Jesús es Rey.
DOMINGO TREINTA Y CUATRO AÑO C.FIESTA DE CRISTO REY. 20.11.2016
(Lucas 23,35-43; Juan 18,33-37; Mateo 25,31-46).
Sí, ¡Jesús es Rey! Pero no se trata de un Rey con un Reinado según los criterios de mundo. No, Jesús es Rey y su Reinado es según los criterios de Dios y del Evangelio.
Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Hablaremos de su condición de Rey y del estilo de su Reinado.
Muchos, le aplican a Jesús Rey y a su Reinado, los criterios del mundo. Lo ven como un rey a la manera del mundo, con mucha riqueza y poder, y con una actitud un tanto autoritaria; sentado en un lujoso y brillante trono; un trono ubicado en un lugar majestuoso, con mucho boato, riqueza, lujo y gran pompa. Abajo de Él están sus súbditos, un tanto temerosos e impactados con el oropel de todo lo circundante al trono del Rey.
Un día, construyendo un templo o capilla, unos católicos discutían acerca de los adornos y gastos que había que hacer en la capilla. Una señora propuso un sagrario a todo lujo, con enormes gastos, poniendo oro y piedras preciosas brillantes, caras y lujosas. Yo le dije que no me parecía hacer tantos gastos, habiendo tanta pobreza en Chile. Les decía que era un insulto para los pobres de su parroquia. Les recordaba que Jesús "no tuvo un lugar en la posada" para nacer, y que nació muy pobremente en una pesebrera, en una noche oscura, silenciosa y en medio de la mugre que tienen los lugares de animales como una pesebrera. La señora no me entendió o ella le aplicaba a Jesús los criterios de un rey de este mundo. Concluyó diciéndome: "Se trata de Jesús, nuestro Rey, y creo que no hay que fijarse en gastos en dinero; a Él hay que darle lo mejor". Mi única respuesta, para no alargar el asunto, fue una pregunta: "¿ Y usted está segura que eso que usted pretende es los mejor para Jesús?".
Ese mismo criterio, algunos lo aplican a la Virgen María, y objetivamente, en la práctica, sin darse cuenta, se llega a una cierta idolatría. Sin embargo, la Virgen es la que contesta así a Dios: "Yo soy la servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho".
Ella es humilde. "Guardaba todas las cosas en su corazón", aunque en vida, como Madre de Jesús: "a tí misma una espada te atravesará el alma", hasta estar al pie de la Cruz del Calvario de su Hijo, sufriendo con su Hijo, el pobre de Belén, el Carpintero de Nazaret, el que lo entregó todo; no se guardó nada para si, hasta su vida la entregó por nuestra salvación, como un don, un servicio y compromiso de amor hasta el extremo; y como otras veces he dicho: el único bien material que le quedaba, su túnica, fue sorteado por sus victimarios, al pie de la Cruz, mientras Él agonizaba. Todo esto no tiene nada que ver con el triunfalismo y el oropel de un rey de este mundo.
Lo mismo, algunos católicos, han hecho con los Papas. Soy testigo, a través de la historia, como se ha hecho prácticamente una cierta papolatría. Pero resulta que Kefas o Pedro, el primer Papa fue un humilde pescador de Galilea; hombre y frágil criatura que negó tres veces a Jesús en un momento crucial; se arrepintió de su pecado: "En ese momento cantó un gallo por segunda vez.Y Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces me habrás negado tres veces. Y se puso a llorar". Posteriormente, arrepentido y pidiendo perdón, le declaró a Jesús - ante las tres preguntas de Jesús Resucitado - : "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Y a ese humilde pescador de Galilea, Jesús le entregó el cuidado de la Iglesia y lo hizo el primer Papa: "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas".
Jesús sólo le pidió amor: "Simón, hijo de Juan ¿me amas más que éstos?". Jesús le preguntó tres veces lo mismo. Es decir sólo le pidió amor, como condición para hacerlo Papa de su Iglesia. El amor "mas que éstos" es una realidad perteneciente a Cristo Rey y a su Reinado.
Y la Iglesia fundante y creciente en Pentecostés, era Iglesia pobre y con discípulos débiles y frágiles. Sus discípulos se sentían en peligro, perseguidos, y siendo considerados, por la gente, como los últimos. Pero, según el Evangelio: "los últimos serán los primeros". A ellos, en medio de su fragilidad y pobreza, Jesús les prometió como Iglesia: "Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo,y las puertas del infierno no podrán contra ella. Y el que a vosotros oye a mí me oye. No tengan miedo, yo he vencido al mundo".
En los Doce, Jesús fundó la Iglesia, y a esa Iglesia pobre y perseguida se está refiriendo Cristo, prometiéndole que no se inquietaran por nada porque Él estaría siempre acompañándolos;los envía a la misión no como reyes y poderosos de este mundo,con las siguientes instrucciones:
"Mientras vayan caminando, proclamen que el Reino de Dios se ha acercado. Den gratuitamente, puesto que recibieron gratuitamente. No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, ni provisiones para el viaje. No tomen más ropa de la que llevan puesta; ni bastón ni sandalias, porque el que trabaja tiene derecho a comer".
"Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios". "No se preocupen por la vida, pensando: ¿qué vamos a comer? No se inquieten por el cuerpo: ¿con qué nos vamos a vestir? Porque la vida es más que el vestido. Miren las aves no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y, sin embargo, Dios las alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! Además, ¿quién de entre ustedes por mucho empeño que ponga, puede añadir un medio metro más a su estatura? Entonces, si ni siquiera las cosas más pequeñas están al alcance de ustedes, ¿por qué inquietarse por las mayores? Miren los lirios, que no hilan ni tejen. Pues bien, yo les declaro que, ni el mismo Salomón, con todo su lujo, se vistió como uno de ellos. Y si Dios en el campo da tan lindo vestido a la hierba que hoy florece y mañana se echa al fuego, cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe. No estén siempre pendientes de lo que comerán o beberán; no se atormenten. Los que viven para el mundo presente se preocupan por todas estas cosas. Ustedes, en cambio, piensen que su Padre sabe lo que necesitan. Por tanto, trabajen por su Reino, y él les dará todas estas cosas por añadidura".
Este es puro Evangelio de Jesús.Este es el criterio de su Reinado.Y Él tenía autoridad en todo lo que pedía, decía y exigía porque era de una consecuencia radical y total.Lo que decía lo hacía o vivía dando un testimonio verdadero. ¿Y todo esto qué tenía que ver con el poder, el oro, el dinero, el boato, la ostentación, los lujos y egocentrismos de los poderosos y los criterios del mundo terrenal? Entonces, ¿vamos entendiendo a Jesús y de qué Rey y Reinado, Él nos habla? Yo creo que Jesús es Rey. Yo creo en su Reinado. Yo creo en mi Madre, la Virgen María. Yo creo en la Iglesia. Yo creo en el Papa de la Iglesia. Yo creo y amo a sus legítimos Pastores. Yo amo mi sacerdocio y a mis hermanos sacerdotes. Yo amo a los laicos: hombres y mujeres de Iglesia. Yo amo a los religiosos y religiosas. Yo creo y amo a Cristo en mis hermanos pobres.Pero todo el plan de Dios y de Jesús, el Dios hecho Hombre, todo lo concerniente con respecto a Él, a su Reino, a su Madre, a su Iglesia y al Papa; a sus Pastores, sacerdotes,laicos y religiosos (as) no tienen nada que ver con el rey, el poder, el reinado, las riquezas y las ansias de tener y tener de los que siguen los criterios del mundo temporal.
