Perdonar es un acto de amor al prójimo.
Domingo Veinte y Cuatro Año Ordinario A. 17.09.2017. Mateo 18,21-35.
"Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?.
Jesús le contestó: "No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces".
"El rey se compadeció, y no sólo lo dejo libre, sino que además le perdonó la deuda".
"Siervo malo, todo lo que me debías te lo perdoné en cuanto me lo suplicaste. ¿No debías haberte compadecido de tu compañero, como yo me compadecí de tí?"
Y Jesús terminó con estas palabras: "Así hará mi Padre Celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
El Evangelio de este domingo nos manda amar al prójimo y nos manda perdonarlo.
"Las ofensa que nos hace nuestro prójimo no son nada en comparación con nuestras ofensas a Dios. Y mientras Dios perdona todo, nosotros ni siquiera damos un plazo. Dios no hace valer sus derechos y parece que ni siquiera los conociera, porque es el Padre. En cambio nosotros, al hacer valer nuestros derechos, nos portamos como siervos malos.
Jesús habla para las personas; habla también para los grupos humanos. El mundo necesita, sobre todas las cosas, un perdón de Dios y, por eso, aun los que quieren construir una sociedad más justa no la pueden logra con acusaciones y rencores.
Con esta parábola entendemos mejor cómo es la "venganza" y el "juicio" del Dios perfectamente humilde. Dios no cobrará sus propios derechos, sino que cobrará por los pequeños que, no pudiendo pagar, fueron despojados; y cobrará también por todos aquellos que, arrepentidos de su falta, no encontraron el perdón". (Biblia Latinoamericana).
Es de nuestro conocimiento que, para algunas personas, comprometidas en las causas sociales y la política, les parece que este mandamiento de Jesús puede ser enajenante y puede frenar su compromiso.
Hay un mal planteamiento acerca de este problema como si la fe con todas sus exigencias y consecuencias fuera incompatible con la vida de militante político. En verdad, la vida de la fe y del militante político, se unifican, pues la esperanza y la entrega, aún la más radical del militante, tiene como único fundamento la fe. Y el problema se plantea mal, y lleva a muchos a alejarse y a apartarse de la práctica de un creyente, porque a causa de una distorsionada educación cristiana recibida, y a causa de unas prédicas reduccionistas, fueron llevados a la conclusión que la política era incompatible con el ser cristiano y de Iglesia.
También, en otras materias, hay políticos que llamándose cristianos, no actúan políticamente de acuerdo a su fe, produciendo una división e inconsecuencia cristiana en su actuar. Esto lo estamos viendo en nuestro Chile, cuando políticos que se llaman católicos o cristianos, actúan acordando o propiciando materias reñidas con su fe, como lo son la economía de "capitalismo salvaje", la despenalización del aborto, la vida en pareja homosexual, matrimonio igualitario, y aceptando una mentira de institucionalidad y una Constitución de abierto fraude, incluso, votando por candidatos cuyos programas presentan asuntos reñidos con la fe y moral cristiana. Actualmente, todos los candidatos presidenciale, en sus programas, tienen temas reñidos con el mandato de Dios y de la Iglesia. Por lo tanto, tenemos que decir que hay militantes candidatos y votantes políticos que actúan, en la práctica, con inconsecuencia con respecto a su fe, produciendo en ellos una vida doble, de división, que es rechazada y produce falta de credibilidad en ellos. Esto sucede, habiendo pasado más de 27 años que se fue el dictador.
Pero, también, he conocido a lo largo de mi vida, a un verdadero católico y cristiano, militante político que obraba en este campo con una verdadera consecuencia: no había división ni separación entre su fe y su práctica política. Él decía:
"Yo no tengo enemigos políticos, yo tengo "hermanos adversarios".
"Mi opción política, incluso la de mi partido, está condicionada por mi compromiso con Jesús; primero está Él y su mandato de amor hasta el extremo de saber perdonar a mi adversario.
En mi lucha política y social cristiana yo no odio a nadie. No tengo muros y sí mucho horizonte". (Bernardo Leighton).
Por esta razón, él ayudó a Salvador Allende, su "hermano adversario" político. Le ayudó a buscar una salida democrática a la crisis política de 1973 que, lamentablemente terminó en un terrible y nada humano ni cristiano Golpe Cívico-Militar.
La verdadera y fecunda militancia, tanto de Iglesia como política, buscan cambiar la sociedad, para que los seres humanos sean más fraternos, más iguales, menos divididos por la injusticia. Es esto lo que quiere Jesús. Este es el camino del Evangelio. El que vive y actúa de este modo es porque existencialmente hay en él una unión entre su fe y la política.
En Evangelio de hoy, Jesús quiere decir que: "como amen, serán amados; como perdonen, serán perdonados; el Padre hará con ustedes de acuerdo a lo mismo que ustedes se comportan con los demás". Es, en el fondo, vivir la oración del Padre Nuestro:
"perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores".
No podemos ser perdonados, sino perdonamos al hermano; más aún: no seremos amados, sino amamos a los demás.
El verdadero testimonio lo dan los cristianos muy comprometidos, que han sufrido a causa de la justicia, pero sin ningún odio. Ellos dan testimonio de imparcialidad, de una falta de maledicencia, de desahogos improcedentes. Estos cristianos nos hacen comprender que la verdadera causa social y política revolucionaria quiere la justicia, la fraternidad, la amistad y comprensión entre los hermanos y el prójimo. Esta manera de ser cristiano es convincente y recupera y aumenta la credibilidad en la Iglesia de Jesús.
Todos tenemos la responsabilidad ante la historia actual de poner e introducir el amor, la reconciliación y el perdón.
