Jesús es el Reino.
Domingo Diez y Siete Año Ordinario A. 30.07.2017.
(Mateo 13, 44-52).
Jesús nuevamente nos evangeliza por medio de parábolas. Hoy nos habla de un "tesoro escondido en un campo", de una "piedra preciosa" y de una "red que se echa al mar" y que saca peces buenos y malos. En estas parábolas Jesús se está refiriendo al Reino de los Cielos.
Muchos piensan que el Reino de los Cielos está más arriba de nosotros y sobre las nubes. También piensan que el Reino sólo tiene que ver con algo posterior a la muerte. No. El Reino de los Cielos no está arriba, lejos de nosotros, y no tiene que ver con algo posterior a nuestra muerte. El Reino de los Cielos comienza aquí y ahora. Lo comenzamos aquí en la tierra, cuando nos encontramos con Cristo y comenzamos a amarlo,y por Él, comenzamos a amar a los demás; cuando comenzamos a vivir de verdad el amor y la comunión con Jesús y con nuestros hermanos. Lo que es cierto, es que esta comunión se hará plena y eterna de felicidad en el cielo de vida eterna.
Hay que decir categóricamente que Jesús es el Reino, y su misión esencial en la tierra es instaurar y construir el Reino en medio de los hombres.
Jesús dijo: "El Reino de Dios está entre ustedes"."Pero, sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo hijo de Dios e Hijo del Hombre, quien vino a servir y a dar su vida para la redención de muchos". (Concilio Vaticano II. L.G.5).
Si Jesús es el Reino, éste comenzará en nosotros y en cada uno, cuando haya un real encuentro con la persona de Jesús, El Verbo (Palabra) hecho Hombre: Evangelio: verdadero Dios y verdadero Hombre.
Y Jesús es mucho más que una idea.
Él es Vida que comunica vida en quienes lo han descubierto y amado; en quienes han encontrado el "tesoro escondido" en un campo, en quienes encuentran una "piedra preciosa", que los hace vender todo lo que tienen para comprar ese campo y ese "tesoro escondido" y para comprar la "piedra preciosa".
Se trata de vivir profundamente invadido, habitado y centrado en Jesús. Diríamos como nuestro santo Alberto Hurtado: "para mí el vivir es Cristo". (Filip.1,21); "ya no soy yo quien vive en mí, es Cristo quien vive en mí". (Gal.2,20); "es necesario impregnarse de los sentimientos de Cristo que por amor llegó a la muerte y a la muerte de Cruz". (Filp.2,6-8);"todo lo he perdido por el amor de mi Señor y sé que no quedaré defraudado". (Filip.3,7-8).
El Padre Hurtado lo perdió todo por Jesús y así Jesús lo encontró y tomó posesión de su vida y persona. Llegó a ser propiedad y pertenencia de su amado Jesús.
Porque se hace necesario insistir en la calidad de los cristianos y no tanto en la cantidad es que hablamos del Padre Hurtado, un hombre de Jesús. Necesitamos cristianos de Cristo. Cristianos de calidad. Todo esto es una cosa muy seria. No más cristianos del montón, tibios y mediocres. No más cristianos a su manera. Esos no son del Reino, ni de Jesús ni del Evangelio. Dicho de otra manera: necesitamos que el "grano de mostaza" que llega a convertirse en árbol frondoso:Iglesia, llegue a tener hombres y mujeres de Cristo, capaces de "vender todo lo que tiene", para llegar a ser del "tesoro escondido" y de la "piedra preciosa":de Jesús, el Señor.
Jesús nos pide:"Buscad el Reino de Dios y su Justicia. Lo otro vendrá como añadidura".
Para entender algo más al respecto nos referiremos a la fe en Jesús.
La fe es una apertura total del hombre y de la mujer por acoger a "Alguien", a Jesús Resucitado. No se trata sólo de acoger una doctrina o un código de moral, o una institución o un cierto sistema ideológico.
La fe es mucho más que un tranquilizante. La fe no es una ideología para solucionar problemas, es un "Alguien" a quien seguir, con quien intimar, al cual imitar. La fe no es un punto de llegada y de descanso, es un recomenzar desde otro punto de vista y con "Otro", el camino de la vida. La fe es un diálogo con "Alguien" a quien se tiene amor y deseos de encontrarlo cada día más.
La fe tiene proyecciones con la realidad, con la vida y con el mundo de hoy. Hay que unir fe y vida, y vida y fe. Por tanto no es alienación, no es pasividad ni resignación, ni mucho menos opio como piensan equivocadamente algunos hombres y mujeres de ideologías.
Es en esta línea que nace un verdadero discípulo de Jesús: misionero y constructor del Reino aquí y ahora. Así surgieron los primeros apóstoles y "siguieron a Jesús". (Mt.14,13-22)), y así vivieron con un corazón de discípulo en quien "cada mañana se despabila el oído para que escuche como un iniciado". (Isaías 50,4).
Don Manuel Larraín, gran obispo chileno y mundial(Q.E.P.D.) decía, como el romero: "Hay que tener oído atento, mirada abierta y paso ligero".
