LLAMADO URGENTE A LA CONVERSIÓN

DOMINGO TERCERO AÑO ORDINARIO B 21.01.2018.

(Jonás 3, 1-5.10; 1 Cor.7, 29-31; Marcos 1, 14-20).


El Evangelio de este domingo nos muestra a Jesús, que una vez tomado preso el Bautista, comienza con urgencia una tarea de Evangelización:

... y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. Hablaba en esta forma: el plazo está vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva".

Estas solas palabras de Jesús denotan un llamado urgente a la conversión:

"El plazo está vencido",el Reino de Dios se ha acercado"."Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva".



Jesús nos está diciendo que es el momento y que el plazo está terminado; que Dios se ha acercado, se ha hecho nuestro próximo: Dios, en su persona se ha hecho Hombre, haciéndose como uno de nosotros. Dios, en Jesús, está cerca y ha venido a buscar nuestra conversión y nuestra salvación. Dios hecho Hombre nos está llamando a tomar otro camino; nos está urgiendo a la conversión.

La Evangelización de Jesús es un llamado a cambiar de vida y convertirse al Evangelio. Esto significa aceptar y recibir a Cristo:convertirse de verdad a Jesús y entrar a participar y trabajar por el Reino que ya"está en medio de nosotros".

Junto con el tema del Reino está la conversión a sus valores en la prédica de Jesús. Y Jesús encarna los valores del Reino, porque Jesús es el Reino, que se ha acercado, terminando el plazo:

"El Reino está en medio de vosotros".


Jesús, el Buen Samaritano, ha venido a salvar al que está "a la vera del camino".


Entonces, lo repito: la conversión es una condición necesaria para participar en el Reino.

La conversión también va unida a la fe de Cristo y su Reino. Porque nadie puede sacrificar y renunciar a ídolos y vicios y pecados si no está convencido de los mejores valores del Evangelio, de lo relativo de los bienes de este mundo, y convencido de Jesús como el futuro del hombre.


Hay que tomar en serio la conversión:

"Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva".


"El plazo está vencido".

Finaliza la larga espera del pueblo judío, con promesas de Dios siempre aplazadas. Jesús afirma que hoy empiezan tiempos nuevos.

"El Reino de Dios se ha acercado".

No más espera porque está a la puerta. Pero ahora somos nosotros los que debemos dar el paso para entrar a este nuevo mundo en que Dios reina.

"Crean en la Buena Nueva".

Dios ha llegado a los hombres para reconciliar los unos con los otros, con todos. No les trae más mandatos: les pide que le hagan ese favor de creer en sus palabras.


La Evangelización de Jesús es un llamado a cambiar de vida y convertirse al Evangelio. Es decir hay que recibir y aceptar a Cristo que es el mismo Evangelio. Hay que convertirse de verdad a Jesús y su Reino.
Así como hay una urgencia en su llamado a la conversión, también hay una urgencia en su deseo de llamar apóstoles . Ya antes les había dicho que Jesús tenía muchos "oyentes" pero también necesita cooperadores, discípulos y "apóstoles" para que vayan con él a anunciar el Reino de la conversión.

"Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea. Ahí estaban Simón y su hermano Andrés, echando sus redes en el mar, porque eran pescadores. Jesús los vio y les dijo: Síganme, que yo los haré pescadores de hombres. Y con eso dejaron sus redes y empezaron a seguirlo... más allá vio a Santiago hijo de Zebedeo, con su hermano Juan. También ellos estaban en su barca y arreglaban las redes. De inmediato Jesús los llamó y partieron tras de él, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes".

"Síganme".

Las primeras palabras de Jesús son un llamado a comprometerse. "Y empezaron a seguirlo", o sea, a convivir con él, dejando su familia y su trabajo. Son los primeros llamados a ser apóstoles. Son los primeros que se convierten y cambian su vida en seguimiento de Jesús,porque todo apóstol o discípulo evangelizador, y hoy día agente pastoral: laico, religiosa o sacerdote, debe en primer lugar ser un convertido; debe ser uno que se encontró con la persona de Jesús y que está dispuesto a seguirlo radicalmente en todo, cambiando su vida por la de Jesús y su Reino.

