¿Cómo se configura la opinión catalanista... y su contraria?

Me sigue preocupando el que otros a los que valoro positivamente piensen de forma muy distinta a mi propio parecer. El fenómeno catalán está ahora en el fondo de esta preocupación, al comprender cada vez menos las actuaciones que las personas y las instituciones catalanas están adoptando.

No quiero entrar en la espiral de la descalificación, adjudicando a torcidas intenciones o a incalificables propósitos lo que ahora se está haciendo o diciendo. Desde el sector no catalán, desde las restantes regiones de España, crece la agresividad contra los políticos que están protagonizando estas posturas. Las comparecencias públicas de Mas y de los restantes representantes de la voluntad separatista son recibidas desde los que estamos fuera de Cataluña con progresiva agresividad, incluso con descalificaciones personales cada vez de tonos más exacerbados. Se les tacha de falsos, de estar engañando, de estar caminando sin responsabilidad alguna hacia un inevitable choque de trenes, de querer tapar incluso problemas personales con la dinámica independentista. A estos recursos se llega también, porque resulta muy difícil llegar a entender lo que allí está pasando, comprender las posturas que en público y en privado se están adoptando.

Más que los propios políticos, entre los que caben posicionamientos tácticos -primeras posturas escalonadas hacia la consecución de objetivos todavía ocultos o menos claros-, me preocupan los catalanes de a pie que hay detrás, las personas normales y corrientes -a algunas las conozco personalmente y las aprecio- que asienten tranquilamente a cuanto los políticos están haciendo, que ven normal todo lo que está ocurriendo y que no cambian por ello de parecer.

En los lejanos años en los que estudiaba periodismo, se hablaba en las clases -y se discutía incluso fuera de ellas- de cómo se configuraba la opinión pública. Preocupaba conocer cómo la opinión general llegaba a configurarse de una manera o de otra. A la España que estaba saliendo del molde único franquista le intrigaba descubrir cuál era el mecanismo por el que se diferenciaban las opiniones, cómo y por qué llegaban tanto a distanciarse y hasta oponerse las opiniones.

El tema sigue siendo viscoso y escurridizo. Más recientemente se ha hablado de la opinión pública y de la opinión publicada; esto es, de cómo influye en la opinión pública lo que se publica en los medios de comunicación (y también, en ocasiones, se habla de lo contrario: de cómo los medios de comunicación recogen y cristalizan las opiniones recogidas de la gente de la calle). La influencia de los medios en la opinión de las personas es indudable, pero no se puede distorsionar y sobredimensionar el tema, pues también es válida la opinión de que los medios (¡y hasta los mítines de las campañas electorales!) lo único que hacen es confirmar la opinión de las personas, reafirmar lo que cada cual piensa. Normalmente, cada cual lee el periódico que coincide con las propias opiniones

¿Son los medios de comunicación catalanes -se recuerda a este respecto que algunos de estos medios son totalmente fieles a la opinión de sus políticos dirigentes- los causantes de que la práctica mitad de la población esté a favor del proceso, acepte sin matizaciones y hasta se entusiasme por el independentismo? Pero, a su vez, ¿son los medios de comunicación no catalanistas -la prensa de Madrid, como piensan muchos catalanes- los causantes de la opinión pública tan generalizada contra el independentismo? Sin duda que los medios contribuyen a la configuración de la opinión pública, pero hay otros factores que influyen también y hasta quizás más radicalmente.

La historia que ha vivido el propio país influye mucho en la visión que de la actualidad se tiene. Cada vez me apasiona más comprobar la influencia que tiene en la opinión que cada cual tenemos actualmente en España la turbulenta historia de nuestro país en el siglo XIX, con todos los vaivenes ideológicos derribando continuamente gobiernos, estableciendo repúblicas, desterrando repetidamente a los jesuitas... Para colmo, si la historia se está además continuamente desfigurando para demostrar las propias ideas -como se dice que se hace ahora en Cataluña, pero como se hace también desde luego en otros contextos-, su influencia será tan grande o más que la de los medios de comunicación.

Luego están los factores familiares (si se ha nacido en una familia de tradición derechista o

izquierdista, nacionalista o independentista en el contexto catalán), lo que se ha heredado somática y psicológicamente, lo que cada cual ha recibido posteriormente de los estudios y de la vida, las personas y las experiencias personales con las que cada uno ha ha convivido... La serie de condicionamientos que están en la base de cada personalidad y que influyen en la configuración de la propia opinión es muy amplia, aunque muchas veces esté indefinida y no sea el mismo sujeto consciente de su influencia.

Toda esta reflexión responde al deseo de llegar a comprender la actitud de los que a uno le resultan incomprensibles, de poder vislumbrar cómo y por qué se plantean opiniones que desbordan la propia capacidad de comprensión. El esfuerzo merece la pena con tal de no llegar a la descalificación personal, al desprecio de la opinión ajena por el sólo hecho de no entenderla. En el tema catalán, todo lo que se pueda trabajar para acercar posturas y no llegar a la agresividad en la valoración del contrario resulta recomendable y hasta necesario. La comprensión ajena y el acercamiento humano serán el mejor camino para que no estalle la violencia y se abran posibilidades para conseguir una convivencia enteramente pacífica.
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