Un santo para cada día: 26 de mayo San Felipe Neri (El apóstol de Roma en tiempos de los Médicis)
Hacia 1532, cuando tiene 17 años, abandona su hogar para ir a ayudar a un tío suyo, que es comerciante y vive en Germano, un lugar próximo a Montecasino. Sus mayores aficiones eran irse a rezar a una ermita cercana. Su tío se queja de que los negocios no parecen ser el móvil de su vida
| Francisca Abad Martín
Nace en Florencia el 21 de julio de 1515. Su padre, Francesco Neri era notario. Su madre, Lucrezia Mosziano, fallece siendo él muy pequeño, por lo que su padre vuelve a casarse siendo tratado por su madrastra con cariño. Se sabe poco de su infancia, solo que estudió en el monasterio de San Marcos de los Padres Dominicos y que le gustaba la poesía y la música.
Hacia 1532, cuando tiene 17 años, abandona su hogar para ir a ayudar a un tío suyo, que es comerciante y vive en Germano, un lugar próximo a Montecasino. Sus mayores aficiones eran irse a rezar a una ermita cercana. Su tío se queja de que los negocios no parecen ser el móvil de su vida.
A los 20 años se marcha a Roma. Allí estudia Elocuencia, Filosofía y Teología. Su situación económica es bastante precaria y para sufragarse los estudios se ve obligado a dar clases y tiene la suerte de que un compatriota suyo, director de Aduanas, le hospeda gratis durante 14 años, continuando con su vida de oración, ayunos y penitencias.
Una vez terminados los estudios se entrega de lleno al apostolado, de hecho, se le conoce como “El Apóstol de Roma”. Su objetivo principal son los pobres, los humildes, los jóvenes abandonados, los enfermos de los hospitales y los peregrinos. Se une a varias Asociaciones Benéficas, hasta que, de común acuerdo con su confesor, fundan entre los dos una pequeña Comunidad de Sacerdotes, a la que llaman “Confraternidad de la Santísima Trinidad”, y comienza a ser lo que se conocerá posteriormente como el “Oratorio”. Su campo de apostolado se va extendiendo y surge “La cofradía de los pobres”, para atender a peregrinos, pobres y convalecientes con quienes compartió la alegría, amor y humanidad, ayudándoles a encontrar un sustento y cobijo dignos
Por fin en 1551, cuando ya tiene 36 años, se decide a ser ordenado sacerdote, pero empieza a tener problemas, porque su forma de entender el sacerdocio y las prácticas piadosas, no son lo común entre la generalidad de los presbíteros de Roma, ya que había una gran relajación y él les exhorta a decir la misa a diario y a los feligreses a comulgar con frecuencia. Tal y como suele suceder encontró resistencias, siendo denunciado como creador de nuevas sectas. Sus humillaciones y sufrimientos llegaron hasta el punto de impedirle que siguiera confesando y celebrando Misa. Pero los malos ratos no son eternos y Felipe pudo resarcirse de la “mala racha” al quedar en claro su inocencia.
Aquella primera Comunidad de Sacerdotes que había formado con su confesor, había ido creciendo, por lo que se hacía necesario dotarla de una sencilla Regla. Por fin, el 15 de julio de 1575, una Bula Pontificia reconoce esa Congregación de Sacerdotes, como la “Congregación del Oratorio”. A partir de aquí comienzan a extenderse por Alemania, Francia y España. Llegan a ofrecerle a Felipe Neri el capelo cardenalicio, pero él lo rechaza. Por fin, agotado por una vida entregada al sacerdocio y a los pobres, fallece a los 79 años, el 26 de mayo de 1595. Es canonizado por Gregorio XV el 12 de mayo de 1622, 27 años después de su muerte.
Reflexión desde el contexto actual:
San Felipe Neri fue ese modelo de Sacerdote entregado por entero a su ministerio y, sobre todo, un claro ejemplo de amor hacia los pobres, enfermos y marginados. En él podía verse reflejado como en un espejo el clero de todo el mundo, quien muy bien podría tenerle como modelo a imitar. Con motivo del V centenario del nacimiento de nuestro Santo, el Papa Francisco le presentaba como «un modelo luminoso de la misión permanente de la Iglesia». ¡Dios nos conceda muchos sacerdotes como él!