Hoy hay una distinta persecusión a los verdaderos discípulos de Cristo.
Domingo Doce Año Ordinario A. 25.06.2017. Mateo 10,16.23.
Por mandato de Dios, voy a hablar hoy día de los testigos comprometidos, verdaderos discípulos de Jesús; de una Iglesia que ha entendido la misión que Jesús le ha encomendado, y que está reflejada en Vaticano II y Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe y sobre todo en Jesús: Evangelio.
A estos verdaderos discípulos, Cristo les ha prevenido o pronosticado que sufrirán incomprensiones, injurias, calumnias e incluso persecuciones.
Esto, en todas las épocas de nuestra Iglesia ha pasado de diversos modos, de acuerdo a las épocas y distintas circunstancias, sobre todo en una Iglesia que tiene siglos de existencia.
Yo puedo ser testigo de lo que a mí personalmente me ha sucedido al respecto, pero no quiero ser autorreferente: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya". Pero los que me conocen podrían dar testimonio de lo que conmigo ha sucedido y sucede.
Cuando se predica tomando en cuenta el Magisterio de la Iglesia, pero, sobre todo el Evangelio: tomando en cuenta a Jesús y su voluntad, que es la voluntad del Padre que lo envió, y todo después de un a oración de escucha de lo que Dios quiere que se "anuncie", se"denuncie" y que se "convoque", no habrá nada que nos hará transar, sabiendo que habrá ciertamente reacciones problemáticas de ciertos hijos de Dios, incluso persecución.
Pero, preguntémonos, ¿hay persecuciones hoy día? Sí, las hay, pero de formas distintas, desprestigiando a los testigos del Señor, con calumnias, injurias, inventando cuentos en contra de ellos, poniéndolos mal, incluso ante la jerarquía y al interior de la Iglesia, con chismes y mentiras. Hay "persecuciones" más solapadas, incluso hipócritas, porque muchas veces son personas que se dicen católicas, que van a Misa y comulgan. Estos "perseguidores" buscan atemorizar y marginar de la misma vida comunitaria y de la vida litúrgica de la Comunidad a estos testigo y profetas de hoy.
Estos nuevos "perseguidores" siguen muchos cursos en la Escuela de la fe, siguiendo una llamada "malla curricular". Pero no siguen ningún ejercicio para convertir su corazón y su mente al Señor. Después, en la preparación a los sacramentos de gente con poco o nada de vida eclesial, les entregan conocimientos, ideas y conceptos; se ponen como sabios profesores que entregan doctrina, pero no "anuncian" a la persona de Jesús. No se han convertido al Señor y no irradian la persona de Jesús, no incorporando ni atrayendo a nuevos miembros al Cuerpo de Jesús y Pueblo de Dios.
Pareciera que hoy los cristianos "están bien" y que no son perseguidos. Pero hay que preguntarse, ¿qué cristianos o católicos?, ¿aquellos que van a Misa y que toman parte en algunas actividades al interior de la Iglesia? ¿O sólo los de buena posición dentro de la comunidad, vanidosos y egocéntricos? ¿Aquellos que buscan "colocarse" frente al sacerdote de la parroquia, ganándose su interesada amistad? Debemos reconocer, que a este nivel, también se hace "carrera eclesiástica".
A estos "amigos" del párroco, cuando se les solicita un servicio, contestan: "tendría que pensarlo porque yo me debo, en primer lugar a mi jerarquía, haciendo una Comunidad de trabas y muchos trámites, que alejan a la gente de la Iglesia.
A estos señores, les recordamos que el verdadero laico de Iglesia tiene un rol específico y protagónico en la marcha de la Iglesia, especialmente y sobre todo, un rol en el mundo secular. El laico, según Vaticano II tiene un papel específico en el mundo y también un tarea decisiva en la marcha pastoral de la Iglesia. No es un mero colaborador y ejecutivo de los planes del sacerdote. En el laico también actúa el Espíritu Santo. No perder el tiempo en meras intenciones de aparecer bien ante el cura. ¿O será que simplemente tienen miedo de comprometerse radicalmente en la misión verdadera de la Iglesia, y en el mundo secular?
Los laicos y sacerdotes que luchan, con gran compromiso, por el derecho de los pobres y por la justicia, voluntad expresa de Dios, tienen hoy dificultades hasta de sus propios hermanos y de alguna jerarquía. Son perseguidos, "ninguneados" o bloqueados no porque sean cristianos, sino bajo el rótulo de peligrosos, políticos o progresistas "pasados para la punta". Esta es una ambigüedad: aquellos que propugnan la justicia, que piden una economía que no haga el "pecado social": sufrimiento y muerte para millones, son fácilmente catalogados de peligrosos o subversivos por aquellos que se refugian en grupos de Iglesia, que pasan de largo, ignorando a sus hermanos sufrientes y "a la vera del camino", más aún ignorando o haciéndose como tales, cuando su Iglesia, su Magisterio y sobre todo Evangelio de Jesús, los va a juzgar por lo que hicieron o no hicieron por sus hermanos (Mateo 25).
