En la 3ª planta: judíos, musulmanes y cristianos no practicantes
Confirmado por la historia: junto al impulso de trascendencia con la espiritualidad que florece sin Dios, ejerce gran influencia el sentimiento religioso con indefinidos valores, historias y experiencias. Millones de creyentes están unidos por esta raíz común, la del sentimiento religioso con sus manifestaciones, en las relaciones con Dios y en las religiones como el hinduismo, judaísmo, islamismo con sus valores en los dogmas, experiencias en la vida moral y en la historia de su desarrollo. Y en la misma planta de la pirámide encontramos también a muchos cristianos, católicos practicantes en el pasado y que han optado por Dios pero sin compromisos con la iglesia. Son los llamados creyentes pero no practicantes.
El sentimiento religioso
Este sentimiento o impulso religioso es el que une con facilidad, intensidad y prontitud al hombre con el ser supremo, con Dios. El impulso religioso es una mezcla de necesidad, valor vivenciado, felicidad no saciada y conciencia de limitaciones humanas, que repercute en toda la vida y en toda la personalidad del hombre. ¿Cuándo actúa? Cuando se abre de manera total a lo absoluto, a la divinidad, a Dios mismo, a quien intuye como su complemento inseparable y hacia quien orienta su vida. Viene a ser el mismo impulso genérico de trascendencia pero concretado en el Tú personal absoluto que da sentido a la vida, es decir, en Dios.
¿Simple o complejo este sentimiento? Complejo, pues está integrado por varios factores como la admiración y el entusiasmo, la satisfacción, el temor y la confianza. Y si progresan las relaciones surge la fidelidad, la comunión hasta la amistad.
La admiración y entusiasmo. El sentimiento de admiración surge al experimentar la persona, en el Tú algo que considera como inaudito y grandioso y que está volcado hacia ella. Una de las manifestaciones de esta cualidad emocional del impulso religioso consiste en la intensidad emotiva con que el sujeto se ve afectado en ella y que se traduce en ese estado de ánimo específicamente religioso en su origen que llamamos entusiasmo.
La satisfacción. El hombre experimenta agrado o satisfacción en mantener algún tipo de relación religiosa porque palpó que tal objeto, dioses o Dios, fue beneficioso para sus aspiraciones de amar y de ser amado, para ser feliz o realizarse en un determinado aspecto de su vida. El hombre se siente satisfecho.
El temor y la confianza. En su reflexión, el hombre ve al objeto de su impulso religioso como un algo que puede dañarle y surge el temor. Pero también lo puede contemplar como una fuerza que puede estar a su servicio y surge la confianza.
La comunión, fidelidad, amor y amistad. Según avanzan las relaciones de la persona con el objeto sagrado surgen en ella la relación de fidelidad, amor que puede cristalizar en comunión y hasta en una relación permanente de amistad. La persona desea estar a bien con Dios o lo sagrado y quiere darle lo mejor que tiene para complacerle. Y de esta manera el hombre entra al objeto de su impulso religioso en el círculo de personas y objetos queridos.
Las relaciones con Dios: religiosidad
Entre las posibles relaciones del yo humano, destacan las que mantiene con el Tú divino. Como raíz, el sentimiento religioso, y como respuesta global la religiosidad, denominada también virtud de la religión que establece en el hombre el deber de tributar el culto debido a Dios como causa suprema y universa, creador y Señor del universal. Su esencia consiste, pues, en el honor, el culto y el servicio de Dios (cf. S. Th. II-II, 81,3). Los deberes de justicia, inseparables de la caridad, se concentran en los tres primeros mandamientos de la Ley de Dios. Pero también existen otras manifestaciones como la devoción que infunde en el hombre sentimientos filiales, y la oración interior alimentada por el amor.
Las religiones, expresión del sentimiento religioso
Elijo a modo de ejemplos, varias religiones como:
-el animismo, denominador común de los pueblos primitivos, con su fe en la presencia universal del Ser supremo en toda la vida personal y social; con la gratitud y la obediencia al Creador para obtener su beneplácito; la alegría y la fiesta en la religión para expresar la comunión vital entre todas las personas.