El que encuentra a Jesús es un "iniciado", discípulo de Jesús el único Maestro, que anuncia su Reino para "que todos los pueblos sean mis discípulos".(Mt. 28,19). Busca apasionadamente descubrir el Reino de Dios, el "tesoro escondido" y la "piedra preciosa". Busca descubrir con la misma pasión el Reino de Dios "que está dentro de nosotros y que ya ha llegado".
Todo dice relación a la persona de Jesús.
El cristiano no es el que sabe sino el que aprende siempre y que ha entendido que Jesús quiere ser aceptado sin reservas y que abandona todo para seguirlo, en un llamado a la radicalidad y al desapego de las riquezas. Pidió al joven rico dar sus bienes a los pobres para seguirlo, pero el joven tuvo miedo y se fue "entristecido". (Mt.19,21-22). "No se puede servir a dos señores" (Mt.6,24), y "Donde está el tesoro allí está el corazón". (Mt. 6,21).
Jesús pide una entrega total: "no será digno de mí el que no tome su cruz y me siga"(Mt.10,38). Es el amor hasta la Cruz.
La gracia de Dios hace posible lo que parece increíble e imposible. Seguir a Jesús lleva el sentido del servicio al hermano, a la comunión con él, incluso Cristo se identifica con el hermano más pobre: "Lo que hiciste por el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hiciste" (Mt.25.). Seguir a Jesús lleva a la justicia, a la solidaridad y al compromiso con todo lo humano, como lo hizo y enseñó el Señor. Y lo repite la Iglesia:"Nada de la experiencia humana es ajena a la evangelización". (Paulo VI. E.N.).
Seguir a Jesús es aceptar ser su discípulo, reconociendo que Él es el único Maestro y Señor. Es aceptar el sentido del Evangelio y el mensaje de las Bienaventuranzas.
Seguir a Jesús llevará a entender su misericordia con los pecadores y el amor a los pobres. El discípulo se hace misericordioso y luchará por la justicia social y por la dignidad de toda persona, porque desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre (Jesús), los derechos y la dignidad de la persona humana, son los derechos y la dignidad de Dios mismo. Buscará la justicia social y tratará de servir como el Buen Samaritano: Jesús.
El seguidor de Jesús entenderá el estilo de quien creyó "en los medios pobres", o sea en la pobreza, en el amor, en la humildad, y estará lejos del éxito buscado con desesperación, del poder que suele matar la vida. No creerá mucho en la "farándula" y en la propaganda excesiva de los medios de comunicación.
Quien sigue a Jesús pagará salarios justos y será puro y limpio en sus negocios. No explotará a nadie y no humillará a un hijo de Dios.
El discípulo correrá riesgos de no ser comprendido, criticado, atacado y perseguido y, a veces más que eso. Luchará por la liberación integral de las personas y por la libertad, la gran vocación de los cristianos. Esto es seguir a Jesús. Es un llamado a una vida heroica, propia del que vive el amor a Jesús en forma radical. "El discípulo no es más que su maestro,... . Es bastante que el discípulo sea como su maestro... . Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de su familia! Pero no los teman por eso". (Mt. 10 24-26). "Al que me reconozca delante de los hombres, yo lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos. Y al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos". (Mt.10,32-33).
Seguir a Jesús significa trabajar por su Reino, la gran preocupación de Jesús. La idea de Reino está integrada de tal manera a la persona de Cristo, Y como ya lo hemos dicho: Jesús es el Reino. Un verdadero seguidor de Jesús vivirá orientado "por amor al Reino de los Cielos".
Quien sigue a Jesús será misionero porque Jesús es el misionero por excelencia. Es imposible seguir a Jesús, el Maestro, sin anunciar y testimoniar a Jesús, Evangelio y Reino.
Este es nuestro camino de nuestra salvación. Es el de Jesús el Salvador.
Puede ser que alguien piense que todo esto es algo duro y difícil. No olvidar: Jesús, es el Dios de lo imposible. Es mucho más que"el sueño imposible"del Quijote. Pero también, es bueno decir que la acción de Jesús en nosotros es lenta y respetuosa de la libertad del ser humano.Son diversas las etapas y tiempos de nuestra vida. Jesús es quien lleva el proceso, siempre que se lo permitamos. Él nos pidió: "Buscad el Reino de Dios y su Justicia.Lo otro vendrá por añadidura"..
Jesús nos deja a nosotros, sus discípulos, la tarea de continuar la construcción del Reino. Para nosotros: Iglesia de Jesús, la construcción del Reino es una tarea fundamental.
"Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Dios: de Cristo e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino". (L.G.5).
La Iglesia es de por sí misionera y presenta una nueva manera de vivir y ser solidario. Es la semilla del Reino que es necesario cuidar y hacerla crecer. Jesucristo es la Puerta para entrar al reino. Las llaves de la Puerta las tiene la Iglesia. Iglesia y Reino son inseparables.
