Chile hoy no es una imagen y semejanza del Dios Uno y Trino.
Domingo de la Santísima Trinidad: Del Dios Uno y Trino. 11.06.2017.
Nota: El título se entiende en el Epílogo de este escrito dominical. Además el escrito del domingo anterior: Fiesta de Pentecostés, lo he corregido, por las muchas fallas que tenía mi computador, por eso lo podrán encontrar reeditado en mis post de mi Blog. Pueden leerlo nuevamente, ahora más entendible. Y sin más paso a mi reflexión sobre la Fiesta de la Santísima Trinidad.
A los creyentes, no obstante serlo, nos cuesta darle un sentido a la fiesta de la Santísima Trinidad. Se trata del misterio insondable de Dios; de un misterio imposible de explicar con nuestra sola inteligencia y con nuestra sola razón; se trata de tres Personas iguales en dignidad: el Padre es Dios; el Hijo es Dios; y el Espíritu Santo es Dios: no son tres dioses: se trata de un solo Dios. No podemos entenderlo . Por eso titulamos: Dios es Dios y yo soy una criatura humana. A Un Dios-Amor, perfecto infinitamente, no podemos aprehenderlo con la fuerza de nuestra sola naturaleza humana y de criatura. La Trinidad es un misterio más allá de nuestra inteligencia. Si pudiéramos entender completamente a Dios, querría decir que estamos entendiendo a un dios falso, parecido a nosotros. Con la humildad de los pobres de alma y corazón, de los "bienaventurados",tenemos que aceptar: Mi Dios es Dios, y yo no lo soy, ni con mi razón ni con mi inteligencia: yo no soy Dios. El misterio del Dios Uno y Trino es una verdad que requiere de nuestra fe.
Sólo porque Jesús es nuestro amigo, es que nos ha revelado este insondable misterio. Es Jesús, el que nos dice:
"Ustedes son mis amigos... Ya no les diré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les digo: amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre". (Juan 15, 26).
Y con una humilde admiración, por el amor y la amistad que Dios nos tiene, podemos decirle y alabarlo con el salmista: "¿quien es el hombre, para que te acuerdes de él, el hijo de Adán, para que de él cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y de grandeza; le entregaste la obra de tus manos, bajo sus pies has puesto cuanto existe". (Salmo 8,5-7).
Somos amigos de Jesús, el Dios hecho Hombre. Somos sus confidentes: "Yo estoy en el Padre, el Padre en mí y ustedes en mí". (Juan 14, 9.11.20).
Cristo, nuestro amigo, nos hace entrar en la familia divina: de tres personas distintas, iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios: Comunidad de Amor tan estrecho: Uno y Único Dios.
Si Cristo nos hace entrar en su familia divina, no hablemos más de "acercarnos a Dios", como si estuviera lejos de nosotros. Ni tampoco pensemos que se trata de "estar a su lado", como si Dios fuera una sola persona frente a nosotros. Entramos "en" la
vida misteriosa de las personas divinas que comparten todo y que son un único Dios.
Las cosas materiales y los cuerpos no se pueden compenetrar; pero esto se puede en el mundo del espíritu. Cristo está en el Padre y el Padre en Él. Ellos establecen "en nosotros" su morada.Jesús nos dice que toda la actuación de Dios en el mundo se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Y agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a la otra persona que es el "Espíritu Santo". Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres y mujeres. Lo pueden, sin embargo, mediante el Espíritu Santo al que deberíamos llamar: Dios que se comunica. Por eso llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
Aquí caben las palabras de Jesús:
"porque me voy a juntarme con mi Padre, pues el Padre es mayor que yo". (Juan 15,28).
Jesús nos recuerda la meta. El Padre es el origen y el fin de todo y de todos. "pues el Padre es mayor que yo." (Juan 15,28).
Jesús quiere decir que el misterio de Dios, cuya fuente es el Padre, sobrepasa infinitamente todo lo que los apóstoles pudieron contemplar "en la persona humana de Jesús". Esta afirmación no se opone a que Jesús, "Dios-Hijo" sea igual al Padre (Juan 5,19; 1,14; Lucas 3,21).
Hablamos de su común Espíritu, porque Jesús dijo en igual forma:
"El Padre les dará otro Intérprete" (Juan 14,16).
"Yo les enviaré, desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre". (Juan 15,26).
Y también expresa Jesús:
"Me dará gloria porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo".(Juan 16, 14-15).
El Espíritu no es una figura poética: es Alguien. Y Jesús promete enviárselo a su Apóstoles después de su Ascensión y Glorificación.
Y desde Pentecostés el Espíritu empezó a actuar en la Iglesia, demostrando así que era el Espíritu de Cristo. Y en los Apóstoles actúa el Espíritu, dando la certeza íntima de que Jesús ha resucitado y está entre nosotros.
A lo largo de la historia el Espíritu impulsará a hombres y mujeres de fe y de Iglesia, como misioneros, y por medio de ellos transformará el mundo.
