su vida toda a la luz de esa Presencia” (En Mística de la plenitud humana, 21-22).
Como opción fundamental.
Si esta íntima unión con Dios se experimenta con los rasgos propios de una opción fundamental, encontraremos en ella la meta suprema y la motivación más influyente para el cristiano porque vivirá con entusiasmo, comunicación, confianza y entrega total su relación con Dios.
Y si aplicamos además a la intimidad con Dios otros rasgos de la “opción fundamental”, comprobaremos que en el creyente se da la radicalidad, la coherencia y sobre todo la totalidad o plenitud. Con el vocablo totalidad, (es decir total, pleno o completo), queremos decir que la valoración dada a Dios, objeto preferencial de la opción, es máxima o total; que el amor se realiza completamente, totalmente, con una entrega sin límites; que el influjo de Dios está presente al cien por cien en las facultades, tareas y relaciones impregnando íntegramente la existencia humana bajo el signo de la fidelidad.
Observemos también que esta interpretación, unión con Dios como opción fundamental, incluye la experiencia mística citada y es propia de quien se siente amado por Dios y permanece en comunión con El siendo fiel a su voluntad (cf.1 Jn 2,6.24.27; 3,7; 4,16). En términos generales, la intimidad es la vivencia de quien está unido en profundidad con Dios siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu.
Importancia Excepcional. Porque de hecho, la intimidad con Dios ha sido el rasgo propio de los cristianos coherentes que han vivido con entusiasmo y radicalidad el amor de Dios. Es la motivación y meta que consiguen muchos seguidores de Cristo de manera fugaz; los santos de modo permanente, y algunos místicos con fenómenos extraordinarios. No es de extrañar que la intimidad con Dios tenga una importancia excepcional en la vida espiritual porque el cristiano en esta situación es un firme seguidor de Jesús, practica la caridad de manera radical, manifiesta celo por la gloria de Dios, se entrega sin reservas a la hora de servir a los hermanos y es coherente en el proceso de purificación.
Queda por exponer con más detalle: la unión íntima con Dios como santidad de vida cristiana, Cristo, máximo testigo de la intimidad con Dios. Y Los que alcanzaron la santidad, la meta suprema