El pastor, como Jesús el Buen Pastor, debe dar la vida por sus fieles.
Domingo cuarto de Pascua. 07.05.2017. (Juan 10, 1-30).
Las palabras del Evangelio de Jesús, de esta domínica, se refieren al Buen Pastor:
"En verdad les digo,yo soy el pastor de las ovejas". ... ."Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas".
Si bien es cierto, que el texto evangélico de hoy sólo llega hasta el versículo 10 del capítulo 10 de San Juan (Jn.10,1-10), he querido extenderme hasta el versículo 30 del mismo capítulo, para poder explicarme mejor.
"Pero el pastor de las ovejas entra por la puerta. El cuidador le abre, y las ovejas escuchan su voz. Llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera del corral. Cuando ha sacado a todas las que son suyas, va caminando delante de ellas, y lo siguen porque conocen su voz. A otro no lo seguirán, más bien huirán de él porque desconocen la voz del extraño".
"Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo. Circula libremente y encuentra alimento. El ladrón entra solamente a robar, a matar y a destruir. Yo, en cambio, vine para que tengan vida y sean colmados".
"Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado las agarra y las dispersa, porque sólo es un asalariado y no le importan las ovejas".
"Yo soy el Buen Pastor: conozco a las mías y la mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas".
"Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz; y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor".
"Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas. Ellas me siguen y yo les doy vida eterna: nunca perecerán y nadie las sacará de mi mano".
Podemos imaginarnos algunos de esos corrales en que, por la noche, se juntan distintos rebaños, que también tienen distintos pastores. Estos corrales tienen un cuidador al que los pastores le encargan cuidar sus distintas ovejas. En la mañana temprano, llega cada pastor a sacar sus ovejas y las llama con su voz propia, y parte al frente de ellas.
Haciéndonos esa situación de lugar tratemos de adentrarnos a la parábola del Buen Pastor de Jesús.
La Biblia anunciaba el día en que Dios vendría a reunir las "ovejas" dispersas de su pueblo. Jesús es el Pastor, y ha venido para cumplir lo anunciado y prometido; pero no lo hará en la forma que muchos esperaban. Los judíos esperaban un Pastor que les llevaría hacia la prosperidad anterior que habían tenido; pensaban que se les devolverían sus privilegios anteriores en medio de los demás.
Jesús, en cambio, con sus hechos y palabras, deja en claro que su pueblo no se confunde con la nación judía. Su pueblo es el que cree en Él. Jesús va a sacar de entre los judíos a aquellos que son suyos. Son suyos los que creen en Él; lo mismo sacará a sus ovejas de otros corrales.
"Tengo otras ovejas que no son de este corral...", es decir, de otras naciones que la judía. También a ellas las encabezará juntas con todas las otras que creen en Él, y las guiará a un pueblo sin fronteras hacia donde Él sabe. El único pueblo y rebaño, es decir, la única Iglesia, camina a lo largo de la historia y no se encierra en ningún corral: "es sin muros y con mucho horizonte": no identifica su destino con el de ningún pueblo o civilización.
Así, Jesús, reúne a su pueblo por la sola fe que ponen en Él. Es de su pueblo aquel que da crédito a su palabra y reconoce su voz. Así, como Jesús, la presencia de un pastor se hace más necesaria todavía cuando un pueblo no tiene frontera, ni armas ni leyes que lo defiendan contra los ataques del exterior y de las divisiones internas. La fe en Jesús es la que une. El Pueblo de Dios no es una masa ni tampoco la Humanidad con mayúscula. Está compuesto de personas que valen cada una por sí misma y que han empezado con Él una aventura hecha de confianza y de amor mutuo:
"Yo soy el Buen Pastor: conozco a las mías y las mías me conocen a mí". "Tengo otras ovejas... . A ellas las llamaré y oirán mi voz". (Cfr. Comentario de Biblia Latinoamericana).
El Evangelio de hoy es la parábola del Buen Pastor. En él, Jesús se nos presenta como el único y verdadero pastor de los cristianos, de la Iglesia, en la cual todos los demás pastores son instrumentos y figura del único pastor que es Jesús.
Se nos hace presente como un pastor bueno, comprensivo con su gente hasta dar la vida por ellos, y que los conoce y sigue personalmente.