Así como cuesta dar sentido al misterio del Dios Uno y Trino, imposible de explicar desde el punto de vista racional (tres Personas en un solo Dios), también nos cuesta entender qué consecuencia tiene todo este gran misterio para nuestra vida concreta, y para los problemas humanos y sociales que nos rodean.
No seremos bien cristianos si en nuestra vida concreta no tenemos relaciones personales no con "un dios abstracto", sino con el Padre, con Jesús y con el Espíritu Santo; según la misión que cada Persona divina tiene en el mundo y en la Iglesia, y según la modalidad como cada Persona divina se comunica con nosotros.
Dios Padre:
Primeramente Dios es nuestro Padre. El Dios nuestro no es una"idea", un "primer motor", un creador distante, un"ser supremo". Es, ante todo, un Padre: Nuestro Padre: Abbá:"Papacito". Y esto, con todo lo que significa de amor personal y de predilección por cada uno de nosotros, y mucho más, en la medida que seamos más como su Hijo. Así, Dios Padre nos ama, como si fuéramos únicos, comunicándonos todo lo bueno que un Padre da a su hijo, haciéndonos herederos de la infinita felicidad de Dios, y aún las contradicciones que tenemos en la vida están en relación a esa felicidad, que en nuestro caminar terrenal no conocemos bien.
Dios Hijo:
El Padre nos envía a su Hijo, Jesús, Dios hecho Hombre; es el Verbo Encarnado: la encarnación real y visible de la bondad, del amor y de la misericordia del Padre. En Jesús, en lo que hizo por nosotros, reconocemos todas esas cualidades y virtudes teologales del Padre y quedamos firmemente reconciliados, gracias al amor más grande de Jesús, que da la vida por los que ama, que cubre la multitud o muchedumbre de nuestros pecados. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; todo conducente, para ir al Padre, felicidad y vida eterna. Esto es lo que esperan, los que caminan o peregrinan en este mundo, con fidelidad a Cristo, el Hijo.
Dios Espíritu Santo:
Pero al Padre nunca nadie lo vio. Y Jesús, el que nos mostraba al Padre diciendo:
"El que me ha visto a mí ha visto al Padre... El Padre que está en mí, obra por mí. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos créanmelo por mis obras". (Juan 14, 8.10-11).
Ése Jesús, Dios Encarnado, ya no está visiblemente para nosotros, ya no está con nosotros; sus palabras, sus acciones; sus milagros, sus gestos y señales; sus miradas, sus ejemplos; todo, está distante en la historia de hoy. Entonces, ¿cómo encontrarlo hoy en la vida de todos nuestros días? ¿Cómo entender y reconocer y seguir sus enseñanzas en la realidad histórica de hoy?
El Espíritu Santo, para eso ha venido sobre nosotros, haciendo morada en los limpios de corazón; es el Espíritu Santo, que nos anima y nos inspira "para discernir los signos de los tiempos", descubriendo a Jesús, su enseñanza y su Pascua,en el corazón del mundo, en nuestras experiencias personales; en la oración, hecha en la escucha del Evangelio: ahí nos encontramos con Jesús, Buena Nueva, para nuestra vida de hoy día; para encarnar a Jesús en el mundo y sociedad actual.
También el Espíritu nos hace ver y encontrar a Jesús en la comunidad cristiana, en la reunión de hermanos en la fe y en la Iglesia:
"Asimismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre en los cielos se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy ahí en medio de ellos". (Mateo 18, 19-20).
Repetimos: Jesús está hoy en la Iglesia en unión con el Padre y por su Espíritu Santo. Aquí vienen, a reafirmar nuestra Iglesia, las palabras de Jesús:
"Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, o sea, Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia que los poderes del Infierno no podrán vencer".)Mateo 16,18).
También en otra importanta conversación de Jesús Resucitado con Simón Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿ me amas más que éstos? Éste contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". "Entonces apacienta mis corderos". Y le preguntó por segunda vez: "Simón, hijo de Juan,¿me amas?". "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Cuida mis ovejas". Insistió Jesús por tercera vez: "Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Después, Jesús le dijo a Pedro: "Sígueme".
Pedro es el primer Papa de la Iglesia nombrado por Jesús. Y también Jesús confirma a su Iglesia y a sus Apóstoles, dándoles la misión de evangelizar, de hablar en su nombre y administrar sacramentos, haciéndolos recibir el Espíritu Santo:
"La Paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Dicho esto, sopló sobre ellos:"Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados,queden atados". (Juan 20, 21-23).
"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra. Por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo los que yo les he encomendado. Yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo". (Mateo 28, 19-20).
"El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza,rechaza al que me envió". (Lucas 10, 16).
EPÍLOGO.
"Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande los peces del mar y las aves del cielo y a los reptiles que se arrastran por el suelo. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra".
Dijo Dios: "Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde". Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno... .". (Génesis 1, 26-31).
"Así fueron hecho el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos... . Éste es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados". (Génesis 2, 1. 4.
