Mensajes del Pontífice deberían ser conocidos ampliamente AMLO revira a semanario arquidiocesano: Papa Francisco es el ejemplo a seguir…
Presidente de México presume su amistad con obispos y sacerdotes. “Amor y paz”, dice.
| Guillermo Gazanini Espinoza
Andrés Manuel López Obrador no sólo reiteró su confianza por la cartilla moral del Alfonso Reyes para ser repartida por iglesias evangélicas; ahora hasta plantea que todos los mensajes del Papa Francisco, pronunciados en su visita a México en febrero de 2016, deberían ser ampliamente conocidos.
“Me satisface mucho la postura del Papa Francisco que ha estado defendiendo a los pobres”. La afirmación vino después de la pregunta concreta al presidente de la República durante su conferencia matutina del martes 20 de agosto en torno a un editorial publicado por el semanario del arzobispado de México en donde se quiso cuestionar la pretendida cerrazón del gobierno al diálogo al no atender a sectores sociales ahora en conflicto.
De manera burlona, López Obrador inició su respuesta a la supuesta polémica editorial con un “Eso sí calienta”, pero en realidad quiso dejar de lado el inútil gancho del artículo de opinión que, al final, sólo quedó en el aire revirándolo con argumentos que llevaron agua al molino del presidente: El Papa Francisco y los pobres.
Y fue un golpe que dejó en ridículo a la publicación semanal que, envalentonada de forma tardía, no midió las consecuencias que destaparon cuál es la visión de Iglesia y las buenas relaciones con otros credos que el presidente de México sostiene.
El “eso sí calienta” pasó a desactivar la polémica y “respetar a las iglesias”. López Obrador tiene a un campeón de los pobres en el Papa Francisco… “es un ejemplo a seguir”,señalaría en su respuesta que, poco a poco, desmanteló los débiles argumentos del artículo editorial que, en pocas palabras, ni le importaron al presidente.
Otro punto es más interesante. Y debe ser clara señal advertencia al arzobispo Aguiar al cual López Obrador lanzó un velado mensaje. Cuando el Papa Francisco vino a México, diría el presidente, “pronunció discursos que ojalá se reprodujeran y se distribuyeran porque fue una visita importantísima” que impostó sobre la atención de la pobreza, migración y los abusos de poder en México hasta destacar “cómo la misma jerarquía de la Iglesia se ha olvidado del pueblo…”
López Obrador pintó su raya para diferenciar lo que para él es su modelo de Iglesia frente a la que pretende representar el semanario de su Eminencia cardenalicia, destapando lo que se venía elucubrando y ahora se confirma: el distanciamiento entre su administración y la del arzobispado del cada vez más cuestionado cardenal primado quien fue subido al ring para dar una pelea y del cual bajó humillado.
Y es que AMLO presumió de ser “muy respetuoso de la Iglesia”, de otras denominaciones y de no creyentes y sin intentar polemizar o siquiera responder a las hipótesis del semanario, la presidencial amistad con sacerdotes y obispos se antepuso antes que echar más gasolina al fuego fatuo del editorial del semanario:
“Acabo de recibir, y lo estimo muchísimo, porque lo considero un auténtico, un verdadero cristiano, al padre Solalinde, y hace como un mes estuve en Tuxpan, Michoacán, y me acompañó o estaba en el acto, el arzobispo de Morelia, (Carlos) Garfias, o sea tengo muy buena relación…”
Para el semanario, la lección está dada. Jamás vislumbró la respuesta que prácticamente dinamitó un editorial que quiso ser polémico, pero que al final quedó de relumbrón. AMLO reafirmó sus simpatías y aprecio al Papa Francisco como defensor de los pobres, pero lo más interesante es el modelo de Iglesia católica que el presidente tiene en mente con nombres específicos. Como lo dijo alguna vez del obispo emérito de Tehuantepec, Mons. Arturo Lona, a ellos se les podría dar todo porque, según Andrés Manuel, nada quieren para ellos, son testimonio cristiano y sinceros defensores de los pobres en oposición a clérigos y cardenales asociados con el ancien régime neoliberal, más cercanos al poder que AMLO desprecia…
El semanario del arzobispo Carlos Aguiar regresa a su refugio con la cola entre las patas. Mientras trata de resolver sus dificultades, ahora debe pensar mejor sus próximos editoriales adelantándose a los movimientos de quienes pretende criticar. Es la segunda vez que sale vapuleado. Sin duda, al tratar de captar una credibilidad perdida, el equipo de esa publicación quiso permanecer en la misma tendencia crítica que lo caracterizó, de ser incendiario; sin embargo, salió chamuscado. Al cardenal Aguiar y su equipo les reventó el tiro por la culata… Eso sí calienta.