Su rebaño es la Iglesia, la comunidad de sus discípulos convocadas o reunidas por el Espíritu Santo después de su resurrección. Porque el fruto de la Pascua es el don de la Iglesia a los hombres.
Para nosotros, sacerdotes, instrumentos del Buen Pastor, está fiesta litúrgica de esta domínica, debe ser motivo de una profunda revisión de vida, de vida sacerdotal y de pastores. Me refiero a una revisión de vida personal y a una revisión de nuestra actividad pastoral.
Se trata de una hermosa y seria responsabilidad personal y pastoral que ha sido entregada y confiada por Jesús y su Iglesia. ¿Qué tales instrumentos del único Buen Pastor estamos siendo en el mundo de hoy? Y esta pregunta nos la debemos hacer en momentos de una disminución de la credibilidad hacia la Iglesia, de la cual somos responsables, unos más, otros menos. Y esto debemos revisarlo aunque sea cierto que la Iglesia no es de Pablo, ni de Apolo, ni de Kefas (Pedro-Piedra), sino de Jesús, el verdadero Buen Pastor, del cual somos sus instrumentos, pero instrumentos responsables y figura del único pastor que es Jesús. Es a Jesús que debemos responder de la tarea de pastores confiada.
Podríamos, en esta revisión, recordando lo que los más alejados, los obreros, los pobres y otros, dicen acerca del sacerdote, del pastor, y por ende, de la Iglesia. ¿Cuál es la imagen que tienen del sacerdote?
No puedo ni debo generalizar al respecto. Pero uno escucha a la gente. Algunos dicen que lo ven en forma fugaz y que no lo conocen. Otros lo encuentran simpático porque es amable, pero dicen que la gente no lo conoce realmente, ni el sacerdote conoce a la gente.
Algunos en la Eucaristía, sobre todo, cuando han descubierto en ella, como un acto de comunión con los hermanos, el sacerdote ya no es alguien que desde fuera ordena que se haga comunión, sino que él hace comunión con su pueblo o rebaño.
Me parece que el sacerdote debe darle mucha importancia a la Eucaristía y descubrir en ella, como un acto de comunión en Cristo y en los hermanos; como una comunicación más profunda de personas, incluso como un momento de amistad; como una celebración de la vida, donde se busca un conocimiento mutuo entre el sacerdote y la gente. Tal vez descubriendo el sentido pastoral de la Eucaristía en toda su profundidad, como un acto de culto que pasa por una comunidad hecha culto viviente, muchos sacerdotes, evangelizadores, cambiarían su orientación pastoral.
Pero el cuestionamiento del evangelio de hoy al sacerdote es el de la cercanía verdadera con la gente. Aparecemos lejanos.
El problema es que el sacerdote no vive la vida de la gente, especialmente no vive la vida de los pobres. ¿Qué sabemos de la vida de los pobres? Lo pregunto con fundamento, porque conociendo una zona pastoral, poco o nada vi de presencia y de labor pastoral de los sacerdotes y de su comunidad parroquial en medio de los pobres. ¿Se ha olvidado o dejado la opción pastoral preferencial por los pobres?
Al contrario, el Evangelio de hoy, nos muestra que Jesús vivió verdaderamente la vida de su pueblo empobrecido y que fue pobre como él; que su pastoral no consistía tanto en moverse mucho y en llegar a mucha cantidad de gente. Jesús se pone en contacto con personas con su nombre y apellido, viviendo con ellos una amistad profunda, y produciendo una mayor calidad de discípulos y también una mejor y más profunda relación humana.
La parábola del Buen Pastor nos enseña que la amistad es un asunto esencial, aunque no tan fácil, en un trato pastoral simple y rápido, que nos exige, en este caso de revisión nuestra, a los sacerdotes, ser pastores que comiencen por compartir la misma vida de las ovejas.
También nos muestra la diferencia entre el asalariado y el pastor.
El asalariado pasa un tiempo dedicado a las ovejas: misas, catequesis, reuniones, visitas, etc., pero terminado su deber, no se acuerda de ellas. Su paso amistoso fue fugaz. ¿Por qué? Porque viene desde afuera y, muchas veces, ninguno de nosotros abraza la vida del pueblo, no la vive y no la comprende desde dentro. Cuando Jesús habla de dar la vida por sus ovejas, no sólo está diciendo morir mártir, sino cambiar la propia vida, para asumir la vida, los esfuerzos y demandas de su rebaño.