El hinduismo presenta, junto a la devoción amorosa, el camino de la sabiduría, la liberación personal y colectiva mediante el amor a la verdad; la práctica de la justicia y de la no-violencia, unida a la consagración a Dios.
El judaísmo, centra su relación con Yahvé en la fidelidad al Dios único y personal. El israelita puede mantener relaciones «místicas» gracias a la Alianza que presenta a Yahvé como el esposo y a Israel como la esposa amada.
El islamismo se caracteriza por la sumisión hacia Dios. Su fe equivale a obedecer a Dios con la persuasión de que Dios está junto a él. Las relaciones del musulmán van dirigidas a Dios, Alá,
El cristianismo. Es la religión polarizada en la vida, doctrina y obra de Cristo para relacionarse con Dios Padre, (el abbá), las personas y el mundo en general. El creyente (sea católico, ortodoxo, o protestante) acepta el mensaje de Cristo centrado en el reino de Dios como presencia amorosa en toda persona, actividad y relación interpersonal. Y como bautizado pone su empeño en seguir a Jesucristo Hijo de Dios, muerto y resucitado, que ha salvado a los hombres y ha instaurado el Reino de Dios.
Y muchos cristianos, creyentes pero no practicantes Sí, en la tercera planta, la de las religiones, se encuentran también gran porcentaje de bautizados en la Iglesia, cristianos practicantes durante algún tiempo en su vida pero posteriormente y por varias circunstancias dejaron la práctica religiosa aunque sigan como creyentes en su fe cristiana. Son los cristianos, creyentes pero no practicantes. Distan mucho de los secularistas porque aceptan a Dios y a su poder soberano. También se distancian del indiferente porque Dios y las relaciones con El son importantes en su vida. ¿Dónde está su ruptura e indiferencia? Con la Iglesia y la práctica religiosa institucional.
Al creyente que no practica se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. Más en concreto, esta persona creyente se tiene por católica, asiste alguna que otra vez a los actos religiosos, pero queda definida como los que "no van a Misa ni se confiesan". Y cuando lo hace, normalmente, es para aprovecharse de los beneficios de la religión o de lo que Dios pueda otorgarle. Como católico mantiene la fe recibida pero vive apartado de la Iglesia y de su culto. En ocasiones, selecciona determinados actos religiosos de índole social-cultural que le convienen y cultiva: lo que podríamos denominar una religión natural un tanto devaluada. Es el creyente de la religión "light" que reduce la fe, la moral y el culto con criterio personalista.
Factores y causas externas en el creyente pero no practicante
Además de los rasgos y de la mentalidad descrita encontramos otros factores que explican el paso de la práctica religiosa a la situación de creyente pero no practicantes. Enumeramos como principales:
el respaldo de algunas mentalidades. Por una parte el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral.
-las fuertes presiones contra la moral cristiana que continuamente vienen del ambiente, las lecturas, los medios de comunicación social, los centros universitarios, amistades...
-la sociedad del bienestar que propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Pero las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican más todavía la vida”
-las ideologías aceptadas y que no son compatibles con las enseñanzas de la Iglesia.
-los malos ejemplos de algunos que “van a misa”, y también de algunos sacerdotes.
-no hay tiempo por las muchas tareas y preocupaciones. El domingo es para
descansar “de todo”.
Factores personales
A las causas externas se unen varios factores que inciden directamente en la conducta religiosa no practicante. Enumeramos algunos de ellos: la conciencia, juez supremo que decide sobre lo que está bien o mal; una libertad sin límites y sin obligaciones religiosas; una fe débil y poco profunda en las convicciones religiosas; la formación deficiente; el pragmatismo. La persona pragmática o utilitarista admite a Dios y a la religión en tanto en cuanto le ayudan a resolver sus problemas humanos; la conducta ética. Muchos se apartan de la Iglesia por una vida contraria a la moral cristiana en materia de matrimonio, sexualidad, procreación, vida (aborto y eutanasia), odio, injusticia, robo, corrupción, droga, alcohol, juego ...etc. El hedonismo aceptado incompatible con la moral cristiana. Los conflictos con la Iglesia. Así sucede con el que se casó solamente por lo civil, el de la unión homosexual, el divorciado vuelto a casar que se siente “excomulgado por la Iglesia” En todas estas situaciones permaneció la fe en Dios pero no en la Iglesia.
