Para un proyecto de vida. 4ª parte de SyVh
El 15 de mayo, terminé la tercera parte de Ser y vivir hoy. Entonces propuse “un proyecto para el futuro, (para) una cuarta parte del blog Ser y vivir hoy. En unas ocasiones, serán artículos sobre la Espiritualidad estructurada y en otras, sobre problemática del pasado o del presente. Aprovecharé el gran acontecimiento de los 50 años del Vaticano II y…”
En este mes de junio reinicio el blog con la estructuración de la espiritualidad concretada en un proyecto de vida. Intento responder a quienes buscan los criterios que orienten la respuesta a los interrogantes más significativos de su vida. Para ello he procurado agrupar tales criterios en las categorías personales de mayor importancia. ¿Para quienes? No solamente para el cristiano sino para cualquier persona, creyente o de ideología atea, católica o de otra religión. Entre las posibles categorías y criterios, elegí los que considero más significativos. Y así, ante:
-EL MARCO HISTÓRICO: conocer el mundo en el que vivimos;
-LA INCÓGNITA DE QUIÉN SOY: la verdad sobre la persona;
-LOS VALORES: la interiorización y la manifestación en la conducta;
-LOS OBJETIVOS E IDEALES: la ilusión en lo que realizamos;
-LAS MOTIVACIONES: el entusiasmo y el amor en las tareas y relaciones;
-LOS COMPROMISOS: las respuestas de radicalidad;
-LAS DIFICULTADES Y OBSTÁCULOS: el valor y la fortaleza;
-LOS RECURSOS: la coherencia en el camino hacia la meta;
-TIPOLOGÍA Y ETAPAS: la fidelidad en el pasado y en el presente;
-EL BALANCE DE LA VIDA: humildad en la valoración de triunfos y fracasos.
1. El marco histórico pide un conocimiento del mundo en el que vivimos
Es necesario situar la espiritualidad cristiana en una época determinada porque unos elementos son permanentes y esenciales, los del núcleo bíblico, pero otros son ocasionales y accidentales, los determinados por la psicología, historia y cultura. Hoy día, en el siglo XXI, hay que tener en cuenta los influjos de la cultura global, la posmoderna, de la filosofía en general, del secularismo, de otras ideologías y la presión que ejercen las redes mediáticas. Socialmente, el mundo actual recuerda al fariseo que defiende derechos y practica la injusticia, que vive como esclavo y se cree libre para todo. Y desde la fe, contemplamos una humanidad en la que un gran porcentaje se cree un dios y prescinde de Dios.
2. Ante la incógnita de quién soy, la verdad sobre la persona
Dentro de cada historia y cultura, el medio ambiente modela al protagonista de la espiritualidad cristiana en su psicología y mentalidad. Y así, el hombre del siglo XXI vive en la cultural global de los tiempos posmodernos, bajo el cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, instituciones y personas, con la confusión ideológica para muchos. El protagonista es víctima de ideas diferentes y opuestas que bombardean a su entorno. Él mismo se presenta como actor y víctima de la revolución en las costumbres, en los valores exaltados de libertad y conciencia y que se manifiestan en el subjetivismo y relativismo.
3. Los valores necesitan su interiorización y manifestación en la conducta
Es un hecho palpable: cada ser humano tiene personas, cosas, tareas o relaciones que significan mucho en su vida y que dan sentido a su existencia. Con un vocablo o con otro, abordamos el tema de los valores, vivencia universal, objeto de la axiología, fundamento de las leyes y la razón última o inmediata de las respuestas humanas. La persona, en cualquier tiempo y cultura, acepta y cultiva unos valores que fundamentan su vida a manera de columnas que la sostienen o de focos que iluminan el camino a seguir. A estos criterios o principios llamamos valores en general porque versan sobre algo que apreciamos dada su importancia para nuestro desarrollo personal.
Los valores éticos de toda persona tienen como gran fundamento individual la dignidad humana con sus derechos y deberes. Para la dimensión social del que pertenece a varias comunidades, (la familiar, profesional, política, religiosa, cósmica...), existen muchos valores o columnas que sostienen un mundo humanizado por la verdad, la justicia, la libertad, la vida, la paz y la fraternidad.
4. Los objetivos e ideales son la fuente de la ilusión en lo que realizamos
Los valores, cuando son interiorizados y amados, se convierten en metas y caminos; en ideales de vida y en objetivos prioritarios; en actitudes básicas y en esperanzas que entusiasman y que provocan respuestas coherentes. Y en cada meta puede surgir un ideal que define toda una vida como fuente y eje que estructura las tareas y relaciones interpersonales. Gracias a este ideal, (que siempre se identifica con una clase de amor), la persona posee un estímulo para vivir, un secreto para superarse, el medio más eficaz para combatir obstáculos, la compensación en el dolor, el criterio principal que coordina otros secundarios y unifica las decisiones más heterogéneas de la voluntad.
Y un valor elegido como meta-ideal de vida puede convertirse en el contenido de la opción fundamental. ¿En qué consiste? Si nos atenemos al significado de los vocablos, la opción designa la elección de una persona, de un valor, o de un ideal, o de un fin, o de un humanismo entre varios. El vocablo fundamental hace referencia a lo elegido como lo más importante, lo principal de la existencia personal, la fuente de un comportamiento coherente, el motor de las opciones parciales, la raíz más profunda de las opciones concretas, la motivación más decisiva para el trabajo y el secreto que explica los sacrificios, esperanzas, alegrías y sufrimientos.
