La política y el cristiano

DOMINGO VEINTE Y NUEVE AÑO ORDINARIO A. 22-10.2017.

Mateo 22,15-21.



"Los fariseos hicieron consejo para ver el medio de hundir a Jesús con sus propias palabras. Le enviaron, pues, discípulos suyos junto con algunos partidarios de Herodes".

Tal como dice el Evangelio, la intención de los fariseos era "hundir a Jesús". Le ponen una pregunta con intención torcida y tramposa. Querían, que Jesús al responder a la pregunta mal intencionsada, se hundiera o se condenara con "sus propias palabras".
Mal intencionada y tramposa era la pregunta. Con la hipocresía y adulación acostumbrada y maliciosa le preguntan: "Danos,pues tu parecer,: ¿está permitido o no pagar el impuesto al César?.


La trampa está en lo siguiente: preguntan sobre el impuesto que los judíos deben pagar al César, emperador de Roma, porque los judíos habían sido colonizados por los romanos. Y Jesús era judío. Pero la trampa estaba bien urdida, incluso los judíos, se habían coludido con los partidarios de Herodes, que eran enemigos en política. Podría decirse, como hoy,los judíos con tal de perjudicar a Jesús, usaban cualquier medio:"El fin justifica los medios". Era una inmoralidad: se unen el aceite con el vinagre. Los fariseos rechazan la dominación romana; los partidarios de Herodes, al contrario, la aceptan. Si Jesús dice que hay que pagar,los fariseos lo desprestigiarían ante el pueblo como anti patriota. Si afirma que no, los partidarios de Herodes lo harán detener por los romanos.


En realidad,Jesús no mira los problemas políticos como los miramos nosotros. Estos problemas son importantes, por supuesto, pero no son el único campo donde se juega la liberación del hombre. Toda la Historia Sagrada nos enseña que Dios quiere para cada uno la libertad y, para cada pueblo, también la posibilidad de desarrollar su cultura y su vida nacional. Y esto justifica con amplitud el compromiso político de los cristianos, discípulos de Jesús y de su Iglesia. Desde Jesús y su práctica pastoral en medio de su pueblo, buscando y haciendo el bien común, el bien de la "polis", especialmente haciendo la defensa de los pobres, la Iglesia y su Magisterio en Cristo, considera a la política, como "una expresión eximia de la caridad".


Pero Jesús vivió en un momento en que sus compatriotas judíos estaban sumamente politizados, divididos en bandos irreconciliables. Al tomar una posición política determinada, Jesús no habría hecho progresar nada, en cambio era mucho más importante y urgente poner la política en su verdadero lugar y no confundir la fe con un fanatismo religioso'.
Para los fariseos, pagar el impuesto al César, gobernante extranjero y pagano, era como renegar de Dios, verdadero jefe de Israel. Ellos creían que el partido nacional judío se identificaba con la causa de Dios. Y eso traía consecuencias graves, pues pensaban servir a Dios aplastando por cualquier medio a los del partido opuesto. En vista de que la fe exige de nosotros una obediencia total, las personas que confunden la fe con una militancia política llegan poco a poco a justificar todo lo que hace su partido, incluso hasta la mentira y los crímenes. Y esa política no es de Cristo. No es expresión eximia de la caridad.


El César de Roma no era Dios, aunque pretendía serlo. Había logrado imponer su autoridad y el uso de la moneda; más no por eso podía exigir la obediencia de la conciencia, que se debe solamente a Dios. Pero tampoco era el "enemigo de Dios", como lo creían los fariseos, y, para adelantar el Reino de Dios, no era necesario negar el impuesto y la obediencia cívica. Para Jesús habían cosas más necesarias e importantes para la liberación de su pueblo, que el pagar impuesto era sólo un detalle comparado con la tarea importante y esencial de la liberación y salvación de todo el hombre y de todos los hombres.


En ese contexto la respuesta de Jesús es: "Muéstrenme la moneda con que se paga el impuesto. Ellos, pues mostraron un denario. Y Jesús les dijo: ¿De quién es esta cara y el nombre que está escrito? Contestaron: del César. Entonces Jesús replicó: Por tanto, den al César lo que es del César, y a Dios lo que a Dios corresponde".