Creo que todo nos dice mucho.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Eso me dice semejanza al Dios Uno y Trino. Y le entregó la obra de sus manos: la creación con todo lo que eso significa: bienes para todos y una ecología y medio ambiente saludable para la calidad de vida.
Pero lo importante es preguntarnos: ¿Cómo estamos respondiendo a este Dios?
Nosotros: los seres humanos; el varón y la mujer, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Es decir somos personas, hijos de Dios, distintos, pero iguales en dignidad como la Trinidad. Y todo lo creado debe llevar ese sello de Dios; de un Dios Comunidad de Personas distintas e iguales en dignidad: Comunión de Personas que participan en todo y en todos.
Comunión de Amor y de Participación.
Todos somos iguales en dignidad pero distintos: precisamente distintos, para tener un tú que amar y con quien complementarnos, aportando cada uno lo suyo para el bien común. No podemos ser solitarios, individualistas ni egoístas: Esto, si así fuera (individualista y egoístas), sería una contradicción con nuestra esencia de imagen y semejanza de un Dios Comunión-Amor de Personas. Ni tampoco podemos, porque somos distintos unos de otros, andar en una constante pugna y división e intolerancia, con luchas y disputas de poder y de acaparar los bienes creados para todos.
Si somos distintos es para amarnos en comunión, participando y aportando cada uno lo distinto, para complementarnos, buscando el bien de todos (bien común); para amarnos en comunión y participación: para ser una comunidad de amor y de igualdad, porque no olvidemos: tenemos una misma e igual dignidad. Y por esto último, no podemos vivir con tremendas e injustas desigualdades; con graves y flagrantes violaciones de derechos humanos: no olvidemos a Jesús, el Dios hecho Hombre. Desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre, los derechos humanos son los derechos de Dios mismo. Repito: estamos creados para amarnos y respetarnos distintos y para tratarnos con un respeto de personas de dignidad e igualdad; y creados, para ser una comunidad de amor, de comunión y participación de todos, sin exclusión alguna y sin marginación de nadie; para hacer habitable este mundo y esta sociedad, haciendo, algunos con conciencia y otros sin creencia, un adelanto del Reino de Dios.
Lamentablemente hay que hacer denuncias hay que hacer de graves hechos y acciones que contradicen nuestra esencia, y contradicen a Dios mismo, que nos hizo a su imagen y semejanza.
En este mundo globalizado hay pugnas y guerras fratricidas; muchas veces porque no somos tolerantes unos con otros: no nos estamos respetando distintos ni complementando mutuamente como personas de una sociedad ni tampoco como países. Estamos fallando. En este momento me acuerdo de mis hermanos mapuches. Tenemos una deuda histórica con pueblo mapuche. Hay muchos problemas entre nosotros que reflejan nuestra contradicción con nuestro ser imagen de Dios. Objetivamente hay un pecado mortal o social. Esto es así, cuando estamos siendo testigos de profundas injusticias y violaciones con las personas humanas: en una política de sordos y ciegos, en una economía perversa y de negación de la esencia de una democracia, en la vivienda; en la salud y en la educación; en el mundo de la empresa y del trabajo humano: sueldos miserables, tratos y relaciones infrahumanas: de dominador a dominado; de opresor a oprimido. ¿Por qué no una empresa comunitaria, de cogestión; todos personas humanas distintas, pero iguales en dignidad, complementándose: capital dinero igual a capital trabajo humano en dignidad? Todos dueños de una empresa de fraternidad y de comunión y participación. Y, ¿por qué no esto mismo en el plano agrario y también con otras riquezas, dadas por Dios, para la felicidad de hombres y mujeres? ¿por qué seguir con una lucha fratricida donde prima el tener por sobre el ser, el dinero y el poder por sobre la persona humana? Y esto lo digo en un Chile con una institucionalidad ilegítima y con una mentirosa democracia; en un Chile Neoliberal: "capitalista salvaje", no se ve para nada el respeto a la persona humana, sino más bien una intolerancia entre una clase política empoderada, que se aferra al poder y a las estructuras y a una institucionalidad ilegítima, iniciada en dictadura y continuada por más de 27 años por los gobiernos y políticos posteriores hasta hoy; es un grupo minoritario que domina y manda en el país, que busca con ambición y contumacia el poder, en elecciones que ellos saben que no representan al pueblo soberano, después que políticos negociaron a espaldas del pueblo con dictadura; esa negociación es lo que rige, haciendo una sociedad que no respeta lo distinto y la igualdad de las personas de los ciudadanos chilenos, y menos busca el bien común, sino que privilegia a políticos con grandes empresarios e ignorando a la mayoría, sin poder de participación real, en marcha del país, con ninguna y poca participación de una mayoría soberana: distinta pero con igual dignidad; con una Constitución injusta, fraudulenta y dictatorial; todo favorece a individualistas privados y ricos, unidos a clase política, que usando: "el fin justifica los medios", hacen el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría. ¡No sé con qué cara se presentan candidatos a la presidencia! Chile no es democrático, ni es de comunión y participación de personas distintas e iguales en dignidad.
