FEMEN y los Derechos Fundamentales



En estos días navideños he visto en la Web una petición iniciada en Change.org, de enero de 2014, en la que se pide un tipo de acción muy determinada a las activistas de FEMEN, organización no gubernamental creada en Kiev (Ucrania) en 2008, que según sus propias palabras, pretende “un mundo donde las chicas y mujeres tengan una voz equitativa y representativa”.


Para alcanzarlo, dicen abogar por “denunciar y protestar frente a todo tipo de violencia contra la mujer; informar a la opinión pública sobre las prácticas y situaciones que día tras día amenazan al futuro, la prosperidad y los derechos de la mujer. También sostienen demandar una verdadera igualdad de género en todos los ámbitos de nuestra sociedad; Reafirmar la dignidad de la mujer y denunciar las situaciones en las que vulnere la misma y defender y promover el mutuo respeto entre hombres y mujeres como medio por el cual optar a un mundo más próspero y equitativo”.


Finalmente, leo que afirman, que además pretenden enfocar sus denuncias sobre temas actuales en nuestro país:
“El acoso (sexual, psicológico o de cualquier otra índole) que miles de españolas sufren a manos de sus parejas o de miembros del sexo opuesto.
El maltrato, la violencia machista y las decenas de víctimas mortales que cada año dejan en nuestro país.
La parafernalia de la paridad empresarial y política.
El veto de la Iglesia y otras religiones emergentes en nuestra comunidad.
Intentar despertar la conciencia de un alto porcentaje de españolas para sentirse identificadas con la causa.
Defensa de la autodeterminación de la mujer para hacer con su cuerpo lo que desee. Esto defiende el derecho al aborto. Pero sin dejar de mostrar su más firme apoyo y admiración del laborioso esmero de madres solteras.
La igualdad de oportunidades, de educación (vengan las niñas del origen que sea) para crecer libres en nuestra sociedad. Y hacer a esta última más abierta y cordial”.



Son muchas y mediáticas las acciones de FEMEN, siempre con el pecho al descubierto, entre otras en el Vaticano, en la Catedral de la Almudena y ante el Cardenal Antonio María Rouco Varela. Parece ser que es por ello la petición en Change.org, que dice:

“De la misma forma que han entrado en El Vaticano desnudas y lanzando gritos y blasfemias contra los símbolos religiosos del cristianismo, les pedimos que sean una buenas feministas que luchan contra la religión y el machismo y procedan a ir a La Meca desnudas, con el cuerpo pintado con blasfemias contra el Islam, Alá y el profeta Mahoma”.


Prescindiendo del acuerdo o los calificativos que nos merezcan sus actos, o de lo acertadas o no que nos puedan parecer las acciones que inician estas activistas, el promotor o los promotores de la petición creo que yerran en la misma. Y ello porque afortunadamente, en occidente, pese a todo, pueden realizar esas acciones dentro del derecho fundamental a la libertad de expresión, y en el caso que la hayan excedido, y se sitúen extramuros del derecho fundamental, podrán ser castigadas por los delitos o faltas que hubieran cometido por la acción concreta tipificada en el Código penal, o, en su caso, estarán sujetas a la sanción administrativa correspondiente.



El Vaticano ha procedido, en la acción emprendida por la activista de FEMEN en esta Navidad (intento de apropiación del Niño Jesús del Belén expuesto en la plaza), con el pecho descubierto y el lema escrito en su cuerpo “God is woman”, y gritando eslóganes contra la Iglesia católica cuando el Papa Francisco daba su bendición “Urbi et Orbi”, de forma absolutamente proporcional y, después de su detención y puesta en libertad, se le ha prohibido el acceso al Estado de la Ciudad del Vaticano.


Todos sabemos, también el promotor o promotores de esta petición, que si las activistas de FEMEN tuviesen la locura o el mal juicio de aceptar el reto y procediesen “a ir a La Meca desnudas, con el cuerpo pintado con blasfemias contra el Islam, Alá y el profeta Mahoma”, tendrían una respuesta desproporcionada, y lo más probable es que fueran sometidas a tortura y a tratos inhumanos y degradantes, finalizando su periplo con una horrible pena capital, esto es, vulnerando el derecho fundamental, sustento de cualquier otro, del derecho a la vida y a la integridad física y moral.


A modo dialéctico, podemos plantear qué sucedería si haciendo uso de los derechos fundamentales previstos en nuestra Constitución, como el de huelga, el de acceso a la Justicia, el de libertad sindical, el ideológico o el de libertad religiosa, o cualesquiera otros, nos invitasen a reclamarlos en países o ante regímenes que a todos se nos antojan “peligrosos”.


Estas activistas pueden estar hiriendo la sensibilidad de muchas personas, pero no por ello podemos “enviarles”, ni siquiera “desearles” el horror y la muerte.
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