Hoy día nuestra Iglesia debe ser más exigente con sus agentes pastorales. ¡No más agentes pastorales sin conversión a Jesús! La conversión es una cosa previa y necesaria para participar en el Reino del Señor. Esto significa una convicción y fe radical en Jesús y su Reino. Se trata de dejar ídolos, vicio y pecados. Y esto porque se ha entusiasmado y enamorado no de "algo" sino de "Alguien": la persona de Jesús, y por eso mismo sigue los valores de Jesús y su Evangelio. Lo que le interesa a Jesús y su Iglesia son católicos de calidad y no tanto de cantidad. Hay agentes pastorales que saben mucho la doctrina, conceptos y abstracciones religiosas, pero todavía no han tenido un verdadero encuentro personal con Jesús. Esos católicos entregan conceptos y doctrina, pero no anuncian el Evangelio: a la persona de Jesús. Incluso conozco agentes pastorales en pecado, que no se confiesan ni piden perdón de sus pecados, y siguen preparando con pura doctrina, entregando conceptos, porque Jesús no habita en ellos; no se han enamorado de Cristo y, por eso, no dejan todo y no cambian de vida. Creo que los agentes pastorales y parroquiales deben buscar y tener una profunda Evangelización y encuentro personal de conversión a la persona de Jesús. Les recomiendo que hagan una verdadera y permanente oración del Evangelio: un encuentro personal con la persona de Jesús. Hay también que distinguir entre un evangelizador y agente pastoral de un profesor: Uno anuncia a Jesús y el otro enseña materias. A veces los agentes pastorales parecen más bien buenos profesores, expertos en doctrina, pero no evangelizan, entregando o anunciando la persona de Jesús, y llamando a la conversión a él.
Si predicamos y llamamos a la conversión debemos primeramente ser convertidos nosotros mismos. Asi se convirtieron los apóstoles: se encontraron con Jesús, lo dejaron todo y empezaron a seguirlo. La conversión es una condición ineludible, para participar en la Iglesia de Jesús y en su Reino.



Jesús ya conocía a Simón, Andrés, Santiago y Juan, porque se había topado con ellos en el mismo lugar donde predicaba Juan Bautista. No eran gente ociosa, sino trabajadores responsables, y se parecían a muchos hombres y mujeres: jóvenes y adultos de hoy en día que son bastante generosos para entregarse por completo a una obra grande.
No sabían lo que podría ser el Reino de Dios, pero confiaban, eso sí, en que Jesús los guiaría y esto era para ellos el comienzo de su fe.

- Yo tengo mucha fe - dice la gente -, yo creo que Dios me protegerá, yo creo que las cosas me saldrán bien...
- Muy bien, pero la fe suya la tienen también las personas religiosas de cualquier religión: no es, pues, la fe cristiana.
La fe cristiana empieza cuando uno toma otro camino por seguir a Jesús. Tomar otro camino es lo que significa la palabra conversión.


¡ Cuánto se desea, hoy día, de esos hombres y mujeres: jóvenes y adultos, bastante generosos para entregarse por completo a esta obra grande de la Evangelización y del llamado a la conversión y a participar del Reino de Dios!
¡ Necesitamos vocaciones, gente que tenga la mirada abierta, el oído atento y el paso ligero, para entregarse total y radicalmente al amor de Jesús, ya sea como laico (a), como religiosa y como sacerdote! ¡Necesitamos apóstoles!

"La mies es mucha pero los operarios son pocos. Oremos al Señor, dueño de la mies".

Jesús está llamando a ser apóstoles y discípulos evangelizadores. Es urgente en el mundo de hoy empecatado, una Iglesia Evangelizadora y Misionera. Una Iglesia abierta y encarnada en el mundo y en nuestra patria. Hay que llamar con urgencia a una conversión de las personas y de la sociedad actual con ídolos, vicios y pecados. Creo que la visita reciente del Papa Francisco ha sembrado semillas de Jesús y su Evangelio a Iglesia chilena y a los hombres de buena voluntad. Ojalá que todo haya caído en terreno fértil y tengamos hombres y mujeres convertidos. Que también Iglesia chilena haya recogido el llamado de Francisco a la conversión y surjan verdaderos apóstoles convertidos, evangelizadores y misioneros. Nosotros no podemos permanecer indiferentes tras esta visita papal y, en concreto, ayudemos a nuestro Papa en misión encomendada por Cristo, misión que es propia de nosotros convertidos de verdad.

Los obispos de América Latina y el Caribe recogieron esta urgencia y nos han convocado en Aparecida a una Misión y Evangelización continental. Recojamos este desafío. Todos los bautizados formamos la Iglesia de Jesús. Pero todos tenemos que reencontrarnos y recuperar el primer amor con Jesús: tenemos que buscar siempre una conversión. No podemos acostumbrarnos ni instalarnos en una mediocridad de vida. Todos tenemos que Evangelizar y llamar a la conversión, pero primero convirtámonos nosotros. Con ardiente fervor evangelicemos y llamemos a la conversión y a participar en la hermosa y urgente obra del Reino. Amén.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
































































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