Benedicto a Francisco: "Su bondad es el lugar en el que me siento protegido" Francisco a Benedicto: "Su fidelidad me hace mucho bien y me da mucha fuerza a mí y a toda la Iglesia"

(José M. Vidal).- Los dos Papa, de nuevo juntos. Francisco presidió el acto de homenaje por el 65 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, el Papa emérito. Cariño a raidales entre los dos Papas. Francisco le agradece su fidelidad, que le da fuerza a él y a toda la Iglesia. Y Benedicto le da las gracias y le pide que siga llevando a la Iglesia por el camino de la misericordia.

Nada más entrar en la Sala, Francisco se dirige a a abrazar a Benedicto, que se sienta en un sillón blanco cerca del estrado. A Ratzinger se le ve frágil, pero entero.

Algunas frases del discurso de Francisco

"Santidad, hoy festejamos la historia de una llamada iniciada hace 65 años con su ordenación sacerdotal"

"Una vida entera dedicada al servicio sacerdotal y de la teología, que usted mismo definió como la búsqueda del amado"

"Testimonia que la cosa decisiva en nuestras jornadas es que el Señor esté realmente presente, que lo deseemos, que seamos cercanos a Él, que lo amemos, que creamos realmente en Él"

"Este creer nos hace caminar tranquilos sobre las aguas"

"Para mirar al futuro no con miedo, sino con alegría y esperanza"

"Tener la mirada y el corazón vuelto al Señor"

"Usted sigue sirviendo a la Iglesia...desde el pequeño monasterio Mater Ecclesiae"

"Permita que lo diga con fuerza su sucesor, que eligió llamarse Francisco. Porque el camino espiritual de San Francisco se inició en San Damiano, pero el corazón de su orden fue la Porciuncula"


"La Providencia quiso que usted, querido cohermano, viviese en una lugar profundamente franciscano, desde el que emana tranquilidad, paz, fuerza, confianza, madurez, fe, dedicación y una fidelidad que me hancen tanto bien y me dan tanta fuerza a mí y a toda la Iglesia. Y me permito añadir: imncluso un sano y alegre sentido del humor".

"Que pueda seguir sientiendo la mano del Dios misericordioso. Que siga testimoniando el amor de Dios"

Francisco termina su discurso y Benedicto le hace un gesto de agradecimiento con las dos manos juntas. Después, baja del estrado y abraza de nuevo al Papa emérito.

A continuación, interviene el cardenal Müller, prefecto de Doctrina de la Fe. Tras su alocución, le entrega varios libros editados especialmente para la ocasión. Y Benedicto regala un ejemplar a Francisco.

Después del canto de una nueva antífona, interviene el cardenal Sodano.

Tras una nueva antífona, le acercan un micrófono a Benedicto y se lo bajan, para que hable sentado. Pero él se levanta e improvisa unas palabras de agradecimiento a los presentes.

Algunas frases de Benedicto

"Un hermano escribió una palabra en griego...que significa gracias"

"Gracias a todos. Gracia a usted Santo Padre, por su bondad. Me siento protegido"

"Esperemos que siga adelante con la vía de la misericordia divina"

"Gracias, eminencias, por sus palabras que me tocaron el corazón"

"Gracias al cardenal Müller por su labor"

"Cristo transformó en gracia y bendición la cruz y el sufrimiento"

"Que el mundo sea no de muerte, sino de vida. Un mundo donde el amor venza a la muerte"

"Que el Señor los bendiga a todos. Gracias, Santo Padre"

Y el acto concluyó con el besamanos de dos Papas a la vez. Cardenales, obispos y laicos de la Curia desfilaron ante Francisco y ante Benedicto. Primero a Francisco y, después, a Benedicto. Porque como recordó Bergoglio hace unos días, en la Iglesia no hay dos Papas, sino un Papa ereinante y otro emérito, "un abuelo sabio" que vela por su sucesor y sigue sirviendo a la Iglesia.