Los obispos de Latinoamérica en Medellín, Colombia, querían "una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida con la liberación de todo hombre y de todos los hombres".
La Iglesia, "Pueblo de Dios" nace en Pentecostés por la acción del Espíritu y en conjunto con Jesús.
La identidad de la Iglesia es ser misionera, destinada a servir al Reino de Dios, en el mundo, y especialmente en el mundo de los pobres, los predilectos de Jesús.
La Iglesia es la prolongación de Cristo en la tierra:evangeliza, da testimonio y muestra el camino hacia el Padre con una visión de eternidad. "Bajo la acción del Espíritu Santo, no deja de renovarse a sí misma". (L.G.9.).
Siempre, para la Iglesia, construir el Reino será conflictivo porque defender la vida trae problemas y, en tiempos de Jesús, los enemigos de la vida eran los hombres de la religión de ese tiempo, quienes estaban con la ley. Por la ley mataban la vida. ¿Es eso lo que se pretende en Chile, discutiendo vía ley, matar la vida del ser en gestación? Tanto la vida de la madre hay que protegerla tanto como la del que viene en su vientre. No se trata de salvar a uno matando directamente al otro. Hay que buscar salvar y proteger ambas vidas. Esa debe ser la intención de cualquiera intervención médica. Si la intervención produce un resultado distinto del buscado: si muere uno de los dos, es un triste resultado, cuya intervención produjo un doble efecto, la vida y la muerte, y la muerte no fue buscada por el médico, el respetó su juramento de protección y salvación de la vida. Todavía está vigente el mandamiento de Dios:
No matarás.
Jesús estaba por la vida y vino a traer "vida en abundancia" (Jn. 10,10)). Y por eso, los enemigos de la vida: "resolvieron quitarle la vida". (Juan 11,53).
Para los fariseos, el Reino estaba por venir; para Jesús, el Reino había llegado.
En los tiempos de Jesús los hombres religiosos temían perder el poder y estaban centrados en el templo y en la ley. Esperaban al Reino para imponer la ley sobre el pueblo.
Jesús, por el contrario, trae vida "da libertad a los oprimidos, rompe las cadenas y da la buena noticia a los pobres". (Lc.4,18). Quiere dignificar toda vida humana y está contra la hipocresía.
Los fariseos siempre existen. La búsqueda de poder y la ambición al legalismo, más que a crear fuentes de vida. Es bueno preguntarse:¿Uno está para aplicar leyes o para hacer justicia? Lo digo porque hay leyes que no son justas. Pregunta importante para los jueces y abogados.
Es fácil "colar mosquitos y tragar camellos" (Mt. 23). Es más fácil quedarse en los detalles sin ver los grandes problemas que originan los conflictos. Suele suceder que no buscamos la raíz y nos quedamos en las ramas.
Jesús muestra el poder al servicio de la vida El Reino de Dios que nunca será entendido por los orgullosos,los prepotentes y los ricos que no tienen corazón de pobre.
Este capítulo 13 de Mateo que hemos estado comentando con respecto al Reino de Dios, muestra el espíritu y el estilo del Reino, y ese es el sentir de la Iglesia fundada por Jesús.
Es una utopía, es el mundo al revés, pero las parábolas en su conjunto son la explicación del Reino de Dios y revelan el rostro misericordioso de Dios, el cual ya no es una amenaza ni un castigo para nadie. Está la parábola del Buen Samaritano, que revela a Jesús compasivo, está la parábola del padre del hijo pródigo que da el perdón, está la del buen pastor que busca la oveja perdida.
"Los pecadores y publicanos se acercaban a Jesús para escucharlo" y el Reino de Dios muestra el rostro de Dios impregnado de Amor y no a ese Dios castigador que aleja a tantas personas de la Iglesia.
El Reino de Dios ha sido descubierto con mayor fuerza en los últimos siglos. Éste es un hecho de gran importancia para la Iglesia. Es el Reino encarnado en la vida, en los conflictos, en las personas y en todo lo humano. Es el camino para llegar a una religión que trae, por el amor, paz y libertad.
Sin embargo existen personas "espiritualistas" que son buenas porque nunca se meten ni asumen ningún conflicto. Dicen: "yo tengo mis manos limpias". Tener las manos limpias puede llevar a no tener manos.
Hacer Reino significa, ser Jesús y ser de Jesús. Esto significa cambiar la cara del mundo, hacer una revolución. Hacer la revolución es un término cristiano cuando significa sobre todo cambiar el rostro del mundo, para que no haya más egoísmo, ni opresión, explotación, sino que nos sintamos todos hombres y mujeres libres y capaces de vivir en paz.