Pero, debemos reconocer, que hay críticas y quejas, por la riqueza de nuestra querida Iglesia. Y en esto se critica especialmente la riqueza y el poder del Vaticano, la de alguna jerarquía, la de algunos sacerdotes y gente de Iglesia. Un laico, con preocupación, me hablaba de que veía a su sacerdote con mucho interés por juntar dinero, y se los pedía con insistencia a la feligresía, organizando bingos, entregando entradas a sus laicos, con la obligación de venderlas todas; si no podían, si les sobraban, tenían que pagarlas los mismos laicos. No se podía perder ni un centavo, aunque la feligresía no era de un situación económica bullante.
Pero, con alegría, hemos sido testigos del cambio producido con Vaticano II. Era la "Primavera de la Iglesia". Notamos los cambios y la apertura de la Iglesia: una Iglesia sin muros y con mucho horizonte.
El Concilio Ecuménico Vaticano II fue influyendo mucho en nuestros cambios, y fuimos adquiriendo criterios más cercanos a los criterios de Jesús y su Evangelio. No olvidemos al Papa Bueno, Juan XXIII, que al inaugurar el Concilio dijo: "Queremos ser la Iglesia de todos, pero especialmente queremos ser la Iglesia de los pobres". Y Pablo VI, al clausurar el Vaticano II, ante una multitud que llenaba la Plaza de San Pedro, y ante ávidos Cardenales, Obispos y Padres Conciliares, en la Eucaristía, como un gesto muy significativo, en el ofertorio, se sacó de su cabeza la "tiara", aquella antigua y brillante corona de oro y piedras preciosas. Más aún, quién no recuerda que antes, los Papas entraban al encuentro con la gente, también en las liturgias y ceremonias, en una majestuosa "silla gestatoria", cargada y llevada en hombros por personas, que aparecían como súbditos, esclavos de carga. Pues bien Pablo VI también la suprimió; y sacándose la tiara de su cabeza, la puso sobre el altar, para señalar despojo, austeridad y pobreza, pero por sobre todo, lo hizo como un gesto y ofertorio, cual pastor y mago, ante el pesebre del Niño pobre de Belén, ofreciéndola a Cristo, que está en los pobres, como lo dijo tantas veces, con su testimonio de vida, nuestro santo el Padre Hurtado: "¡El pobre es Cristo!" No olvidemos que Jesús, hombre, pobre y trabajador(carpintero) nos dice en su Evangelio: "Lo que hiciste con el más pobre conmigo lo hiciste. Por eso, ven bendito a gozar del Reino que te tengo preparado". Jesús es Rey pobre, para y con los pobres. No olvidemos a nuestro actual Papa Francisco I: "Quiero una Iglesia pobre y para los pobres".
Pero al correr el tiempo, católicos tradicionalistas, conservadores e integristas, no contentos con Vaticano II y unidos en todo el mundo, y con algunos del Vaticano, comenzaron estratégicamente un proceso de involución y restauración de la Iglesia con respecto al Vaticano II. Y en esto hay que contar a Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Religiosas y Laicos, todos haciendo retroceder a la Iglesia a tiempos anteriores. Esta involución se comenzó a notar en las décadas de los 70 y 80 hasta hoy día. Se comenzó una lucha de poder y divisiones internas que no tienen nada que ver con nuestro Cristo Rey, con su Reinado y con una Iglesia servidora, pobre para los pobres. Esto que digo fue reafirmado, entre otras razones, por Benedicto XVI al renunciar al Papado. La Iglesia comenzó a centrarse en sí misma, con un accionar más piramidal, más desde una jerarquía más autoritaria, que desde la base del "Pueblo de Dios". Una Iglesia centrada en el clero, porque se puso más que nada sacramentalista, centrada en sacramentación, y es el clero el que tiene más que ver con sacramentos; y una Iglesia menos en la misión evangelizadora hacia los confines y fronteras. Los laicos comienzan a aparecer más como ejecutivos de los planes de los sacerdotes y no con poder de decisión como lo insinuaba el Concilio,también,la Conferencia Episcopal de América Latina realizada en Puebla, lo reafirmaba en su Capítulo de Comunión y Participación: "Se requiere la participación del laicado no sólo en la fase de ejecución de la pastoral de conjunto, sino también en la planificación y en los mismos organismos de "decisión". Hoy soy testigo de algunas acciones de sacerdotes, que emulando tiempos de reyes, con criterios del mundo, constantemente le están diciendo al laico, que quiere tomar iniciativas o hacer ciertas sugerencias:"Acuérdese que la Iglesia es jerárquica". En cierta parroquia y en cierta Eucaristía dominical, al momento de la Comunión, se escucha al sacerdote celebrante decir al laico(a):"Hínquese". En esa Parroquia más bien pobre, un domingo al mes, la Eucaristía se celebra en latín. Eso está indicando una autoridad impositiva y no dialogante, exigiendo obediencia. Creo que eso no tiene nada que ver con Cristo Rey; Él vino a salvar y liberar, llamando, invitando, sugiriendo un seguimiento personal, respetando la libertad; haciéndose un Rey, servidor de todos y no sirviéndose de los demás;se hizo el último, no considerando indigno, siendo Dios, hacerse uno de nosotros, para servirnos en nuestra salvación y liberación. Y su servicio, que lo llevó a hacerse el último, culminó con un amor hacia todos y hasta el extremo de dar su vida. Soy testigo, que la Iglesia centrada en sí misma y en el clero, en la práctica, hace al laico un ejecutivo y, a veces, un sacristán del clero. Y si hace una comparación entre ese clero y su Obispo. El Obispo se muestra más cercano y servicial que los sacerdotes. A veces, existe la impresión que hay sacerdotes que exigen a sus feligreses obediencia irrestricta, y los laicos ven que hay sacerdotes que ni siquiera obedecen a su Obispo. Como ejemplo: un laico me comentaba que el Vicario Episcopal de su Zona, le habría dicho: "Cada sacerdote en la Zona tiene su propia opción pastoral". Ante eso, el laico, me conversaba, haciéndose una pregunta: "Entonces, ¿dónde están o dónde quedan las líneas pastorales de conjunto, que se nos indicaron a seguir en la Inauguración Arquidiocesana del Año Pastoral? Y anteriormente no he notado la opción pastoral de la renovación de las parroquias ni la Misión Joven, y ahora no he percibido la Misión Territorial". Esto indicaba un monopolio pastoral clerical. Y así no se viven los criterios del Rey Jesús, de su Reinado y tampoco de su Iglesia. En esta involución, los laicos siguen muchos cursos de formación doctrinal, para preparar a la gente que se acuerda de la Iglesia cuando "toca un sacramento". Y así, como Benedicto XVI, con su renuncia, dejaba al descubierto luchas internas eclesiales de poder que creaban divisiones, así también, hay luchas de poder, creando divisiones en la comunidad eclesial de base. Hay más de algún laico lleno de cursos doctrinales y pastorales, que pugna por adquirir cierto poder, buscando ser nombrado Ministro, Diácono o Agente de algunas de las estructuras pastorales internas, creando disputas, luchas y divisiones entre los hermanos laicos de la comunidad. Más aún, como decía anteriormente, creo que los laicos, con tantos cursos, sólo entregan o anuncian doctrina, tal vez sin ninguna falla doctrinal, entregan conceptos, pero sin evangelización: no evangelizan ni anuncian a la persona de Cristo. Se entrega "algo" pero no a "Alguien". Sin eso, no hay conversión, no hay adhesión ni encuentro con la persona de Cristo. Por eso,la gente pasa a ser "temporera" de la Iglesia: sólo se aparece entre un sacramento y otro siguiente sacramento.Se acuerdan de ella cuando "toca un sacramento".
