Un santo para cada día: 29 de marzo Beato Ramón Lulio
"Bienaventurados, Señor, aquellos que en este mundo se visten con vestiduras de sangre. Esta bienaventuranza es la que espero de Vos todos los días: morir por amor vuestro y por amor de aquellos que os aman"
Debió nacer Ramón hacia el año 1232 en Palma de Mallorca, lugar en el que convivían pacíficamente las tres culturas, cristiana, islámica y judía. Miembro de una notable familia barcelonesa. Su padre era militar y se llamaba Ramón Amat y su madre Isabel d Èril. Durante su niñez debió recibir una educación severa como lo demuestra el siguiente hecho biográfico “Una mañana, al ir el hijo a la escuela, diole la madre para almorzar carne asada y luego una golosina para que la comiera en la escuela. Al saberlo el padre, reprendió a su mujer, diciendo que a los niños no se les ha de dar para almuerzo sino solamente pan, a fin de que no se vuelvan golosos y tengan apetito a la hora de comer.»
Su juventud antes de casarse la pasó sirviendo como paje en la corte de Aragón, donde luego sería preceptor del infante D. Jaime y más tarde mayordomo del mismo. Fueron unos años en los que Ramón se dedicó a llevar una vida mundana, alegre y un tanto licenciosa en la que no faltaron los amoríos las fiestas, los líos, los lujos y la ostentación.
A los 25 le vemos ya casado con una bella y rica joven perteneciente a la nobleza, con la que pronto tendría dos hermosos niños. Ello no fue suficiente para que no se viera enredado en un adultero amorío con una hermosa dama, así hasta que un día Dios le toca el corazón y Raimundo cambia definitivamente y por completo. Nos lo cuenta el mismo, desde entonces, el Amado lo fue todo para él: ojo de sus ojos, pensamiento de sus pensamientos y amor de sus amores. Su corazón arde en deseos de llevar la luz del evangelio a las mentes sumidas en tinieblas y el otro deseo era llegar a morir por Cristo, deseos que habrían de cumplirse.
En el año 1277 inicia su periplo por el mundo movido por el celo apostólico. Italia, Alemania, Inglaterra, Armenia, Etiopía, se convierten en meta de su itinerario místico.
Después de dos años de peregrinaje por el mundo aterriza en Montpellier y sigue dando vueltas a esa sociedad perfecta en la que todos pudieran vivir cristianamente en concordia y en paz, esa utopía que en la producción literaria de Lulio lleva el nombre de Blanquerna. El místico peregrino atrae la atención y la curiosidad de unas gentes ávidas de novedades. La Sorbona le ofrece una cátedra y el autor de Arte Magna comienza exponer sus arcanos y profundos conocimientos, que los alumnos no acaban de entender. Las gentes comienzan a verle como un charlatán de ferias al que le colocan el apodo de “Raimundo el mentecato” No importa, su celo apostólico no desfallece, él sigue ofreciendo sus planes de renovación en las plazas, en los palacios en las asambleas capitulares aunque no le hagan caso , como tampoco se ha extinguido su deseos de martirio. En Agosto de 1314 parte hacia la ciudad africana de Bujía donde habría de ver realizado su sueño de morir por Cristo. Se veían cumplidas sus deseos “Bienaventurados, Señor, aquellos que en este mundo se visten con vestiduras de sangre. Esta bienaventuranza es la que espero de Vos todos los días: morir por amor vuestro y por amor de aquellos que os aman “
Reflexión desde el contexto actual
¿Nos puede decir algo un hombre que vivió en el siglo XIV a nosotros los hijos de la posmodernidad? Yo creo que sí. Su pensamiento se mantiene fresco todavía y conserva la fuerza de una pasión que no envejece. Raimundo Lulio está vivo y escribirá todavía muchos libros.