Sé que esto no es simple y acarrea dificultades, pero consideré honrado plantearlo en la revisión de nuestra vida sacerdotal y pastoral.
Mirando la vida y encarnación de Cristo, ¿qué nos estará pidiendo el Señor al respecto?
En esta revisión de vida recomiendo tomar el Evangelio (Jn. 10, 1-30). Y agrego algunas palabras de Puebla: palabras de los Obispos de América Latina y el Caribe:
"El ministerio eclesiástico de institución divina, es ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamándose Obispos, presbíteros y diáconos". (LG 28). Constituyen el ministerio jerárquico y se reciben mediante la "imposición de las manos", en el Sacramento del Orden. Como lo enseña el Vaticano II, por el Sacramento del Orden - Episcopal y presbiteral - se confiere un sacerdocio ministerial, esencialmente distinto del sacerdocio común del que participan todos los fieles por el Sacramento del Bautismo (LG 10); quienes reciben el ministerio jerárquico quedan constituidos,"según sus funciones", "pastores" en la Iglesia. Como el Buen Pastor (Jn. 10,1-16), van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos por ellas". (Puebla 681).
" "Ir delante de las ovejas" significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, quien pobre entre los pobres, anunció que todos somos hijos de un mismo Padre y por consiguiente hermanos".(Puebla 682).
" "Dar la vida" señala la medida del "ministerio jerárquico" y es la prueba del mayor amor; así lo vive Pablo que muere todos los días (2 Cor. 4, 11) en el cumplimiento de su ministerio".(Puebla 683).
" "Conocer las ovejas y ser conocidos por ellas" no se limita a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir". (Mateo 20,25-28). (Puebla 684).
"Renovamos nuestra adhesión a todas las enseñanzas que sobre los Pastores nos han dado el Concilio Vaticano II, el Sínodo Episcopal de 1971, Medellín y el Directorio de los Obispos. Proponemos ahora, por creerlas especialmente útiles para la Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, algunas "reflexiones" sobre el Ministerio de los Obispos, de los Presbíteros y de los Diáconos...". (Puebla 685).
Recomiendo y propongo, tal como nuestros Obispos, como útil y necesaria, para nuestra revisión de vida sacerdotal y de pastores, el Capítulo II de Puebla: "Agentes de Comunión y Participación":
Contenido:
1. Ministerio Jerárquico.
2. Vida Consagrada.
Las palabras del Evangelio de hoy, más las de los Obispos, tienen que salir de las páginas del Nuevo Testamento y del Magisterio de Iglesia de América Latina y el Caribe, y hacerse vida y carne a través de los sacerdotes y pastores, instrumentos de Jesús, el que dio la vida por sus ovejas y, que hoy, resucitado, quiere vivir, en medio de su pueblo, y a través de sus pastores humanos, quiere acompañarlo "en su gozo y esperanza, en sus lágrimas y angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, porque son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de Cristo y de sus discípulos, pastores humanos del Señor, y porque nada hay de verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón".
Un sacerdote y un pastor no sólo debe saber lo de Jesús, su Evangelio y el Magisterio de la Iglesia, ni tampoco debe sólo predicarlo, sino vivirlo, encarnando y poniendo en práctica todo en el mundo de hoy.
No olvidemos el dicho:"Padre Gatica que predica pero que no practica". Y este dicho lo toma en cuenta y lo aplica muy bien el pueblo, y con`crítica y exigencia a quien corresponda.
A veces, nace en la gente, una inquietante pregunta, en medio de tantas fallas que aparecen en los cristianos y en los representantes de la Iglesia, especialmente en algunos sacerdotes y pastores, ¿será auténtico lo que esta Iglesia trasmite? Surge la inquietud ante una Iglesia con tantas crisis, confusiones, pecados de sacerdotes,luchas de poder, divisiones internas, claudicaciones de sacerdotes y miembros de ella, ¿puede esta Iglesia darnos con eficacia a Jesús y su Evangelio? Y uno se pregunta,si los sacerdotes con los demás miembros de la Iglesia, podemos ser instrumentos de liberación integral de nuestros pueblos de América Latina, especialmente cuando veo que se está imponiendo un sistema mundial, que hace opresión a tantos hombres y mujeres, con sus familias y hogares, produciendo el "pecado social" denunciado tantas veces por los Obispos.