Esta tarea revolucionaria y cristiana atrae a muchos, pero con el correr del tiempo, uno se da cuenta de que también hay muchos que se han quedado atrás y han bajado sus manos. Esto sucede por las dificultades, ya antes mencionadas, que conlleva la construcción del Reino de Dios y su Justicia, pero por sobre todo, porque no hay un verdadero encuentro y amor con Jesús. Esto nos indica de que no se puede dedicarse al Reino de Dios toda la vida por un mero acto de voluntad. Para el Reino de Dios y su construcción en el mundo es necesaria una conversión del corazón, y que esta conversión sea continua y perseverante. En las opciones con Jesús debemos ser fieles a la línea del amor. Si a la primera oportunidad optamos por lo que nos conviene a costa de los demás, entramos por mal camino. El camino del amor es exigente; Jesús nos ha pedido que sea hasta dar la vida: "Hagan esto en memoria mía". La conversión y la opción por el Reino de Dios significa descubrir el gran "tesoro del Evangelio y de Jesús", por el cual dejamos todo, a pesar de que para nosotros o para otros representan un bien, una razón de vivir. Podemos decir que Jesús: Evangelio: "tesoro escondido" es como un gran amor, una pasión grande. Y este amor es por el ideal de cambiar la cara del mundo y de hacerlo más justo y fraterno. Y por eso se deja toda ganancia, y se juega el todo por el todo. Es una santa obsesión, y de hecho muchos han juzgado a los santos y a Jesús mismo como locos. Es la "locura del Reino".
Todo esto es como un gran amor que nace desde dentro y que no se puede resistir. Por eso Jesús habla de uno que vende todo lo que tienes, como sucede al que tiene una gran pasión. Hay ciertas pasiones que son destructivas y que aumentan el odio en el mundo, mientras que el amor apasionado por el Reino es una pasión creadora, que aumenta el amor en nuestra sociedad.
No todos los cristianos tienen este amor apasionado. El distintivo de los seguidores de Jesús debería ser la pasión por El Reino. Pero muchos cristianos practicantes, a veces buscan en la religión el refugio, la seguridad de sus riquezas y la protección. Uno tiene la impresión de que muchos se han alejado del espíritu del Evangelio. Hay gente que se llama católica, que luchan por no cambiar nada y por defender la situación actual. Aquí me acuerdo de una Religiosa, que mientras muchos nos alegrábamos con la llegada del Papa Francisco, intuyendo cambios necesarios en nuestra Iglesia, ella decía en una sobremesa: "Ojalá que a este Papa no se le ocurra hacer cambios".
Aunque me he alargado más de la cuenta, no puedo dejar de referirme a la parábola de la "red" que saca peces buenos y malos.
La Iglesia pescó a una parte de la humanidad. No son buenos todos los que han sido hechos católicos, ni son todos hijos del Reino, es decir, están en la familia visible de los elegidos sin haber entrado al espíritu del Reino.
La "red" nos recuerda que la primera actividad de la Iglesia debe ser la misión:"pescar hombres". No olvidemos el llamado de Jesús: "Síganme y los haré pescadores de hombres". (Mt.4,19).
La misión siempre trae de todo; unos se van, otros perseveran, renovando a la Iglesia.
Nos gustaría una Iglesia perfecta, integrada por hombres y mujeres irreprochables, en la que todos hubieran descubierto el don de Dios. Pero Cristo no lo quiso así, ni ésta es la manera como su Iglesia salva al mundo. Esta parábola nos invita a no extrañarnos de los escándalos que hay dentro de la Iglesia, pero no nos enseña a soportarlos pasivamente.
Hay algunos que serán echados afuera. El horno ardiente significa el sufrimiento insoportable y la desesperación de los que se apartaron del Reino, cuya ley es el amor. La separación será definitiva, tal como el Reino se hará definitivo en ese día.
Al final Jesús habla del maestro, o sea, del hombre preocupado por profundizar su fe. Éste al meditar constantemente las parábolas de Jesús, sacará de ellas enseñanzas siempre nuevas y adaptadas a las nuevas circunstancias.
Termino con las palabras de San Pablo a los Romanos 8, 28-30, segunda lectura de este domingo:
"También sabemos que Dios dispuso todas las cosas para el bien de los que lo aman, a quienes él ha llamado según su propio designio. A los que de antemano conoció, también los destinó a ser como su Hijo y semejantes a él, a fin de que sea el primogénito en medio de numeroso hermanos. Por eso, a los que eligió de antemano también los llama, y cuando los llama los hace justos y después de hacerlos justos, les dará la gloria".
Es decir, el hecho de que el Padre nos ha conocido, que nos ama y que nos ha salvado se manifiesta en ser siempre más como el Hijo. El Hijo es uno que ha dado la vida para cambiar el mundo, para hacer a los hombres y mujeres, unos seres humanos más del amor, altruistas, dejando el egoísmo, y así hacer un mundo más justo y fraterno, haciendo el Reino de Dios: una sociedad más recta y santa. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
P.S. Hoy he recurrido a diversos comentarios y escritos. En este documento está el obispo Don Carlos González, también el Pbro. Segundo Galilea, el Religioso Arturo Paoli, y los comentarios, que al respecto, trae la Biblia Latinoamericana. Los que han leído y estudiado estas fuentes se encontrarán con ellas en mi documento de este fin de semana; documento que también se inspiró en el santo Alberto Hurtado, y en otro santo, no oficializado, como el obispo Don Manuel Larraín.
