De la oración a la acción y de la acción a la oración.
Domingo de la Transfiguración del Señor. 06.08.2017.
Mateo 17,1-9.
Marcos 9,1-9.
Lucas 9,28-36.
Al comenzar debo advertir que ya he escrito sobre la Transfiguración. Lo he hecho movido por el Espíritu del Señor. Ustedes podrán encontrar en mi Blog el comentario de la Transfiguración en el tiempo de Cuaresma. Los invito, si lo estiman conveniente, remontarse a lo escrito en Cuaresma desde 2013. Ahora, con la fe puesta en el Señor y su Espíritu, me nace escribir sobre la Transfiguración como un momento de "oración", pero también de una oración que lleva a un compromiso y "acción" cristiana. Ese compromiso y "acción" cristiana, a su vez, lleva de nuevo a la "oración", y así sucesivamente. Por eso: "De la oración a la acción y de la acción a la oración". Éste es el título de este escrito dominical.
"Seis días después , Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un cerro alto, lejos de todo". (Mateo).
"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan,y los llevó aparte, ellos solos, a un monte muy alto". (Marcos).
Se trata de lo que hoy diríamos un Retiro Espiritual de oración.
Pero Lucas es más específico:
"Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y a Juan a orar".
(Lucas).
Estamos hablando de un encuentro personal de Jesús con su Padre y de los tres apóstoles con su Maestro. Es un momento de oración, que en medio de su compromiso y acción, Jesús hacía. Hay otros momentos señalados en el Evangelio en que Jesús, ya sea muy de noche o muy de madrugada, lo dedicaba a la oración después de su agotadora misión, compromiso o acción diaria. Así, en oración, Jesús, el Dios hecho Hombre, iba comprendiendo su misión, acción y compromiso, voluntad del Padre. Esta nueva señal divina que Jesús recibe en la Transfiguración se debe a que empieza una nueva etapa: la de su pasión. En la Transfiguración, Jesús recibe la certeza de que su muerte se cumplirá dentro de poco. Y también se le da el sabor anticipado de la resurrección.
Todo denota: "De la oración a la acción y de la acción a la oración".
Por su parte, los tres apóstoles, en la Transfiguración, tuvieron su experiencia de oración y contemplación. Ellos, en una ocasión, al ver a Jesús orando y tomando un tiempo especial para hacerlo, le pidieron a Jesús: "Enséñanos a orar".
"Llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan". "Subió a un cerro a orar".
Muy posiblemente fue en una noche de oración durante la cual se produjo el acontecimiento que Jesús esperaba. Mientras tanto los apóstoles, hombres frágiles, que a veces "no fueron capaces de orar y de velar ni siquiera una hora con Jesús", dormían hasta que los despertó la gloria de Jesús, que ya estaba transfigurado. Y "Vieron su gloria". Esta acotación recuerda la transfiguración de la cara de Moisés después de conversar y orar con Dios. Pero aquí la gloria de Jesús sale de Él mismo y afecta hasta su ropa. De esto son testigos los tres apóstoles, quienes escuchan, envueltos en una nube: "Éste es mi Hijo , mi Elegido, escúchenlo". Pues Jesús es el profeta anunciado por Moisés, al que todos deben escuchar. Pero no se trata de recibir de Él nuevas leyes. Más bien se trata de escuchar al que nos revela el Padre y nos mueve a reconciliarnos con Él. Para esto es necesario que nos fijemos en Él como lo están haciendo los apóstoles. No sin motivo, Jesús llevó aparte a los tres, y los invitó a subir el cerro, al igual que Moisés había subido a encontrar la gloria de Dios sobre el monte Sinaí. Ciertas condiciones de soledad disponen al hombre a recibir, en la oración, las comunicaciones de Dios. Así, contemplaron a Jesús conversando con Moisés y Elías, dos personas muy importantes en la Biblia. Es que Dios había hablado muchas veces y de varias maneras por medio de los profetas, pero ahora entrega a la humanidad todo lo que Él puede darnos al enviar a su propio Hijo: a Él han de escuchar como al Profeta que reúne en su persona a todos los demás.
