Un santo para cada día: 25 de abril San Marcos evangelista. (El intérprete de Pedro)
A San Marcos se le representa siempre con el símbolo de un león. Es venerado tanto por la Iglesia Católica, como por la Copta y la Ortodoxa
| Francisca Abad Martín
No conocemos demasiados datos acerca de Marcos. Algunos dan como lugar de su nacimiento en Cirene hacia el año 15, pero a través de los Hechos de los Apóstoles podemos reconstruir algo de lo que fueron sus andanzas después de Pentecostés.
Ya en el Evangelio se le cita cuando tuvo lugar el prendimiento de Jesús. El mismo Marcos cuenta en su Evangelio que todos abandonaron a Jesús y huyeron, pero que había un muchacho cubierto con una sábana que seguía a Jesús, que le echaron mano, pero que él soltando la sábana huyó desnudo. Todos los exégetas coinciden en afirmar que era de él mismo de quien hablaba.
Marcos pertenecía a una familia acomodada levítica, con gustos helenizantes de hecho, él tenía dos nombres, Juan, de origen judío y Marcos, de origen grecorromano. En los tiempos de la vida pública de Jesús debía ser un adolescente. Es también casi seguro que fue en su casa donde Jesús celebró la Última Cena con los Apóstoles y después ellos se seguirían reuniendo allí.
Uno de los primeros bautizados por Pedro sería seguramente Juan Marcos. En su Epístola le cita como “mi hijo predilecto” y cuando va a Roma le lleva con él. También sabemos que Bernabé, el chipriota, era pariente de Marcos, por eso le lleva con él en alguno de sus viajes apostólicos.
Según se cita en los Hechos de los Apóstoles, en las diversas salidas que hicieron para predicar la doctrina de Jesús, no solo por Palestina, sino también a Alejandría y a Chipre, Juan Marcos acompaña a Pablo y a Bernabé. Después todos los testimonios antiguos nos hablan de su ministerio en compañía de Pedro.
Es casi seguro que entre los años 50 y 60 Marcos acompañara a Pedro a Roma. Allí las comunidades cristianas le pidieron a Marcos que pusiera por escrito todas las enseñanzas de Pedro sobre Jesús y su doctrina y así podrían conservar estos escritos y leerlos con frecuencia en las asambleas litúrgicas.
Los Apóstoles no eran muy partidarios de poner por escrito estas enseñanzas, alegando que el Maestro nunca escribió nada, todo lo hizo por transmisión oral, pero acabaron dándose cuenta de que la transmisión oral corría el peligro de desvirtuarse y con el tiempo muchas de las cosas llegarían a perderse. Pedro al final acabó convenciéndose, incluso recomendando que los escritos de Marcos fueran leídos en las reuniones litúrgicas, que perduraron después del martirio de Pedro.
El Evangelio de Marcos resulta ser, según los exégetas, un relato lleno de viveza y colorido, donde lo que pretende es exponer los hechos tal como sucedieron, dando muchos detalles de lugares, circunstancias, personas, verdaderos cuadros llenos de movimiento y animación, mediante esquemas simples y rudimentarios, dando una gran sensación de realismo, muchos hechos y muchos milagros.
Tras un largo tiempo de predicación muy fructuosa, a Marcos, como a los demás Apóstoles, le llegó el momento de la persecución y el martirio. Se cree que fue en Alejandría, donde él había fundado una Comunidad Cristiana de la que fue su primer obispo. Es aquí donde habría de morir el 25 de abril del año 68.
También afirman haber estado enterrado en la Catedral copta de El Cairo, hasta que en el año 828 las reliquias, atribuidas a San Marcos, viajaron hasta Alejandría y de allí a Venecia, donde se conservan en la Gran Basílica que lleva su nombre.
A San Marcos se le representa siempre con el símbolo de un león. Es venerado tanto por la Iglesia Católica, como por la Copta y la Ortodoxa.
Reflexión desde el contexto actual.
Abrir el evangelio de Marcos es sumergirse de lleno en el misterio de la divinidad de Cristo, parece como si su último propósito hubiera sido dar a conocer que Jesús era una misma cosa con el Padre, a quien tiernamente denomina “Abba”(papá). Esta es la Buena Nueva que vale también, cómo no, para el mundo de hoy. El misterio de la divinidad de Cristo ha sido en los tiempos antiguos y lo sigue siendo en los tiempos actuales una piedra de toque en la que siguen tropezando no pocos teólogos.