¿Se entera la gente de lo que está pasando?
¿Se entera la gente de lo que está pasando? Intriga la pregunta sobre lo que la gente capta de la situación actual, en todos los campos. El momento político es muy crítico, pero ¿hasta qué punto capta la gente los detalles de la situación actual y se preocupa por ella? La percepción de la gente de la situación política, social, económica o incluso religiosa, no está claro que sea detallada y completa.
La situación política actual en España plantea con fuerza, desde luego, este interrogante. Ha habido unas elecciones que no han dejado nada claro. Los intentos por formar gobierno no han conducido a nada hasta ahora. La posibilidad de unas nuevas elecciones tampoco clarifica demasiado el futuro. La situación está estancada y bloqueada, sin que nadie tenga luz potente y definitoria sobre lo que va a ocurrir en un inmediato futuro. Hay fundamento para una preocupación razonable sobre el tema, pero los síntomas de esta preocupación no aparecen tan claros en la sociedad. La gente sigue llenando los estadios de fútbol, las terrazas de los bares se ven ocupadas cada noche, los viajes se multiplican en los días festivos. La cuestión que todo esto plantea es si la gente se entera de verdad de lo que está ocurriendo, de si se preocupa por conocer los detalles o de si pasa sobre todo esto como gato sobre brasas.
Las cifras sobre el consumo de los medios de comunicación son muy repetidas. En los países más desarrollados llega a consumir un periódico diario casi la mitad de la población, 430 por mil en Finlandia, Pero en las naciones más pobres el número de periódicos por mil habitantes no llega a a 25, en los países africanos son 20 por mil. El consumo del papel prensa también se diversifica desde 40 kilos por habitante y año en los Estados Unidos hasta el 0,3 kilos anuales por habitante. Pero las estadísticas no iluminan del todo la situación, pues es muy conocido el dicho de que si la estadística dice que se consume un pollo puede uno comerse el pollo entero y el otro no comer nada, resultando por ello siempre necesaria la ponderación en la interpretación de las estadísticas. La prensa escrita es cada vez menos leída, y la información en la red o en la radio y televisión no siempre centra del todo la atención, y puede ser compatible con una información muy defectuosa. Todo esto sin tener en cuenta la demonización del contrario -la derecha no puede ni oír hablar de Podemos y la izquierda tiene también domonizado a Rajoy y a su Partido-, que rebota la información e impide la distinción de matices en los que demuestran incluso un cierto interés por los medios de comunicación.
El interés por este tema me lo han despertado esta vez dos artículos recientes de la prensa escrita.
Luis del Val, en una muy bien escrita tercera de ABC, reflexionaba sobre el recurso cómodo a los refranes, cuando el analfabetismo era mucho más fuerte que ahora en nuestro país, y sobre el uso actual de frases que eluden en realidad una respuesta -Ya ves, Es lo que hay, Ya te digo-, que ponen de manifiesto la pragmática comodidad de no plantearse demasiados problemas intelectuales en la existencia diaria. Es lo que en países desarrollados puede estar detrás de la desinformación actual, el no querer meterse en líos, en concentrar la mirada sólo en los problemas y satisfacciones inmediatas sin que se extienda la preocupación a los grandes temas de interés general.
El otro artículo ha sido una detenida entrevista, en los periódicos de la cadena andaluza Joly, con el conocido periodista Manuel Campo Vidal, informando con detalle sobre la Sociedad Civil por el Debate, una asociación por él creada para intentar preocupar a la sociedad y buscar respuestas comunes para los grandes temas de interés general. A pesar de las cifras optimistas dadas por el veterano periodista sobre la supuesta extensión de su asociación, el intento choca con el interés y la apatía de la población más numerosa por todo lo que queda más allá de sus preocupaciones más inmediatas.
La valoración negativa sobre la información real obtenida por la población mayoritaria no se extiende sólo a los temas políticos. Los problemas económicos, a pesar de los esfuerzos de la prensa naranja, muy difícilmente son adecuadamente interpretados por el ciudadano medio. En los temas religiosos, está por hacer un buen estudio sociológico de la retención y comprensión real de los contenidos de las homilías dominicales que tiene la población que acude semanalmente a las iglesias, que ya es una reducida minoría de la población total española.
¿Se entera la gente de lo que está pasando? Que cada cual formule su respuesta a este interrogante, reflexionando sobre los datos de lo que observa a su alrededor. Mi visión no es, según lo dicho, muy optimista.