¿Necesitamos de la Iglesia?
Ante esta realidad, me pregunto: ¿se puede creer sin la institución, ha sido esta un error de la historia y no es necesaria, influye de alguna manera en nuestra fe? Estos y muchas más son los interrogantes que hoy día llegan hasta nosotros…
Asumimos que la herencia que nos ha dejado no es la mejor: divisiones, prohibiciones, afirmaciones como” única y fuera de ella no hay salvación” (hasta la llegada del Concilio Vaticano II). No hay nada peor que sentir que te han quitado la libertad, lo más preciado del ser humano. Como consecuencia de todo este sentir, cada vez crecen más el número de personas que están convencidos de poder vivir su fe sin la necesidad de tener una referencia explícita y cuyo lema es: “Cristo sí, pero sin la Iglesia”.
A veces salen a la luz auténticos escándalos que hacen daño, acontecimientos que sacuden al hombre poniéndolo en contradicción con la fe que profesan, pero como bien decía el fundador de los religiosos Agustinos Asuncionistas, padre Manuel D´Alzon: “ Siempre con Roma, alguna vez sin Roma, nunca contra Roma…)
Somos hijos de nuestra Madre. La Iglesia está formada por hombres y como tales, nadie es perfecto, con una determinada cultura y forma de pensar. No podemos exigir a señores de 70-80 años que se adaptan a estos tiempos y más a la velocidad que corren, como tampoco lo pueden hacer nuestros mayores de casa, pero ahí estamos para acoger, perdonar y enseñar.
Necesitamos de ella como un niño necesita de su madre, de una comunidad de referencia, la fe no se puede vivir individualmente aunque caminemos en una sociedad enfocada a ello, sería demasiado pobre ¿no creéis? El hombre no está concebido para la soledad, necesita del otro para su propia construcción como persona y también como cristiano: démosle pues, una nueva oportunidad. La necesitamos y nos necesita, quizá sea bueno aprovechar este tiempo Litúrgico en el cual nos encontramos para reflexionarlo…