Señor un año más nos preparamos para la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección. ¡Cuantos acontecimientos vividos a lo largo de este año!... pero Tu siempre has estado ahí, aunque hubiese momentos de no verte o no querer hacerlo.
Estás, sigues estando ¿escondido? pero presente, aceptándonos tal cual somos cada uno. Sensible a nuestras necesidades, fiel en medio de la infidelidad, cargado de ternura y misericordia porque Tú eres así. Aceptando incondicionalmente nuestra pequeñez, siempre contando con nuestra pobreza, pero aún así Señor, queremos acompañar a tu Hijo Crucificado en su Vía Crucis, al igual que Él nos acompaña en nuestro caminar junto a nuestras cruces y defectos. No dudó en cargar con todas ellas abrazando a todos los crucificados de la historia.
Amó a los que caminaban por la vida sin apenas esperar nada de ella, siempre poniendo en el centro de su corazón a los pobres más pobres de espíritu, porque su oficio era ese: Amar, solo amar…
Ahora es el momento de reencontrarnos con Él, de volverle a mirar como se hace a quien de verdad se ama, acompañarle, tenderle la mano, haciéndole ver lo que de verdad significa en nuestra vida. Mirarle en la Cruz, dejándonos invadir por su ternura, su misericordia, su amor, siendo consciente de que si está ahí, en la Cruz, es porque nos ama, porque te ama…
¡Feliz Pascua de Resurrección!