¿Navidad y soledad?
Parece contradictorio porque todos sabemos que la navidad trae consigo el encuentro, la felicidad, el amor, el compartir etc… pero parece como si nos “tocase” estar felices, y es que no a todo el mundo se le da ésta oportunidad.
Hay demasiadas personas que no se sienten felices. Vivimos en grandes ciudades repletas de gente pero cada vez con más soledad y tristeza, hay cosas que este primer mundo aunque se jacte de los adelantos que tiene y de como vive, no puede comprar, todos sabemos que el dinero aún siendo el dios de este siglo, no todo lo puede…
Si fuésemos capaces por lo menos durante estos días, de mirar a los demás a los ojos, nos daríamos cuenta de que el exterior esconde el interior. La mirada no miente, sólo tenemos que saber mirar…
¡Cuantas personas nos encontramos mirando la felicidad de los demás! Estos días se hace más obvio el sentimiento de la soledad, nunca duele tanto como ahora…
Se sienten las ausencias más que las presencias, unido a la vez a un problema relacional, ¡que me importa lo que le pase al otro! Soy yo y los míos, a veces ni siquiera los míos, solo yo…
Nos situamos ante una de las enfermedades más de este siglo.
De alguna forma ha desaparecido el motivo de lo que celebramos ¡que poquitos saben su significado…! Se convirtieron en las navidades de los grandes almacenes. Pero ¿Dónde quedó el “Enmanuel” el Dios con nosotros?
La Navidad solo nos tendría que llevar a esa soledad en la que sólo Dios basta, en la que no necesitamos nada más para sentirnos felices, a una soledad deseada, no impuesta.
Cambiemos el significado de la palabra porque Dios nos habla por la “Palabra hecha carne en su Hijo”. Desde el momento en que seamos capaces de hacerlo, no puede haber soledad, porque el hombre ha sido creado para la comunión.
En nuestras manos está…