Ciertamente he sido crítico, en esta ocasión, con respecto a los pastores humanos, sólo instrumentos del Buen Pastor resucitado.
La respuesta a la preguntas y cuestionamientos hechos, la da Jesús, sacándonos de la sola crítica y denuncia, que aunque necesaria en nuestra revisión, nos debe hacer "pasar" de muerte y pecado, a vida y gracia. Cristo ha vencido a cualquier signo de muerte, a la muerte misma y al pecado nuestro y de "todo el hombre y de todos los hombres". ¡Cristo ha resucitado y vive! Él contesta, con la alegría de uno que ha vencido, a nosotros sus ovejas:
"Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas. Ellas me siguen y yo les doy la vida eterna: nunca perecerán y nadie las sacará de mi mano. Lo que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede sacarlo de la mano de mi Padre. Yo y mi Padre somos una misma cosa".
La garantía de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo: Papa, Obispos, sacerdotes, religiosas y laicos, todos militantes, es que no está en manos de pastores humanos.
La garantía de su fidelidad en conducir a los hombres a la vida de Jesús resucitado y al Evangelio del amor y la libertad, es, y repito, que no está en manos de pastores humanos. Éstos son sólo instrumentos necesarios e imperfectos, del único Buen Pastor que guía a la Iglesia, quien además suple las fallas de los cristianos, de pastores humanos: sacerdotes y laicos, por el Espíritu Santo que nos envió. Éste nos da la vida, nos ayuda a seguir a Cristo y a ser fieles a su Evangelio, para animar a la Iglesia en su interior, vital e independientemente de las previsiones y fallas de los hombres y mujeres de Iglesia: de sus pastores humanos.
La causa de nuestra fe, esperanza y amor a la Iglesia, a pesar de sus pastores humanos, frágiles y pecadores, es que todo está en las manos de Dios. Nadie puede arrebatar a Él nada. Y todos: pastores, sacerdotes y laicos, formamos parte de una comunidad de hermanos, con defectos en nosotros y en los pastores, pero que a causa de que Jesús resucitado es nuestro Buen Pastor que vive y actúa en su Iglesia, estamos seguros de que en esta Iglesia lo seguimos a Él, quien, más aún, nos santifica por su Espíritu y nos conduce a la vida eterna. Amén. ¡Aleluya!
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
Las palabras del Evangelio de Jesús, de esta domínica, se refieren al Buen Pastor:
"En verdad les digo,yo soy el pastor de las ovejas". ... ."Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas".
Si bien es cierto, que el texto evangélico de hoy sólo llega hasta el versículo 10 del capítulo 10 de San Juan (Jn.10,1-10), he querido extenderme hasta el versículo 30 del mismo capítulo, para poder explicarme mejor.
"Pero el pastor de las ovejas entra por la puerta. El cuidador le abre, y las ovejas escuchan su voz. Llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera del corral. Cuando ha sacado a todas las que son suyas, va caminando delante de ellas, y lo siguen porque conocen su voz. A otro no lo seguirán, más bien huirán de él porque desconocen la voz del extraño".
"Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo. Circula libremente y encuentra alimento. El ladrón entra solamente a robar, a matar y a destruir. Yo, en cambio, vine para que tengan vida y sean colmados".
"Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado las agarra y las dispersa, porque sólo es un asalariado y no le importan las ovejas".
"Yo soy el Buen Pastor: conozco a las mías y la mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas".
"Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz; y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor".
"Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas. Ellas me siguen y yo les doy vida eterna: nunca perecerán y nadie las sacará de mi mano".
Podemos imaginarnos algunos de esos corrales en que, por la noche, se juntan distintos rebaños, que también tienen distintos pastores. Estos corrales tienen un cuidador al que los pastores le encargan cuidar sus distintas ovejas. En la mañana temprano, llega cada pastor a sacar sus ovejas y las llama con su voz propia, y parte al frente de ellas.
Haciéndonos esa situación de lugar tratemos de adentrarnos a la parábola del Buen Pastor de Jesús.
La Biblia anunciaba el día en que Dios vendría a reunir las "ovejas" dispersas de su pueblo. Jesús es el Pastor, y ha venido para cumplir lo anunciado y prometido; pero no lo hará en la forma que muchos esperaban. Los judíos esperaban un Pastor que les llevaría hacia la prosperidad anterior que habían tenido; pensaban que se les devolverían sus privilegios anteriores en medio de los demás.
