¿Qué es lo que nos está pasando a los cristianos, especialmente en occidente? ¿Dónde está nuestra alegría, cómo son nuestras celebraciones? ¿Son celebraciones o funerales?
Quizá pequen más de lo segundo que de lo primero.
Hemos perdido la alegría y la esperanza. Me ha llamado la atención la noticia de un jesuita japonés, el padre Katayanagi, donde en una asamblea interparroquial de Iglesias en la diócesis de Osaka (Japón) estaban representando una danza popular y sin pensárselo dos veces, el Obispo Goro Matsuura no dudó en subir espontáneamente al escenario sumándose al baile con gran regocijo del público.
¿En nuestras iglesias de Occidente hemos visto estos gestos alguna vez? La Iglesia está envejeciendo, nos sobran normas y leyes y nos falta corazón, cercanía, presencia…
No es un esfuerzo que solo se le pide a la jerarquía, se nos pide a todos. Creo que Jesús nos está llamando hoy a una conversión, tenemos que intentar sacar lo mejor que hay dentro de la Iglesia, que es mucho, poner encima de la mesa ese corazón nuevo capaz de responder de manera nueva y más fiel al momento en el que vivimos.
La crisis que estamos viviendo no es sólo financiera, hay muchas, demasiadas crisis en estos momentos.