El punto delicado e importante es que pareciera que Jesús se pronuncia a favor de la autoridad romana que era opresiva. Parecía que Jesús tuviera miedo de enfrentarse a la autoridad. Sus discípulos sabían por los hechos y prodigios de la vida de Jesús en medio del pueblo y especialmente con los pobres que la actitud de Jesús no era de miedo.
Que Jesús no tuviera miedo de enfrentarse a la autoridad lo prueba el hecho de que fue condenado a muerte. Si hubiese tenido miedo, si hubiese querido ir de acuerdo con la autoridad, habría dejado de decir y hacer muchas cosas, y cosas radicales y perturbadoras para el opresor. Pero el Evangelio nos muestra a Jesús que sabe esperar su hora, la hora de Dios para hablar y actuar. En la actitud de Jesús, como en el caso del tributo al César, hay también una sabiduría y una estrategia, mejor que la usada por el mejor político. Ciertamente que Jesús hizo entender al pueblo que no estaba de acuerdo con el régimen romano, porque en el momento final, cuando lo acusan de ser enemigo del César, el pueblo está preparado para aceptar esta posición de Jesús. Por eso es muy probable que la respuesta de Jesús haya aparecido algo así como: "No hagan tanto ruido y confusión por pagar un tributo. Páguenlo y basta. Hay cosas más importantes y hay momentos más importantes y más decisivos en los cuales tomaremos posición..."


Jesús no quiere una obediencia incondicional, ni quiere una desobediencia como principio. Jesús quiere que trabajemos por un mundo sin opresión, por un mundo sin discriminación. Si la autoridad, si la institucionalidad, si los poderes constituidos, son la causa de la discriminación, de la injusticia, de la opresión; si la causa, lo es, una economía que aplasta los derechos fundamentales del ser humano, que hace sufrir cruelmente, dañando a tantos sectores de la humanidad, como es la economía chilena y también su ilegítima institucionalidad, heredada de la dictadura hasta hoy, ahí debemos y tenemos el legítimo derecho, como pueblo que sustenta una soberanía nacional, de manifestar nuestra oposición y nuestro discenso movilizándose pacíficamente.
Cito Puebla:

"El pecado corrompe el uso que los hombres hacen del poder, llevándolo al abuso de los derechos de los demás, a veces en forma más o menos absolutas. Esto ocurre más notoriamente en el ejercicio del poder político, por tratarse del campo de las decisiones que determinan la organización global del bienestar temporal de la comunidad y por prestarse más fácilmente, no sólo a los abusos de los que detentan el poder, sino a la absolutización del poder mismo (Cfr. G.S.73), apoyados en la fuerza pública. Se diviniza el poder político cuando en la práctica se lo tiene como absoluto.Por eso, el uso totalitario del poder es una forma de idolatría y como tal la Iglesia lo rechaza enteramente (G.S.75). Reconocemos con dolor la presencia de muchos regímenes autoritario y opresivos en nuestro continente. Ellos constituyen uno de los más serios obstáculos para el pleno desarrollo de los derechos de la persona, de los grupos y de la mismas naciones". (Puebla 500).


Jesús, no dice que la autoridad, por principio es justa, y que por lo tanto hay que obedecer. Ni dice que también, por principio, la autoridad es injusta y que por lo tanto hay que desobedecer. No. Jesús dice que hay que luchar para que los hombres se amen, para que sean iguales, viviendo en justicia. Jesús nos dice que hay que luchar por la fraternidad; luchar para que esta fraternidad y justicia no esté sólo en los programas, sino que la justicia y la fraternidad sean una auténtica realidad... en nuestra patria. Y para que esto sea una realidad en Chile, hay que, como cristianos, estar dispuesto a amar y a dar la vida, incluso actuando en política. Es cierto que Jesús no se ha enfrentado directamente contra Roma, haciendo declaraciones como lo haría un político. Pero al revelar el verdadero Dios y tomar la defensa de los pobres y oprimidos desencadenó en contra suya al poder y a los poderosos.


Tengo que denunciar la interpretación falsa o interesada que algunos cristianos han dado a la respuesta de Jesús a los fariseos y partidarios de Herodes acerca del pago del tributo. Ellos dicen y se dicen a sí mismos: Hay dos autoridades, la civil y la religiosa; debemos obediencia a la una y a la otra, y basta. Estemos tranquilos. La religión es una cosa y la política es otra. La religión, la Iglesia y sus miembros, no tienen nada que ver con la política.
¡Esto es falso y mentiroso!

Vemos claramente, por lo dicho en este escrito, fundamentado en el mismo Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia, que no se pueden tomar frases del Evangelio aisladas, y que ciertos puntos explican los otros. Tenemos que entender que la vida misma de Jesús explica muchas cosas y que contradice a estos cristianos, que durante siglos han dado una interpretación falsa y enajenante a la respuesta dada por Jesús hoy día.

La respuesta de Jesús evita caer en la trampa, y al mismo tiempo coloca la autoridad, el César en su lugar respectivo con respecto a Dios: "Den al César lo que es del César, pero den a Dios lo que es de Dios"
De esta respuesta deducimos:

+ el poder temporal y la autoridad están bien, pero son limitados. No pueden ser absolutos. Los derechos de Dios están por delante. Igualmente los derechos humanos de la gente.