La Iglesia sólo sacramentalista y con laicos que entregan solo "algo" y no a "Alguien" no cumple su rol de "servicio misionero y evangelizador de Cristo". La gente, después de recibidos los sacramentos, se olvida de la Iglesia. No adquirieron un amor a la persona de Jesús, ni pueden tener sentido de Iglesia y de pertenencia a ella.
La preparación a los sacramentos en grupos de personas, buscaba ser de Jesús y de Iglesia; buscaba formar comunidades cristianas: iglesia doméstica, comprometida en una población o barrio; en un mundo laboral y social, con sentido de "servicio y compromiso" en el mundo, con sentido "misionero y evangelizador". Éste es el "servicio misionero" pedido a la Iglesia por Jesús, Rey que vino a servir y no a ser servido, buscando liberar y salvar, con su amor comprometido, al ser humano, a su mundo integral y secular.
Las comunidades cristianas se han estado terminando, no sólo porque no se han renovado, sino también porque en un contexto de involución eclesial, los laicos de "una comunidad cristiana: iglesia doméstica", comprometidas en la evangelización misionera hacia el mundo temporal y secular, se tornaron en algo peligroso para una Iglesia centrada en sí misma y en una sola jerarquía protagónica y clerical, porque esos laicos, en el mundo, podían infiltrar a la Iglesia de el secularismo de ese mundo. Esto finalmente también acarreó a los laicos a ser de una Iglesia más intimista;los hizo meterse en la "barca", perdiendo la unión de su fe con su vida temporal. Se le temió al envío del Vaticano II de ir al mundo secular. La Iglesia le temió como Pedro al oleaje tormentoso del "lago" temporal y secular del mundo, y buscó meterse en la "barca". Esto ha acarreado retrocesos y aspectos negativos en una Iglesia servidora del mundo y enviada a los confines del mundo "a evangelizar no sólo como maestra sino también como discípula", aprendiendo a discernir la presencia y el desafío de un Cristo, que vive su Pascua también en el mundo secular y no sólo en la "barca". En resumen, con esa postura tomada, la Iglesia no se parece a Cristo Rey ni a su Reinado. Sería muy largo profundizar más al respecto. Pero sólo diré: así como se dan las cosas, los laicos se empiezan a ausentar de su rol específico y de su compromiso de construcción, aquí y ahora, del Reino y de la patria temporal, incluso con compromiso político, en la búsqueda del bien de la "polis", del bien común; la política propia del laicado puede y debe ser la expresión más eximia de su caridad y amor por sus semejantes. Al no serlo y al no ser de comunidad cristiana, se tornan en clericales, incluso buscando cuota de poder dentro de la Iglesia. Y eso no es de Jesús Rey. Eso no es propio del Reinado de Jesús: "El que quiera ser grande que se haga el último y el servidor de todos".
Jesús se reconoce como rey ante la autoridad temporal y la realeza del mundo, estando detenido y preso; habiendo pasado una noche de torturas, como muchos pobres de este mundo; se presentó ante esta autoridad, siendo un Rey con las manos atadas, con sus vestimentas llenas de manchas de sangre, y más aún coronado de espinas; Nuestro Rey no tiene una corona de oro ni una tiara, tiene su cabeza coronada de espinas. Si la Cabeza y Rey está con una corona de espinas, su Iglesia, que es su Cuerpo, con distintos miembros, tiene que reinar con más humildad, pobreza y pasando, a causa de su evangelización profética, por lo que Cristo pasó. No a la corona de oro. Sí al servicio y compromiso de amor al mundo todo y a todos los hombres, en forma preferencial a los más pobres, haciéndose pobre con ellos: ¡Esa es su corona de espinas! No es propio de la Iglesia y de sus miembros aparecer ante el mundo como un poder temporal más.
Esta manera de hacerse Rey y de Reinar es a la manera de Jesús. Y no a la manera del reinado y pecado del mundo.Eso sería hacerse la antípoda del "Siervo de Yavé" y de Jesús Rey.
No puedo omitir el anuncio de Jesús en su Nacimiento. Allí, nuestro Rey, nos indica la cuna y origen de su Reino. El anuncio es el de un Niño pobre recién nacido en el pesebre de Belén. Jesús nació pobre, para todos, preferencialmente para los pobres: los primeros que llegaron a adorarlo fueron los pastores. Esto nos indica que Él optó primero que nosotros y que su Iglesia, por los pobres, pasando a ser una verdad de nuestra fe y no un capricho y un oportunismo populista, como dicen los poderosos, políticos y tradicionalistas católicos, preocupados siempre más de sus dineros e intereses de poder (de su reinado).
Jesús,"no tuvo un lugar en la posada" para nacer, como muchas madres pobres que dan a luz a su hijo en la calle, o en una comisaría policial, o en un baño público.Jesús nació rodeado de animales: un burro y una vaca; rodeado de hombres pobres: los pastores, como ya lo dijimos, que acudieron a reconocer y a adorar a ese Rey pobre.
Hay que comprender, de una vez para siempre, que Jesús desde su pobreza y desde una noche de un Belén pequeño y en una pesebrera anuncia y evangeliza, desde esa perspectiva y ángulo, desde los pobres, a todo y a todos los hombres de "buena voluntad" sin exclusión.
Y, ¿nosotros desde dónde estamos evangelizando y anunciando la Buena Nueva?
Nuestro querido Cardenal Raúl Silva Henríquez nos insistía siempre: 'Nuestra cuna y origen es la cuna de un Niño pobre de Belén, un pueblo al margen. Nunca debemos renegar y avergonzarnos de nuestro origen y cuna. Nuestra cuna y origen es la de un Hombre "pobre", de un carpintero de Nazareth, de un "trabajador".
Nuestro origen eclesial: nuestra cuna de Iglesia es la de uno, que muriendo pobre en la Cruz, nos manifestó su servicio de Rey y su amor hasta el extremo, haciéndose un último y dando todo hasta su propia vida. Así Cristo Rey instauró su Reino. Nosotros, sus discípulos, ni con egoísmo ni con apego a riquezas e intereses de poder y reinado de este mundo, podemos ser la Iglesia de Cristo Rey, tampoco continuadores de la construcción del Reino de Dios.
Agreguemos:desde un Dios hecho Hombre. Desde un Hombre Pobre. Desde un Trabajador. Desde un Crucificado y Resucitado, para salvar y liberar a "todo el hombre y a todos los hombres" llega la Buena Nueva y el servicio evangelizador de Jesús Rey.