Chile hoy no es imagen y semejanza de Dios.
Y, ¿en lo internacional? ¿hasta cuándo una economía globalizada que ha hecho la pobreza de un 80% de habitantes de este mundo creado por Dios? Y, ¿cómo el hombre está cuidando lo que Dios le entregó? ¿la creación con su fauna, ecología y medio ambiente?
Bolivia tiene gas pero no tiene mar. Chile no tiene el gas suficiente pero tiene mar.¿Qué hacer como distintos pero iguales en dignidad?
Y, ¿qué decir de mi Iglesia?
Tiene muchas cosas positivas. No en vano es del Dios Uno y Trino.
Ha nacido la esperanza. Se habla de un nuevo Juan XXIII, en Francisco I. ¿Vuelve o no vuelve la primavera de una Iglesia del Vaticano II, el cual es una tarea pendiente de la Iglesia? Y la Iglesia no es sólo un Francisco I por muy esperanzador que sea. Somos todos los bautizados: Hemos sido bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Somos templos vivos de Dios, más aún imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. La Iglesia depende de todos nosotros, haciendo Comunión y Participación, de personas distintas, pero iguales en dignidad.
Ya más arriba me he referido a la Iglesia. Como ya hice algunas denuncias referentes al mundo y sociedad actual, creo que también debo hacer algunas denuncias con respecto a nosotros, a nuestra Iglesia. Hechas con amor, con la mejor intención de que se viva el Evangelio por todos nosotros. Todos somos responsables de mostrar a Un Dios Uno y Trino: Comunidad de amor. Más bien se trata de una convocación a vivir consecuentemente entre nosotros nuestra condición de imagen y semejanza de Dios en todos los niveles de nuestra querida Iglesia. Espero que así se entiendan mis palabras.
Benedicto XVI renunció no sólo por no tener fuerzas físicas, sino también, porque por sus años, le faltaban fuerzas anímicas, al ver divisiones, luchas de poder, corrupción del dinero, por abusos sexuales y falta de respeto a la dignidad de las personas, hechas a imagen y semejanza de Dios, en el interior de la Iglesia.
Conozco, de primera mano, el problema de no respetarse distintos e iguales en dignidad en la Iglesia. He visto envidias y celos pastorales de algunos sacerdotes. Soy testigo de mucho lío y cahuín entre los Agentes Pastorales, sean éstos laicos, sacerdotes o religiosas. Hay una pugna de poder y se hace "carrera y competencia de poder eclesiástico". Se hace acepción de personas. "El último, a veces, no es el primero". No se valora la condición distinta de sus miembros: con diversos talentos. En vez de buscar la complementación de unos con otros para el bien del Cuerpo de Cristo, se busca la uniformidad autoritaria. Recuerdo: "toda autoridad viene de Dios, pero el autoritarismo es del demonio". (Cardenal Silva Henríquez).
A veces, no estamos siendo testimonio de Unidad y Comunidad de Amor del Dios que representamos como su imagen y semejanza.
La dignidad del laico no se equipara a la del sacerdote y viceversa. A veces, nos presentamos individualistas y algunos hermanos muy personalistas y "solterones" porfiados, contrariando las líneas pastorales, y haciendo involución y restauración de la Iglesia.
Centrados en nosotros mismos, hacemos marginación y exclusión, no viviendo una opción pastoral por los más pobres, incluso no hacemos una Iglesia de comunión y participación de personas, no hay comunidades cristianas, como base de nuestras parroquias, de sus capillas y de la misma Iglesia. Y centrados en nosotros mismos, no acompañamos el calvario de nuestro pueblo sufrido. No estamos, como la Virgen Modelo de la Iglesia, como dice Vaticano II, al pie de la cruz, que sufren nuestros hermanos, al contrario, no entendiendo, la igual dignidad de las personas, que marginamos de nuestro corazón pastoral, nos mostramos cómplices del "pecado social" de la minoría que mantiene una economía neoliberal que viola todo derecho humano de un hermano imagen y semejanza de Dios. Creo que pastoralmente no se hace comunión y participación de personas distintas, olvidando que tienen igual dignidad que cualquiera de nosotros.
Creo que hace falta una Iglesia más profética, que abogue por el respeto y dignidad de las personas: hombres y mujeres de nuestro pueblo. Una voz que promueva y defienda sin miedo los derechos fundamentales del Dios Hijo, hecho Hombre, en nuestros hermanos los más pequeños; que condene la economía que profana y no ama a sus hermanos distintos pero iguales en dignidad. No olvidemos que por esto seremos juzgados por Dios al fin de los tiempos. (Mateo 25).
