Seducción de la ceniza
Me sorprende mucho cada año la seducción que ejerce la ceniza sobre la población que acude a las Iglesias el miércoles inicial del tiempo de la Cuaresma. ¿Por qué será esto?
El hecho es que las iglesias se abarrotan este día, que no es festivo ni en el orden religioso ni en el orden civil, con una población que no es sólo la normal que acude a cada iglesia. Gente diversa, más o menos acostumbrada a visitar un templo, que se encuentran atraídas por la ceremonia muy simple de la imposición de la ceniza. La gente se acerca al altar, en filas y en silencio, a que el sacerdote le ponga con los dedos un poco de ceniza, dejándoles un más que mediano manchón sobre la frente, al mismo tiempo que le dice ahora a cada uno: "Conviértete y cree en el Evangelio".
Puesto a buscarle alguna explicación a este fenómeno, a encontrarle alguna razón que lo justifique, acudo a la motivación que me ha dado un amigo: la gente es muy sensible al tema de la muerte. La tradición española -y particularmente andaluza- del tema de la muerte punza mucho la sensibilidad popular. Las bases estoicas y senequistas siguen estando presentes. El barroco destacó mucho el tema de la muerte, siendo los cuadros sobre las Postrimerías de Valdés Leal en el Hospital de la Caridad de Sevilla un ejemplo altamente elocuente. La ceniza alude también a las postrimerías. Tal vez la fórmula que anteriormente usaba la Iglesia para la imposición de la ceniza -"Acuérdate, hombre, que eres ceniza y que en cenizas te convertirás", aún más impresionante en el latín fácil de entender que en los tiempos antiguos utilizaba la liturgia, "Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris"- estaría tal vez más en consonancia con esta sintonía con la muerte de la población sencilla española. Esta línea de justificación explicaría también el atractivo popular por el Día de los Difuntos, otra jornada que tampoco es festividad ni religiosa ni civil y que inunda también los cementerios y los templos. La muerte es un tema muy serio, que obviamente impresiona mucho a la población, no sólo desde el punto de vista religioso.
Otra justificación es algo más sutil, pero puede que también apunte a algo cierto. Existe una tendencia a poner le religioso, naturalmente abstracto e imperceptible, en motivos concretos y bien palpables. De aquí el culto a las imágenes y a toda la amplia parafernalia de la Semana Santa. Frecuentemente la población sencilla rinde más culto a una imagen que a un sagrario impersonalizado. Sorprende mucho la auténtica emoción que a las personas les produce su Virgen o su Cristo, mientras cuesta mucho más vivir intensamente una Eucaristía o un rato de oración callada. Siguiendo esta misma línea, el rezar resulta para la gente mucho más asequible que el orar. La oración verbal, la imagen bien sensible, los santos y santas claramente reconocibles, todo lo concreto palpable resulta mucho cercano para el pueblo que lo abstracto e irrepresentable. La ceniza, por todo esto, es más asequible para el sentimiento popular que el arrepentimiento o la vivencia pascual, también subyacentes en toda la celebración cuaresmal.
Tal vez alguna otra persona pueda ofrecer una interpretación más certera del por qué de la seducción de la ceniza. El tema lo dejo abierto.
La religiosidad popular es algo muy difícil de penetrar y de interpretar. La gente sencilla siente más el atractivo elemental de la ceniza -como de los ayunos y las abstinencias.- que las personas religiosas más cultivadas. Hay que acercarse con respeto y con voluntad de comprensión a lo que las personas más populares sienten y experimentan.
El hecho es que las iglesias se abarrotan este día, que no es festivo ni en el orden religioso ni en el orden civil, con una población que no es sólo la normal que acude a cada iglesia. Gente diversa, más o menos acostumbrada a visitar un templo, que se encuentran atraídas por la ceremonia muy simple de la imposición de la ceniza. La gente se acerca al altar, en filas y en silencio, a que el sacerdote le ponga con los dedos un poco de ceniza, dejándoles un más que mediano manchón sobre la frente, al mismo tiempo que le dice ahora a cada uno: "Conviértete y cree en el Evangelio".
Puesto a buscarle alguna explicación a este fenómeno, a encontrarle alguna razón que lo justifique, acudo a la motivación que me ha dado un amigo: la gente es muy sensible al tema de la muerte. La tradición española -y particularmente andaluza- del tema de la muerte punza mucho la sensibilidad popular. Las bases estoicas y senequistas siguen estando presentes. El barroco destacó mucho el tema de la muerte, siendo los cuadros sobre las Postrimerías de Valdés Leal en el Hospital de la Caridad de Sevilla un ejemplo altamente elocuente. La ceniza alude también a las postrimerías. Tal vez la fórmula que anteriormente usaba la Iglesia para la imposición de la ceniza -"Acuérdate, hombre, que eres ceniza y que en cenizas te convertirás", aún más impresionante en el latín fácil de entender que en los tiempos antiguos utilizaba la liturgia, "Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris"- estaría tal vez más en consonancia con esta sintonía con la muerte de la población sencilla española. Esta línea de justificación explicaría también el atractivo popular por el Día de los Difuntos, otra jornada que tampoco es festividad ni religiosa ni civil y que inunda también los cementerios y los templos. La muerte es un tema muy serio, que obviamente impresiona mucho a la población, no sólo desde el punto de vista religioso.
Otra justificación es algo más sutil, pero puede que también apunte a algo cierto. Existe una tendencia a poner le religioso, naturalmente abstracto e imperceptible, en motivos concretos y bien palpables. De aquí el culto a las imágenes y a toda la amplia parafernalia de la Semana Santa. Frecuentemente la población sencilla rinde más culto a una imagen que a un sagrario impersonalizado. Sorprende mucho la auténtica emoción que a las personas les produce su Virgen o su Cristo, mientras cuesta mucho más vivir intensamente una Eucaristía o un rato de oración callada. Siguiendo esta misma línea, el rezar resulta para la gente mucho más asequible que el orar. La oración verbal, la imagen bien sensible, los santos y santas claramente reconocibles, todo lo concreto palpable resulta mucho cercano para el pueblo que lo abstracto e irrepresentable. La ceniza, por todo esto, es más asequible para el sentimiento popular que el arrepentimiento o la vivencia pascual, también subyacentes en toda la celebración cuaresmal.
Tal vez alguna otra persona pueda ofrecer una interpretación más certera del por qué de la seducción de la ceniza. El tema lo dejo abierto.
La religiosidad popular es algo muy difícil de penetrar y de interpretar. La gente sencilla siente más el atractivo elemental de la ceniza -como de los ayunos y las abstinencias.- que las personas religiosas más cultivadas. Hay que acercarse con respeto y con voluntad de comprensión a lo que las personas más populares sienten y experimentan.