Entrevista a un hombre de mi edad



Me ha sorprendido mucho en estos días una entrevista hecha a un hombre de mi edad. Lo que me ha llamado la atención es ver en boca de otra persona ideas y vivencias que también participo, probablemente por la coincidencia exacta de edad.

Es un hombre famoso, Claudio Magris, y su extensa entrevista ha aparecido en El País Semanal, firmada por un para mi desconocido, José Andrés Rojo. El personaje entrevistado es muy conocido por su abundante obra literaria (novela, ensayo, teatro y otras obras de difícil clasificación), por su ocasional paso por la política italiana y por los importantes premios que ha recibido en su vida, entre ellos el Príncipe de Asturias. Pero lo que a mi más me ha impresión no es el anecdotario de su vida ni el valor de su obra literaria, que desconozco por completo, sino su forma de pensar y las experiencias personales que cuenta, que me han evocado ideas y experiencias también propia para mí. Me ha sorprendido mucho las coincidencias que crea el haber nacido ambos en el ya tan lejano 1939.

Vid normal. Por lo pronto, constato que ese hombre tiene todavía una via normal, no invadida ya por las consecuencias de la vejez. La entrevista se la hacen al personaje en Madrid, adonde ha acudido desde Italia a recoger un premio recientemente concedido. Sigue trabajando y habla de las generaciones más jóvenes que él y de los jóvenes a los que enseña. La edad bien llevada no es un obstáculo para seguir viviendo y hasta trabajando, ya casi exclusivamente en lo que más gusta.

Arranque, después de la guerra . El haber comenzado a vivir y a tomar conciencia después de una guerra -en su caso, de la europea; en el mío, de la civil española-, influye notablemente en la persona que se está abriendo a la vida. "Me libré de la guerra de los combates, no tuve que sufrir directamente en ningún frente, dice el personaje. Cuando fui joven me tocó una sociedad llena de libertad". Siempre he percibido con claridad que los que no vivimos directamente la guerra, ni tenemos recuerdos directos de lo que ella supuso, somos totalmente diferentes de los auténticamente traumatizados por el recuerdo personal de la guerra y de sus directas consecuencias. Siempre pensé que España no sería del todo diferente hasta que no desaparezcan los que tienen recuerdos omnipresentes de la guerra.

Enfrentamientos ideológicos. El haber nacido en Trieste, ciudad en la que se entrecruzan el comunismo yugoslavo de entonces, la influencia alemana, la democracia europea y la fuerte impronta italiana, le produce a Claudio Magris un poderoso influjo en su vida y por lo que dicen en su obra. Recuerdo también de la infancia una convivencia muy connotada por los que éramos descendientes inmediatos de los que se habían enfrentado en la guerra. No se me olvida el "A mi padre lo mató un criminal", dicho por un compañero de escuela al que le habían matado el padre en la inmediata postguerra.

¡Juventud!. En todos sitios, la juventud pasa por semejantes trances. Cuenta Magris que, a sus 14 años, le preguntó un profesor sobre algo relacionado con Alemania y que, cuando empezó su respuesta diciendo: "Yo pienso...", el profesor que era alemán le cortó tajantemente: "¿Qué vas a pensar tu, miserable? Deja de pensar".

Recuerdo y efectos del 68 La Revolución del 68 impresionó mucho a los pertenecientes a esta generación. Magris reconoce que, al producirse en París, le quedó algo lejos ("No me tocó nada del 68 más agresivo, violento, sino algo muy pequeño"), pero reconoce su influencia al producirse y su desvirtuación posterior: "Lo viví como una extraña mescolanza: un montón de impulsos por la liberación, pero que, al final, han conducido al triunfo universal del consumismo". Una impresión muy precisa y acertada de los que observamos también desde lejos este acontecimiento.

Evolución de la democracia. Magris desea "no estar pendiente de lo que va a venir y aprender a disfrutar de cada momento", pero afirma también que esto "no es fácil". Mirando la realidad de su Italia, observa algo también afirmable para nuestra España: "Toda la cultura democrática en la que me reconozco, daba por sentado que existía una ciudadanía politizada a la que había que había que convencer para obtener su voto". Pero el panorama actual ha cambiado. "Ahora lo que ha aparecido es una amplia población que vive por debajo, o al margen, de cualquier tipo de comprensión de lo económico, de lo cultura, de lo público". Con este amplio y diferente espectro de la población es con el que ha logrado conectar Donald Trump y con el que, de algún modo, supo sintonizar también el italiano Berlusconi. El cambio sociológico se ha producido, y todos intentan ahora (dentro y fuera del populismo)conectar con esta nueva realidad.

Valores muy claros. "Por mi edad y por mi educación, yo soy un hombre del siglo XX y sé, o creo saber, cuales son los valores que defiendo y por los que estoy dispuesto a luchar". Todos los que han vivido sus mejores años en el siglo XX, podrán confirmar probablemente esta afirmación.

La situación ha cambiado. Una cita más larga, muy claramente generacional: "No me dejo turbar por los cambios que se están produciendo, pero me preocupa por lo que se puede perder. Hoy los instrumentos políticos con los que se libran las batallas están en la web, en las redes sociales, que es donde se está creando la opinión pública. Y en ese ámbito me encuentro como un combatiente que está fuera de lugar, que utiliza el arco y las flechas en un mundo donde ya solo sirven las pistolas y los fusiles". Una observación suscribible seguramente por todos lo que son mayores.

Voluntad de optimismo. Resulta difícil para los que son mayores tener optimismo. El paradigmáticos Magris se reconoce "pesimista con la razón y optimista con la voluntad. Creo que la voluntad de construir, de crear algo distinto, es lo que da sentido a nuestro presente. Yo he crecido con esta fe en la utopía". Con este planteamiento, afirma con esperanza: "Hay un porvenir que puede cambiar el mundo... Sigo creyendo que el futuro se puede conseguir".

Las opiniones de este personaje me han impresionado por las coincidencias. Resulta sorprendente todo lo que hace confluir una misma pertenencia generacional. Echo de menos más campos de reflexión. La entrevista no toca para nada el campo determinante de lo religioso. Pero lo apuntado basta para concederle un interés máximo. El parecer ajeno ayuda a clarificar el propio.
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