Castell Sant'Angelo, refugio de Papas
El Castillo Sant'Angelo, también conocido como el Mausoleo de Adriano, es un monumento romano situado en la orilla derecha del río Tíber, enfrente del pons Aelius (actual puente de Sant'Angelo), a poca distancia de la Ciudad del Vaticano. Iniciado por el emperador Adriano en el año 135 para ser su mausoleo personal y familiar, fue terminado por Antonino Pío en el 139. El monumento, levantado con piedra de travertino, estaba engalanado por una cuádriga en bronce guiada por el emperador Adriano. Muy pronto el edificio cambió de uso y se convirtió en un edificio militar. Se integró a la Muralla Aureliana en el 403.
El actual nombre del castillo proviene del 590, durante una gran epidemia de peste que golpeó la ciudad de Roma. El papa de la época, Gregorio I, vio al Arcángel San Miguel, sobre la cima del castillo que envainaba su espada significando el fin de la epidemia. Para conmemorar la aparición, una estatua de un ángel corona el edificio (primero una estatua en mármol de Raffaello da Montelupo, y desde 1753, una de bronce de Pierre van Verschaffelt sobre un dibujo de Bernini).
La Tumba Imperial donde se guardan las urnas con las cenizas de los emperadores, se encuentra en el segundo piso. El castillo continuó como mausoleo hasta la muerte de Caracalla en el siglo III, cuando pasó a ser una fortaleza conocida como la Ciudadela de Roma. La estatua de San Miguel corona las almenas y fue agregada en 1753. El papa León IV cercó con una muralla el Vaticano y el Borgo, convirtiéndolo en una fortaleza donde se refugiaban los papas en épocas de peligro. El pasadizo que une el Vaticano con el Castillo fue hecho por Alejandro VI en el siglo XV.
Este enigmático edificio, por muchos siglos temido, símbolo de la represión vaticana, llama poderosamente la atención su planta en forma de estrella de cinco puntas.
En el salón principal actualmente se puede apreciar una extensa colección de armas. Los demás salones se utilizan para exposiciones itinerantes y los jardines son lugar de juegos o descanso para niños y turistas.
Nada más entrar, a la izquierda, encontramos un modelo a escala del mausoleo del emperador Adriano y más allá otro que muestra el edificio convertido en fortaleza medieval. Para entrar en el castillo propiamente dicho hay que bajar hasta el nivel inferior y una vez allí subir por una rampa de ladrillo en espiral que data de la Roma antigua que conduce a una gran sala abovedada, la cámara de las urnas, donde se guardaban las cenizas de los emperadores.
En el Cortile delle palle, un antiguo almacén de municiones todavía podemos ver sobre los muros las placas que indicaban el número y medida de las bolas de cañón, así los soldados podían elegir con rapidez el modelo que tenían que cargar. A la izquierda encontramos las estancias privadas del papa Pablo III. No pasemos por alto las elegantes salas de los dos pisos superiores, residencia de los papas durante la Edad Media y el Renacimiento: la Sala Paolina con sus maravillosos frescos, entre los que cabe destacar aquél que representa la figura de un cortesano en el vano de una puerta; la pequeña Sala de Justicia; el Dormitorio Papal, antaño decorado con tapices; y la Sala del Tesoro con un inmenso baúl de metal que antaño rebosaría de oro, joyas y piedras preciosas. Al final de las escaleras, junto a la escultura del arcángel San Miguel, está la terraza más alta del castillo.