Comprendiendo esto: desde que Dios se hizo un hombre, un "humano"; desde que Dios se hizo "pobre" entre los pobres; desde que Dios se hizo un "trabajador y un obrero", como su padre José; y desde que Jesús murió en la Cruz, para la salvación y liberación de "todo el hombre y de todos los hombres", los derechos humanos, los derechos de los pobres, de los trabajadores y obreros, son los derechos de Dios mismo. Quien dice amar a Dios y no respeta ni promueve los derechos humanos, ni de los pobres ni de los trabajadores y obreros, creyendo en su salvación y liberación integral, es un mentiroso y no es de Cristo Rey ni de su Reinado.
Esto lo digo,como testigo, de mi Iglesia de Santiago de Chile, que arriesgó su vida con valentía y audacia, en dictadura, defendiendo a cualquier humano, sin preguntarle ni su credo, ni su partido político; sin hacer ningún juicio de él. Se trataba de una persona humana y según nuestra fe de un hijo de Dios en peligro de su vida, en problema y sufrimiento; no había más que comportarse como un Buen Samaritano. No se me olvida, que el Cardenal Raúl, en esas circunstancias, nos envió a salvar vidas.
Algunos Agentes Pastorales: Sacerdotes, Religiosas, Laicos y más de algún Obispo, cuando se fue el dictador, llegaron a decir y postular lo siguiente:"Ahora volvamos a lo "nuestro y a lo propio"; se acabó la pastoral de suplencia impuesta por los Pastores; se referían a que se acababa la defensa y promoción de los derechos humanos; la defensa de la vida de muchos chilenos; que se acababa la Vicaría de la Solidaridad y de la Pastoral Obrera, que en dictadura, urgían a la Iglesia, a responder "según los signos de los tiempos".
Más de alguien decía: que ya no me exigirán que exponga "mi vida" ante las fuerzas represivas en contra de hombres y mujeres de nuestro pueblo; que se acababa el préstamo de locales de Iglesia para gente sufrida y perseguida; que no había que prestar ya un lugar seguro a la gente, que tenía que ejercer su derecho a reunirse; que se acababan las Ollas Comunes y los Comedores Infantiles". En fin, y muchas otras acciones de servicio y compromisos de la Iglesia en tiempos de dictadura, que según algunos eclesiales, no eran propios y había que "volver a lo nuestro y propio". Esa reacción de esos Agentes Pastorales era retardataria, conservadora, tradicionalista e integrista. Para ellos, la actuación de hombres y mujeres de Iglesia en la dictadura, era esporádica y de suplencia, no era propio ni nuestro, de Iglesia. Para ellos, ¿dónde se ubica el Evangelio? ¿Dónde y cuándo es propio y nuestro vivir la Parábola del Buen Samaritano? ¿Acaso fue una sola suplencia vivir el Evangelio,'predicar y vivir oportuna e inoportunamente,con toda paciencia y doctrina', denunciando proféticamente en cualquier lugar, momento y ocasión, las torturas, asesinatos, detenciones; allanamientos, represiones, fusilamientos; persecuciones y tantas violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, cometidos por dictadura; la falta de justicia, la cesantía reinante, el trabajo explotador e indigno para muchos hombres y mujeres de nuestra patria, etc. La lista es muy larga. Pero lo que es breve, es que esa gente de Iglesia, no entiende y no ha entendido el Reinado de Cristo. ¡Eso es una ofensa a Cristo Rey!
Nuestro Rey es un delatado al enemigo; es un traicionado; es un detenido y preso; es un torturado; un Crucificado. Un Crucificado que no murió con pompas y gastos muy costosos como los reyes o gente en el poder del mundo. Cristo Nuestro Rey ni siquiera murió en una cama, ni murió de anciano, ni de rico, ni de enfermo. ¡Jesús padeció y murió por nuestra salvación y liberación integral! Derramó su Sangre preciosa y su Cuerpo, como en una gran Eucaristía. El Rey Jesús nos dejó testimonio de la Eucaristía de la vida en la Cruz, y nos mandó celebrar en memoria de Él, la Eucaristía del altar, memorial y presencia perpetua del amor más grande de la historia: "Hagan esto en memoria mía". Significa amar, en toda circunstancia, a la manera de Jesús, porque la Eucaristía de la Cruz y del Altar litúrgico, debe ser para todo cristiano y discípulo de Cristo, la Eucaristía de la vida de todos los días de nuestro tiempo. Así, Cristo es Nuestro Rey, y recordando el contexto de la Cena del Señor, antes de ir a la muerte, lo vemos que es un Rey que se hace el servidor nuestro, hasta el punto de "lavar los pies a sus discípulos", porque no actúa como los jefes (reyes del mundo), el vino a servir y no a ser servido. Este gesto, Jesús quiere que lo hagamos unos con los otros: "Ámense unos a otros como yo los amé". Entonces, el Reinado de Jesús, practicado por Él, no es un triunfo del poder político idolátrico, ni del poder egoísta "becerro de oro", menos del poder de las armas y de un Golpe de Estado; es un triunfo del Rey del amor más fuerte, hasta el extremo, sobre el pecado personal y social; es un triunfo y una pascua (paso) sobre la muerte, "para tener vida y vida en abundancia". Este paso de muerte a vida, también sucedió en una mañana de domingo, cuando unas fieles mujeres encontraron el sepulcro abierto, sin el Cuerpo de Cristo. Cristo había salido vivo del sepulcro: "No está aquí. Ha resucitado. No busquen entre los muertos al que vive". Es el triunfo de Nuestro Rey Resucitado: "Anunciamos tu Muerte. Proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor, Jesús!". Es el triunfo de un Rey bajo las humildes apariencias de pan y vino. Como Rey, Jesús, se queda humildemente en un Sagrario y en un pedacito de pan: Pan de Vida Eterna. Es Nuestro Rey Eucarístico, lo digo y lo repito nuevamente.
El triunfo de Nuestro Rey Eucarístico es lo contrario del rey y reinado acumulador de dinero y riquezas, que hace el "pecado social" y la pobreza de millones de seres humanos "que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
Y Jesús, para que no quede duda de su condición de Rey y de su Reinado, en Evangelio nos dice:
Que es un Rey que tiene hambre,que tiene sed; es un Rey sin casa, a la interperie, como un forastero; es un Rey sin ropas, que está desnudo; es un preso y es un enfermo. Y su Reinado está expresado en la Cruz y en la Eucaristía. Es un Reinado humilde y lleno de amor: el Reinado del amor más grande de la historia. Es el Reinado del amor también en un culto humilde eucarístico, sin boato ni riqueza; es el culto del amor y el compromiso por la justicia a la manera de Cristo; amor y justicia muy concreta y real: El que vive la Eucaristía y tiene un compromiso de amor por el hermano, ama a Jesús; pertenece a Cristo Rey y su Reinado:
"En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo".
Es decir,lo que hiciste por el hambriento y sediento; por el sin vivienda, sin ropas y desnudo pasando frío; por el enfermo y el preso, lo hiciste conmigo. Por tanto:
"¡Bendecidos por mi Padre! vengan a tomar posesión del Reino preparado para ustedes desde el principio del mundo". Aleluya.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
P.S. Cualquier crítica a mi querida Iglesia y a algunos miembros de ella, es de puro y sincero amor. Amo a mi Iglesia. Y la crítica me alcanza a mi misma persona. ¡Yo soy Iglesia! "Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.
Quería que esta esposa suya fuera santa y por eso la limpió con el bautismo de agua junto a la palabra santa. Deseaba presentársela a sí mismo muy gloriosa, sin mancha ni arruga, ni nada parecido,sino santa e inmaculada".(Efesios 5, 25-27).