Insto a mi Iglesia a valorar nuestra condición de ser imagen y semejanza de un Dios que es Comunión de Amor de Personas distintas, pero iguales en dignidad. Así, podremos cambiar nuestra vida y hacerla semejante a Dios, también la vida de las familias, y la vida de nuestra sociedad empecatada por la idolatría del tener, causa de un mundo y de un país, que en la práctica, no se muestra de Comunión y de Unidad.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
Nota: El título se entiende en el Epílogo de este escrito dominical. Además el escrito del domingo anterior: Fiesta de Pentecostés, lo he corregido, por las muchas fallas que tenía mi computador, por eso lo podrán encontrar reeditado en mis post de mi Blog. Pueden leerlo nuevamente, ahora más entendible. Y sin más paso a mi reflexión sobre la Fiesta de la Santísima Trinidad.
A los creyentes, no obstante serlo, nos cuesta darle un sentido a la fiesta de la Santísima Trinidad. Se trata del misterio insondable de Dios; de un misterio imposible de explicar con nuestra sola inteligencia y con nuestra sola razón; se trata de tres Personas iguales en dignidad: el Padre es Dios; el Hijo es Dios; y el Espíritu Santo es Dios: no son tres dioses: se trata de un solo Dios. No podemos entenderlo . Por eso titulamos: Dios es Dios y yo soy una criatura humana. A Un Dios-Amor, perfecto infinitamente, no podemos aprehenderlo con la fuerza de nuestra sola naturaleza humana y de criatura. La Trinidad es un misterio más allá de nuestra inteligencia. Si pudiéramos entender completamente a Dios, querría decir que estamos entendiendo a un dios falso, parecido a nosotros. Con la humildad de los pobres de alma y corazón, de los "bienaventurados",tenemos que aceptar: Mi Dios es Dios, y yo no lo soy, ni con mi razón ni con mi inteligencia: yo no soy Dios. El misterio del Dios Uno y Trino es una verdad que requiere de nuestra fe.
Sólo porque Jesús es nuestro amigo, es que nos ha revelado este insondable misterio. Es Jesús, el que nos dice:
"Ustedes son mis amigos... Ya no les diré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les digo: amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre". (Juan 15, 26).
Y con una humilde admiración, por el amor y la amistad que Dios nos tiene, podemos decirle y alabarlo con el salmista: "¿quien es el hombre, para que te acuerdes de él, el hijo de Adán, para que de él cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y de grandeza; le entregaste la obra de tus manos, bajo sus pies has puesto cuanto existe". (Salmo 8,5-7).
Somos amigos de Jesús, el Dios hecho Hombre. Somos sus confidentes: "Yo estoy en el Padre, el Padre en mí y ustedes en mí". (Juan 14, 9.11.20).
Cristo, nuestro amigo, nos hace entrar en la familia divina: de tres personas distintas, iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios: Comunidad de Amor tan estrecho: Uno y Único Dios.
Si Cristo nos hace entrar en su familia divina, no hablemos más de "acercarnos a Dios", como si estuviera lejos de nosotros. Ni tampoco pensemos que se trata de "estar a su lado", como si Dios fuera una sola persona frente a nosotros. Entramos "en" la
vida misteriosa de las personas divinas que comparten todo y que son un único Dios.
Las cosas materiales y los cuerpos no se pueden compenetrar; pero esto se puede en el mundo del espíritu. Cristo está en el Padre y el Padre en Él. Ellos establecen "en nosotros" su morada.Jesús nos dice que toda la actuación de Dios en el mundo se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Y agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a la otra persona que es el "Espíritu Santo". Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres y mujeres. Lo pueden, sin embargo, mediante el Espíritu Santo al que deberíamos llamar: Dios que se comunica. Por eso llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
Aquí caben las palabras de Jesús:
"porque me voy a juntarme con mi Padre, pues el Padre es mayor que yo". (Juan 15,28).
Jesús nos recuerda la meta. El Padre es el origen y el fin de todo y de todos. "pues el Padre es mayor que yo." (Juan 15,28).
Jesús quiere decir que el misterio de Dios, cuya fuente es el Padre, sobrepasa infinitamente todo lo que los apóstoles pudieron contemplar "en la persona humana de Jesús". Esta afirmación no se opone a que Jesús, "Dios-Hijo" sea igual al Padre (Juan 5,19; 1,14; Lucas 3,21).
Hablamos de su común Espíritu, porque Jesús dijo en igual forma:
"El Padre les dará otro Intérprete" (Juan 14,16).
"Yo les enviaré, desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre". (Juan 15,26).
Y también expresa Jesús:
"Me dará gloria porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo".(Juan 16, 14-15).
El Espíritu no es una figura poética: es Alguien. Y Jesús promete enviárselo a su Apóstoles después de su Ascensión y Glorificación.
Y desde Pentecostés el Espíritu empezó a actuar en la Iglesia, demostrando así que era el Espíritu de Cristo. Y en los Apóstoles actúa el Espíritu, dando la certeza íntima de que Jesús ha resucitado y está entre nosotros.
A lo largo de la historia el Espíritu impulsará a hombres y mujeres de fe y de Iglesia, como misioneros, y por medio de ellos transformará el mundo.