EL PRÓXIMO ARTÍCULO expondrá las otras categorías y los otros criterios como las motivaciones, las respuestas a los compromisos, la fortaleza ante los obstáculos, el camino coherente para alcanzar la meta y la humilde valoración de los éxitos y fracasos.
En este mes de junio reinicio el blog con la estructuración de la espiritualidad concretada en un proyecto de vida. Intento responder a quienes buscan los criterios que orienten la respuesta a los interrogantes más significativos de su vida. Para ello he procurado agrupar tales criterios en las categorías personales de mayor importancia. ¿Para quienes? No solamente para el cristiano sino para cualquier persona, creyente o de ideología atea, católica o de otra religión. Entre las posibles categorías y criterios, elegí los que considero más significativos. Y así, ante:
-EL MARCO HISTÓRICO: conocer el mundo en el que vivimos;
-LA INCÓGNITA DE QUIÉN SOY: la verdad sobre la persona;
-LOS VALORES: la interiorización y la manifestación en la conducta;
-LOS OBJETIVOS E IDEALES: la ilusión en lo que realizamos;
-LAS MOTIVACIONES: el entusiasmo y el amor en las tareas y relaciones;
-LOS COMPROMISOS: las respuestas de radicalidad;
-LAS DIFICULTADES Y OBSTÁCULOS: el valor y la fortaleza;
-LOS RECURSOS: la coherencia en el camino hacia la meta;
-TIPOLOGÍA Y ETAPAS: la fidelidad en el pasado y en el presente;
-EL BALANCE DE LA VIDA: humildad en la valoración de triunfos y fracasos.
1. El marco histórico pide un conocimiento del mundo en el que vivimos
Es necesario situar la espiritualidad cristiana en una época determinada porque unos elementos son permanentes y esenciales, los del núcleo bíblico, pero otros son ocasionales y accidentales, los determinados por la psicología, historia y cultura. Hoy día, en el siglo XXI, hay que tener en cuenta los influjos de la cultura global, la posmoderna, de la filosofía en general, del secularismo, de otras ideologías y la presión que ejercen las redes mediáticas. Socialmente, el mundo actual recuerda al fariseo que defiende derechos y practica la injusticia, que vive como esclavo y se cree libre para todo. Y desde la fe, contemplamos una humanidad en la que un gran porcentaje se cree un dios y prescinde de Dios.
2. Ante la incógnita de quién soy, la verdad sobre la persona
Dentro de cada historia y cultura, el medio ambiente modela al protagonista de la espiritualidad cristiana en su psicología y mentalidad. Y así, el hombre del siglo XXI vive en la cultural global de los tiempos posmodernos, bajo el cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, instituciones y personas, con la confusión ideológica para muchos. El protagonista es víctima de ideas diferentes y opuestas que bombardean a su entorno. Él mismo se presenta como actor y víctima de la revolución en las costumbres, en los valores exaltados de libertad y conciencia y que se manifiestan en el subjetivismo y relativismo.
3. Los valores necesitan su interiorización y manifestación en la conducta
Es un hecho palpable: cada ser humano tiene personas, cosas, tareas o relaciones que significan mucho en su vida y que dan sentido a su existencia. Con un vocablo o con otro, abordamos el tema de los valores, vivencia universal, objeto de la axiología, fundamento de las leyes y la razón última o inmediata de las respuestas humanas. La persona, en cualquier tiempo y cultura, acepta y cultiva unos valores que fundamentan su vida a manera de columnas que la sostienen o de focos que iluminan el camino a seguir. A estos criterios o principios llamamos valores en general porque versan sobre algo que apreciamos dada su importancia para nuestro desarrollo personal.
Los valores éticos de toda persona tienen como gran fundamento individual la dignidad humana con sus derechos y deberes. Para la dimensión social del que pertenece a varias comunidades, (la familiar, profesional, política, religiosa, cósmica...), existen muchos valores o columnas que sostienen un mundo humanizado por la verdad, la justicia, la libertad, la vida, la paz y la fraternidad.
4. Los objetivos e ideales son la fuente de la ilusión en lo que realizamos
Los valores, cuando son interiorizados y amados, se convierten en metas y caminos; en ideales de vida y en objetivos prioritarios; en actitudes básicas y en esperanzas que entusiasman y que provocan respuestas coherentes. Y en cada meta puede surgir un ideal que define toda una vida como fuente y eje que estructura las tareas y relaciones interpersonales. Gracias a este ideal, (que siempre se identifica con una clase de amor), la persona posee un estímulo para vivir, un secreto para superarse, el medio más eficaz para combatir obstáculos, la compensación en el dolor, el criterio principal que coordina otros secundarios y unifica las decisiones más heterogéneas de la voluntad.
Y un valor elegido como meta-ideal de vida puede convertirse en el contenido de la opción fundamental. ¿En qué consiste? Si nos atenemos al significado de los vocablos, la opción designa la elección de una persona, de un valor, o de un ideal, o de un fin, o de un humanismo entre varios. El vocablo fundamental hace referencia a lo elegido como lo más importante, lo principal de la existencia personal, la fuente de un comportamiento coherente, el motor de las opciones parciales, la raíz más profunda de las opciones concretas, la motivación más decisiva para el trabajo y el secreto que explica los sacrificios, esperanzas, alegrías y sufrimientos.
EL PRÓXIMO ARTÍCULO expondrá las otras categorías y los otros criterios como las motivaciones, las respuestas a los compromisos, la fortaleza ante los obstáculos, el camino coherente para alcanzar la meta y la humilde valoración de los éxitos y fracasos.