Es una experiencia de oración y contemplación de Jesús que tuvieron los tres apóstoles. ¿Por qué Jesús se hizo ver de los tres transfigurado? Porque los apóstoles, en esas circunstancias, habiéndose entregado y comprometido por la causa de Cristo y su Reino, después de escuchar el anuncio de la pasión de Jesús y conocer las consecuencias de su seguimiento a Jesús, estaban desanimados. La oración de la Transfiguración es una palabra de ánimo, pues en ella se manifiesta la gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz. Jesús quería darles una esperanza concreta. Era como decirles : "No se desanimen, vamos a vencer". Esta experiencia la tienen los verdaderos y comprometidos cristianos, que con su acción van cumpliendo la misión y el trabajo encomendado por Jesús de evangelizar y construir el Reino, y van recuperando fuerza y ánimo con el contacto personal con Dios en la oración, para después, recuperados y reconfortado por la oración volver nuevamente a la acción y compromiso en el mundo.
Tenemos en el relato de la Transfiguración una completa presentación de Jesús. En Él se ha manifestado la gloria de Dios; Él es verdaderamente el Mesías esperado; más aún, es el Hijo de Dios, nombre que con insistencia se repite en el Evangelio. Esta presentación tiene como destinatarios a los discípulos que lo acompañan y, la mente de todos los que hacen oración, Evangelio en mano. El propósito es acrecentar la fe de los discípulos en Jesús a través de la contemplación de su victoria sobre la muerte; de esta manera , podrán asumir, continuando las tareas, acciones y exigencias que lleva consigo ser discípulo y seguidor de Jesús: "De la oración a la acción y de la acción a la oración".
Este es el mensaje del Evangelio de la Transfiguración del Señor ante sus apóstoles. Haciendo un alto en el arduo trabajo apostólico, Jesús se "retira" con Pedro, Santiago y Juan a "orar". Ahí, se revela a ellos, aunque sea fugazmente, en toda su plenitud, su gloria y su belleza resplandeciente, incluso en su vestimenta.
Pero llama la atención la reacción muy significativa de los apóstoles ante esta experiencia. Pedro se hace portavoz de ella diciendo a Jesús:
"Señor, ¡qué bueno que estemos aquí! Si quieres, voy a levantar aquí tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Esta reacción significa que para estos hombres, sumergidos en la acción, con todas sus dificultades y renuncias, que habían tomado su cruz cada día para seguir a Cristo en sus trabajos, esta experiencia de oración y contemplación al Señor en toda su plenitud gloriosa, fue tan fuerte, les reveló un valor tan deseable, que les hizo olvidar el resto y aspirar a continuar en la contemplación y oración de Cristo transfigurado.
La experiencia fue de corta duración. Jesús los vuelve a llamar a la realidad, a continuar el duro trabajo que habían interrumpido, a tomar la cruz, a volver a la acción. Pero en adelante no sería lo mismo para ellos. Habían descubierto una dimensión nueva, como discípulos del Señor; habían experimentado que la presencia de Jesús resucitado es suficiente para llenar las aspiraciones humanas, y para sobrepasar los límites y las frustraciones de la acción.
Los apóstoles habían descubierto la dimensión contemplativa y de oración del cristianismo: Cristo conocido y amado por sí mismo, capaz de dar sentido a una vida. Pero que al mismo tiempo no permite que nos instalemos en su compañía: nos envía a prolongar esta experiencia en la acción y compromiso con el otro, sobre todo con los pobres. Al respecto no olvidemos ni reneguemos nunca de nuestro origen y cuna: la del pobre de Belén; la del Dios que se hizo Hombre pobre; vivió pobre y murió pobre. Esto nos debe hacer optar pastoral y preferencialmente por los pobres. Es una verdad de nuestra fe: Dios optó primero que nosotros por la pobreza y por los pobres. ¡El pobre es Cristo! Al Terminar les aviso y les recomiendo que lean una convocación del Papa Francisco I a UNA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES. Creo que podrán encontrar su texto en esta misma Religión Digital.
Les deseo paz y bien en el Señor.
