"No hay amor más grande que dar la vida por los que se ama". Jesús entregó su Cuerpo y Sangre por nuestra salvación.

Domingo del Cuerpo y la Sangre de Cristo:
Pan de Vida y Bebida de Salvación. 18.06.2017.


Introducción.


Si hay algo que llena de alegría mi corazón de pastor es hablar y anunciar la Buena Nueva del amor eucarístico de Jesús.

"No hay amor más grande que dar la vida por los que se ama".

Así lo había dicho Jesús y Él con una consecuencia extraordinaria nos amó y nos ama en el Ara de la Cruz y en el Ara del Altar. Y nos dice:

"Ámense los unos a los otros como yo los amé"."Hagan esto en memoria mía".

Es el mandamiento del amor. Se trata de amar, no de cualquier modo, sino a la manera de Jesús.
Les diré, que este misterio de nuestra fe, le da sentido a mi sacerdocio:

"Mi vida es la Eucaristía y la Eucaristía es mi Vida".

Ustedes me habrán escuchado hablar sobre la Eucaristía, sobre el Cuerpo entregado y la Sangre derramado por un Jesús que nos ama con el amor más grande, y que este amor tenemos que vivirlo en nuestra vida diaria, en acontecimientos corrientes y en los difíciles y extraordinarios que tenemos en nuestro mundo actual.

Ciertamente citaré textualmente las palabras de Jesús al respecto, pero también lo haré desde el Jesús que "vive en mí". Hablaré "desde el corazón":

"Para mí el vivir es Cristo". (San Pablo).

Y quiero llegar a decir como Pablo:

"Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".

Mis palabras, pretenden siempre ser de Cristo: Evangelio. Pero siempre encontrarán un "anuncio", una "denuncia" y una "convocación".

Sin más, vamos al Cuerpo y la Sangre de Cristo.

A."Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomen y coman; esto es mi cuerpo". Después tomando una copa de vino y dando gracias, se la dio, diciendo: "Beban todos, porque ésta es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados... Hagan esto en memoria mía". (Mateo 26,26-28; Lucas 22,19-21).

"Yo recibí esta tradición del Señor que, a mi vez, les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después da dar gracias lo partió, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía. De la misma manera, tomando la copa ... dijo: Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella háganlo en memoria mía.
Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que vuelva. Por tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no reconocer el cuerpo".
(1 Corintios 11, 23-28).

"El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo... Jesús les dijo: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed...Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo... En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él...así quien me come tendrá de mí la vida... El que coma de este pan vivirá para siempre".
(Juan 6, 33.35.51.53-57-58).

"Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros, aun siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo.
Todos nosotros, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, hemos sido bautizado en un mismo Espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber del único Espíritu.
El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Por eso, aunque el pie diga: Yo no soy mano, y por eso no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo.
Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿cómo podríamos oler? Pero Dios ha puesto cada parte del cuerpo como ha querido. Si todos fueran la misma parte, ¿dónde estaría el cuerpo?
Pero hay muchos miembros y un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: No te necesito. Ni tampoco la cabeza puede decir a los pies: no los necesito.
Más aún, miren como las partes del cuerpo que parecen más débiles son las más necesarias. Y las partes que menos estimamos las vestimos con más cuidado, y las menos presentables las tratamos con más modestia, lo que no se necesita con las otras que son más decorosas. Dios dispuso el cuerpo dando más honor al que le faltaba para que no haya divisiones dentro del cuerpo, sino más bien cada uno de los miembros se preocupe de los demás. Cuando uno sufre, todos los demás sufren con él, y cuando recibe honor, todos se alegran con él. ¡El Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular es miembro de Él!
Así, pues, Dios nos ha establecido en su Iglesia".
(1 Corintios 12, 1-28).

"Es la Palabra de Dios. Demos gracias a Dios".

B.En esta fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, he copiado, en algunos momentos, textual la Biblia, la Palabra de Dios. La finalidad es facilitarles la lectura; para hacer oración, meditación y estudio de la Palabra de Dios.
El anuncio, la Buena Nueva proclamada, hoy día, es el amor de Cristo: el más grande de la historia; no es un hecho meramente histórico del pasado, sino que es la presencia de Cristo mismo, hoy día, amándonos en la Eucaristía. Cristo realmente presente, entregándonos su Cuerpo y su Sangre, bajo las apariencias de pan y vino. Por eso la fiesta que hoy celebramos, es la presencia real de Cristo, para nosotros entregando: vida y vida en abundancia. Es la fiesta de Emmanuel: Dios con nosotros.
El sacerdote, que en la Eucaristía actúa "in persona Christi", está también afirmando la fe de la Iglesia en la presencia real del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la hostia y en el cáliz. Sin fe no podemos entender. Lo que está en las manos del sacerdote no es un pan ni un vino, común y corriente. No. Según Cristo es su Cuerpo: Pan de Vida, y su Sangre: Bebida de Salvación. Es nuestro Mysterium Fidei:

"Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor, Jesús".

