"Qué bueno es 'rezar entre fogones'" Diáconos: Bendita obligación las laudes y vísperas

Diáconos en familia
Diáconos en familia

"¡Cuánto bien hizo el Concilio Vaticano II a la Iglesia y me ha hecho a mi personalmente! ¡Cómo no estar agradecido a los padres conciliares que restaurasen el diaconado y recomendasen el rezo del Oficio Divino en los hogares!"

"Qué importante es que los hijos vean como algo natural el que sus padres rezan, que piden por las personas cercanas que tienen problemas. Este aprendizaje observacional irá calando y servirá para que ellos imiten posteriormente"

"De boca de un diácono escuché que de poco valía rezar sin concentración, que eso es leer, pero qué bueno es rezar entre fogones, si así llevamos al Señor a toda la familia"

"Que no se queden en palabras aquello de la importancia del 'ser' por encima del 'hacer', y que la prioridad absoluta del diácono marido y padre de familia, sea esa, su matrimonio y su familia"

La celebración de la ordenación tiene un momento importante antes de que el obispo imponga las manos y rece la oración consecratoria, el momento de las promesas, y entre ellas está la de rezar la liturgia de las horas, que en el caso de los diáconos, es rezar laudes y vísperas.

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Cuando se van a ordenar diáconos previamente acostumbro a aconsejarles, que no se acuestan un día sin antes cumplir la promesa de rezar laudes y vísperas, aunque sea por atrasado. ¡Hacen tanto bien para el día a día de nuestro ministerio!, porque esta promesa que se convierte en una obligación diaria desde el momento en que el obispo impone las manos, y por la que estás obligado a rezarlos todos los días de tu vida, nada más lejos que ser una carga sino todo lo contrario: ¡Bendita obligación! 

Diaconado
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Y aunque muchas veces uno tenga que rezarla a la carrera, e incluso a veces por atrasado, pero ¡Qué regalo de ordenación tan grande es este de la liturgia de las horas!

¡Cuánto bien hizo el Concilio Vaticano II a la Iglesia y me ha hecho a mi personalmente! ¡Cómo no estar agradecido a los padres conciliares que restaurasen el diaconado y recomendasen el rezo del Oficio Divino en los hogares! 

"En mi caso la oración propia para rezar en familia son las vísperas, ya que evitamos las prisas del comienzo de la jornada y es más fácil para que antes de la cena, nos pongamos mi mujer y yo a rezarla y no es raro que se una alguna de nuestras hijas para rezar con nosotros"

Cierto es que para mi vida espiritual la liturgia de las horas fue un gran descubrimiento, aquel tesoro escondido, y es que comenzar el día con aquellas oraciones que rezaba el mismo Jesús, con los salmos, decirle al Señor “por ti madrugo”y recitar diariamente el precioso canto evangélico en el que Zacarías canta a su hijo Juan y con el que también nosotros podemos cantar a los nuestros. ¡Y qué maravilla las preces en las que todas las mañanas pidamos por cada uno de nuestros hijos, por los enfermos, por los que nos han pedido oraciones! En mi caso la oración propia para rezar en familia son las vísperas, ya que evitamos las prisas del comienzo de la jornada y es más fácil para que antes de la cena, nos pongamos mi mujer y yo a rezarla y no es raro que se una alguna de nuestras hijas para rezar con nosotros. 

En vacaciones acostumbramos a ver con un proyector alguna película, pues aprovechamos a proyectar las vísperas antes de cenar y así, compartiéndolas, hace que se animen aún más el resto de la familia, eso sí, muchas veces a la vez que estamos dando la vuelta a una tortilla, pero ayudando a aquello de la Iglesia doméstica o de la familia que reza unida, permanece unida.

Diaconado
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"Cómo me alegraba cuando nuestras hijas pequeñas se sabían de memoria el Magnificat de escucharlo cuando sus padres los rezaban juntos"

Cómo me alegraba cuando nuestras hijas pequeñas se sabían de memoria el Magnificat de escucharlo cuando sus padres los rezaban juntos. O cuando parecía que no se enteraban de nuestros rezos, pero en el momento de las preces decían desde lejos ¡por mi examen de mañana! Aunque es muy bueno que el padre diácono bendiga a cada hijo antes de irse a dormir o en la misma cama, también el final de vísperas es ocasión para bendecir en nombre de la Iglesia toda la familia.

Qué importante es que los hijos vean como algo natural el que sus padres rezan, que piden por las personas cercanas que tienen problemas. Este aprendizaje observacional irá calando y servirá para que ellos imiten posteriormente esas actitudes de sus padres y vayan configurando poco a poco una personalidad en la que lo religioso es importante.

De boca de un diácono escuché que de poco valía rezar sin concentración, que eso es leer, pero qué bueno es rezar entre fogones, si así llevamos al Señor a toda la familia.

La verdad que el Oficio Divino es una maravilla, y aunque uno no esté obligado a rezar el resto, me ayuda mucho las completas para acabar la jornada y no digamos la lectura patrística del Oficio de Lecturas. Más de una vez me ha pasado que después de una muy ajetreada tarde y noche me he acostado y en ese momento me doy cuenta que no he rezado, no solo completas, sino vísperas, y por no molestar a mi mujer levantándome, rezo el Magnificat y si es sábado también Filipenses 2, que me la sé de memoria: “Cristo, a pesar de su condición divina…”

Es importante que la oración sea lo que haga más unida a la familia y no la que lo separe, porque es peligroso cuando un diácono toma fama de santidad, por su gran entrega, porque reza muchísimo, pero eso sí, siempre fuera de su familia, rezando con monjas o en la parroquia, pero descuidando su matrimonio y familia, pues que no se queden en palabras aquello de la importancia del “ser” por encima del “hacer”, y que la prioridad absoluta del diácono marido y padre de familia, sea esa, su matrimonio y su familia.

¡Bendita obligación las laudes y vísperas!

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