+ el poder temporal es un servicio al bien común, especialmente representado por los sectores pobres y oprimidos de la sociedad. Por lo tanto tiene derecho a usar la autoridad, a cobrar impuestos, etc., pero como un servicio al bien común y como un tributo a su dominio. La justicia y la equidad marcan la diferencia entre el uso y el abuso de la autoridad.

+la Iglesia y el Estado están destinados a coexistir. Tienen distinta naturaleza y objetivos; mutuamente son autónomos. Así, un buen católico puede ser un buen ciudadano, y un buen ciudadano puede ser un buen católico.
Pero hay también "campos de coincidencia" con respecto a la Iglesia y al Estado, por ejemplo: la educación, el matrimonio y familia, los derechos humanos, la justicia, la libertad y paz, y así, sucesivamente. Lo ideal es una colaboración mutua, teniendo en cuenta la afirmación central de Jesús en el Evangelio de hoy.


Al pronunciarse Jesús sobre el tributo al César, Jesús no quiso luchar por un problema de detalle, pero por otro lado está muy pronto a ser fiel hasta dar la vida para defender a sus hermanos, y a sus hermanos más pobres, y esta defensa lo enfrenta de hecho a los representantes del poder.

Al terminar cito nuevamente a Puebla:

"La conciencia de la misión evangelizadora de la Iglesia la ha llevado a publicar en estos últimos... años, numerosos documentos pastorales sobre la justicia social; a crear organismos de solidaridad con los que sufren, de denuncia de los atropellos y de defensa de los derechos humanos; a alentar la opción de sacerdotes y religiosos por los pobres y marginados; a soportar en sus miembros la persecución y, a veces, la muerte, en testimonio de su misión profética. Sin duda, falta mucho por hacer, para que la Iglesia se muestre más unida y solidaria. El temor al marxismo impide a muchos enfrentar la realidad opresiva del capitalismo liberal. Se puede decir que, ante el peligro de un sistema claramente marcado por el pecado, se olvida denunciar y combatir la realidad implantada por otro sistema igualmente marcado por el pecado (Cfr. Juan Pablo II en Zapopán)...". (Puebla 92).


Junto con la Iglesia reconocemos "que falta mucho por hacer".
Que el actuar de Jesús ante autoridad temporal y frente a la sociedad, nos haga tomar un compromiso, buscando el bien común, especialmente el bien y la justicia con los pobres, instaurando el Reino y, sobre todo, cumpliendo la voluntad de Dios, con un compromiso con la "polis" de eximia caridad. ¿La política chilena es cristiana? Ciertamente que no, incluso está constantemente yendo en contra de nuestra fe. Y, ¿el cristiano chileno, el laico, sea creyente o no, está cumpliendo su rol político específico? Ciertamente que no, porque si lo estuviera, después de tanta historia y tiempo transcurrido, no tendríamos un "capitalismo salvaje, duro e inhumano", que hace el "pecado social" tantas veces denunciado por los Obispos,tampoco estaríamos entrampados en una institucionalidad y Estado de derecho ilegítimo, rubricado y confirmado por una Constitución hecha en un plebiscito sin ninguna garantía, sin Registros Electorales, hecha entre cuatro paredes por hombres de la dictadura, haciendo que el pueblo, que es el soberano, no tuviera el conocimiento correspondiente acerca de su contenido. Más aún, los políticos aceptaron a espaldas del pueblo una negociación con dictadura cívico militar. Es esta la institucionalidad que rige en Chile con algunos arreglos cosméticos. En el fondo, todo sigue igual. No quiero decir con esto que el movimiento de laicos conscientes de su deber y rol político específico, van a cambiar a Chile de un día para otro como arte de magia. Pero, por lo menos deben, de una vez por todas, comenzar y comprometerse por un Chile nuevo. Se ve, con preocupación, la poca reacción, desde hace mucho tiempo, ante un Chile dominado por políticos y privados, que, siendo una minoría, siguen haciendo truchas elecciones, para finalmente seguir mandando, haciendo y deshaciendo, a su antojo y amaño, que una minoría tenga secuestrada a una mayoría.
El malestar y la protesta del pueblo chileno expresado en un 70% de abstención, no debe quedarse en un mero no votar. Tiene que organizarse como un movimiento que se moviliza, presentando un programa y proyecto que haga de Chile un cambio radical. Tiene que ser un movimiento político que busque una Constitución nueva, sin ningún vestigio de la dictadura y de los políticos actuales, que no hacen más que seguir legitimando lo ilegítimo. Tiene que terminar con el neo liberalismo y "capitalismo salvaje" que no busca el bien de la "polis", que al contrario busca el bien de una minoría, haciendo la injusticia, la pobreza de una mayoría en sus derechos humanos fundamentales. Tiene que renacer un nuevo Chile, especialmente para los más pobres y la futuras generaciones.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+




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