Sacramento grande es éste: El amor de Cristo en su Cuerpo entregado y en su Sangre derramada, es el Mandamiento Nuevo, que supera "el ama a tu prójimo como a ti mismo". Se trata de amar a la manera de Cristo, por eso Él nos dice:

"Hagan esto en memoria mía"."Ámense unos a otros como yo los amé".

Entonces, el amor de Cristo nos impulsa a Celebrar la Liturgia Eucarística, pero también a vivirla en memoria de Él, amando como Él nos ha amado y nos ama siempre en la Misa. Digo "Misa" porque viene de "Missio". Significa el envío y la misión de vivir la Misa en el mundo de hoy: vivir el mandamiento nuevo del amor.

C.Jesús quiere unirse con nosotros, y que nosotros nos unamos con Él. Para eso se hace presente realmente. Jesús está presente en la Asamblea Eucarística, para buscar la unión con Él y la unión entre nosotros. Quiere que seamos una familia de gente que se ama y que viven la unión:

"Cuando yo sea levantado en alto atraeré a todos hacia mí".

Eso sucede, por Cristo entre nosotros, viviendo su Cruz, Muerte y Resurrección en el Altar. Él se convierte, entonces, en nuestro alimento y en nuestra bebida para unirse con nosotros y nosotros con Él; para hacer de nosotros un solo Cuerpo:
Nosotros somos el Cuerpo de Cristo.
Somos su Iglesia: Pueblo de Dios.
Cristo es la Cabeza, y nosotros, los miembros del Cuerpo, unidos a la Cabeza.

Voy a copiar textualmente palabras de Mons. Enrique Alvear (Q.E.P.D), el Obispo de los pobres; esperamos su canonización, como nuevo Santo de la Iglesia Chilena y de América Latina, como la santidad reciente de Mons. Romero de San Salvador, Mártir de América Latina y el Caribe, quien fue asesinado, precisamente, celebrando la Eucaristía, en el momento de la Consagración, entregando "in persona Christi", el Cuerpo y derramando la Sangre.
Aquí va la cita de Mons. Alvear:
"Cuando Cristo se une a nosotros en la comunión, ¿qué es lo que pretende? ¿Quiere quedarse oculto, escondido en nuestro ser? No. Él quiere manifestarse a través de nosotros: quiere que sus ojos misteriosamente ocultos, se hagan visibles a través de nuestra mirada humana; quiere que su voz se pueda oír a través de nuestros labios y de nuestra voz humana; quiere que su corazón se pueda sentir a través de nuestros gestos humanos de cariño y de amor fraterno.
El Apóstol San Pablo decía: "Vivo yo, pero no soy yo el que vive, es Cristo el que vive en mí". Y esto podemos decirlo todos los que creemos en Jesucristo y estamos unidos con Él.También nosotros, junto con Pablo, podemos repetir: No soy yo el que vive, es Cristo el que vive en mí. Claro que hay una diferencia: Pablo mostraba claramente la persona de Jesús en su vida de Apóstol, entregado al servicio del Evangelio y de los hombres. En esa entrega total manifestaba la preocupación extraordinaria de Jesucristo por cada ser humano: Vivo yo, Pablo, ¡pero no! Todo eso que ustedes ven en mí, mi preocupación por ustedes, mi anuncio del Evangelio, mis sufrimientos por ustedes: nada de eso podía ser si no fuera Cristo el que vive, se preocupa y sufre por ustedes en mi persona".
(Obispo Alvear).


D.Nos preguntamos, ¿por qué se hace presente el Cuerpo y la Sangre de Cristo, bajo las apariencias de pan y vino?
El pan y el vino representan la tierra y todos los elementos que hay en ella: el petróleo, el cobre, el litio, el cacao, el hierro, el trigo, el gas, el agua, el mar, la energía, los alimentos: en resumen los bienes creados por Dios:
"para todos los hombres y mujeres de su creación".

