“¿Cómo podemos reconocer a esta gente? Por su rigidez" El Papa denuncia a los rigoristas, que se presentan como los “auténticos 'custodios de la verdad'”
“Es una práctica antigua la de presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros”
“También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas”
“Hoy, como en aquellos tiempos, algunos presentan el cristianismo como si fueran los 'dueños de la verdad'” , con la tentación de encerrarse en algunas formas y tradiciones del pasado, como posible solución para las crisis
“Hoy, como en aquellos tiempos, algunos presentan el cristianismo como si fueran los 'dueños de la verdad'” , con la tentación de encerrarse en algunas formas y tradiciones del pasado, como posible solución para las crisis
Terminado el ciclo de catequesis sobre la oración, el Papa Francisco inicia una nueva etapa catequética centrada en la carta de San Pablo A los Gálatas, una “carta muy importante, incluso decisiva”. En la primera parte del comentario a los Gálatas, Francisco denuncia, clara y abiertamente, el inmovilismo y el tradicionalismo eclesiales. Y, por eso, denuncia a los que, en la Iglesia, se presentan como “dueños” y “custodios” de la verdad, de la única verdad, de su verdad anclada en la tradición.
E incluso indica cómo reconocer a estos 'poseedores de la verdad': “¿Cómo podemos reconocer a esta gente? Por su rigidez. Ante el Evangelio que nos hace libres, éstos son rígidos, que es su característica”. Y esos tales, según el Papa, siguen "el camino del Maligno, de gente que divide y no sabe construir".
En su saludo tras la bendición,
De la carta de San Pablo a los Gálatas: “A las iglesias de los Gálatas, gracia y paz para ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, que se entregó a si mismo por nuestros pecados, para liberarnos del mundo presente...”
Catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de un largo itinerario dedicado a la oración, hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis. Deseo reflexionar sobre algunos temas que el apóstol Pablo propone en su Carta a los Gálatas. Es una Carta muy importante, diría incluso decisiva, no solo para conocer mejor al Apóstol, sino sobre todo para considerar algunos argumentos que él afronta en profundidad, mostrando la belleza del Evangelio.
En esta Carta, Pablo cita varias referencias biográficas, que nos permiten conocer su conversión y la decisión de poner su vida al servicio de Jesucristo. Él afronta, además, algunas temáticas muy importantes para la fe, como las de la libertad, de la gracia y de la forma de vivir cristiana, que son extremadamente actuales porque tocan muchos aspectos de la vida de la Iglesia de nuestros días. Es una carta muy actual. Parece escrita para nuestro tiempo.
El primer rasgo que se desprende de esta Carta es la gran obra de evangelización realizada por el Apóstol, que al menos dos veces había visitado las comunidades de la Galacia durante sus viajes misioneros. Pablo se dirige a los cristianos de ese territorio. No sabemos exactamente a qué zona geográfica se refiere, ni podemos afirmar con certeza la fecha en la que escribe esta Carta. Sabemos que los Gálatas eran una antigua población celta que, a través de muchas peripecias, se habían asentado en esa extensa región de Anatolia que tenía su capital en la ciudad de Ancyra, hoy Ankara, la capital de Turquía.
Pablo dice solo que, a causa de una enfermedad, se vio obligado a pararse en esa región (cfr Gal4,13). San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, encuentra sin embargo una motivación más espiritual. Dice que «atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia»(16,6). Los dos hechos no son contradictorios: indican más bien que el camino de la evangelización no depende siempre de nuestra voluntad y de nuestros proyectos, sino que requiere la disponibilidad para dejarse moldear y seguir otros recorridos que no estaban previstos.
Lo que verificamos, sin embargo, es que en su incansable obra evangelizadora el Apóstol había conseguido fundar varias pequeñas comunidades, dispersas en la región de la Galacia. Pablo, cuando llegada una ciudad, no hacía una gran catedral, sino pequeñas comunidades, que son el germen de nuestras comunidades de hoy. Un método que se sigue haciendo hoy. Un misionero de Papua-Nueva Guinea me dice que está predicando el Evangelio en la selva, donde la gente no conoce siquiera quién fue Jesús.
