Francisco y el nuevo papel del secretario de Estado El número 2 del Vaticano

Cuando fue elegido hace un año, el papa Francisco prometió transformar la burocracia del país más pequeño del mundo. Empezó desde arriba, reduciendo el alcance del otrora poderoso papel del secretario de Estado.

El cardenal que supervisa las relaciones del Vaticano con otros países ha sido el principal funcionario de la burocracia de la Santa Sede desde el siglo XVII.

En las últimas décadas, su despacho ha acumulado cada vez más autoridad sobre finanzas y contrataciones, asimilando un papel similar al de primer ministro y jefe de gabinete en la corte papal, así como el de principal diplomático.

Durante el mandato del retirado papa Benedicto XVI, sus detractores culpaban al entonces secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, de no impedir los errores y escándalos que marcaron los ocho años del pontífice alemán como líder de la Iglesia católica.

Ahora, sin embargo, Francisco está reduciendo los poderes del cargo, orientando al departamento hacia la participación en asuntos diplomáticos, quitándole autoridad en temas de finanzas y dándole un papel menor en cuestiones internas.

El pontífice eligió a un diplomático de carrera frugal y poco atraído por la publicidad, el cardenal Pietro Parolin, que, según quienes lo conocen, es la antítesis de sus predecesores más recientes. El último trabajo del sacerdote, de 59 años, fue como nuncio, o embajador, en Venezuela, donde encabezó las delicadas relaciones del Vaticano con el fallecido presidente Hugo Chávez.

Bertone, y antes de él el cardenal Angelo Sodano, se desplazaban en limusinas con sus asesores. Parolin va solo y a pie por el Vaticano.

En una de sus primeras entrevistas, Parolin, a quien un periódico católico describió como alguien "ajeno al exhibicionismo clerical", dijo que los burócratas del Vaticano deberían ser "más evangélicos".

Redefinir el papel del secretario de Estado es una parte central del programa de Francisco en su intento por limpiar la Curia - la administración de la Santa Sede - tras una serie de escándalos en 2012, el último año completo de pontificado de Benedicto.

Un nuevo departamento supervisor de las finanzas del Vaticano reportará directamente al Papa. Para encabezarlo, Francisco eligió a un australiano que nunca ha trabajado en Roma, el cardenal George Pell, un hombre muy alejado de la Curia dominada por italianos.

"DESORDEN SISTEMICO"

El anciano y frágil Benedicto no pudo manejar los problemas internos que afectaron su papado. En 2013, se convirtió en el primer Papa en renunciar en 600 años.

El denominado caso "Vatileaks" - en el que el mayordomo de Benedicto filtró documentos sensibles sobre presunta corrupción en la Curia - estaba presente en el pensamiento de muchos cardenales cuando entraron a la Capilla Sixtina para llevar a cabo el cónclave en el que fue electo Francisco hace un año.

Los cardenales no italianos en particular creían que las noticias de luchas internas por el control en la administración central de la Iglesia - con 1.200 millones de fieles - socavaban su credibilidad en la gestión de asuntos como el abuso sexual de menores por parte de religiosos.

"No es una exageración decir que hubo un desorden sistémico en la Curia bajo el mandato de Benedicto", dijo Alberto Melloni, historiador de la Iglesia y director de la Fundación de Estudios Religiosos Juan XXIII en Bolonia.

"La visión de los cardenales que vinieron a Roma para elegir un nuevo Papa el año pasado era que el secretario de Estado había acumulado demasiado poder con el paso de los años", señaló un alto cargo del Vaticano bajo condición de anonimato porque no tenía autorización para hablar sobre el cónclave.

Durante el papado de Benedicto, la Curia estuvo ampliamente dividida en dos facciones: los seguidores de Bertone y los de su predecesor, Sodano.

Sodano, diplomático experimentado, fue secretario de Estado entre 1991 y 2006. En los últimos años del papado de Juan Pablo II, quien falleció en 2005, Sodano fue quien esencialmente lideró a la Iglesia a medida que se deterioraba la salud del pontífice.

Bertone no tenía experiencia en diplomacia cuando lo reemplazó en 2006. Gozó de una influencia desproporcionada en asuntos internos del Vaticano, según conocedores del asunto, y alejó a algunos que creían que rebajó el perfil internacional de la Santa Sede.

"Al final, las cosas empezaron a ponerse muy peligrosas, porque todas lasactividades financieras estaban concentradas en sus manos (de Bertone) o en manos de hombres leales a él", dijo Massimo Franco, columnista y autor del nuevo libro The Vatican According to Francis (El Vaticano según Francisco).

Bertone, de 79 años, ha negado ser ambicioso y mal administrador. No pudo ser contactado para hacer declaraciones porque se encontraba fuera de Roma en un retiro espiritual. Sodano, de 86 años, tampoco estuvo disponible.

"Francisco está tratando de hacer profundas reformas en la Curia (...) pero eso llevará algún tiempo", sostuvo el cardenal español Julián Herranz, uno de los tres prelados que escribió un informe secreto sobre el escándalo "Vatileaks" para Benedicto.

Desde su elección, el Papa argentino advirtió públicamente a sus cardenales que eviten las intrigas y las camarillas, y les urgió a no portarse como si vivieran en "una corte real".

"Les dijo 'no toméis esto (ser cardenal) como un honor, no lo toméis como un ascenso, no lo toméis como un privilegio'", dijo el cardenal Vincent Nichols, arzobispo de Westminster en Londres.

Francisco lanzó su primera ofensiva contra la burocracia del Vaticano solo un mes después de iniciado su papado cuando creó un consejo asesor de ocho cardenales de todo el mundo para ayudarlo a gobernar la Iglesia y reformar la Curia. El consejo tiene un mandato abierto e informa directamente al Papa. (RD/Agencias)

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