Toda la tierra se hace presente simbólicamente en la Eucaristía, por el pan y el vino. Pero por culpa nuestra, este pan y este vino son causa de división y de disputas entre seres que debieran ser hermanos. Y hemos dicho que Jesús quiere la unión, porque, en verdad, falta unión: hay divisiones entre hermanos; se compite por tener y acaparar. Hay países ricos y pobres; hay entre nosotros un abismo sideral de unos pocos ricos coludidos internacionalmente, y una multitud:
"pobres que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
Hay una minoría de privados poderosos, más una clase política empoderada que tiene secuestrada a una mayoría que clama justicia. Y que hoy, al quedar al descubierto la corrupción del dinero de ricos con los políticos, clamamos a Dios:

Verdad y Justicia. Juicio y Castigo a los culpables. No más mentiras ni más impunidad.

Hay hermanos que sufren por culpa nuestra. Las cosas de la tierra dividen y alejan a los unos de los otros. Pero estas mismas cosas, representadas por el pan y el vino, son transformadas en el Cuerpo y la Sangre del Señor en la Eucaristía, nos unen, nos hacen comunión.

E.La Eucaristía es la mayor gloria y alabanza al Padre Dios, pues en ella todos nos comprometemos a hacer comunión. El Padre ve ahí una fuerza que poco a poco nos unirá, una fuerza que acabará por vencer sobre todas las divisiones, las explotaciones, las servidumbres humanas y las dependencias.
Pero quiero remarcar en esta hora presente: esta unión y comunión no debe darse solamente en el plano espiritual y religioso; debe ser también material, socioeconómico, siguiendo el simbolismo de los bienes de la tierra presentes en la Eucaristía.
En el momento anterior a la comunión intercambiamos el saludo de la paz. ¿Es realmente de fraternidad sincera ese saludo?
Se saludan de paz dos personas, aunque sean de grandes diferencias sociales y económicas, creo que emocionalmente, ese saludo puede ser sincero. Entre las dos, Jesús es un vínculo espiritual. Pero ese saludo de comunión no llega al nivel económico, material: uno vuelve a su casa donde no falta nada y aún sobra; el otro va a su casa donde falta mucho, por no decir, donde falta todo. Hay una dimensión en la cual estas dos personas no están unidas: lo que les divide son los bienes de la tierra y del trabajo producido por el trabajador explotado y muy mal remunerado. Y en Chile todavía, en su esencia, nos regimos por un Plan Laboral de la dictadura, opresión para los trabajadores (as).
¡Si ni siquiera se ha podido llegar a un acuerdo para hacer una Reforma Laboral! Y eso que los trabajadores quieren "cambio" y no "reformas".
Este Plan Laboral está desde la dictadura, privilegiando a los privados y ricos, por eso se le ha llamado "Plan Patronal", cuyo autor es José Piñera, el mismo de las AFP: que es un vulgar saqueo a los chilenos, especialmente a los más pobres.
Han pasado más de 27 años de gobiernos de los actuales políticos que, junto con los ricos, protegidos por una Constitución dictatorial y fraudulenta, prácticamente, han hecho una ignominiosa división del país. Ahí no está el Cuerpo y la Sangre de Cristo. No hay Comunión Nacional. Lo entregado y derramado para que tengamos vida y vida en abundancia, por una economía de muerte, no existe. Chile no es fraterno; no es ni de comunión ni de participación de todos chilenos. Una minoría, con institucionalidad ilegítima, herencia de la dictadura, tiene secuestrada a la mayoría, más aún, la tiene marginada. Como en la parábola del Buen Samaritano, hay chilenos asaltados y saqueados que permanecen "a la vera del camino". Y es la política de privatizaciones, consagrada en institucionalidad ilegítima, que hace que políticos, apernados en poder, más los empresarios, grandes beneficiados, por la ya larga institucionalidad ilegítima, incluso han gibarizado el poder del Estado, ni siquiera tiene las riquezas básicas en su poder, para poder hacer bien común y bien para cada uno de los chilenos, especialmente para los pobres, los grandes marginados, de cualquier distribución del erario nacional.
Yo creo que ha habido un saqueo de aquello que es de todos los chilenos.
Por eso, y mucho más, no creo en el proceso de Nueva Constitución, llamado por los políticos actuales. Ellos han sido partícipes del saqueo al pueblo.