(Lucas 23,35-43; Juan 18,33-37; Mateo 25,31-46).
Sí, ¡Jesús es Rey! Pero no se trata de un Rey con un Reinado según los criterios de mundo. No, Jesús es Rey y su Reinado es según los criterios de Dios y del Evangelio.
Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Hablaremos de su condición de Rey y del estilo de su Reinado.
Muchos, le aplican a Jesús Rey y a su Reinado, los criterios del mundo. Lo ven como un rey a la manera del mundo, con mucha riqueza y poder, y con una actitud un tanto autoritaria; sentado en un lujoso y brillante trono; un trono ubicado en un lugar majestuoso, con mucho boato, riqueza, lujo y gran pompa. Abajo de Él están sus súbditos, un tanto temerosos e impactados con el oropel de todo lo circundante al trono del Rey.
Un día, construyendo un templo o capilla, unos católicos discutían acerca de los adornos y gastos que había que hacer en la capilla. Una señora propuso un sagrario a todo lujo, con enormes gastos, poniendo oro y piedras preciosas brillantes, caras y lujosas. Yo le dije que no me parecía hacer tantos gastos, habiendo tanta pobreza en Chile. Les decía que era un insulto para los pobres de su parroquia. Les recordaba que Jesús "no tuvo un lugar en la posada" para nacer, y que nació muy pobremente en una pesebrera, en una noche oscura, silenciosa y en medio de la mugre que tienen los lugares de animales como una pesebrera. La señora no me entendió o ella le aplicaba a Jesús los criterios de un rey de este mundo. Concluyó diciéndome: "Se trata de Jesús, nuestro Rey, y creo que no hay que fijarse en gastos en dinero; a Él hay que darle lo mejor". Mi única respuesta, para no alargar el asunto, fue una pregunta: "¿ Y usted está segura que eso que usted pretende es los mejor para Jesús?".
Ese mismo criterio, algunos lo aplican a la Virgen María, y objetivamente, en la práctica, sin darse cuenta, se llega a una cierta idolatría. Sin embargo, la Virgen es la que contesta así a Dios: "Yo soy la servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho".
Ella es humilde. "Guardaba todas las cosas en su corazón", aunque en vida, como Madre de Jesús: "a tí misma una espada te atravesará el alma", hasta estar al pie de la Cruz del Calvario de su Hijo, sufriendo con su Hijo, el pobre de Belén, el Carpintero de Nazaret, el que lo entregó todo; no se guardó nada para si, hasta su vida la entregó por nuestra salvación, como un don, un servicio y compromiso de amor hasta el extremo; y como otras veces he dicho: el único bien material que le quedaba, su túnica, fue sorteado por sus victimarios, al pie de la Cruz, mientras Él agonizaba. Todo esto no tiene nada que ver con el triunfalismo y el oropel de un rey de este mundo.
Lo mismo, algunos católicos, han hecho con los Papas. Soy testigo, a través de la historia, como se ha hecho prácticamente una cierta papolatría. Pero resulta que Kefas o Pedro, el primer Papa fue un humilde pescador de Galilea; hombre y frágil criatura que negó tres veces a Jesús en un momento crucial; se arrepintió de su pecado: "En ese momento cantó un gallo por segunda vez.Y Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces me habrás negado tres veces. Y se puso a llorar". Posteriormente, arrepentido y pidiendo perdón, le declaró a Jesús - ante las tres preguntas de Jesús Resucitado - : "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Y a ese humilde pescador de Galilea, Jesús le entregó el cuidado de la Iglesia y lo hizo el primer Papa: "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas".
Jesús sólo le pidió amor: "Simón, hijo de Juan ¿me amas más que éstos?". Jesús le preguntó tres veces lo mismo. Es decir sólo le pidió amor, como condición para hacerlo Papa de su Iglesia. El amor "mas que éstos" es una realidad perteneciente a Cristo Rey y a su Reinado.
Y la Iglesia fundante y creciente en Pentecostés, era Iglesia pobre y con discípulos débiles y frágiles. Sus discípulos se sentían en peligro, perseguidos, y siendo considerados, por la gente, como los últimos. Pero, según el Evangelio: "los últimos serán los primeros". A ellos, en medio de su fragilidad y pobreza, Jesús les prometió como Iglesia: "Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo,y las puertas del infierno no podrán contra ella. Y el que a vosotros oye a mí me oye. No tengan miedo, yo he vencido al mundo".
En los Doce, Jesús fundó la Iglesia, y a esa Iglesia pobre y perseguida se está refiriendo Cristo, prometiéndole que no se inquietaran por nada porque Él estaría siempre acompañándolos;los envía a la misión no como reyes y poderosos de este mundo,con las siguientes instrucciones:
"Mientras vayan caminando, proclamen que el Reino de Dios se ha acercado. Den gratuitamente, puesto que recibieron gratuitamente. No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, ni provisiones para el viaje. No tomen más ropa de la que llevan puesta; ni bastón ni sandalias, porque el que trabaja tiene derecho a comer".
"Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios". "No se preocupen por la vida, pensando: ¿qué vamos a comer? No se inquieten por el cuerpo: ¿con qué nos vamos a vestir? Porque la vida es más que el vestido. Miren las aves no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y, sin embargo, Dios las alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! Además, ¿quién de entre ustedes por mucho empeño que ponga, puede añadir un medio metro más a su estatura? Entonces, si ni siquiera las cosas más pequeñas están al alcance de ustedes, ¿por qué inquietarse por las mayores? Miren los lirios, que no hilan ni tejen. Pues bien, yo les declaro que, ni el mismo Salomón, con todo su lujo, se vistió como uno de ellos. Y si Dios en el campo da tan lindo vestido a la hierba que hoy florece y mañana se echa al fuego, cuánto más hará por ustedes, gente de poca fe. No estén siempre pendientes de lo que comerán o beberán; no se atormenten. Los que viven para el mundo presente se preocupan por todas estas cosas. Ustedes, en cambio, piensen que su Padre sabe lo que necesitan. Por tanto, trabajen por su Reino, y él les dará todas estas cosas por añadidura".
Este es puro Evangelio de Jesús.Este es el criterio de su Reinado.Y Él tenía autoridad en todo lo que pedía, decía y exigía porque era de una consecuencia radical y total.Lo que decía lo hacía o vivía dando un testimonio verdadero. ¿Y todo esto qué tenía que ver con el poder, el oro, el dinero, el boato, la ostentación, los lujos y egocentrismos de los poderosos y los criterios del mundo terrenal? Entonces, ¿vamos entendiendo a Jesús y de qué Rey y Reinado, Él nos habla? Yo creo que Jesús es Rey. Yo creo en su Reinado. Yo creo en mi Madre, la Virgen María. Yo creo en la Iglesia. Yo creo en el Papa de la Iglesia. Yo creo y amo a sus legítimos Pastores. Yo amo mi sacerdocio y a mis hermanos sacerdotes. Yo amo a los laicos: hombres y mujeres de Iglesia. Yo amo a los religiosos y religiosas. Yo creo y amo a Cristo en mis hermanos pobres.Pero todo el plan de Dios y de Jesús, el Dios hecho Hombre, todo lo concerniente con respecto a Él, a su Reino, a su Madre, a su Iglesia y al Papa; a sus Pastores, sacerdotes,laicos y religiosos (as) no tienen nada que ver con el rey, el poder, el reinado, las riquezas y las ansias de tener y tener de los que siguen los criterios del mundo temporal.
