"Póngase esto en la cabeza: con el diablo no se dialoga jamás", advierte durante el Angelus Francisco y las tentaciones: "Comienza el 'duelo' entre Jesús y el diablo"
"Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones"
"Al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones"
"Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo"
"Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo"
"Póngase esto en la cabeza: con el diablo no se dialoga jamás, sólo la palabra de Dios". Mañana soleada de primer domingo de Cuaresma. Después de semanas de cierre, el segundo que el Papa preside acompañado, cada vez por más gente, en la plaza de San Pedro.
Varios cientos de fieles (incluyendo las insobornables religiosas españolas) escucharon la reflexión de Francisco sobre las tentaciones de Jesús en el desierto. "El enemigo está ahí, atento, pero jamás conversemos con él", insistió.
En su primera reflexión, el Papa recordó cómo la Cuaresma "es el camino recorrido por Jesús", en el que no están exentas las tentaciones. "El Espíritu empuja a Jesús al desierto", apuntó Francisco, "para enfrentarse al Tentador". Y es que "toda la existencia de Jesús se pone bajo el signo del Espíritu de Dios, que lo anima, lo inspira y lo guía".
Bergoglio se detuvo para apuntalar la relevancia del desierto en la Biblia. "El desierto es el lugar donde Dios habla al corazón del hombre, y donde brota la respuesta de la oración", donde "el corazón se abre". "Pero es también el lugar de la prueba y la tentación, donde el Tentador, aprovechando la fragilidad y las necesidades humanas, insinúa su voz engañosa, alternativa a la de Dios".
El Tentador seduce, Jesús lo derrota
"Te lleva a otro camino de engaño. El Tentador seduce". Allí, en esos cuarenta días, "comienza el 'duelo' entre Jesús y el diablo, que terminará con la Pasión y la Cruz", explicó el Papa, añadiendo que "todo el ministerio de Cristo es una lucha contra el Maligno en sus múltiples manifestaciones: curaciones de enfermedades, exorcismos de los endemoniados, perdón de los pecados".
Con la pasión y muerte de Jesús, "parece que el diablo prevalezca" pues "el Hijo de Dios es rechazado, abandonado y finalmente capturado y condenado a muerte". No es así, añadió Francisco: "En realidad, la muerte era el último 'desierto' a atravesar para derrotar definitivamente a Satanás y liberarnos a todos de su poder".
"Cada año, al comienzo de la Cuaresma, este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal", finalizó el Papa, quien invitó a recordar que "al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones".
"Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo", glosó.
La tentación es dialogar con él, como hizo Eva
"En las tentaciones, Jesús jamás conversa con el diablo, jamás. O lo echa de los endemoniados o lo condena, o hace ver su maldad. En el desierto parece que hay un diálogo, porque el diablo le hace respuestas. Jesús no responde con sus palabras, jamás: responde con la Palabra de Dios", recordó, improvisando, Francisco. "Cuando se acerca el seductor, la tentación es dialogar con él, como hizo Eva (...). Si entramos en diálogo con el diablo, seremos vencidos".
Hoy, como entonces, "el Espíritu nos empuja también a nosotros a entrar en el desierto", siendo "llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones".
Tras el rezo del Angelus, Francisco saludó especialmente a los fieles polacos del santuario de Pot, en Polonia, "donde hace 90años el señor Jesús se manifestó a Santa María Kowalska", y a los jóvenes y adultos del grupo Talita Kum de Roma.
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