Agradece a Benedicto XVI el "don" de la convocatoria del Año de la Fe Francisco: "Cristo es el centro del pueblo de Dios y hoy, está aquí, en medio de nosotros"

(José M. Vidal/agencias).- Misa solemne en la Plaza de San Pedro abarrotada como siempre. Para celebrar la clausura del Año de la Fe.Francisco rodeado de Patriarcas, cardenales, obispos, sacerdotes y fieles. Y, por primera vez en la Historia, ante las reliquias de San Pedro, proclama la centralidad de Cristo, agradece a Benedicto XVI el "don" del Año de la Fe y recuerda que "la promesa de Jesús al buen ladrón nos porporciona esperanza".


Entre los cardenales, los incombustibles Sodano, Re y Bertone.Dia gris y nublado en Roma, pero al menos no llueve.

Tras bendecir al pueblo con el Evangeliario, el Papa se dispone a pronunciar la homilía. De pié, como siempre.

"Nuestro pensamiento hacia Benedicto XVI, lleno de afecto y reconocimiento por el don que nos ha dado del Año de la Fe"

"Nos ofreció la oportunidad de redescubrir la belleza del camino de la fe"

"Deseo también enviar un cordial y fraternal saludo a los Patriarcas de las Iglesias orientales aquí presentes"

"Reconocimeinto del obispo de Roma por estas comunidades, que confiesan a Cristo con fidelidad, pagada con un caro precio"

"A todos los cristianos de Tierra Santa, Siria y Oriente, para pedir el don de la paz y de la concordia"

"El hilo conductor de las lecturas bíblicas: la centralidad de Cristo. Cristo está en el centro. Cristo es el centro".

"Señor de la creación y de la reconciliación"

"La actitud del creyente es recoger en la vida esta centralidad de Cristo en sus pensamientos, palabras y obras"

"Nuestras palabras serán paabras cristianas, palabras de Cristo"

"Cristo es el centro del pueblo de Dios. Y hoy, está aquí, en medio de nosotros, su pueblo"

"Cristo es el hermano en torno al cual se constituye el pueblo"

"Cristo es el centro de la Historia de la humanidad y de todo hombre"

"Incluso en los momentos más oscuros de nuestra existencia surge la esperanza, como le sucede al buen ladrón"

"El buen ladrón se aferra a Cristo"

"Jesús solo pronuncia la palabra del perdón, no la de la condena"

"Hoy, todos podemos pesnar en nuestra historia, en nuestro camino. Cada cual en su historia. Todos tenemos errores y pecados, momentos felices y oscuros. Nos hará bien pensar en nuestra historia. Y, desde el corazón repetirle muchas veces: 'Acuérdta de mi, Señor'"

"Quiero seer bueno, pero no puedo. Soy pecador. Pero acuérdta de mí. Tú puedes...Hagámoslo hoy todos. Muchas veces. Acuérdate de mi, Señor, tú que estás en el centro"

"La promesa de Jesus al buen ladrón nos proporciona una gran esperanza"

"El Señor da siempre más de lo que le pedimos"

"Jesús es el centro de nuestros deseos de alegrí ay de salvación. Caminemos todos juntos por este camino".

Tras la homilía, el Papa recibió la pequeña urna con las reliquias de Pedro y se mantuvo abrazado a ellas durante todo el canto del Credo.

Colecta pro Filipinas

El Vaticano ha realizado una colecta a favor de la población filipina antes de comenzar la celebración de la Eucaristía para concluir el Año de la Fe en la Plaza de San Pedro, según ha confirmado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

De este modo, según ha indicado el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el arzobispo Rino Fisichella esta colecta de dinero se realiza "como signo de participación concreta y solidaria con quienes comparten la misma fe y están en situaciones de necesidad extrema".

Para Fisichella se trata de una "contribución de los peregrinos por el Año de la fe a tantos hermanos y hermanas que han sido tocados por esta calamidad y están en situaciones de profunda necesidad".

"La fe sin obras no es nada", ha apuntado, al tiempo que ha recordado que el Papa Francisco ha repetido durante estos meses la importancia de "vivir la fe tocando la 'carne' de Cristo en los pobres y en los que sufren". Este gesto de caridad se unirá, según ha explicado, a otros gestos de solidaridad con los que el Pontífice quiere manifestar su presencia y afecto entre la población afectada.