Entonces, diremos, que el cristiano que hoy Jesús propone en el Evangelio, no es sólo aquél que practica y asiste a algunas reuniones parroquiales, haciendo una Iglesia centrada en sí misma, una Iglesia de sólo sacramentos con su respectiva preparación, entregando sólo conceptos y doctrina, con poco o nada de Evangelización, sino una Iglesia que "anuncia" a Cristo, que "denuncia" el pecado y que "convoca" a la conversión; que toca el corazón y la mente para hacer discípulos de Cristo y de su Iglesia.
El Evangelio nos presenta al testigo, sacerdote o laico, que se hace solidario con la causa de la justicia y del pobre.
El cristiano, laico o sacerdote, al que se refiere Cristo es aquel que descubre el sentido de la fraternidad y de la paternidad del Padre común y Dios de todos; Cristo, en Evangelio, se está refiriendo al hombre y mujer que ha descubierto el sentido del pobre y su liberación. Se trata de un cristiano de práctica, de oración, de adhesión a Jesús y su Iglesia, con compromiso verdadero por la causa del Reino.
Los que no han llegado a un verdadero compromiso por el Reino y su justicia desconfían e interesadamente, con enajenación, hacen prejuiciosos y bajos comentarios, produciendo serios problemas de Comunión y Participación, elementos vitales y fundamentales en Iglesia de Jesús, para cumplir con la misión hasta los confines, que abarca al hombre todo y a todos los hombres integralmente.
La Conferencia de Aparecida insta con insistencia a la Misión Evangelizadora de la Iglesia de Jesús.
Los cristianos que cumplen con verdadero y profético compromiso esta misión, haciendo fraternidad y paz cimentada en la justicia, sufren la crítica e incomprensión de sus propios hermanos, cuyos intereses están en otro y distinto lugar y existencia.
Pero si estamos decididos a seguir a Jesús, su Evangelio, construyendo Reino, no obstante la incomprensión y "persecución" ya descrita, no temamos, Jesús está con nosotros, es el Emmanuel:
"No teman a los hombres... . Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ... . ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, Yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres". (del Evangelio de hoy).
Para reafirmar lo dicho, les recomiendo lean Puebla:
42,1138; 1141,1142; 902,914.
Una bendición para todos.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
Por mandato de Dios, voy a hablar hoy día de los testigos comprometidos, verdaderos discípulos de Jesús; de una Iglesia que ha entendido la misión que Jesús le ha encomendado, y que está reflejada en Vaticano II y Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe y sobre todo en Jesús: Evangelio.
A estos verdaderos discípulos, Cristo les ha prevenido o pronosticado que sufrirán incomprensiones, injurias, calumnias e incluso persecuciones.
Esto, en todas las épocas de nuestra Iglesia ha pasado de diversos modos, de acuerdo a las épocas y distintas circunstancias, sobre todo en una Iglesia que tiene siglos de existencia.
Yo puedo ser testigo de lo que a mí personalmente me ha sucedido al respecto, pero no quiero ser autorreferente: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya". Pero los que me conocen podrían dar testimonio de lo que conmigo ha sucedido y sucede.
Cuando se predica tomando en cuenta el Magisterio de la Iglesia, pero, sobre todo el Evangelio: tomando en cuenta a Jesús y su voluntad, que es la voluntad del Padre que lo envió, y todo después de un a oración de escucha de lo que Dios quiere que se "anuncie", se"denuncie" y que se "convoque", no habrá nada que nos hará transar, sabiendo que habrá ciertamente reacciones problemáticas de ciertos hijos de Dios, incluso persecución.
Pero, preguntémonos, ¿hay persecuciones hoy día? Sí, las hay, pero de formas distintas, desprestigiando a los testigos del Señor, con calumnias, injurias, inventando cuentos en contra de ellos, poniéndolos mal, incluso ante la jerarquía y al interior de la Iglesia, con chismes y mentiras. Hay "persecuciones" más solapadas, incluso hipócritas, porque muchas veces son personas que se dicen católicas, que van a Misa y comulgan. Estos "perseguidores" buscan atemorizar y marginar de la misma vida comunitaria y de la vida litúrgica de la Comunidad a estos testigo y profetas de hoy.
Estos nuevos "perseguidores" siguen muchos cursos en la Escuela de la fe, siguiendo una llamada "malla curricular". Pero no siguen ningún ejercicio para convertir su corazón y su mente al Señor. Después, en la preparación a los sacramentos de gente con poco o nada de vida eclesial, les entregan conocimientos, ideas y conceptos; se ponen como sabios profesores que entregan doctrina, pero no "anuncian" a la persona de Jesús. No se han convertido al Señor y no irradian la persona de Jesús, no incorporando ni atrayendo a nuevos miembros al Cuerpo de Jesús y Pueblo de Dios.