Terminado el proceso enajenante de opiniones sobre Constitución, todo va a quedar en las manos de Bachelet y Parlamento, ambos ilegítimos. y será nuevamente más de lo mismo. Sí, el Parlamento actual y apernado en el poder, no tiene autoridad legítima para hacer una Constitución.
Soy un convencido de la necesidad de la puesta en marcha de una práctica de soberanía del pueblo ciudadano. Ellos, en Asamblea representativa, constituyente, elegida por un acto legítimo y democrático desde las Organizaciones sociales y "Regionales", deben hacer Nueva Constitución, y para más realce de la soberanía del pueblo, su Constitución, debe ser propuesta y sometida a un Plebiscito, desarrollado con
verdaderas garantías democráticas y morales.

Todo esto, está significado, en Eucaristía por el pan y el vino. Si Jesús hubiese querido que nos uniésemos sólo en el plano emocional, religioso y espiritual, y que así nos considerásemos como hermanos, no habría puesto sobre la mesa eucarística los productos de la tierra, aquello que nos divide, para transformarlo en lo que nos une: lo que divide debe convertirse en unificador. Para hacerlo eucarístico debe importar descender al nivel económico, y hacernos un serio examen de conciencia, para ver claro, si el uso que hacemos de estos bienes, aumenta la comunión o la división. Esto es urgente. Hay un "pecado social" que grita al cielo como la sangre de Abel desde nuestra tierra y de Cristo que grita y muere por todos y no por unos pocos:
Jesús en la Cruz y en la Eucaristía es el Pan compartido por todos. Es una multiplicación de los panes.

Y este examen de conciencia acerca del "pecado social" que hace sufrir y padecer a tantos pobres, también debe hacerlo el sacerdote celebrante y la Iglesia misma.
Mientras hay muchos hermanos que sufren una pobreza rayana en la indigencia y miseria, nosotros hablamos del amor, de la unión y de la comunión. Hay documentos magisteriales sobre la injusticia social que viven millones de pobres, indicando el deber ser. Hay una ortodoxia muy buena, pero que debe pasar a la ortopraxis.
Yo pienso que, además, debe haber una condenación profética del perverso y anti eucarístico sistema económico impuesto por una minoría a una mayoría ciudadana y que debe ser soberana. Hay que decirlo:
Hoy no somos realmente el Cuerpo de Cristo.

Cristo no puede vivir entre católicos de palabras y no de obras. Se olvida el distintivo del Cuerpo de Cristo que es el amor de Cristo Cabeza, y proyectado, a la manera de Cristo, hacia nuestros hermanos, miembros de ese Cuerpo.


F.Hay hermanos marginados de la unión y de la comunión, por un sistema económico neo liberal, que la Iglesia ha llamado "capitalismo salvaje". Eso va en contra del amor a Dios y en contra del amor liberador al pobre y marginado "a la vera del camino". Esto lo digo en un país, que con mentira "objetiva", se dice democrático.
La institucionalidad no es legítima. Es herencia de dictadura, negociada y prolongada por políticos idólatras del poder y del dinero, que se mienten a sí mismos y a los chilenos, sacralizando una vuelta a la democracia que nunca ha llegado verdaderamente. Más aún, la mentira se hace más evidente con la prolongación y aplicación de una economía implantada por los "chicago boys" de la dictadura.
Con los Obispos de América Latina digo:

"Esta economía perversa es la negación de la esencia misma de la democracia".


Produce un abismo sideral entre unos pocos poderosos y una mayoría sufrida y oprimida. Es el "pecado social". Se lo digo especialmente a esos , poderosos, que llamándose católicos, comulgan el Cuerpo de Cristo, haciendo presente y visible un "objetivo" sacrilegio, los días domingos y de preceptos eucarísticos.
Creo que no habrá ni Educación de calidad, ni gratuita, ni sin lucro; no habrá una verdadera equidad con una Reforma Tributaria que haga justicia y verdadera fraternidad, si no hay un cambio (no una reforma) al sistema económico y a la institucionalidad ilegítima de Pinochet y reformada cosméticamente por Lagos. Aquí recuerdo el mandamiento divino:

"No levantar falso testimonio ni mentir".

Ejemplo de la "mentira objetiva" reinante en Chile son aquellos, que no siéndolos, se denominan políticos socialistas, comunistas, cristianos y demócratas: "nueva mayoría": el pueblo la llama: "la nueva pillería". Incluso, ni siquiera, son "nueva mayoría" por los votos y aceptación del pueblo soberano (apenas consiguieron un poco más de 3 millones de votos de un universo de 13 millones de inscritos-votantes), son más bien: una nueva reafirmación de una minoría no democrática (no nueva mayoría) "objetivamente mentirosa"; más aún, hay una minoría: "la Alianza", que se cree democrática, siendo golpista, en un país que sólo le da un poco más de 2 millones de un universo de 13 millones de votantes.(Elecciones año 2013).
Es necesario y urgente, como un deber, la proclamación del Cuerpo de Cristo entregado: Pan de Vida, y de su Sangre derramada: Bebida de salvación, proclamando también, porque todavía está vigente el mandamiento dicho anteriormente y que repito:

"No levantar falso testimonio ni mentir".