Jesús, en cambio, con sus hechos y palabras, deja en claro que su pueblo no se confunde con la nación judía. Su pueblo es el que cree en Él. Jesús va a sacar de entre los judíos a aquellos que son suyos. Son suyos los que creen en Él; lo mismo sacará a sus ovejas de otros corrales.
"Tengo otras ovejas que no son de este corral...", es decir, de otras naciones que la judía. También a ellas las encabezará juntas con todas las otras que creen en Él, y las guiará a un pueblo sin fronteras hacia donde Él sabe. El único pueblo y rebaño, es decir, la única Iglesia, camina a lo largo de la historia y no se encierra en ningún corral: "es sin muros y con mucho horizonte": no identifica su destino con el de ningún pueblo o civilización.
Así, Jesús, reúne a su pueblo por la sola fe que ponen en Él. Es de su pueblo aquel que da crédito a su palabra y reconoce su voz. Así, como Jesús, la presencia de un pastor se hace más necesaria todavía cuando un pueblo no tiene frontera, ni armas ni leyes que lo defiendan contra los ataques del exterior y de las divisiones internas. La fe en Jesús es la que une. El Pueblo de Dios no es una masa ni tampoco la Humanidad con mayúscula. Está compuesto de personas que valen cada una por sí misma y que han empezado con Él una aventura hecha de confianza y de amor mutuo:
"Yo soy el Buen Pastor: conozco a las mías y las mías me conocen a mí". "Tengo otras ovejas... . A ellas las llamaré y oirán mi voz". (Cfr. Comentario de Biblia Latinoamericana).
El Evangelio de hoy es la parábola del Buen Pastor. En él, Jesús se nos presenta como el único y verdadero pastor de los cristianos, de la Iglesia, en la cual todos los demás pastores son instrumentos y figura del único pastor que es Jesús.
Se nos hace presente como un pastor bueno, comprensivo con su gente hasta dar la vida por ellos, y que los conoce y sigue personalmente.
Su rebaño es la Iglesia, la comunidad de sus discípulos convocadas o reunidas por el Espíritu Santo después de su resurrección. Porque el fruto de la Pascua es el don de la Iglesia a los hombres.
Para nosotros, sacerdotes, instrumentos del Buen Pastor, está fiesta litúrgica de esta domínica, debe ser motivo de una profunda revisión de vida, de vida sacerdotal y de pastores. Me refiero a una revisión de vida personal y a una revisión de nuestra actividad pastoral.
Se trata de una hermosa y seria responsabilidad personal y pastoral que ha sido entregada y confiada por Jesús y su Iglesia. ¿Qué tales instrumentos del único Buen Pastor estamos siendo en el mundo de hoy? Y esta pregunta nos la debemos hacer en momentos de una disminución de la credibilidad hacia la Iglesia, de la cual somos responsables, unos más, otros menos. Y esto debemos revisarlo aunque sea cierto que la Iglesia no es de Pablo, ni de Apolo, ni de Kefas (Pedro-Piedra), sino de Jesús, el verdadero Buen Pastor, del cual somos sus instrumentos, pero instrumentos responsables y figura del único pastor que es Jesús. Es a Jesús que debemos responder de la tarea de pastores confiada.
Podríamos, en esta revisión, recordando lo que los más alejados, los obreros, los pobres y otros, dicen acerca del sacerdote, del pastor, y por ende, de la Iglesia. ¿Cuál es la imagen que tienen del sacerdote?
No puedo ni debo generalizar al respecto. Pero uno escucha a la gente. Algunos dicen que lo ven en forma fugaz y que no lo conocen. Otros lo encuentran simpático porque es amable, pero dicen que la gente no lo conoce realmente, ni el sacerdote conoce a la gente.
Algunos en la Eucaristía, sobre todo, cuando han descubierto en ella, como un acto de comunión con los hermanos, el sacerdote ya no es alguien que desde fuera ordena que se haga comunión, sino que él hace comunión con su pueblo o rebaño.
Me parece que el sacerdote debe darle mucha importancia a la Eucaristía y descubrir en ella, como un acto de comunión en Cristo y en los hermanos; como una comunicación más profunda de personas, incluso como un momento de amistad; como una celebración de la vida, donde se busca un conocimiento mutuo entre el sacerdote y la gente. Tal vez descubriendo el sentido pastoral de la Eucaristía en toda su profundidad, como un acto de culto que pasa por una comunidad hecha culto viviente, muchos sacerdotes, evangelizadores, cambiarían su orientación pastoral.