Francisco abraza de nuevo a Benedicto y se retira, poniendo punto final al acto de homenaje a su predecesor.

Texto del saludo del Santo Padre Francisco al Papa Emérito Benedicto XVI:

Santidad, hoy festejamos la historia de una llamada que comenzó hace sesenta y cinco años con su ordenación sacerdotal en la Catedral de Frisinga el 29 de junio de 1951. ¿Pero cuál es la nota de fondo que recorre esta larga historia y que desde aquel primer inicio hasta hoy la domina cada vez más?

En una de las tantas bellas páginas que Usted dedica al sacerdocio, subraya que, en la hora de la llamada definitiva de Simón, Jesús, mirándolo, en el fondo le pregunta sólo una cosa: "¿Me amas?".

¡Qué bello y verdadero es esto! Porque está aquí, Usted nos dice, es en aquel "me amas" que el Señor funda el apacentar, porque sólo si existe el amor por el Señor Él puede apacentar a través de nosotros: "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te amo" (Jn 21, 15-19). Esta es la nota que domina una vida entera gastada en el servicio sacerdotal y de la teología que Usted, no casualmente, ha definido como "la búsqueda del amado"; es esto lo que Usted ha testimoniado siempre y testimonia aún hoy: que lo decisivo en nuestras jornadas - con sol o con lluvia - sólo aquella con la que viene todo lo demás, es que el Señor esté verdaderamente presente, que lo deseemos, que interiormente estemos cerca de Él, que lo amemos, que verdaderamente creamos profundamente en Él y creyendo lo amemos verdaderamente.

Es este amar lo que verdaderamente nos colma el corazón, este creer es lo que nos hace caminar seguros y tranquilos sobre las aguas, también en medio de la tempestad, precisamente como sucedió a Pedro; este amar y este creer es lo que nos permite mirar hacia el futuro no con miedo o nostalgia, sino con alegría, incluso en los años ya avanzados de nuestra vida.


Y así, precisamente viviendo y testimoniando hoy de modo tan intenso y luminoso esta única cosa verdaderamente decisiva - tener la mirada y el corazón dirigido a Dios - Usted, Santidad, sigue sirviendo a la Iglesia, no deja de contribuir verdaderamente con vigor y sabiduría a su crecimiento; y lo hace desde aquel pequeño Monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano que se revela de ese modo algo muy diferente que uno de aquellos rincones olvidados en los cuales la cultura del descarte de hoy tiende a relegar a las personas cuando, con la edad, sus fuerzas decaen. Es todo lo contrario; y esto ¡permite que lo diga con fuerza Su Sucesor que ha elegido llamarse Francisco!

Porque el camino espiritual de San Francisco comenzó en San Damián, pero el verdadero lugar amado, el corazón pulsante de la Orden - allí donde la fundó y donde, en fin, entregó su vida a Dios - fue la Porciúncula, la "pequeña porción", el rinconcito ante la Madre de la Iglesia; cerca de María que, por su fe tan firme y por vivir enteramente del amor y en el amor con el Señor, todas las generaciones llamarán bienaventurada.


Del mismo modo, la Providencia ha querido que Usted, querido Hermano, llegara a un lugar por decirlo de alguna manera "propiamente franciscano", del que brota una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que me hacen tanto bien y me dan tanta fuerza a mí, y a toda la Iglesia. Y me permito, que también de Usted viene un sano y alegre sentido del humor.

El anhelo con el que deseo concluir es, por tanto, un anhelo que dirijo a Usted, y junto a todos nosotros, a la Iglesia entera: ¡Que Usted, Santidad, siga sintiendo la mano de Dios misericordioso que lo sostiene, que experimente y testimonie el amor de Dios; que, con Pedro y Pablo, siga exultando con gran alegría mientras camina hacia la meta de la fe (Cfr. 1 Pt, 8-9, 2 Tim, 4)!


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