Anunciando la liberación evangélica integral:

"Solo la Verdad nos hará libres".

Me preocupan muchos templos de un barrio alto donde están los más poderosos y muchos políticos; están siempre repletos; las alcancías se llenan de dinero en el ofertorio de la Misa. Y en el momento de la Comunión, son muchos los que se acercan a comulgar el Corpus Christi. El Sacerdote al dar la Comunión dice: "El Cuerpo de Cristo"... El comulgante contesta: "Amén".
¿Habrá conciencia del significado de ese "Amén"? Significa: Acepto a Cristo Cabeza del Cuerpo y a mis hermanos, miembros de ese Cuerpo.
A menudo, y yo diría, casi siempre, en la práctica, se está olvidando, marginando de la sociedad a los pobres que sufren; no se les está aceptando. Se olvida y se margina al pobre cuando somos cómplices, en la práctica, también con el voto, con una sociedad "capitalista salvaje" y neo liberal. Por eso, creo conveniente, insistir en la Palabra de Dios, en San Pablo, escrita más arriba:
"Por tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente , peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no reconocer el Cuerpo".

Ahora, quiero citar textualmente, a mi formador y amigo Obispo, Don Carlos González Cruchaga (Q.E.P.D), primo hermano de nuestro Santo el Padre Alberto Hurtado Cruchaga:

"Es valioso y permanente el pensamiento escuchado en una predicación: Una comunidad capitalista no tiene derecho a celebrar la Eucaristía porque está creando un monstruo que no podrá ser absorbido por la comunidad.
El predicador se refería a ese "capitalismo salvaje, duro e inhumano" que afecta y destruye a tantos sectores del mundo. Aquel que apoya esta crueldad vive en pecado mortal por la injusticia que comete contra los pobres".
(Semillas de Esperanza, página 106).

En verdad, la idolatría del dinero, posterga y rechaza a Dios objetivamente en la práctica. Y un país sin Dios, pierde los valores eternos y de la naturaleza, todos dados por Dios para la felicidad del ser humano. Por eso, además de la perversa economía neoliberal, sin Dios, está la pérdida del valor de la vida, cuando se propicia el crimen del aborto, y se agrega la propuesta del matrimonio igualitario lésbico y homsexual. Esto está propuesto en un Chile mayoritariamente católico. Y agrego, a los católicos, que usan libremente su voluntario derecho a votar en estas elecciones de este año: Es un deber moral de conciencia no votar, sobre todo, cuando hay una propuesta que mantiene la economía perversa, y se propician estas inmorales propuestas sobre el crimen-aborto y matrimonio antinatural, más aún con una institucionalidad ilegítima, herencia negociada, por los mismos políticos con la dictadura.

Mi opinión, desde 1973, por un Chile que perdió el rumbo, y que ha instalado per secula, la institucionalidad ilegítima, es no votar, y trabajar por un Chile nuevo, con el pueblo, especialmente con los pobres y desde los pobres, buscando, con compromiso de pastor de los pobres, un Chile para las nuevas generaciones, y con las nuevas generaciones, con sus organizaciones y nuevos partidos políticos que nacerán.



G.La Eucaristía nos compromete a luchar para que los bienes de la tierra sean distribuidos bien y se haga justicia con ellos, y se hagan eucarísticos, es decir, medios y vehículos de comunión. No olvidar:

"Los bienes son creados por Dios para todos".

Habría que, bajo este punto de vista, hacer una profunda revolución cristiana con respecto a la realidad de la "propiedad" en Chile.

Al salir de la Misa que se note que queremos amar a las personas; que se note en nuestros gestos que queremos mostrar nuestro compromiso y preocupación por aproximarnos, haciéndonos prójimo y hermano del que está "a la vera del camino". Todo expresado en un compromiso por hacer una sociedad justa, solidaria y fraterna, de unión, comunión y participación.

"Los pobres no pueden esperar"."Quiero una Iglesia pobre y para los pobres".
(Juan Pablo II y Francisco I).


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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