Pareciera que hoy los cristianos "están bien" y que no son perseguidos. Pero hay que preguntarse, ¿qué cristianos o católicos?, ¿aquellos que van a Misa y que toman parte en algunas actividades al interior de la Iglesia? ¿O sólo los de buena posición dentro de la comunidad, vanidosos y egocéntricos? ¿Aquellos que buscan "colocarse" frente al sacerdote de la parroquia, ganándose su interesada amistad? Debemos reconocer, que a este nivel, también se hace "carrera eclesiástica".
A estos "amigos" del párroco, cuando se les solicita un servicio, contestan: "tendría que pensarlo porque yo me debo, en primer lugar a mi jerarquía, haciendo una Comunidad de trabas y muchos trámites, que alejan a la gente de la Iglesia.
A estos señores, les recordamos que el verdadero laico de Iglesia tiene un rol específico y protagónico en la marcha de la Iglesia, especialmente y sobre todo, un rol en el mundo secular. El laico, según Vaticano II tiene un papel específico en el mundo y también un tarea decisiva en la marcha pastoral de la Iglesia. No es un mero colaborador y ejecutivo de los planes del sacerdote. En el laico también actúa el Espíritu Santo. No perder el tiempo en meras intenciones de aparecer bien ante el cura. ¿O será que simplemente tienen miedo de comprometerse radicalmente en la misión verdadera de la Iglesia, y en el mundo secular?
Los laicos y sacerdotes que luchan, con gran compromiso, por el derecho de los pobres y por la justicia, voluntad expresa de Dios, tienen hoy dificultades hasta de sus propios hermanos y de alguna jerarquía. Son perseguidos, "ninguneados" o bloqueados no porque sean cristianos, sino bajo el rótulo de peligrosos, políticos o progresistas "pasados para la punta". Esta es una ambigüedad: aquellos que propugnan la justicia, que piden una economía que no haga el "pecado social": sufrimiento y muerte para millones, son fácilmente catalogados de peligrosos o subversivos por aquellos que se refugian en grupos de Iglesia, que pasan de largo, ignorando a sus hermanos sufrientes y "a la vera del camino", más aún ignorando o haciéndose como tales, cuando su Iglesia, su Magisterio y sobre todo Evangelio de Jesús, los va a juzgar por lo que hicieron o no hicieron por sus hermanos (Mateo 25).
Entonces, diremos, que el cristiano que hoy Jesús propone en el Evangelio, no es sólo aquél que practica y asiste a algunas reuniones parroquiales, haciendo una Iglesia centrada en sí misma, una Iglesia de sólo sacramentos con su respectiva preparación, entregando sólo conceptos y doctrina, con poco o nada de Evangelización, sino una Iglesia que "anuncia" a Cristo, que "denuncia" el pecado y que "convoca" a la conversión; que toca el corazón y la mente para hacer discípulos de Cristo y de su Iglesia.
El Evangelio nos presenta al testigo, sacerdote o laico, que se hace solidario con la causa de la justicia y del pobre.
El cristiano, laico o sacerdote, al que se refiere Cristo es aquel que descubre el sentido de la fraternidad y de la paternidad del Padre común y Dios de todos; Cristo, en Evangelio, se está refiriendo al hombre y mujer que ha descubierto el sentido del pobre y su liberación. Se trata de un cristiano de práctica, de oración, de adhesión a Jesús y su Iglesia, con compromiso verdadero por la causa del Reino.
Los que no han llegado a un verdadero compromiso por el Reino y su justicia desconfían e interesadamente, con enajenación, hacen prejuiciosos y bajos comentarios, produciendo serios problemas de Comunión y Participación, elementos vitales y fundamentales en Iglesia de Jesús, para cumplir con la misión hasta los confines, que abarca al hombre todo y a todos los hombres integralmente.
La Conferencia de Aparecida insta con insistencia a la Misión Evangelizadora de la Iglesia de Jesús.
Los cristianos que cumplen con verdadero y profético compromiso esta misión, haciendo fraternidad y paz cimentada en la justicia, sufren la crítica e incomprensión de sus propios hermanos, cuyos intereses están en otro y distinto lugar y existencia.
Pero si estamos decididos a seguir a Jesús, su Evangelio, construyendo Reino, no obstante la incomprensión y "persecución" ya descrita, no temamos, Jesús está con nosotros, es el Emmanuel:
"No teman a los hombres... . Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ... . ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, Yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres". (del Evangelio de hoy).
Para reafirmar lo dicho, les recomiendo lean Puebla:
42,1138; 1141,1142; 902,914.
Una bendición para todos.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+