"Quede bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará. En cambio si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes". (Mateo 6, 14-15).
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
"Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?.
Jesús le contestó: "No digas siete veces, sino hasta setenta y siete veces".
"El rey se compadeció, y no sólo lo dejo libre, sino que además le perdonó la deuda".
"Siervo malo, todo lo que me debías te lo perdoné en cuanto me lo suplicaste. ¿No debías haberte compadecido de tu compañero, como yo me compadecí de tí?"
Y Jesús terminó con estas palabras: "Así hará mi Padre Celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
El Evangelio de este domingo nos manda amar al prójimo y nos manda perdonarlo.
"Las ofensa que nos hace nuestro prójimo no son nada en comparación con nuestras ofensas a Dios. Y mientras Dios perdona todo, nosotros ni siquiera damos un plazo. Dios no hace valer sus derechos y parece que ni siquiera los conociera, porque es el Padre. En cambio nosotros, al hacer valer nuestros derechos, nos portamos como siervos malos.
Jesús habla para las personas; habla también para los grupos humanos. El mundo necesita, sobre todas las cosas, un perdón de Dios y, por eso, aun los que quieren construir una sociedad más justa no la pueden logra con acusaciones y rencores.
Con esta parábola entendemos mejor cómo es la "venganza" y el "juicio" del Dios perfectamente humilde. Dios no cobrará sus propios derechos, sino que cobrará por los pequeños que, no pudiendo pagar, fueron despojados; y cobrará también por todos aquellos que, arrepentidos de su falta, no encontraron el perdón". (Biblia Latinoamericana).
Es de nuestro conocimiento que, para algunas personas, comprometidas en las causas sociales y la política, les parece que este mandamiento de Jesús puede ser enajenante y puede frenar su compromiso.
Hay un mal planteamiento acerca de este problema como si la fe con todas sus exigencias y consecuencias fuera incompatible con la vida de militante político. En verdad, la vida de la fe y del militante político, se unifican, pues la esperanza y la entrega, aún la más radical del militante, tiene como único fundamento la fe. Y el problema se plantea mal, y lleva a muchos a alejarse y a apartarse de la práctica de un creyente, porque a causa de una distorsionada educación cristiana recibida, y a causa de unas prédicas reduccionistas, fueron llevados a la conclusión que la política era incompatible con el ser cristiano y de Iglesia.
También, en otras materias, hay políticos que llamándose cristianos, no actúan políticamente de acuerdo a su fe, produciendo una división e inconsecuencia cristiana en su actuar. Esto lo estamos viendo en nuestro Chile, cuando políticos que se llaman católicos o cristianos, actúan acordando o propiciando materias reñidas con su fe, como lo son la economía de "capitalismo salvaje", la despenalización del aborto, la vida en pareja homosexual, matrimonio igualitario, y aceptando una mentira de institucionalidad y una Constitución de abierto fraude, incluso, votando por candidatos cuyos programas presentan asuntos reñidos con la fe y moral cristiana. Actualmente, todos los candidatos presidenciale, en sus programas, tienen temas reñidos con el mandato de Dios y de la Iglesia. Por lo tanto, tenemos que decir que hay militantes candidatos y votantes políticos que actúan, en la práctica, con inconsecuencia con respecto a su fe, produciendo en ellos una vida doble, de división, que es rechazada y produce falta de credibilidad en ellos. Esto sucede, habiendo pasado más de 27 años que se fue el dictador.
Pero, también, he conocido a lo largo de mi vida, a un verdadero católico y cristiano, militante político que obraba en este campo con una verdadera consecuencia: no había división ni separación entre su fe y su práctica política. Él decía:
"Yo no tengo enemigos políticos, yo tengo "hermanos adversarios".
"Mi opción política, incluso la de mi partido, está condicionada por mi compromiso con Jesús; primero está Él y su mandato de amor hasta el extremo de saber perdonar a mi adversario.
En mi lucha política y social cristiana yo no odio a nadie. No tengo muros y sí mucho horizonte". (Bernardo Leighton).
Por esta razón, él ayudó a Salvador Allende, su "hermano adversario" político. Le ayudó a buscar una salida democrática a la crisis política de 1973 que, lamentablemente terminó en un terrible y nada humano ni cristiano Golpe Cívico-Militar.
La verdadera y fecunda militancia, tanto de Iglesia como política, buscan cambiar la sociedad, para que los seres humanos sean más fraternos, más iguales, menos divididos por la injusticia. Es esto lo que quiere Jesús. Este es el camino del Evangelio. El que vive y actúa de este modo es porque existencialmente hay en él una unión entre su fe y la política.
En Evangelio de hoy, Jesús quiere decir que: "como amen, serán amados; como perdonen, serán perdonados; el Padre hará con ustedes de acuerdo a lo mismo que ustedes se comportan con los demás". Es, en el fondo, vivir la oración del Padre Nuestro:
"perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores".
No podemos ser perdonados, sino perdonamos al hermano; más aún: no seremos amados, sino amamos a los demás.
El verdadero testimonio lo dan los cristianos muy comprometidos, que han sufrido a causa de la justicia, pero sin ningún odio. Ellos dan testimonio de imparcialidad, de una falta de maledicencia, de desahogos improcedentes. Estos cristianos nos hacen comprender que la verdadera causa social y política revolucionaria quiere la justicia, la fraternidad, la amistad y comprensión entre los hermanos y el prójimo. Esta manera de ser cristiano es convincente y recupera y aumenta la credibilidad en la Iglesia de Jesús.
Todos tenemos la responsabilidad ante la historia actual de poner e introducir el amor, la reconciliación y el perdón.
"Quede bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará. En cambio si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes". (Mateo 6, 14-15).
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+