Cumbres Mayores, en el imperio del jamón

Doscientos mil es una cifra de jamones que impresiona nada más que de oírla. Pero ver esta cantidad de jamones en una sola fábrica de Cumbres Mayores, sobrecoge en lo personal y merece un comentario general. He pasado esta última semana en Cumbres Mayores, para la realización de un trabajo pastoral que no viene ahora al caso, y lo que he podido constatar personalmente durante esta corta estancia merece ser resaltado.

Cumbres Mayores es un municipio situado en lo más alto de la provincia de Huelva, en el borde mismo de la provincia de Badajoz. Llegar a Cumbres Mayores desde Huelva requiere bastante más de hora y media de automóvil, pues, aunque los kilómetros de distancia entre ambas ciudades no llegan a los 150, la carretera por la que hay que viajar está muy llena de curvas y no permite transitarla de forma rápida. El viaje con todo merece la pena, pues el paso más lento permite disfrutar de la vegetación de la sierra alta de Huelva, pasando a través de dehesas que se quedan bien marcadas en la mente. La carretera pasa por las inmediaciones de Jabugo, la emblemática ciudad del jamón de más prestigio mundial, cuyo clima privilegiado para la cura natural de la carne de cerdo se extiende por toda la zona circundante.

Cumbres Mayores tiene un patrimonio artístico nada común en un pueblo que sólo se sitúa actualmente alrededor de los dos mil habitantes. Además de contar con lejanos antecedentes celtas y romanos, lo principal ahora es el gran Castillo Amurallado, iniciado por Sancho IV el Bravo en el siglo XIII y que desde entonces da fuerte carácter a la ciudad. Las extensas murallas, muy bien conservadas o restauradas aunque todavía no lucen exentas por tener muchas viviendas adosadas, rodean un espacio muy amplio vacío, que hasta hace no muchos años sirvió de campo de fútbol del pueblo y que actualmente acoge un pretencioso Centro de Interpretación. La Parroquia de San Miguel es también un edificio de siglos, con un solemne retablo pre-barroco recientemente muy bien restaurado, buena imaginería, ricos elementos de plata provenientes de un nativo que hizo las Indias y envío mucha platería a su población de origen y una esbelta torre que se divisa desde todos los contornos. Desde hace sólo dos años, se ha incorporado a su patrimonio cultural un amplio monasterio construido enfrente mismo de la más que centenaria ermita de la patrona del pueblo, Nuestra Señora de la Esperanza, que ha sido ocupado por once religiosas peruanas y jóvenes pertenecientes al Carmelo de la Madre Maravillas.

Lo que quizás da más fama, con todo, a Cumbres Mayores es la industria del jamón. Además de la impresionante fábrica de los doscientos mil jamones almacenados, Tartessos, el pueblo alberga hasta 24 fábricas más de menos dimensión, pero que entre todas constituyen un complejo industrial exageradamente grande en una población de tan pocos habitantes. Enclavada dentro de la zona y de la Denominación de Origen de Jabugo, casi empareja en desarrollo e iguala en calidad a la capital mundial del jamón. Con precedentes desde el siglo XIII, la cura natural del jamón requiere un proceso largo de tres y hasta cuatro años, que explica el número tan alto de jamones que se almacenan en las bodegas de las fábricas. Tienen creados unos artefactos especiales para que cuelgue de cada uno ristra de jamones, sin rozarse con el que está al lado para que le entre el aire por todos sus costados. La cría de los cochinos, la alimentación de bellotas en la montanera de las dehesas, la matanza, el acabado de los diversos productos del guarro y la misma venta del jamón ya curado, tienen un calendario bien estructurado que prácticamente da trabajo a los obreros de esta industria durante todo el año. La Denominación de Origen precisa tres calidades bien definidas: sólo bellota, bellota y cebo (alimentación por piensos muy bien elaborados) y sólo cebo. El olor de los jamones curándose, mas en verano pero incluso en esta época invernal, es el recuerdo más característico que se encuentra el que acude a Cumbres Mayores.

Un pueblo que merece el largo camino que hay que recorrer para encontrarlo.
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