Así como cuesta dar sentido al misterio del Dios Uno y Trino, imposible de explicar desde el punto de vista racional (tres Personas en un solo Dios), también nos cuesta entender qué consecuencia tiene todo este gran misterio para nuestra vida concreta, y para los problemas humanos y sociales que nos rodean.
No seremos bien cristianos si en nuestra vida concreta no tenemos relaciones personales no con "un dios abstracto", sino con el Padre, con Jesús y con el Espíritu Santo; según la misión que cada Persona divina tiene en el mundo y en la Iglesia, y según la modalidad como cada Persona divina se comunica con nosotros.
Dios Padre:
Primeramente Dios es nuestro Padre. El Dios nuestro no es una"idea", un "primer motor", un creador distante, un"ser supremo". Es, ante todo, un Padre: Nuestro Padre: Abbá:"Papacito". Y esto, con todo lo que significa de amor personal y de predilección por cada uno de nosotros, y mucho más, en la medida que seamos más como su Hijo. Así, Dios Padre nos ama, como si fuéramos únicos, comunicándonos todo lo bueno que un Padre da a su hijo, haciéndonos herederos de la infinita felicidad de Dios, y aún las contradicciones que tenemos en la vida están en relación a esa felicidad, que en nuestro caminar terrenal no conocemos bien.
Dios Hijo:
El Padre nos envía a su Hijo, Jesús, Dios hecho Hombre; es el Verbo Encarnado: la encarnación real y visible de la bondad, del amor y de la misericordia del Padre. En Jesús, en lo que hizo por nosotros, reconocemos todas esas cualidades y virtudes teologales del Padre y quedamos firmemente reconciliados, gracias al amor más grande de Jesús, que da la vida por los que ama, que cubre la multitud o muchedumbre de nuestros pecados. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; todo conducente, para ir al Padre, felicidad y vida eterna. Esto es lo que esperan, los que caminan o peregrinan en este mundo, con fidelidad a Cristo, el Hijo.
Dios Espíritu Santo:
Pero al Padre nunca nadie lo vio. Y Jesús, el que nos mostraba al Padre diciendo:
"El que me ha visto a mí ha visto al Padre... El Padre que está en mí, obra por mí. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos créanmelo por mis obras". (Juan 14, 8.10-11).
Ése Jesús, Dios Encarnado, ya no está visiblemente para nosotros, ya no está con nosotros; sus palabras, sus acciones; sus milagros, sus gestos y señales; sus miradas, sus ejemplos; todo, está distante en la historia de hoy. Entonces, ¿cómo encontrarlo hoy en la vida de todos nuestros días? ¿Cómo entender y reconocer y seguir sus enseñanzas en la realidad histórica de hoy?
El Espíritu Santo, para eso ha venido sobre nosotros, haciendo morada en los limpios de corazón; es el Espíritu Santo, que nos anima y nos inspira "para discernir los signos de los tiempos", descubriendo a Jesús, su enseñanza y su Pascua,en el corazón del mundo, en nuestras experiencias personales; en la oración, hecha en la escucha del Evangelio: ahí nos encontramos con Jesús, Buena Nueva, para nuestra vida de hoy día; para encarnar a Jesús en el mundo y sociedad actual.
También el Espíritu nos hace ver y encontrar a Jesús en la comunidad cristiana, en la reunión de hermanos en la fe y en la Iglesia:
"Asimismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre en los cielos se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy ahí en medio de ellos". (Mateo 18, 19-20).
Repetimos: Jesús está hoy en la Iglesia en unión con el Padre y por su Espíritu Santo. Aquí vienen, a reafirmar nuestra Iglesia, las palabras de Jesús:
"Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, o sea, Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia que los poderes del Infierno no podrán vencer".)Mateo 16,18).
También en otra importanta conversación de Jesús Resucitado con Simón Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿ me amas más que éstos? Éste contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". "Entonces apacienta mis corderos". Y le preguntó por segunda vez: "Simón, hijo de Juan,¿me amas?". "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Cuida mis ovejas". Insistió Jesús por tercera vez: "Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Después, Jesús le dijo a Pedro: "Sígueme".
Pedro es el primer Papa de la Iglesia nombrado por Jesús. Y también Jesús confirma a su Iglesia y a sus Apóstoles, dándoles la misión de evangelizar, de hablar en su nombre y administrar sacramentos, haciéndolos recibir el Espíritu Santo:
"La Paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Dicho esto, sopló sobre ellos:"Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados,queden atados". (Juan 20, 21-23).
"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra. Por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo los que yo les he encomendado. Yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo". (Mateo 28, 19-20).
"El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza,rechaza al que me envió". (Lucas 10, 16).
EPÍLOGO.
"Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande los peces del mar y las aves del cielo y a los reptiles que se arrastran por el suelo. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra".
Dijo Dios: "Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde". Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno... .". (Génesis 1, 26-31).
"Así fueron hecho el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos... . Éste es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados". (Génesis 2, 1. 4.
Creo que todo nos dice mucho.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Eso me dice semejanza al Dios Uno y Trino. Y le entregó la obra de sus manos: la creación con todo lo que eso significa: bienes para todos y una ecología y medio ambiente saludable para la calidad de vida.