(Mateo 13, 44-52).
Jesús nuevamente nos evangeliza por medio de parábolas. Hoy nos habla de un "tesoro escondido en un campo", de una "piedra preciosa" y de una "red que se echa al mar" y que saca peces buenos y malos. En estas parábolas Jesús se está refiriendo al Reino de los Cielos.
Muchos piensan que el Reino de los Cielos está más arriba de nosotros y sobre las nubes. También piensan que el Reino sólo tiene que ver con algo posterior a la muerte. No. El Reino de los Cielos no está arriba, lejos de nosotros, y no tiene que ver con algo posterior a nuestra muerte. El Reino de los Cielos comienza aquí y ahora. Lo comenzamos aquí en la tierra, cuando nos encontramos con Cristo y comenzamos a amarlo,y por Él, comenzamos a amar a los demás; cuando comenzamos a vivir de verdad el amor y la comunión con Jesús y con nuestros hermanos. Lo que es cierto, es que esta comunión se hará plena y eterna de felicidad en el cielo de vida eterna.
Hay que decir categóricamente que Jesús es el Reino, y su misión esencial en la tierra es instaurar y construir el Reino en medio de los hombres.
Jesús dijo: "El Reino de Dios está entre ustedes"."Pero, sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo hijo de Dios e Hijo del Hombre, quien vino a servir y a dar su vida para la redención de muchos". (Concilio Vaticano II. L.G.5).
Si Jesús es el Reino, éste comenzará en nosotros y en cada uno, cuando haya un real encuentro con la persona de Jesús, El Verbo (Palabra) hecho Hombre: Evangelio: verdadero Dios y verdadero Hombre.
Y Jesús es mucho más que una idea.
Él es Vida que comunica vida en quienes lo han descubierto y amado; en quienes han encontrado el "tesoro escondido" en un campo, en quienes encuentran una "piedra preciosa", que los hace vender todo lo que tienen para comprar ese campo y ese "tesoro escondido" y para comprar la "piedra preciosa".
Se trata de vivir profundamente invadido, habitado y centrado en Jesús. Diríamos como nuestro santo Alberto Hurtado: "para mí el vivir es Cristo". (Filip.1,21); "ya no soy yo quien vive en mí, es Cristo quien vive en mí". (Gal.2,20); "es necesario impregnarse de los sentimientos de Cristo que por amor llegó a la muerte y a la muerte de Cruz". (Filp.2,6-8);"todo lo he perdido por el amor de mi Señor y sé que no quedaré defraudado". (Filip.3,7-8).
El Padre Hurtado lo perdió todo por Jesús y así Jesús lo encontró y tomó posesión de su vida y persona. Llegó a ser propiedad y pertenencia de su amado Jesús.
Porque se hace necesario insistir en la calidad de los cristianos y no tanto en la cantidad es que hablamos del Padre Hurtado, un hombre de Jesús. Necesitamos cristianos de Cristo. Cristianos de calidad. Todo esto es una cosa muy seria. No más cristianos del montón, tibios y mediocres. No más cristianos a su manera. Esos no son del Reino, ni de Jesús ni del Evangelio. Dicho de otra manera: necesitamos que el "grano de mostaza" que llega a convertirse en árbol frondoso:Iglesia, llegue a tener hombres y mujeres de Cristo, capaces de "vender todo lo que tiene", para llegar a ser del "tesoro escondido" y de la "piedra preciosa":de Jesús, el Señor.
Jesús nos pide:"Buscad el Reino de Dios y su Justicia. Lo otro vendrá como añadidura".
Para entender algo más al respecto nos referiremos a la fe en Jesús.
La fe es una apertura total del hombre y de la mujer por acoger a "Alguien", a Jesús Resucitado. No se trata sólo de acoger una doctrina o un código de moral, o una institución o un cierto sistema ideológico.
La fe es mucho más que un tranquilizante. La fe no es una ideología para solucionar problemas, es un "Alguien" a quien seguir, con quien intimar, al cual imitar. La fe no es un punto de llegada y de descanso, es un recomenzar desde otro punto de vista y con "Otro", el camino de la vida. La fe es un diálogo con "Alguien" a quien se tiene amor y deseos de encontrarlo cada día más.
La fe tiene proyecciones con la realidad, con la vida y con el mundo de hoy. Hay que unir fe y vida, y vida y fe. Por tanto no es alienación, no es pasividad ni resignación, ni mucho menos opio como piensan equivocadamente algunos hombres y mujeres de ideologías.
Es en esta línea que nace un verdadero discípulo de Jesús: misionero y constructor del Reino aquí y ahora. Así surgieron los primeros apóstoles y "siguieron a Jesús". (Mt.14,13-22)), y así vivieron con un corazón de discípulo en quien "cada mañana se despabila el oído para que escuche como un iniciado". (Isaías 50,4).
Don Manuel Larraín, gran obispo chileno y mundial(Q.E.P.D.) decía, como el romero: "Hay que tener oído atento, mirada abierta y paso ligero".