Pero, debemos reconocer, que hay críticas y quejas, por la riqueza de nuestra querida Iglesia. Y en esto se critica especialmente la riqueza y el poder del Vaticano, la de alguna jerarquía, la de algunos sacerdotes y gente de Iglesia. Un laico, con preocupación, me hablaba de que veía a su sacerdote con mucho interés por juntar dinero, y se los pedía con insistencia a la feligresía, organizando bingos, entregando entradas a sus laicos, con la obligación de venderlas todas; si no podían, si les sobraban, tenían que pagarlas los mismos laicos. No se podía perder ni un centavo, aunque la feligresía no era de un situación económica bullante.
Pero, con alegría, hemos sido testigos del cambio producido con Vaticano II. Era la "Primavera de la Iglesia". Notamos los cambios y la apertura de la Iglesia: una Iglesia sin muros y con mucho horizonte.
El Concilio Ecuménico Vaticano II fue influyendo mucho en nuestros cambios, y fuimos adquiriendo criterios más cercanos a los criterios de Jesús y su Evangelio. No olvidemos al Papa Bueno, Juan XXIII, que al inaugurar el Concilio dijo: "Queremos ser la Iglesia de todos, pero especialmente queremos ser la Iglesia de los pobres". Y Pablo VI, al clausurar el Vaticano II, ante una multitud que llenaba la Plaza de San Pedro, y ante ávidos Cardenales, Obispos y Padres Conciliares, en la Eucaristía, como un gesto muy significativo, en el ofertorio, se sacó de su cabeza la "tiara", aquella antigua y brillante corona de oro y piedras preciosas. Más aún, quién no recuerda que antes, los Papas entraban al encuentro con la gente, también en las liturgias y ceremonias, en una majestuosa "silla gestatoria", cargada y llevada en hombros por personas, que aparecían como súbditos, esclavos de carga. Pues bien Pablo VI también la suprimió; y sacándose la tiara de su cabeza, la puso sobre el altar, para señalar despojo, austeridad y pobreza, pero por sobre todo, lo hizo como un gesto y ofertorio, cual pastor y mago, ante el pesebre del Niño pobre de Belén, ofreciéndola a Cristo, que está en los pobres, como lo dijo tantas veces, con su testimonio de vida, nuestro santo el Padre Hurtado: "¡El pobre es Cristo!" No olvidemos que Jesús, hombre, pobre y trabajador(carpintero) nos dice en su Evangelio: "Lo que hiciste con el más pobre conmigo lo hiciste. Por eso, ven bendito a gozar del Reino que te tengo preparado". Jesús es Rey pobre, para y con los pobres. No olvidemos a nuestro actual Papa Francisco I: "Quiero una Iglesia pobre y para los pobres".
Pero al correr el tiempo, católicos tradicionalistas, conservadores e integristas, no contentos con Vaticano II y unidos en todo el mundo, y con algunos del Vaticano, comenzaron estratégicamente un proceso de involución y restauración de la Iglesia con respecto al Vaticano II. Y en esto hay que contar a Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Religiosas y Laicos, todos haciendo retroceder a la Iglesia a tiempos anteriores. Esta involución se comenzó a notar en las décadas de los 70 y 80 hasta hoy día. Se comenzó una lucha de poder y divisiones internas que no tienen nada que ver con nuestro Cristo Rey, con su Reinado y con una Iglesia servidora, pobre para los pobres. Esto que digo fue reafirmado, entre otras razones, por Benedicto XVI al renunciar al Papado. La Iglesia comenzó a centrarse en sí misma, con un accionar más piramidal, más desde una jerarquía más autoritaria, que desde la base del "Pueblo de Dios". Una Iglesia centrada en el clero, porque se puso más que nada sacramentalista, centrada en sacramentación, y es el clero el que tiene más que ver con sacramentos; y una Iglesia menos en la misión evangelizadora hacia los confines y fronteras. Los laicos comienzan a aparecer más como ejecutivos de los planes de los sacerdotes y no con poder de decisión como lo insinuaba el Concilio,también,la Conferencia Episcopal de América Latina realizada en Puebla, lo reafirmaba en su Capítulo de Comunión y Participación: "Se requiere la participación del laicado no sólo en la fase de ejecución de la pastoral de conjunto, sino también en la planificación y en los mismos organismos de "decisión". Hoy soy testigo de algunas acciones de sacerdotes, que emulando tiempos de reyes, con criterios del mundo, constantemente le están diciendo al laico, que quiere tomar iniciativas o hacer ciertas sugerencias:"Acuérdese que la Iglesia es jerárquica". En cierta parroquia y en cierta Eucaristía dominical, al momento de la Comunión, se escucha al sacerdote celebrante decir al laico(a):"Hínquese". En esa Parroquia más bien pobre, un domingo al mes, la Eucaristía se celebra en latín. Eso está indicando una autoridad impositiva y no dialogante, exigiendo obediencia. Creo que eso no tiene nada que ver con Cristo Rey; Él vino a salvar y liberar, llamando, invitando, sugiriendo un seguimiento personal, respetando la libertad; haciéndose un Rey, servidor de todos y no sirviéndose de los demás;se hizo el último, no considerando indigno, siendo Dios, hacerse uno de nosotros, para servirnos en nuestra salvación y liberación. Y su servicio, que lo llevó a hacerse el último, culminó con un amor hacia todos y hasta el extremo de dar su vida. Soy testigo, que la Iglesia centrada en sí misma y en el clero, en la práctica, hace al laico un ejecutivo y, a veces, un sacristán del clero. Y si hace una comparación entre ese clero y su Obispo. El Obispo se muestra más cercano y servicial que los sacerdotes. A veces, existe la impresión que hay sacerdotes que exigen a sus feligreses obediencia irrestricta, y los laicos ven que hay sacerdotes que ni siquiera obedecen a su Obispo. Como ejemplo: un laico me comentaba que el Vicario Episcopal de su Zona, le habría dicho: "Cada sacerdote en la Zona tiene su propia opción pastoral". Ante eso, el laico, me conversaba, haciéndose una pregunta: "Entonces, ¿dónde están o dónde quedan las líneas pastorales de conjunto, que se nos indicaron a seguir en la Inauguración Arquidiocesana del Año Pastoral? Y anteriormente no he notado la opción pastoral de la renovación de las parroquias ni la Misión Joven, y ahora no he percibido la Misión Territorial". Esto indicaba un monopolio pastoral clerical. Y así no se viven los criterios del Rey Jesús, de su Reinado y tampoco de su Iglesia. En esta involución, los laicos siguen muchos cursos de formación doctrinal, para preparar a la gente que se acuerda de la Iglesia cuando "toca un sacramento". Y así, como Benedicto XVI, con su renuncia, dejaba al descubierto luchas internas eclesiales de poder que creaban divisiones, así también, hay luchas de poder, creando divisiones en la comunidad eclesial de base. Hay más de algún laico lleno de cursos doctrinales y pastorales, que pugna por adquirir cierto poder, buscando ser nombrado Ministro, Diácono o Agente de algunas de las estructuras pastorales internas, creando disputas, luchas y divisiones entre los hermanos laicos de la comunidad. Más aún, como decía anteriormente, creo que los laicos, con tantos cursos, sólo entregan o anuncian doctrina, tal vez sin ninguna falla doctrinal, entregan conceptos, pero sin evangelización: no evangelizan ni anuncian a la persona de Cristo. Se entrega "algo" pero no a "Alguien". Sin eso, no hay conversión, no hay adhesión ni encuentro con la persona de Cristo. Por eso,la gente pasa a ser "temporera" de la Iglesia: sólo se aparece entre un sacramento y otro siguiente sacramento.Se acuerdan de ella cuando "toca un sacramento".