Pero lo importante es preguntarnos: ¿Cómo estamos respondiendo a este Dios?
Nosotros: los seres humanos; el varón y la mujer, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Es decir somos personas, hijos de Dios, distintos, pero iguales en dignidad como la Trinidad. Y todo lo creado debe llevar ese sello de Dios; de un Dios Comunidad de Personas distintas e iguales en dignidad: Comunión de Personas que participan en todo y en todos.
Comunión de Amor y de Participación.
Todos somos iguales en dignidad pero distintos: precisamente distintos, para tener un tú que amar y con quien complementarnos, aportando cada uno lo suyo para el bien común. No podemos ser solitarios, individualistas ni egoístas: Esto, si así fuera (individualista y egoístas), sería una contradicción con nuestra esencia de imagen y semejanza de un Dios Comunión-Amor de Personas. Ni tampoco podemos, porque somos distintos unos de otros, andar en una constante pugna y división e intolerancia, con luchas y disputas de poder y de acaparar los bienes creados para todos.
Si somos distintos es para amarnos en comunión, participando y aportando cada uno lo distinto, para complementarnos, buscando el bien de todos (bien común); para amarnos en comunión y participación: para ser una comunidad de amor y de igualdad, porque no olvidemos: tenemos una misma e igual dignidad. Y por esto último, no podemos vivir con tremendas e injustas desigualdades; con graves y flagrantes violaciones de derechos humanos: no olvidemos a Jesús, el Dios hecho Hombre. Desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre, los derechos humanos son los derechos de Dios mismo. Repito: estamos creados para amarnos y respetarnos distintos y para tratarnos con un respeto de personas de dignidad e igualdad; y creados, para ser una comunidad de amor, de comunión y participación de todos, sin exclusión alguna y sin marginación de nadie; para hacer habitable este mundo y esta sociedad, haciendo, algunos con conciencia y otros sin creencia, un adelanto del Reino de Dios.
Lamentablemente hay que hacer denuncias hay que hacer de graves hechos y acciones que contradicen nuestra esencia, y contradicen a Dios mismo, que nos hizo a su imagen y semejanza.
En este mundo globalizado hay pugnas y guerras fratricidas; muchas veces porque no somos tolerantes unos con otros: no nos estamos respetando distintos ni complementando mutuamente como personas de una sociedad ni tampoco como países. Estamos fallando. En este momento me acuerdo de mis hermanos mapuches. Tenemos una deuda histórica con pueblo mapuche. Hay muchos problemas entre nosotros que reflejan nuestra contradicción con nuestro ser imagen de Dios. Objetivamente hay un pecado mortal o social. Esto es así, cuando estamos siendo testigos de profundas injusticias y violaciones con las personas humanas: en una política de sordos y ciegos, en una economía perversa y de negación de la esencia de una democracia, en la vivienda; en la salud y en la educación; en el mundo de la empresa y del trabajo humano: sueldos miserables, tratos y relaciones infrahumanas: de dominador a dominado; de opresor a oprimido. ¿Por qué no una empresa comunitaria, de cogestión; todos personas humanas distintas, pero iguales en dignidad, complementándose: capital dinero igual a capital trabajo humano en dignidad? Todos dueños de una empresa de fraternidad y de comunión y participación. Y, ¿por qué no esto mismo en el plano agrario y también con otras riquezas, dadas por Dios, para la felicidad de hombres y mujeres? ¿por qué seguir con una lucha fratricida donde prima el tener por sobre el ser, el dinero y el poder por sobre la persona humana? Y esto lo digo en un Chile con una institucionalidad ilegítima y con una mentirosa democracia; en un Chile Neoliberal: "capitalista salvaje", no se ve para nada el respeto a la persona humana, sino más bien una intolerancia entre una clase política empoderada, que se aferra al poder y a las estructuras y a una institucionalidad ilegítima, iniciada en dictadura y continuada por más de 27 años por los gobiernos y políticos posteriores hasta hoy; es un grupo minoritario que domina y manda en el país, que busca con ambición y contumacia el poder, en elecciones que ellos saben que no representan al pueblo soberano, después que políticos negociaron a espaldas del pueblo con dictadura; esa negociación es lo que rige, haciendo una sociedad que no respeta lo distinto y la igualdad de las personas de los ciudadanos chilenos, y menos busca el bien común, sino que privilegia a políticos con grandes empresarios e ignorando a la mayoría, sin poder de participación real, en marcha del país, con ninguna y poca participación de una mayoría soberana: distinta pero con igual dignidad; con una Constitución injusta, fraudulenta y dictatorial; todo favorece a individualistas privados y ricos, unidos a clase política, que usando: "el fin justifica los medios", hacen el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría. ¡No sé con qué cara se presentan candidatos a la presidencia! Chile no es democrático, ni es de comunión y participación de personas distintas e iguales en dignidad.
Chile hoy no es imagen y semejanza de Dios.