El que encuentra a Jesús es un "iniciado", discípulo de Jesús el único Maestro, que anuncia su Reino para "que todos los pueblos sean mis discípulos".(Mt. 28,19). Busca apasionadamente descubrir el Reino de Dios, el "tesoro escondido" y la "piedra preciosa". Busca descubrir con la misma pasión el Reino de Dios "que está dentro de nosotros y que ya ha llegado".
Todo dice relación a la persona de Jesús.
El cristiano no es el que sabe sino el que aprende siempre y que ha entendido que Jesús quiere ser aceptado sin reservas y que abandona todo para seguirlo, en un llamado a la radicalidad y al desapego de las riquezas. Pidió al joven rico dar sus bienes a los pobres para seguirlo, pero el joven tuvo miedo y se fue "entristecido". (Mt.19,21-22). "No se puede servir a dos señores" (Mt.6,24), y "Donde está el tesoro allí está el corazón". (Mt. 6,21).
Jesús pide una entrega total: "no será digno de mí el que no tome su cruz y me siga"(Mt.10,38). Es el amor hasta la Cruz.
La gracia de Dios hace posible lo que parece increíble e imposible. Seguir a Jesús lleva el sentido del servicio al hermano, a la comunión con él, incluso Cristo se identifica con el hermano más pobre: "Lo que hiciste por el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hiciste" (Mt.25.). Seguir a Jesús lleva a la justicia, a la solidaridad y al compromiso con todo lo humano, como lo hizo y enseñó el Señor. Y lo repite la Iglesia:"Nada de la experiencia humana es ajena a la evangelización". (Paulo VI. E.N.).
Seguir a Jesús es aceptar ser su discípulo, reconociendo que Él es el único Maestro y Señor. Es aceptar el sentido del Evangelio y el mensaje de las Bienaventuranzas.
Seguir a Jesús llevará a entender su misericordia con los pecadores y el amor a los pobres. El discípulo se hace misericordioso y luchará por la justicia social y por la dignidad de toda persona, porque desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre (Jesús), los derechos y la dignidad de la persona humana, son los derechos y la dignidad de Dios mismo. Buscará la justicia social y tratará de servir como el Buen Samaritano: Jesús.
El seguidor de Jesús entenderá el estilo de quien creyó "en los medios pobres", o sea en la pobreza, en el amor, en la humildad, y estará lejos del éxito buscado con desesperación, del poder que suele matar la vida. No creerá mucho en la "farándula" y en la propaganda excesiva de los medios de comunicación.
Quien sigue a Jesús pagará salarios justos y será puro y limpio en sus negocios. No explotará a nadie y no humillará a un hijo de Dios.
El discípulo correrá riesgos de no ser comprendido, criticado, atacado y perseguido y, a veces más que eso. Luchará por la liberación integral de las personas y por la libertad, la gran vocación de los cristianos. Esto es seguir a Jesús. Es un llamado a una vida heroica, propia del que vive el amor a Jesús en forma radical. "El discípulo no es más que su maestro,... . Es bastante que el discípulo sea como su maestro... . Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de su familia! Pero no los teman por eso". (Mt. 10 24-26). "Al que me reconozca delante de los hombres, yo lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos. Y al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos". (Mt.10,32-33).
Seguir a Jesús significa trabajar por su Reino, la gran preocupación de Jesús. La idea de Reino está integrada de tal manera a la persona de Cristo, Y como ya lo hemos dicho: Jesús es el Reino. Un verdadero seguidor de Jesús vivirá orientado "por amor al Reino de los Cielos".
Quien sigue a Jesús será misionero porque Jesús es el misionero por excelencia. Es imposible seguir a Jesús, el Maestro, sin anunciar y testimoniar a Jesús, Evangelio y Reino.
Este es nuestro camino de nuestra salvación. Es el de Jesús el Salvador.
Puede ser que alguien piense que todo esto es algo duro y difícil. No olvidar: Jesús, es el Dios de lo imposible. Es mucho más que"el sueño imposible"del Quijote. Pero también, es bueno decir que la acción de Jesús en nosotros es lenta y respetuosa de la libertad del ser humano.Son diversas las etapas y tiempos de nuestra vida. Jesús es quien lleva el proceso, siempre que se lo permitamos. Él nos pidió: "Buscad el Reino de Dios y su Justicia.Lo otro vendrá por añadidura"..
Jesús nos deja a nosotros, sus discípulos, la tarea de continuar la construcción del Reino. Para nosotros: Iglesia de Jesús, la construcción del Reino es una tarea fundamental.
"Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Dios: de Cristo e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino". (L.G.5).
La Iglesia es de por sí misionera y presenta una nueva manera de vivir y ser solidario. Es la semilla del Reino que es necesario cuidar y hacerla crecer. Jesucristo es la Puerta para entrar al reino. Las llaves de la Puerta las tiene la Iglesia. Iglesia y Reino son inseparables.
Los obispos de Latinoamérica en Medellín, Colombia, querían "una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida con la liberación de todo hombre y de todos los hombres".
