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Aunque Roberto era mucho más joven que sor Consuelo, ya estaba jubilado. Una mañana acudió al convento María Auxiliadora de Albera.

-Quiero ayudarle a asistir a los demás -le dijo a sor Consuelo-. Voy a montar una ONG en Córdoba.



Roberto acudía como en peregrinación, para que sor Consuelo le dirigiera una especie de ejercicios espirituales que podían durar días o semanas, dado que Roberto ahora tenía tiempo libre de sobra.

Sor Consuelo estaba encantada y dijo:

-Te apoyaré para fundar esa ONG. Si te parece, podríamos llamarla "Jesús te ayuda".

Roberto se sentía entusiasmado, vital, pletórico, tras dos largos años de convalecencia.

-Usted me ayudó mucho -dijo-, y las creencias cristianas, a salir adelante.

-Podemos hacer muy buenas cosas -dijo sor Consuelo-, convertir la vida en algo maravilloso.

Roberto la abrazó. Había pasado una mala enfermedad.
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