La Iglesia sólo sacramentalista y con laicos que entregan solo "algo" y no a "Alguien" no cumple su rol de "servicio misionero y evangelizador de Cristo". La gente, después de recibidos los sacramentos, se olvida de la Iglesia. No adquirieron un amor a la persona de Jesús, ni pueden tener sentido de Iglesia y de pertenencia a ella.
La preparación a los sacramentos en grupos de personas, buscaba ser de Jesús y de Iglesia; buscaba formar comunidades cristianas: iglesia doméstica, comprometida en una población o barrio; en un mundo laboral y social, con sentido de "servicio y compromiso" en el mundo, con sentido "misionero y evangelizador". Éste es el "servicio misionero" pedido a la Iglesia por Jesús, Rey que vino a servir y no a ser servido, buscando liberar y salvar, con su amor comprometido, al ser humano, a su mundo integral y secular.
Las comunidades cristianas se han estado terminando, no sólo porque no se han renovado, sino también porque en un contexto de involución eclesial, los laicos de "una comunidad cristiana: iglesia doméstica", comprometidas en la evangelización misionera hacia el mundo temporal y secular, se tornaron en algo peligroso para una Iglesia centrada en sí misma y en una sola jerarquía protagónica y clerical, porque esos laicos, en el mundo, podían infiltrar a la Iglesia de el secularismo de ese mundo. Esto finalmente también acarreó a los laicos a ser de una Iglesia más intimista;los hizo meterse en la "barca", perdiendo la unión de su fe con su vida temporal. Se le temió al envío del Vaticano II de ir al mundo secular. La Iglesia le temió como Pedro al oleaje tormentoso del "lago" temporal y secular del mundo, y buscó meterse en la "barca". Esto ha acarreado retrocesos y aspectos negativos en una Iglesia servidora del mundo y enviada a los confines del mundo "a evangelizar no sólo como maestra sino también como discípula", aprendiendo a discernir la presencia y el desafío de un Cristo, que vive su Pascua también en el mundo secular y no sólo en la "barca". En resumen, con esa postura tomada, la Iglesia no se parece a Cristo Rey ni a su Reinado. Sería muy largo profundizar más al respecto. Pero sólo diré: así como se dan las cosas, los laicos se empiezan a ausentar de su rol específico y de su compromiso de construcción, aquí y ahora, del Reino y de la patria temporal, incluso con compromiso político, en la búsqueda del bien de la "polis", del bien común; la política propia del laicado puede y debe ser la expresión más eximia de su caridad y amor por sus semejantes. Al no serlo y al no ser de comunidad cristiana, se tornan en clericales, incluso buscando cuota de poder dentro de la Iglesia. Y eso no es de Jesús Rey. Eso no es propio del Reinado de Jesús: "El que quiera ser grande que se haga el último y el servidor de todos".
Jesús se reconoce como rey ante la autoridad temporal y la realeza del mundo, estando detenido y preso; habiendo pasado una noche de torturas, como muchos pobres de este mundo; se presentó ante esta autoridad, siendo un Rey con las manos atadas, con sus vestimentas llenas de manchas de sangre, y más aún coronado de espinas; Nuestro Rey no tiene una corona de oro ni una tiara, tiene su cabeza coronada de espinas. Si la Cabeza y Rey está con una corona de espinas, su Iglesia, que es su Cuerpo, con distintos miembros, tiene que reinar con más humildad, pobreza y pasando, a causa de su evangelización profética, por lo que Cristo pasó. No a la corona de oro. Sí al servicio y compromiso de amor al mundo todo y a todos los hombres, en forma preferencial a los más pobres, haciéndose pobre con ellos: ¡Esa es su corona de espinas! No es propio de la Iglesia y de sus miembros aparecer ante el mundo como un poder temporal más.
Esta manera de hacerse Rey y de Reinar es a la manera de Jesús. Y no a la manera del reinado y pecado del mundo.Eso sería hacerse la antípoda del "Siervo de Yavé" y de Jesús Rey.
No puedo omitir el anuncio de Jesús en su Nacimiento. Allí, nuestro Rey, nos indica la cuna y origen de su Reino. El anuncio es el de un Niño pobre recién nacido en el pesebre de Belén. Jesús nació pobre, para todos, preferencialmente para los pobres: los primeros que llegaron a adorarlo fueron los pastores. Esto nos indica que Él optó primero que nosotros y que su Iglesia, por los pobres, pasando a ser una verdad de nuestra fe y no un capricho y un oportunismo populista, como dicen los poderosos, políticos y tradicionalistas católicos, preocupados siempre más de sus dineros e intereses de poder (de su reinado).
Jesús,"no tuvo un lugar en la posada" para nacer, como muchas madres pobres que dan a luz a su hijo en la calle, o en una comisaría policial, o en un baño público.Jesús nació rodeado de animales: un burro y una vaca; rodeado de hombres pobres: los pastores, como ya lo dijimos, que acudieron a reconocer y a adorar a ese Rey pobre.
Hay que comprender, de una vez para siempre, que Jesús desde su pobreza y desde una noche de un Belén pequeño y en una pesebrera anuncia y evangeliza, desde esa perspectiva y ángulo, desde los pobres, a todo y a todos los hombres de "buena voluntad" sin exclusión.
Y, ¿nosotros desde dónde estamos evangelizando y anunciando la Buena Nueva?
Nuestro querido Cardenal Raúl Silva Henríquez nos insistía siempre: 'Nuestra cuna y origen es la cuna de un Niño pobre de Belén, un pueblo al margen. Nunca debemos renegar y avergonzarnos de nuestro origen y cuna. Nuestra cuna y origen es la de un Hombre "pobre", de un carpintero de Nazareth, de un "trabajador".
Nuestro origen eclesial: nuestra cuna de Iglesia es la de uno, que muriendo pobre en la Cruz, nos manifestó su servicio de Rey y su amor hasta el extremo, haciéndose un último y dando todo hasta su propia vida. Así Cristo Rey instauró su Reino. Nosotros, sus discípulos, ni con egoísmo ni con apego a riquezas e intereses de poder y reinado de este mundo, podemos ser la Iglesia de Cristo Rey, tampoco continuadores de la construcción del Reino de Dios.
Agreguemos:desde un Dios hecho Hombre. Desde un Hombre Pobre. Desde un Trabajador. Desde un Crucificado y Resucitado, para salvar y liberar a "todo el hombre y a todos los hombres" llega la Buena Nueva y el servicio evangelizador de Jesús Rey.
Comprendiendo esto: desde que Dios se hizo un hombre, un "humano"; desde que Dios se hizo "pobre" entre los pobres; desde que Dios se hizo un "trabajador y un obrero", como su padre José; y desde que Jesús murió en la Cruz, para la salvación y liberación de "todo el hombre y de todos los hombres", los derechos humanos, los derechos de los pobres, de los trabajadores y obreros, son los derechos de Dios mismo. Quien dice amar a Dios y no respeta ni promueve los derechos humanos, ni de los pobres ni de los trabajadores y obreros, creyendo en su salvación y liberación integral, es un mentiroso y no es de Cristo Rey ni de su Reinado.