La Iglesia, "Pueblo de Dios" nace en Pentecostés por la acción del Espíritu y en conjunto con Jesús.
La identidad de la Iglesia es ser misionera, destinada a servir al Reino de Dios, en el mundo, y especialmente en el mundo de los pobres, los predilectos de Jesús.
La Iglesia es la prolongación de Cristo en la tierra:evangeliza, da testimonio y muestra el camino hacia el Padre con una visión de eternidad. "Bajo la acción del Espíritu Santo, no deja de renovarse a sí misma". (L.G.9.).
Siempre, para la Iglesia, construir el Reino será conflictivo porque defender la vida trae problemas y, en tiempos de Jesús, los enemigos de la vida eran los hombres de la religión de ese tiempo, quienes estaban con la ley. Por la ley mataban la vida. ¿Es eso lo que se pretende en Chile, discutiendo vía ley, matar la vida del ser en gestación? Tanto la vida de la madre hay que protegerla tanto como la del que viene en su vientre. No se trata de salvar a uno matando directamente al otro. Hay que buscar salvar y proteger ambas vidas. Esa debe ser la intención de cualquiera intervención médica. Si la intervención produce un resultado distinto del buscado: si muere uno de los dos, es un triste resultado, cuya intervención produjo un doble efecto, la vida y la muerte, y la muerte no fue buscada por el médico, el respetó su juramento de protección y salvación de la vida. Todavía está vigente el mandamiento de Dios:
No matarás.
Jesús estaba por la vida y vino a traer "vida en abundancia" (Jn. 10,10)). Y por eso, los enemigos de la vida: "resolvieron quitarle la vida". (Juan 11,53).
Para los fariseos, el Reino estaba por venir; para Jesús, el Reino había llegado.
En los tiempos de Jesús los hombres religiosos temían perder el poder y estaban centrados en el templo y en la ley. Esperaban al Reino para imponer la ley sobre el pueblo.
Jesús, por el contrario, trae vida "da libertad a los oprimidos, rompe las cadenas y da la buena noticia a los pobres". (Lc.4,18). Quiere dignificar toda vida humana y está contra la hipocresía.
Los fariseos siempre existen. La búsqueda de poder y la ambición al legalismo, más que a crear fuentes de vida. Es bueno preguntarse:¿Uno está para aplicar leyes o para hacer justicia? Lo digo porque hay leyes que no son justas. Pregunta importante para los jueces y abogados.
Es fácil "colar mosquitos y tragar camellos" (Mt. 23). Es más fácil quedarse en los detalles sin ver los grandes problemas que originan los conflictos. Suele suceder que no buscamos la raíz y nos quedamos en las ramas.
Jesús muestra el poder al servicio de la vida El Reino de Dios que nunca será entendido por los orgullosos,los prepotentes y los ricos que no tienen corazón de pobre.
Este capítulo 13 de Mateo que hemos estado comentando con respecto al Reino de Dios, muestra el espíritu y el estilo del Reino, y ese es el sentir de la Iglesia fundada por Jesús.
Es una utopía, es el mundo al revés, pero las parábolas en su conjunto son la explicación del Reino de Dios y revelan el rostro misericordioso de Dios, el cual ya no es una amenaza ni un castigo para nadie. Está la parábola del Buen Samaritano, que revela a Jesús compasivo, está la parábola del padre del hijo pródigo que da el perdón, está la del buen pastor que busca la oveja perdida.
"Los pecadores y publicanos se acercaban a Jesús para escucharlo" y el Reino de Dios muestra el rostro de Dios impregnado de Amor y no a ese Dios castigador que aleja a tantas personas de la Iglesia.
El Reino de Dios ha sido descubierto con mayor fuerza en los últimos siglos. Éste es un hecho de gran importancia para la Iglesia. Es el Reino encarnado en la vida, en los conflictos, en las personas y en todo lo humano. Es el camino para llegar a una religión que trae, por el amor, paz y libertad.
Sin embargo existen personas "espiritualistas" que son buenas porque nunca se meten ni asumen ningún conflicto. Dicen: "yo tengo mis manos limpias". Tener las manos limpias puede llevar a no tener manos.
Hacer Reino significa, ser Jesús y ser de Jesús. Esto significa cambiar la cara del mundo, hacer una revolución. Hacer la revolución es un término cristiano cuando significa sobre todo cambiar el rostro del mundo, para que no haya más egoísmo, ni opresión, explotación, sino que nos sintamos todos hombres y mujeres libres y capaces de vivir en paz.