El sentimiento religioso
Este sentimiento o impulso religioso es el que une con facilidad, intensidad y prontitud al hombre con el ser supremo, con Dios. El impulso religioso es una mezcla de necesidad, valor vivenciado, felicidad no saciada y conciencia de limitaciones humanas, que repercute en toda la vida y en toda la personalidad del hombre. ¿Cuándo actúa? Cuando se abre de manera total a lo absoluto, a la divinidad, a Dios mismo, a quien intuye como su complemento inseparable y hacia quien orienta su vida. Viene a ser el mismo impulso genérico de trascendencia pero concretado en el Tú personal absoluto que da sentido a la vida, es decir, en Dios.
¿Simple o complejo este sentimiento? Complejo, pues está integrado por varios factores como la admiración y el entusiasmo, la satisfacción, el temor y la confianza. Y si progresan las relaciones surge la fidelidad, la comunión hasta la amistad.
La admiración y entusiasmo. El sentimiento de admiración surge al experimentar la persona, en el Tú algo que considera como inaudito y grandioso y que está volcado hacia ella. Una de las manifestaciones de esta cualidad emocional del impulso religioso consiste en la intensidad emotiva con que el sujeto se ve afectado en ella y que se traduce en ese estado de ánimo específicamente religioso en su origen que llamamos entusiasmo.
La satisfacción. El hombre experimenta agrado o satisfacción en mantener algún tipo de relación religiosa porque palpó que tal objeto, dioses o Dios, fue beneficioso para sus aspiraciones de amar y de ser amado, para ser feliz o realizarse en un determinado aspecto de su vida. El hombre se siente satisfecho.
El temor y la confianza. En su reflexión, el hombre ve al objeto de su impulso religioso como un algo que puede dañarle y surge el temor. Pero también lo puede contemplar como una fuerza que puede estar a su servicio y surge la confianza.
La comunión, fidelidad, amor y amistad. Según avanzan las relaciones de la persona con el objeto sagrado surgen en ella la relación de fidelidad, amor que puede cristalizar en comunión y hasta en una relación permanente de amistad. La persona desea estar a bien con Dios o lo sagrado y quiere darle lo mejor que tiene para complacerle. Y de esta manera el hombre entra al objeto de su impulso religioso en el círculo de personas y objetos queridos.
Las relaciones con Dios: religiosidad
Entre las posibles relaciones del yo humano, destacan las que mantiene con el Tú divino. Como raíz, el sentimiento religioso, y como respuesta global la religiosidad, denominada también virtud de la religión que establece en el hombre el deber de tributar el culto debido a Dios como causa suprema y universa, creador y Señor del universal. Su esencia consiste, pues, en el honor, el culto y el servicio de Dios (cf. S. Th. II-II, 81,3). Los deberes de justicia, inseparables de la caridad, se concentran en los tres primeros mandamientos de la Ley de Dios. Pero también existen otras manifestaciones como la devoción que infunde en el hombre sentimientos filiales, y la oración interior alimentada por el amor.
Las religiones, expresión del sentimiento religioso
Elijo a modo de ejemplos, varias religiones como:
-el animismo, denominador común de los pueblos primitivos, con su fe en la presencia universal del Ser supremo en toda la vida personal y social; con la gratitud y la obediencia al Creador para obtener su beneplácito; la alegría y la fiesta en la religión para expresar la comunión vital entre todas las personas.
El hinduismo presenta, junto a la devoción amorosa, el camino de la sabiduría, la liberación personal y colectiva mediante el amor a la verdad; la práctica de la justicia y de la no-violencia, unida a la consagración a Dios.