Antes del ángelis, el papa recuerda la "gran hambre" que causó el pueblo soviético en Ucrania, que ocasionó tantos muertos.

Recuerdo a los misioneros y a Fray Junípero Serra.

"No quiero terminar sin un pensamiento que a todos los que han trabajado para llevar adelante el Año de la Fe: a Rino Fisichella, a él y a todos sus colaboradores. Gracias de corazón".

"Por nuestros hermanos que son perseguidos por su fe. Y son muchos"

"Gracias por vuestra presencia en esta celebración. Buen domingo y buen apetito"

Texto íntegro de la homilía del Santo Padre

La solemnidad de Cristo Rey del Universo, coronación del año litúrgico, señala también la conclusión del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, a quien recordamos ahora con afecto y reconocimiento. Con esa iniciativa providencial, nos ha dado la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia. Un camino que tiene como meta final el encuentro pleno con Dios, y en el que el Espíritu Santo nos purifica, eleva, santifica, para introducirnos en la felicidad que anhela nuestro corazón.

Dirijo también un saludo cordial a los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias orientales católicas, aquí presentes. El saludo de paz que nos intercambiaremos quiere expresar sobre todo el reconocimiento del Obispo de Roma a estas Comunidades, que han confesado el nombre de Cristo con una fidelidad ejemplar, pagando con frecuencia un alto precio.

Del mismo modo, y por su medio, deseo dirigirme a todos los cristianos que viven en Tierra Santa, en Siria y en todo el Oriente, para que todos obtengan el don de la paz y la concordia.

Las lecturas bíblicas que se han proclamado tienen como hilo conductor la centralidad de Cristo. Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia.

1. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, tomada de la carta a los Colosenses, nos ofrece una visión muy profunda de la centralidad de Jesús. Nos lo presenta como el Primogénito de toda la creación: en él, por medio de él y en vista de él fueron creadas todas las cosas. Él es el centro de todo, es el principio. Dios le ha dado la plenitud, la totalidad, para que en él todas las cosas sean reconciliadas (cf. 1,12-20).

Esta imagen nos ayuda a entender que Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. La pérdida de este centro, al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo.

2. Además de ser centro de la creación, y centro de la reconciliación, Cristo es centro del pueblo de Dios. Nos lo muestra la primera lectura, en la que se habla del día en que las tribus de Israel se acercaron a David y ante el Señor lo ungieron rey sobre todo Israel (cf. 2S 5,1-3). En la búsqueda de la figura ideal del rey, estos hombres buscaban a Dios mismo: un Dios que fuera cercano, que aceptara acompañar al hombre en su camino, que se hiciese hermano suyo.

Cristo, descendiente del rey David, es precisamente el «hermano» alrededor del cual se constituye el pueblo, que cuida de su pueblo, de todos nosotros, a precio de su vida. En él somos uno; unidos a él, participamos de un solo camino, un solo destino.Solamente en él como centro tenemos la identidad como pueblo.

3. Y, por último, Cristo es el centro de la historia de la humanidad y de todo hombre. A él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el Evangelio de hoy.

Mientras todos los otros se dirigen a Jesús con desprecio -«Si tú eres el Cristo, el Mesías Rey, sálvate a ti mismo bajando de la cruz»- aquel hombre, que se ha equivocado en la vida pero se arrepiente, se agarra a Jesús crucificado implorando: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino» (Lc 23,42). Y Jesús le promete: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v. 43). Jesús sólo pronuncia la palabra del perdón, no la de la condena; y cuando el hombre encuentra el valor de pedir este perdón, el Señor no deja jamás de atender una petición como esa. Hoy todos nosotros podemos pensar en nuestro camino.Este día nos hará bien pensar en nuestra historia. Acuérdate de mí Señor, tú que estás al centro, tú que estás en tu Reino.

La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la plegaria que la ha pedido. El Señor siempre da más de lo que se le pide: le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino.

Pidamos al Señor que se acuerde de nosotros, con la seguridad de que gracias a su misericordia podremos participar de su gloria en el paraíso. Amén.


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