Fundador de la Comunidad Jesús Menino, padre adoptivo de 42 hijos Antonio Tavares: "La cultura del descarte es uno de los peores males de nuestro siglo"
"Vivir con mis hijos es experimentar una familia, con sus retos y su vida cotidiana. Me aportan lecciones de bondad, tienen algo especial para cautivarnos y hacernos mejores personas"
"Los mejores momentos para mí son cuando me doy cuenta de que estoy generando un nuevo hijo en mi corazón. Porque es una gestación inexplicable"
"A las mujeres que se plantean abortar les diría que no lo hagan, que cada vida es un regalo de amor y vida que no se debe desperdiciar. Los hijo son un regalo del cielo"
"A las mujeres que se plantean abortar les diría que no lo hagan, que cada vida es un regalo de amor y vida que no se debe desperdiciar. Los hijo son un regalo del cielo"
Padre de 42 niños adoptados, muchos de los cuales fueron perjudicados por “abortos chapuceros”, Tônio Tavares De Mello fundó en 1990 la Comunidad de Discapacitados Jesús Menino tras quedar impactado por las condiciones de vida que sufrían muchos huérfanos discapacitados. En esta comunidad, donde viven 117 personas, muchos de sus hijos padecen graves problemas de salud. Sin embargo, Tavares no se arredra ante la adversidad. “Si no fuera por este amor perfecto de la confianza de Dios en mí, no podría hacerlo. Esta fuerza viene de Dios. No es humana”. Tavares asistió el pasado 17 de septiembre a un acto sobre el valor de la acogida organizado por la Universitat Abat Oliva CEU, Barcelona, y accedió a responder algunas cuestiones planteaadas por RD.
¿Cuándo y por qué empezó a acoger a niños abandonados?
Mi misión comenzó en 1986, cuando fui a hacer un voluntariado en una clínica para niños discapacitados. Y ahí percibí un profundo abandono. Después de una experiencia mística con Jesús, donde se me reveló y me di cuenta de que tenía que estar ahí para dar mi vida. Y también viví esta misma experiencia, en esta misma institución que me llama Alexandre que me llama y me invita: "Joven, ¿quieres ser mi padre?" En julio de 1990, puse en marcha una pequeña casa de cuatro habitaciones y adopté a Alexandre, Marcelo y Miguel.
¿Cómo es la convivencia con estos menores? ¿Y qué le aportan?
Vivir con ellos es experimentar una familia, como cualquier familia, de padre, madre e hijos. Con sus retos y su vida cotidiana. Me aportan lecciones, nunca experimentadas por otras personas, tienen algo especial para cautivarnos y hacernos mejores personas. Aprendo lecciones de bondad, generosidad y grandes lecciones actuales para vivir en nuestro mundo.
El Papa Francisco habló recientemente de la cultura del descarte en la que vive nuestra sociedad. Supongo que estará de acuerdo con esta afirmación, puesto que los niños que acogen son muchas veces desechados por sus familias.
Sí, la cultura del descarte es uno de los peores males de nuestro siglo. En el momento actual de nuestro mundo, en el que sólo vale la pena la gente que produce.
¿Qué razones daría a las madres que están pensando en abortar para que no lo hagan?
Yo diría: no cometas este brutal crimen. ¿Qué puedo hacer para ayudarte a tener este bebé? Cada vida es un regalo. No desperdicies este regalo de amor y vida. Tu hijo es un regalo del cielo.
¿Cuáles fueron los mejores y peores momentos que vivió en la comunidad Jesús Menino en todos estos años?
No me gustaría mencionar los peores momentos. Porque creo que en los momentos más difíciles, Dios se reveló y transformó el dolor en bendiciones. Tengo que vivir y aceptar esta realidad. Vivo en el plan humano y divino. Para ambos, son parte de una familia normal. Los mejores momentos para mí son cuando me doy cuenta de que estoy generando un nuevo hijo en mi corazón. Porque es una gestación inexplicable. Porque dentro de mí está naciendo alguien, en el que ya puedo vislumbrar el crecimiento y la liberación interior de mí mismo y del que se está generando. Aquí nace el gran milagro de la vida. Y como un milagro no se puede explicar, sino vivir, llevo 31 años caminando en este plano divino y humano. Y vivo plenamente feliz.
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