Y, ¿en lo internacional? ¿hasta cuándo una economía globalizada que ha hecho la pobreza de un 80% de habitantes de este mundo creado por Dios? Y, ¿cómo el hombre está cuidando lo que Dios le entregó? ¿la creación con su fauna, ecología y medio ambiente?
Bolivia tiene gas pero no tiene mar. Chile no tiene el gas suficiente pero tiene mar.¿Qué hacer como distintos pero iguales en dignidad?
Y, ¿qué decir de mi Iglesia?
Tiene muchas cosas positivas. No en vano es del Dios Uno y Trino.
Ha nacido la esperanza. Se habla de un nuevo Juan XXIII, en Francisco I. ¿Vuelve o no vuelve la primavera de una Iglesia del Vaticano II, el cual es una tarea pendiente de la Iglesia? Y la Iglesia no es sólo un Francisco I por muy esperanzador que sea. Somos todos los bautizados: Hemos sido bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Somos templos vivos de Dios, más aún imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. La Iglesia depende de todos nosotros, haciendo Comunión y Participación, de personas distintas, pero iguales en dignidad.
Ya más arriba me he referido a la Iglesia. Como ya hice algunas denuncias referentes al mundo y sociedad actual, creo que también debo hacer algunas denuncias con respecto a nosotros, a nuestra Iglesia. Hechas con amor, con la mejor intención de que se viva el Evangelio por todos nosotros. Todos somos responsables de mostrar a Un Dios Uno y Trino: Comunidad de amor. Más bien se trata de una convocación a vivir consecuentemente entre nosotros nuestra condición de imagen y semejanza de Dios en todos los niveles de nuestra querida Iglesia. Espero que así se entiendan mis palabras.
Benedicto XVI renunció no sólo por no tener fuerzas físicas, sino también, porque por sus años, le faltaban fuerzas anímicas, al ver divisiones, luchas de poder, corrupción del dinero, por abusos sexuales y falta de respeto a la dignidad de las personas, hechas a imagen y semejanza de Dios, en el interior de la Iglesia.
Conozco, de primera mano, el problema de no respetarse distintos e iguales en dignidad en la Iglesia. He visto envidias y celos pastorales de algunos sacerdotes. Soy testigo de mucho lío y cahuín entre los Agentes Pastorales, sean éstos laicos, sacerdotes o religiosas. Hay una pugna de poder y se hace "carrera y competencia de poder eclesiástico". Se hace acepción de personas. "El último, a veces, no es el primero". No se valora la condición distinta de sus miembros: con diversos talentos. En vez de buscar la complementación de unos con otros para el bien del Cuerpo de Cristo, se busca la uniformidad autoritaria. Recuerdo: "toda autoridad viene de Dios, pero el autoritarismo es del demonio". (Cardenal Silva Henríquez).
A veces, no estamos siendo testimonio de Unidad y Comunidad de Amor del Dios que representamos como su imagen y semejanza.
La dignidad del laico no se equipara a la del sacerdote y viceversa. A veces, nos presentamos individualistas y algunos hermanos muy personalistas y "solterones" porfiados, contrariando las líneas pastorales, y haciendo involución y restauración de la Iglesia.
Centrados en nosotros mismos, hacemos marginación y exclusión, no viviendo una opción pastoral por los más pobres, incluso no hacemos una Iglesia de comunión y participación de personas, no hay comunidades cristianas, como base de nuestras parroquias, de sus capillas y de la misma Iglesia. Y centrados en nosotros mismos, no acompañamos el calvario de nuestro pueblo sufrido. No estamos, como la Virgen Modelo de la Iglesia, como dice Vaticano II, al pie de la cruz, que sufren nuestros hermanos, al contrario, no entendiendo, la igual dignidad de las personas, que marginamos de nuestro corazón pastoral, nos mostramos cómplices del "pecado social" de la minoría que mantiene una economía neoliberal que viola todo derecho humano de un hermano imagen y semejanza de Dios. Creo que pastoralmente no se hace comunión y participación de personas distintas, olvidando que tienen igual dignidad que cualquiera de nosotros.
Creo que hace falta una Iglesia más profética, que abogue por el respeto y dignidad de las personas: hombres y mujeres de nuestro pueblo. Una voz que promueva y defienda sin miedo los derechos fundamentales del Dios Hijo, hecho Hombre, en nuestros hermanos los más pequeños; que condene la economía que profana y no ama a sus hermanos distintos pero iguales en dignidad. No olvidemos que por esto seremos juzgados por Dios al fin de los tiempos. (Mateo 25).
Insto a mi Iglesia a valorar nuestra condición de ser imagen y semejanza de un Dios que es Comunión de Amor de Personas distintas, pero iguales en dignidad. Así, podremos cambiar nuestra vida y hacerla semejante a Dios, también la vida de las familias, y la vida de nuestra sociedad empecatada por la idolatría del tener, causa de un mundo y de un país, que en la práctica, no se muestra de Comunión y de Unidad.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+