Lo que nosotros debemos notar es la preocupación pastoral de Pablo (todo fuego él) que, después de haber fundado estas Iglesias, se da cuenta de un gran peligro que corren para su crecimiento en la fe. Vienen los buitres a estragar la comunidad. De hecho, se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona. Como se ve, es una práctica antigua la de presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros.
Esos adversarios de Pablo sostenían que también los paganos debían ser sometidos a la circuncisión y vivir según las reglas de la ley mosaica. Vuelven atrás. Por tanto, los Gálatas, habrían tenido que renunciar a su identidad cultural para someterse a normas, prescripciones y costumbres típicas de los judíos. Y no solo eso. Esos adversarios sostenían que Pablo no era un verdadero apóstol y por tanto no tenía ninguna autoridad para predicar el Evangelio. Esto lo vemos a menudo en las comunidades y diócesis. Es el camino del Maligno, de gente que divide y no sabe construir.
Los Gálatas se encontraban en una situación de crisis. ¿Qué tenían que hacer? ¿Escuchar y seguir lo que Pablo les había predicado, o escuchar a los nuevos predicadores que le acusaban? Es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba sus corazones. Para ellos, haber conocido a Jesús y creído en la obra de salvación realizada con su muerte y resurrección, era realmente el inicio de una vida nueva. Habían emprendido un recorrido que les permitía ser finalmente libres, no obstante su historia fuera tejida por muchas formas de violenta esclavitud, no menos importante la que les sometía al emperador de Roma. Por tanto, delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos e inciertos sobre cómo comportarse y a quién hacer caso. En resumen, ¡había mucho en juego!
Esta condición no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días. No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, no se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad”, cuál es la mejor manera de ser cristianos. Con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe.
También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas. ¿Cómo podemos reconocer a esta gente? Por su rigidez. Ante el Evangelio que nos hace libres, éstos son rígidos, característica de esta gente. Seguir la enseñanza del Apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas nos hará bien para comprender qué camino seguir. El indicado por el Apóstol es el camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado; es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; es el camino de la confianza mansa y obediente, en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia.
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Comenzamos hoy un nuevo ciclo de catequesis. Deseo que reflexionemos juntos sobre algunos temas que el apóstol Pablo presenta en su Carta a los Gálatas. Esta carta, por una parte, nos ayuda a conocer mejor la vida del Apóstol, su conversión y su seguimiento de Jesús.
Por otra parte, nos invita a profundizar en algunas cuestiones importantes que él plantea —y que son muy actuales también en la Iglesia de hoy—, como la libertad, la gracia y el modo de vida cristiano. Después de haber fundado algunas pequeñas comunidades en la región de Galacia, san Pablo advirtió un peligro, ya que comenzaron a infiltrarse algunos cristianos provenientes del judaísmo que exponían teorías contrarias, y se presentaban como los únicos poseedores de la verdad, sembrando confusión y división.
Aquellas primeras comunidades, gracias al Apóstol habían conocido la vida nueva y la libertad en Cristo, sin embargo, ante estas críticas y tensiones, su fe comenzó a tambalear. También hoy, como en aquellos tiempos, algunos presentan el cristianismo como si fueran los “dueños de la verdad”, con la tentación de encerrarse en algunas formas y tradiciones del pasado, como posible solución para las crisis. Frente a esta tentación, la enseñanza que nos da el Apóstol en la Carta a los Gálatas es que sigamos el camino liberador y siempre nuevo de Jesús crucificado y resucitado; que continuemos la vía del anuncio, que se realiza por medio de la humildad y la fraternidad; y que lo hagamos confiados, con la certeza de que el Espíritu Santo siempre actúa y guía a la Iglesia.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pidamos al Señor, por intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, que celebraremos la próxima semana, que nos ayude a abrirnos a su gracia, para poder ver, juzgar y actuar desde la verdad y la libertad que proceden del encuentro con Cristo. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.