Esto lo digo,como testigo, de mi Iglesia de Santiago de Chile, que arriesgó su vida con valentía y audacia, en dictadura, defendiendo a cualquier humano, sin preguntarle ni su credo, ni su partido político; sin hacer ningún juicio de él. Se trataba de una persona humana y según nuestra fe de un hijo de Dios en peligro de su vida, en problema y sufrimiento; no había más que comportarse como un Buen Samaritano. No se me olvida, que el Cardenal Raúl, en esas circunstancias, nos envió a salvar vidas.
Algunos Agentes Pastorales: Sacerdotes, Religiosas, Laicos y más de algún Obispo, cuando se fue el dictador, llegaron a decir y postular lo siguiente:"Ahora volvamos a lo "nuestro y a lo propio"; se acabó la pastoral de suplencia impuesta por los Pastores; se referían a que se acababa la defensa y promoción de los derechos humanos; la defensa de la vida de muchos chilenos; que se acababa la Vicaría de la Solidaridad y de la Pastoral Obrera, que en dictadura, urgían a la Iglesia, a responder "según los signos de los tiempos".
Más de alguien decía: que ya no me exigirán que exponga "mi vida" ante las fuerzas represivas en contra de hombres y mujeres de nuestro pueblo; que se acababa el préstamo de locales de Iglesia para gente sufrida y perseguida; que no había que prestar ya un lugar seguro a la gente, que tenía que ejercer su derecho a reunirse; que se acababan las Ollas Comunes y los Comedores Infantiles". En fin, y muchas otras acciones de servicio y compromisos de la Iglesia en tiempos de dictadura, que según algunos eclesiales, no eran propios y había que "volver a lo nuestro y propio". Esa reacción de esos Agentes Pastorales era retardataria, conservadora, tradicionalista e integrista. Para ellos, la actuación de hombres y mujeres de Iglesia en la dictadura, era esporádica y de suplencia, no era propio ni nuestro, de Iglesia. Para ellos, ¿dónde se ubica el Evangelio? ¿Dónde y cuándo es propio y nuestro vivir la Parábola del Buen Samaritano? ¿Acaso fue una sola suplencia vivir el Evangelio,'predicar y vivir oportuna e inoportunamente,con toda paciencia y doctrina', denunciando proféticamente en cualquier lugar, momento y ocasión, las torturas, asesinatos, detenciones; allanamientos, represiones, fusilamientos; persecuciones y tantas violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, cometidos por dictadura; la falta de justicia, la cesantía reinante, el trabajo explotador e indigno para muchos hombres y mujeres de nuestra patria, etc. La lista es muy larga. Pero lo que es breve, es que esa gente de Iglesia, no entiende y no ha entendido el Reinado de Cristo. ¡Eso es una ofensa a Cristo Rey!
Nuestro Rey es un delatado al enemigo; es un traicionado; es un detenido y preso; es un torturado; un Crucificado. Un Crucificado que no murió con pompas y gastos muy costosos como los reyes o gente en el poder del mundo. Cristo Nuestro Rey ni siquiera murió en una cama, ni murió de anciano, ni de rico, ni de enfermo. ¡Jesús padeció y murió por nuestra salvación y liberación integral! Derramó su Sangre preciosa y su Cuerpo, como en una gran Eucaristía. El Rey Jesús nos dejó testimonio de la Eucaristía de la vida en la Cruz, y nos mandó celebrar en memoria de Él, la Eucaristía del altar, memorial y presencia perpetua del amor más grande de la historia: "Hagan esto en memoria mía". Significa amar, en toda circunstancia, a la manera de Jesús, porque la Eucaristía de la Cruz y del Altar litúrgico, debe ser para todo cristiano y discípulo de Cristo, la Eucaristía de la vida de todos los días de nuestro tiempo. Así, Cristo es Nuestro Rey, y recordando el contexto de la Cena del Señor, antes de ir a la muerte, lo vemos que es un Rey que se hace el servidor nuestro, hasta el punto de "lavar los pies a sus discípulos", porque no actúa como los jefes (reyes del mundo), el vino a servir y no a ser servido. Este gesto, Jesús quiere que lo hagamos unos con los otros: "Ámense unos a otros como yo los amé". Entonces, el Reinado de Jesús, practicado por Él, no es un triunfo del poder político idolátrico, ni del poder egoísta "becerro de oro", menos del poder de las armas y de un Golpe de Estado; es un triunfo del Rey del amor más fuerte, hasta el extremo, sobre el pecado personal y social; es un triunfo y una pascua (paso) sobre la muerte, "para tener vida y vida en abundancia". Este paso de muerte a vida, también sucedió en una mañana de domingo, cuando unas fieles mujeres encontraron el sepulcro abierto, sin el Cuerpo de Cristo. Cristo había salido vivo del sepulcro: "No está aquí. Ha resucitado. No busquen entre los muertos al que vive". Es el triunfo de Nuestro Rey Resucitado: "Anunciamos tu Muerte. Proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor, Jesús!". Es el triunfo de un Rey bajo las humildes apariencias de pan y vino. Como Rey, Jesús, se queda humildemente en un Sagrario y en un pedacito de pan: Pan de Vida Eterna. Es Nuestro Rey Eucarístico, lo digo y lo repito nuevamente.
El triunfo de Nuestro Rey Eucarístico es lo contrario del rey y reinado acumulador de dinero y riquezas, que hace el "pecado social" y la pobreza de millones de seres humanos "que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
Y Jesús, para que no quede duda de su condición de Rey y de su Reinado, en Evangelio nos dice:
Que es un Rey que tiene hambre,que tiene sed; es un Rey sin casa, a la interperie, como un forastero; es un Rey sin ropas, que está desnudo; es un preso y es un enfermo. Y su Reinado está expresado en la Cruz y en la Eucaristía. Es un Reinado humilde y lleno de amor: el Reinado del amor más grande de la historia. Es el Reinado del amor también en un culto humilde eucarístico, sin boato ni riqueza; es el culto del amor y el compromiso por la justicia a la manera de Cristo; amor y justicia muy concreta y real: El que vive la Eucaristía y tiene un compromiso de amor por el hermano, ama a Jesús; pertenece a Cristo Rey y su Reinado:
"En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo".
Es decir,lo que hiciste por el hambriento y sediento; por el sin vivienda, sin ropas y desnudo pasando frío; por el enfermo y el preso, lo hiciste conmigo. Por tanto:
"¡Bendecidos por mi Padre! vengan a tomar posesión del Reino preparado para ustedes desde el principio del mundo". Aleluya.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
P.S. Cualquier crítica a mi querida Iglesia y a algunos miembros de ella, es de puro y sincero amor. Amo a mi Iglesia. Y la crítica me alcanza a mi misma persona. ¡Yo soy Iglesia! "Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.
Quería que esta esposa suya fuera santa y por eso la limpió con el bautismo de agua junto a la palabra santa. Deseaba presentársela a sí mismo muy gloriosa, sin mancha ni arruga, ni nada parecido,sino santa e inmaculada".(Efesios 5, 25-27).