Pero el cuestionamiento del evangelio de hoy al sacerdote es el de la cercanía verdadera con la gente. Aparecemos lejanos.
El problema es que el sacerdote no vive la vida de la gente, especialmente no vive la vida de los pobres. ¿Qué sabemos de la vida de los pobres? Lo pregunto con fundamento, porque conociendo una zona pastoral, poco o nada vi de presencia y de labor pastoral de los sacerdotes y de su comunidad parroquial en medio de los pobres. ¿Se ha olvidado o dejado la opción pastoral preferencial por los pobres?
Al contrario, el Evangelio de hoy, nos muestra que Jesús vivió verdaderamente la vida de su pueblo empobrecido y que fue pobre como él; que su pastoral no consistía tanto en moverse mucho y en llegar a mucha cantidad de gente. Jesús se pone en contacto con personas con su nombre y apellido, viviendo con ellos una amistad profunda, y produciendo una mayor calidad de discípulos y también una mejor y más profunda relación humana.
La parábola del Buen Pastor nos enseña que la amistad es un asunto esencial, aunque no tan fácil, en un trato pastoral simple y rápido, que nos exige, en este caso de revisión nuestra, a los sacerdotes, ser pastores que comiencen por compartir la misma vida de las ovejas.
También nos muestra la diferencia entre el asalariado y el pastor.
El asalariado pasa un tiempo dedicado a las ovejas: misas, catequesis, reuniones, visitas, etc., pero terminado su deber, no se acuerda de ellas. Su paso amistoso fue fugaz. ¿Por qué? Porque viene desde afuera y, muchas veces, ninguno de nosotros abraza la vida del pueblo, no la vive y no la comprende desde dentro. Cuando Jesús habla de dar la vida por sus ovejas, no sólo está diciendo morir mártir, sino cambiar la propia vida, para asumir la vida, los esfuerzos y demandas de su rebaño.
Sé que esto no es simple y acarrea dificultades, pero consideré honrado plantearlo en la revisión de nuestra vida sacerdotal y pastoral.
Mirando la vida y encarnación de Cristo, ¿qué nos estará pidiendo el Señor al respecto?
En esta revisión de vida recomiendo tomar el Evangelio (Jn. 10, 1-30). Y agrego algunas palabras de Puebla: palabras de los Obispos de América Latina y el Caribe:
"El ministerio eclesiástico de institución divina, es ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamándose Obispos, presbíteros y diáconos". (LG 28). Constituyen el ministerio jerárquico y se reciben mediante la "imposición de las manos", en el Sacramento del Orden. Como lo enseña el Vaticano II, por el Sacramento del Orden - Episcopal y presbiteral - se confiere un sacerdocio ministerial, esencialmente distinto del sacerdocio común del que participan todos los fieles por el Sacramento del Bautismo (LG 10); quienes reciben el ministerio jerárquico quedan constituidos,"según sus funciones", "pastores" en la Iglesia. Como el Buen Pastor (Jn. 10,1-16), van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos por ellas". (Puebla 681).
" "Ir delante de las ovejas" significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, quien pobre entre los pobres, anunció que todos somos hijos de un mismo Padre y por consiguiente hermanos".(Puebla 682).
" "Dar la vida" señala la medida del "ministerio jerárquico" y es la prueba del mayor amor; así lo vive Pablo que muere todos los días (2 Cor. 4, 11) en el cumplimiento de su ministerio".(Puebla 683).
" "Conocer las ovejas y ser conocidos por ellas" no se limita a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir". (Mateo 20,25-28). (Puebla 684).
"Renovamos nuestra adhesión a todas las enseñanzas que sobre los Pastores nos han dado el Concilio Vaticano II, el Sínodo Episcopal de 1971, Medellín y el Directorio de los Obispos. Proponemos ahora, por creerlas especialmente útiles para la Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, algunas "reflexiones" sobre el Ministerio de los Obispos, de los Presbíteros y de los Diáconos...". (Puebla 685).
