Un santo para cada día: 26 de septiembre Santos Cosme y Damián ( Médicos de almas y de cuerpos. Patronos del personal sanitario)

Cosme y Damián, portando ungüentos y un libro
Cosme y Damián, portando ungüentos y un libro

Así como por la expansión del humo se puede saber la dimensión que alcanza el fuego, del mismo modo podemos vislumbrar la importancia de estos dos santos a juzgar por la repercusión que tuvieron sus nombres, tanto en Oriente como en Occidente. Su popularidad fue inmensa. En honor suyo se construyeron iglesias, se les atribuyeron numerosísimos milagros, siendo varias las localidades que presumen de poseer alguna reliquia de los mismos; como cosa especial habría que reseñar la espada con la que, supuestamente, ellos fueron degollados. Este preciado tesoro se conserva con todo celo en la catedral de Essen (Alemania) con la inscripción” Gladius cum quo decollati fuerunt nostri patroni” que aún figura en el escudo de la ciudad. Según el Martirologio romano: “En Egea, ciudad del Asia menor, los dos santos hermanos, Cosme y Damian, que en la persecución de Diocleciano sufrieron diversos tormentos, pues como hubiesen sido cargados de cadenas, arrojados a la cárcel, pasados por el agua y por el fuego, crucificados y por fin asaetados, sin experimentar daño alguno, gracias al auxilio divino, acabaron siendo decapitados hacia el año 300”.   

Si tenemos en cuenta la tradición, se trataría de dos hermanos gemelos que habrían quedado sin padre cuando eran todavía niños, encargándose su madre de educarles hasta que marcharon a estudiar medicina a Siria, quedándose posteriormente a vivir en Cilicia, donde ejercieron la profesión de médicos, como lo había sido también el evangelista Lucas. Ya en el siglo VI  S. Gregorio de Tours  en su libro “ De gloria martyrum”  nos dice lo siguiente : “Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones… Coronados tras diversos martirios se juntaron en el cielo  y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros; porque si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba al momento obtiene curación”.

Como cristianos que eran se ejercitaban en su profesión, no con ánimo de lucro, sino que todo lo hacían gratuitamente, como un ejercicio de caridad hacia el prójimo, por lo que eran conocidos como los "anárgiros" (los sin dinero). Esta generosidad suya constituía una razón más para que las gentes los quisieran y les respetaran, siendo muchos los que acudían a sus consultas, circunstancia ésta que era aprovechada para ejercer el apostolado, difundiendo el mensaje evangélico; de este modo cumplían su ministerio en el sentido amplio de la palabra, haciendo de médicos no solamente de los cuerpos, sino también de las almas.  Es así por lo que con toda razón y por méritos propios han sido declarados patronos de médicos, enfermeros, cirujanos y boticarios.

Es natural que fueran muy conocidos en la región y que su presencia no pasara desapercibida en unos tiempos donde gobernaba el sangriento perseguidor de los cristianos, el emperador Diocleciano, por lo que al final acabaron en presencia del gobernador de turno, llamado Lisias, que estaba interesado en saber quiénes eran y lo que estaban haciendo. Este administrador romano, siguiendo la costumbre, les interrogó y al saber que eran cristianos les colocó en la alternativa de apostatar de su fe o morir.  Ante la firmeza de ambos hermanos, Lisias recurrió a los tormentos para doblegar su voluntad, pero ningún intento dio resultado, por lo que después de haber sido horriblemente torturados fueron decapitados los dos.  Sus cuerpos quedaron sepultados en Cirrhus  (Siria),  que inicialmente fue el centro principal  donde se les rindió su culto,  levantándose aquí una basílica en su honor; de aquí este culto pasó a Roma, extendiéndose posteriormente  por todo el orbe cristiano,  construyéndose en su honor iglesias y capillas en diversos lugares como Jerusalén, Egipto, Mesopotamia, Constantinopla , incluso en Roma, por orden del papa Félix IV, sobre la “Bibliotheca Pacis de Rina” se levantó la Basílica de S. Cosme y Damián, Lugares frecuentados por los fieles, donde  acudían a  pedirles favores, dada su fama de ser santos milagreros. 

Reflexión desde el contexto actual:

Actualmente la gente no cesa de hacerse la siguiente pregunta ¿por qué hoy no se producen milagros como en tiempos de Cosme y Damián? La respuesta a esta pregunta bien pudiera ser, o bien porque falta fe, o bien porque no tenemos ojos para ver los milagros que continuamente se producen a nuestro alrededor.  Baste hacer mención de este dato proporcionado porel experto periodista Michael Paulson, según el cual,en las últimas décadas estamos asistiendo a un fenómeno singular. Mientras la ciencia médica ha avanzado notablemente, en orden a explicar el motivo de las curaciones de enfermedades, nos encontramos con el caso sorprendente de que se está constatando un número, cada vez más creciente, de recuperación de la salud de modo inexplicable para la ciencia, por lo que, aunque la mentalidad de hoy haya retirado del diccionario la palabra “milagro”, éste sigue existiendo como en tiempos de Cosme y Damián.

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