Esta tarea revolucionaria y cristiana atrae a muchos, pero con el correr del tiempo, uno se da cuenta de que también hay muchos que se han quedado atrás y han bajado sus manos. Esto sucede por las dificultades, ya antes mencionadas, que conlleva la construcción del Reino de Dios y su Justicia, pero por sobre todo, porque no hay un verdadero encuentro y amor con Jesús. Esto nos indica de que no se puede dedicarse al Reino de Dios toda la vida por un mero acto de voluntad. Para el Reino de Dios y su construcción en el mundo es necesaria una conversión del corazón, y que esta conversión sea continua y perseverante. En las opciones con Jesús debemos ser fieles a la línea del amor. Si a la primera oportunidad optamos por lo que nos conviene a costa de los demás, entramos por mal camino. El camino del amor es exigente; Jesús nos ha pedido que sea hasta dar la vida: "Hagan esto en memoria mía". La conversión y la opción por el Reino de Dios significa descubrir el gran "tesoro del Evangelio y de Jesús", por el cual dejamos todo, a pesar de que para nosotros o para otros representan un bien, una razón de vivir. Podemos decir que Jesús: Evangelio: "tesoro escondido" es como un gran amor, una pasión grande. Y este amor es por el ideal de cambiar la cara del mundo y de hacerlo más justo y fraterno. Y por eso se deja toda ganancia, y se juega el todo por el todo. Es una santa obsesión, y de hecho muchos han juzgado a los santos y a Jesús mismo como locos. Es la "locura del Reino".
Todo esto es como un gran amor que nace desde dentro y que no se puede resistir. Por eso Jesús habla de uno que vende todo lo que tienes, como sucede al que tiene una gran pasión. Hay ciertas pasiones que son destructivas y que aumentan el odio en el mundo, mientras que el amor apasionado por el Reino es una pasión creadora, que aumenta el amor en nuestra sociedad.
No todos los cristianos tienen este amor apasionado. El distintivo de los seguidores de Jesús debería ser la pasión por El Reino. Pero muchos cristianos practicantes, a veces buscan en la religión el refugio, la seguridad de sus riquezas y la protección. Uno tiene la impresión de que muchos se han alejado del espíritu del Evangelio. Hay gente que se llama católica, que luchan por no cambiar nada y por defender la situación actual. Aquí me acuerdo de una Religiosa, que mientras muchos nos alegrábamos con la llegada del Papa Francisco, intuyendo cambios necesarios en nuestra Iglesia, ella decía en una sobremesa: "Ojalá que a este Papa no se le ocurra hacer cambios".
Aunque me he alargado más de la cuenta, no puedo dejar de referirme a la parábola de la "red" que saca peces buenos y malos.
La Iglesia pescó a una parte de la humanidad. No son buenos todos los que han sido hechos católicos, ni son todos hijos del Reino, es decir, están en la familia visible de los elegidos sin haber entrado al espíritu del Reino.
La "red" nos recuerda que la primera actividad de la Iglesia debe ser la misión:"pescar hombres". No olvidemos el llamado de Jesús: "Síganme y los haré pescadores de hombres". (Mt.4,19).
La misión siempre trae de todo; unos se van, otros perseveran, renovando a la Iglesia.
Nos gustaría una Iglesia perfecta, integrada por hombres y mujeres irreprochables, en la que todos hubieran descubierto el don de Dios. Pero Cristo no lo quiso así, ni ésta es la manera como su Iglesia salva al mundo. Esta parábola nos invita a no extrañarnos de los escándalos que hay dentro de la Iglesia, pero no nos enseña a soportarlos pasivamente.
Hay algunos que serán echados afuera. El horno ardiente significa el sufrimiento insoportable y la desesperación de los que se apartaron del Reino, cuya ley es el amor. La separación será definitiva, tal como el Reino se hará definitivo en ese día.
Al final Jesús habla del maestro, o sea, del hombre preocupado por profundizar su fe. Éste al meditar constantemente las parábolas de Jesús, sacará de ellas enseñanzas siempre nuevas y adaptadas a las nuevas circunstancias.
Termino con las palabras de San Pablo a los Romanos 8, 28-30, segunda lectura de este domingo:
"También sabemos que Dios dispuso todas las cosas para el bien de los que lo aman, a quienes él ha llamado según su propio designio. A los que de antemano conoció, también los destinó a ser como su Hijo y semejantes a él, a fin de que sea el primogénito en medio de numeroso hermanos. Por eso, a los que eligió de antemano también los llama, y cuando los llama los hace justos y después de hacerlos justos, les dará la gloria".
Es decir, el hecho de que el Padre nos ha conocido, que nos ama y que nos ha salvado se manifiesta en ser siempre más como el Hijo. El Hijo es uno que ha dado la vida para cambiar el mundo, para hacer a los hombres y mujeres, unos seres humanos más del amor, altruistas, dejando el egoísmo, y así hacer un mundo más justo y fraterno, haciendo el Reino de Dios: una sociedad más recta y santa. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
P.S. Hoy he recurrido a diversos comentarios y escritos. En este documento está el obispo Don Carlos González, también el Pbro. Segundo Galilea, el Religioso Arturo Paoli, y los comentarios, que al respecto, trae la Biblia Latinoamericana. Los que han leído y estudiado estas fuentes se encontrarán con ellas en mi documento de este fin de semana; documento que también se inspiró en el santo Alberto Hurtado, y en otro santo, no oficializado, como el obispo Don Manuel Larraín.