Recomiendo y propongo, tal como nuestros Obispos, como útil y necesaria, para nuestra revisión de vida sacerdotal y de pastores, el Capítulo II de Puebla: "Agentes de Comunión y Participación":
Contenido:
1. Ministerio Jerárquico.
2. Vida Consagrada.
Las palabras del Evangelio de hoy, más las de los Obispos, tienen que salir de las páginas del Nuevo Testamento y del Magisterio de Iglesia de América Latina y el Caribe, y hacerse vida y carne a través de los sacerdotes y pastores, instrumentos de Jesús, el que dio la vida por sus ovejas y, que hoy, resucitado, quiere vivir, en medio de su pueblo, y a través de sus pastores humanos, quiere acompañarlo "en su gozo y esperanza, en sus lágrimas y angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, porque son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de Cristo y de sus discípulos, pastores humanos del Señor, y porque nada hay de verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón".
Un sacerdote y un pastor no sólo debe saber lo de Jesús, su Evangelio y el Magisterio de la Iglesia, ni tampoco debe sólo predicarlo, sino vivirlo, encarnando y poniendo en práctica todo en el mundo de hoy.
No olvidemos el dicho:"Padre Gatica que predica pero que no practica". Y este dicho lo toma en cuenta y lo aplica muy bien el pueblo, y con`crítica y exigencia a quien corresponda.
A veces, nace en la gente, una inquietante pregunta, en medio de tantas fallas que aparecen en los cristianos y en los representantes de la Iglesia, especialmente en algunos sacerdotes y pastores, ¿será auténtico lo que esta Iglesia trasmite? Surge la inquietud ante una Iglesia con tantas crisis, confusiones, pecados de sacerdotes,luchas de poder, divisiones internas, claudicaciones de sacerdotes y miembros de ella, ¿puede esta Iglesia darnos con eficacia a Jesús y su Evangelio? Y uno se pregunta,si los sacerdotes con los demás miembros de la Iglesia, podemos ser instrumentos de liberación integral de nuestros pueblos de América Latina, especialmente cuando veo que se está imponiendo un sistema mundial, que hace opresión a tantos hombres y mujeres, con sus familias y hogares, produciendo el "pecado social" denunciado tantas veces por los Obispos.
Ciertamente he sido crítico, en esta ocasión, con respecto a los pastores humanos, sólo instrumentos del Buen Pastor resucitado.
La respuesta a la preguntas y cuestionamientos hechos, la da Jesús, sacándonos de la sola crítica y denuncia, que aunque necesaria en nuestra revisión, nos debe hacer "pasar" de muerte y pecado, a vida y gracia. Cristo ha vencido a cualquier signo de muerte, a la muerte misma y al pecado nuestro y de "todo el hombre y de todos los hombres". ¡Cristo ha resucitado y vive! Él contesta, con la alegría de uno que ha vencido, a nosotros sus ovejas:
"Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas. Ellas me siguen y yo les doy la vida eterna: nunca perecerán y nadie las sacará de mi mano. Lo que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede sacarlo de la mano de mi Padre. Yo y mi Padre somos una misma cosa".
La garantía de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo: Papa, Obispos, sacerdotes, religiosas y laicos, todos militantes, es que no está en manos de pastores humanos.
La garantía de su fidelidad en conducir a los hombres a la vida de Jesús resucitado y al Evangelio del amor y la libertad, es, y repito, que no está en manos de pastores humanos. Éstos son sólo instrumentos necesarios e imperfectos, del único Buen Pastor que guía a la Iglesia, quien además suple las fallas de los cristianos, de pastores humanos: sacerdotes y laicos, por el Espíritu Santo que nos envió. Éste nos da la vida, nos ayuda a seguir a Cristo y a ser fieles a su Evangelio, para animar a la Iglesia en su interior, vital e independientemente de las previsiones y fallas de los hombres y mujeres de Iglesia: de sus pastores humanos.
La causa de nuestra fe, esperanza y amor a la Iglesia, a pesar de sus pastores humanos, frágiles y pecadores, es que todo está en las manos de Dios. Nadie puede arrebatar a Él nada. Y todos: pastores, sacerdotes y laicos, formamos parte de una comunidad de hermanos, con defectos en nosotros y en los pastores, pero que a causa de que Jesús resucitado es nuestro Buen Pastor que vive y actúa en su Iglesia, estamos seguros de que en esta Iglesia lo seguimos a Él, quien, más aún, nos santifica por su Espíritu y nos conduce a la vida eterna. Amén. ¡Aleluya!
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+