Pbro.Eugenio Pizarro Poblete+
Mateo 17,1-9.
Marcos 9,1-9.
Lucas 9,28-36.
Al comenzar debo advertir que ya he escrito sobre la Transfiguración. Lo he hecho movido por el Espíritu del Señor. Ustedes podrán encontrar en mi Blog el comentario de la Transfiguración en el tiempo de Cuaresma. Los invito, si lo estiman conveniente, remontarse a lo escrito en Cuaresma desde 2013. Ahora, con la fe puesta en el Señor y su Espíritu, me nace escribir sobre la Transfiguración como un momento de "oración", pero también de una oración que lleva a un compromiso y "acción" cristiana. Ese compromiso y "acción" cristiana, a su vez, lleva de nuevo a la "oración", y así sucesivamente. Por eso: "De la oración a la acción y de la acción a la oración". Éste es el título de este escrito dominical.
"Seis días después , Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un cerro alto, lejos de todo". (Mateo).
"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan,y los llevó aparte, ellos solos, a un monte muy alto". (Marcos).
Se trata de lo que hoy diríamos un Retiro Espiritual de oración.
Pero Lucas es más específico:
"Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y a Juan a orar".
(Lucas).
Estamos hablando de un encuentro personal de Jesús con su Padre y de los tres apóstoles con su Maestro. Es un momento de oración, que en medio de su compromiso y acción, Jesús hacía. Hay otros momentos señalados en el Evangelio en que Jesús, ya sea muy de noche o muy de madrugada, lo dedicaba a la oración después de su agotadora misión, compromiso o acción diaria. Así, en oración, Jesús, el Dios hecho Hombre, iba comprendiendo su misión, acción y compromiso, voluntad del Padre. Esta nueva señal divina que Jesús recibe en la Transfiguración se debe a que empieza una nueva etapa: la de su pasión. En la Transfiguración, Jesús recibe la certeza de que su muerte se cumplirá dentro de poco. Y también se le da el sabor anticipado de la resurrección.
Todo denota: "De la oración a la acción y de la acción a la oración".
Por su parte, los tres apóstoles, en la Transfiguración, tuvieron su experiencia de oración y contemplación. Ellos, en una ocasión, al ver a Jesús orando y tomando un tiempo especial para hacerlo, le pidieron a Jesús: "Enséñanos a orar".
"Llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan". "Subió a un cerro a orar".
Muy posiblemente fue en una noche de oración durante la cual se produjo el acontecimiento que Jesús esperaba. Mientras tanto los apóstoles, hombres frágiles, que a veces "no fueron capaces de orar y de velar ni siquiera una hora con Jesús", dormían hasta que los despertó la gloria de Jesús, que ya estaba transfigurado. Y "Vieron su gloria". Esta acotación recuerda la transfiguración de la cara de Moisés después de conversar y orar con Dios. Pero aquí la gloria de Jesús sale de Él mismo y afecta hasta su ropa. De esto son testigos los tres apóstoles, quienes escuchan, envueltos en una nube: "Éste es mi Hijo , mi Elegido, escúchenlo". Pues Jesús es el profeta anunciado por Moisés, al que todos deben escuchar. Pero no se trata de recibir de Él nuevas leyes. Más bien se trata de escuchar al que nos revela el Padre y nos mueve a reconciliarnos con Él. Para esto es necesario que nos fijemos en Él como lo están haciendo los apóstoles. No sin motivo, Jesús llevó aparte a los tres, y los invitó a subir el cerro, al igual que Moisés había subido a encontrar la gloria de Dios sobre el monte Sinaí. Ciertas condiciones de soledad disponen al hombre a recibir, en la oración, las comunicaciones de Dios. Así, contemplaron a Jesús conversando con Moisés y Elías, dos personas muy importantes en la Biblia. Es que Dios había hablado muchas veces y de varias maneras por medio de los profetas, pero ahora entrega a la humanidad todo lo que Él puede darnos al enviar a su propio Hijo: a Él han de escuchar como al Profeta que reúne en su persona a todos los demás.