El judaísmo, centra su relación con Yahvé en la fidelidad al Dios único y personal. El israelita puede mantener relaciones «místicas» gracias a la Alianza que presenta a Yahvé como el esposo y a Israel como la esposa amada.
El islamismo se caracteriza por la sumisión hacia Dios. Su fe equivale a obedecer a Dios con la persuasión de que Dios está junto a él. Las relaciones del musulmán van dirigidas a Dios, Alá,
El cristianismo. Es la religión polarizada en la vida, doctrina y obra de Cristo para relacionarse con Dios Padre, (el abbá), las personas y el mundo en general. El creyente (sea católico, ortodoxo, o protestante) acepta el mensaje de Cristo centrado en el reino de Dios como presencia amorosa en toda persona, actividad y relación interpersonal. Y como bautizado pone su empeño en seguir a Jesucristo Hijo de Dios, muerto y resucitado, que ha salvado a los hombres y ha instaurado el Reino de Dios.
Y muchos cristianos, creyentes pero no practicantes Sí, en la tercera planta, la de las religiones, se encuentran también gran porcentaje de bautizados en la Iglesia, cristianos practicantes durante algún tiempo en su vida pero posteriormente y por varias circunstancias dejaron la práctica religiosa aunque sigan como creyentes en su fe cristiana. Son los cristianos, creyentes pero no practicantes. Distan mucho de los secularistas porque aceptan a Dios y a su poder soberano. También se distancian del indiferente porque Dios y las relaciones con El son importantes en su vida. ¿Dónde está su ruptura e indiferencia? Con la Iglesia y la práctica religiosa institucional.
Al creyente que no practica se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. Más en concreto, esta persona creyente se tiene por católica, asiste alguna que otra vez a los actos religiosos, pero queda definida como los que "no van a Misa ni se confiesan". Y cuando lo hace, normalmente, es para aprovecharse de los beneficios de la religión o de lo que Dios pueda otorgarle. Como católico mantiene la fe recibida pero vive apartado de la Iglesia y de su culto. En ocasiones, selecciona determinados actos religiosos de índole social-cultural que le convienen y cultiva: lo que podríamos denominar una religión natural un tanto devaluada. Es el creyente de la religión "light" que reduce la fe, la moral y el culto con criterio personalista.
Factores y causas externas en el creyente pero no practicante
Además de los rasgos y de la mentalidad descrita encontramos otros factores que explican el paso de la práctica religiosa a la situación de creyente pero no practicantes. Enumeramos como principales:
el respaldo de algunas mentalidades. Por una parte el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral.
-las fuertes presiones contra la moral cristiana que continuamente vienen del ambiente, las lecturas, los medios de comunicación social, los centros universitarios, amistades...
-la sociedad del bienestar que propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Pero las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican más todavía la vida”
-las ideologías aceptadas y que no son compatibles con las enseñanzas de la Iglesia.
-los malos ejemplos de algunos que “van a misa”, y también de algunos sacerdotes.
-no hay tiempo por las muchas tareas y preocupaciones. El domingo es para
descansar “de todo”.
Factores personales
A las causas externas se unen varios factores que inciden directamente en la conducta religiosa no practicante. Enumeramos algunos de ellos: la conciencia, juez supremo que decide sobre lo que está bien o mal; una libertad sin límites y sin obligaciones religiosas; una fe débil y poco profunda en las convicciones religiosas; la formación deficiente; el pragmatismo. La persona pragmática o utilitarista admite a Dios y a la religión en tanto en cuanto le ayudan a resolver sus problemas humanos; la conducta ética. Muchos se apartan de la Iglesia por una vida contraria a la moral cristiana en materia de matrimonio, sexualidad, procreación, vida (aborto y eutanasia), odio, injusticia, robo, corrupción, droga, alcohol, juego ...etc. El hedonismo aceptado incompatible con la moral cristiana. Los conflictos con la Iglesia. Así sucede con el que se casó solamente por lo civil, el de la unión homosexual, el divorciado vuelto a casar que se siente “excomulgado por la Iglesia” En todas estas situaciones permaneció la fe en Dios pero no en la Iglesia.