Como hiciera Tagle y Baldassare Reina, el cardenal Víctor Manuel 'Tucho' Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe también se sentó en la silla blanca durante la quinta noche consecutivo de rezo del Rosario en la plaza de San Pedro. Parolin y Re quedaron de rodillas frente al altar.

Con su porte alto y elegante, el cardenal argentino rezó los misterios del rosario con la unción, el dolor y el sentimiento del que reza por un amigo íntimo enfermo, pero también con la confianza del que sabe que el Papa tiene un corazón grande y es muy testarudo. Sobre todo en lo tocante al cumplimiento de la misión que el Padre le encomendó.

El ambiente hace pensar un poco (aunque de lejos) a la 'Statio Orbis' de la época de la pandemia, con Francisco presidiendo en solitario la ceremonia.

Esta noche, se rezaron los "misterios dolorosos" y el cardenal Fernández dijo: 

Nos reunimos también esta tarde para meditar juntos los misterios de Cristo, con la recitación devota del Santo Rosario. Bajo la mirada maternal de María, oramos por la salud del Santo Padre Francisco.

Ciertamente, al Santo Padre le importa que nuestro oración no sea solo por él, sino también por todos aquellos que en este momento dramático y de sufrimiento particular del mundo, llevan el duro peso de la guerra, la enfermedad, la pobreza.

A ellos, él mismo se une en su oración.

Nosotros también lo hacemos, invocando la intercesión de la Santísima Virgen María.

Como en ocasiones precedentes estuvo acompañado por una veintena de cardenales y centenares de fieles, muchos más que otros días, que desafiaron el frío de la noche romana. Sarah y Burke, que no han faltado ninguno de los cuatro días, juntos. Cerca, el español Ángel Fernández Artime.