Es una experiencia de oración y contemplación de Jesús que tuvieron los tres apóstoles. ¿Por qué Jesús se hizo ver de los tres transfigurado? Porque los apóstoles, en esas circunstancias, habiéndose entregado y comprometido por la causa de Cristo y su Reino, después de escuchar el anuncio de la pasión de Jesús y conocer las consecuencias de su seguimiento a Jesús, estaban desanimados. La oración de la Transfiguración es una palabra de ánimo, pues en ella se manifiesta la gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz. Jesús quería darles una esperanza concreta. Era como decirles : "No se desanimen, vamos a vencer". Esta experiencia la tienen los verdaderos y comprometidos cristianos, que con su acción van cumpliendo la misión y el trabajo encomendado por Jesús de evangelizar y construir el Reino, y van recuperando fuerza y ánimo con el contacto personal con Dios en la oración, para después, recuperados y reconfortado por la oración volver nuevamente a la acción y compromiso en el mundo.
Tenemos en el relato de la Transfiguración una completa presentación de Jesús. En Él se ha manifestado la gloria de Dios; Él es verdaderamente el Mesías esperado; más aún, es el Hijo de Dios, nombre que con insistencia se repite en el Evangelio. Esta presentación tiene como destinatarios a los discípulos que lo acompañan y, la mente de todos los que hacen oración, Evangelio en mano. El propósito es acrecentar la fe de los discípulos en Jesús a través de la contemplación de su victoria sobre la muerte; de esta manera , podrán asumir, continuando las tareas, acciones y exigencias que lleva consigo ser discípulo y seguidor de Jesús: "De la oración a la acción y de la acción a la oración".
Este es el mensaje del Evangelio de la Transfiguración del Señor ante sus apóstoles. Haciendo un alto en el arduo trabajo apostólico, Jesús se "retira" con Pedro, Santiago y Juan a "orar". Ahí, se revela a ellos, aunque sea fugazmente, en toda su plenitud, su gloria y su belleza resplandeciente, incluso en su vestimenta.
Pero llama la atención la reacción muy significativa de los apóstoles ante esta experiencia. Pedro se hace portavoz de ella diciendo a Jesús:
"Señor, ¡qué bueno que estemos aquí! Si quieres, voy a levantar aquí tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Esta reacción significa que para estos hombres, sumergidos en la acción, con todas sus dificultades y renuncias, que habían tomado su cruz cada día para seguir a Cristo en sus trabajos, esta experiencia de oración y contemplación al Señor en toda su plenitud gloriosa, fue tan fuerte, les reveló un valor tan deseable, que les hizo olvidar el resto y aspirar a continuar en la contemplación y oración de Cristo transfigurado.
La experiencia fue de corta duración. Jesús los vuelve a llamar a la realidad, a continuar el duro trabajo que habían interrumpido, a tomar la cruz, a volver a la acción. Pero en adelante no sería lo mismo para ellos. Habían descubierto una dimensión nueva, como discípulos del Señor; habían experimentado que la presencia de Jesús resucitado es suficiente para llenar las aspiraciones humanas, y para sobrepasar los límites y las frustraciones de la acción.
Los apóstoles habían descubierto la dimensión contemplativa y de oración del cristianismo: Cristo conocido y amado por sí mismo, capaz de dar sentido a una vida. Pero que al mismo tiempo no permite que nos instalemos en su compañía: nos envía a prolongar esta experiencia en la acción y compromiso con el otro, sobre todo con los pobres. Al respecto no olvidemos ni reneguemos nunca de nuestro origen y cuna: la del pobre de Belén; la del Dios que se hizo Hombre pobre; vivió pobre y murió pobre. Esto nos debe hacer optar pastoral y preferencialmente por los pobres. Es una verdad de nuestra fe: Dios optó primero que nosotros por la pobreza y por los pobres. ¡El pobre es Cristo! Al Terminar les aviso y les recomiendo que lean una convocación del Papa Francisco I a UNA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES. Creo que podrán encontrar su texto en esta misma Religión Digital.
Les deseo paz y bien en el Señor.
Pbro.Eugenio Pizarro Poblete+