"Para poder enamorarse de ella y saborearla, hay que convertirse" Emilce Cuda, teóloga: "'Querida Amazonia' es la carta de amor de un hombre enamorado"
"No es un juicio político sobre la crisis social, sino un juicio estético a partir de la realidad concreta"
"Lo bello y tremendo de la naturaleza es el lugar donde lo absolutamente Otro aparece, se manifiesta y nos habla"
"Francisco propone la estructura poliédrica como condición de posibilidad para una Iglesia sinodal"
"Francisco propone la estructura poliédrica como condición de posibilidad para una Iglesia sinodal"
| Emilce Cuda
Solo un hombre enamorado puede comenzar un documento diciendo que “La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama y su misterio”. Esta oración no es casual. Tampoco es el discurso de compromiso de un desentendido, quien parece no estar diciendo nada. En términos borgianos podría decirse que el sentido del documento es lo que se cifra en el nombre.
La exhortación apostólica postsinodal comienza con un canto de amor a la belleza amazónica, porque solo quien puede enamorarse puede ver la belleza. Pero para poder enamorarse de ella y saborearla, hay que “convertirse” primero, de lo contrario, se ocultará. Eso requiere cambios de hábitos que no son individuales sino culturales. Este tema de la conversión es, según mi punto de vista, no solo la clave del presente documento, sino el sentido de la reforma eclesial que impulsa el pontificado de Francisco. La conversión pastoral, en tanto ecológica, es el sentido programático establecido ya en Evangelii Gaudium.
Francisco alaba a la Amazonia porque “se muestra”, “ante el mundo”, en “todo su esplendor”, aunque no sin “drama” ni “misterio”. Así es lo bello, tremendo y fascinante, por eso asusta y enamora, porque es dramático y misterioso al mismo tiempo; porque es lo otro de mí, y de mi cultura. Sin embargo, es el lugar donde lo absolutamente Otro aparece, se manifiesta y nos habla. En este sentido, el sínodo fue el umbral para que la belleza de los pueblos amazónicos se haga presente, visible, audible; para que sus culturas salgan a la luz. Eso ya es iniciar un camino con todos, y un ejemplo para ser imitado en otros contextos frente a otros desafíos, como invita Francisco.
"Hace un acto de amor fundamental al reconocer al mundo, y al ser humano en su diversidad, tal y como lo ha concebido, creado y visto el Dios padre, uno y trino, es decir: como bello, bueno y verdadero"
Amada Amazonia, según mi opinión, no es un juicio político sobre la crisis social, sino un juicio estético a partir de la realidad concreta, dando la clave para el cambio; es un cantar de cantares. No empieza criticando al sistema dándole así un lugar protagónico. Por el contrario, comienza alabando y entronando a la amada Amazonia. Tampoco habla de la fundación de un nuevo orden. Pero hace un acto de amor fundamental al reconocer al mundo, y al ser humano en su diversidad, tal y como lo ha concebido, creado y visto el Dios padre, uno y trino, es decir: como bello, bueno y verdadero. Eso no es poca cosa, porque hasta que no nos miran, nos reconocen, y nos alaban, no existimos, porque somos seres relacionales a imagen y semejanza de la trinidad. El cambio es amoroso.
El documento cuenta cuatro sueños: Sueño Social, Sueño Cultural, Sueño Ecológico y Sueño Eclesial. Comenzaré de atrás hacia adelante porque quizás algunos lectores hayan pasado por alto esa bella introducción, yendo directamente al último capítulo, el del Sueño Eclesial, buscando equivocadamente la tan esperada reforma de la Iglesia. No porque no esté presente ese tema, sino porque se trata de otro modo de reformar las instituciones en tanto relaciones consolidadas. Si hicieron eso, el mensaje novedoso que esconde el documento se les habrá ocultado, y la realidad se les volverá opaca. A quienes piden signos del cambio y lo esperan en los mismos términos y condiciones del actual sistema que se pretende cambiar, les diré que ni el Sínodo Pan-amazónico ni la exhortación apostólica, le habrán aportado nada, porque el cambio evangélico sigue otra lógica.
El documento nos dice que Dios se muestra en la belleza pluricultural de los rostros multiformes de los pueblos amazónicos, de quienes fueron desarraigados hacia las periferias, y luego descartados. El secreto que esconde el documento consiste en que el todo se manifiesta esplendorosamente en la parte, se da a conocer, se deja ver, oír y tocar en ella, y sin embargo no se agota allí, porque el todo es superior a la parte. Eso hace que todo esté conectado, que no haya centro. Esa es la estructura poliédrica que propone Francisco como condición de posibilidad para una Iglesia sinodal.
Elegí el modo estético para comentar la exhortación postsinodal porque es la clave que da Francisco para lograr la conversión ecológica que finalmente producirá el cambio cultural del cual la reforma de la Iglesia será una de sus consecuencias, y no la causa. El Sueño Cultural, uno de los cuatro sueños que menciona el documento, consiste en que seamos poetas, contemplativos y profetas para liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista. El Papa nos llama a “despertar el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros”. Nos invita a “aprender a detenernos para valorar lo bello”, porque “no todo es objeto de uso y abuso”. Entrar en comunión con la belleza es entrar en oración, donde se unen voces, no discursos doctos, obscenos de arrogancia.
"El Papa nos llama a “despertar el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros”"
Francisco también tiene un Sueño Ecológico. Sueña con la educación, pero no en el sentido tradicional de formación y capacitación solamente, sino con la educación del hábito, para despertar nuestras conciencias dormidas y sensibilizarlas ante la belleza que esconde la diversidad. Si logramos el hábito de la contemplación, seremos virtuosos, porque la virtud no es un precepto moral codificado, ni mucho menos la causa del éxito social. Consiste en adquirir el hábito de buscar y gustar lo bello y concebirlo como bueno; consiste en la capacidad de amar, y dejarse amar. La conversión ecológica no es otra cosa que lograr cambiar los hábitos de una cultura del descarte que tiene anestesiadas las conciencias -dice el Papa-, y llama a indignarse con un sistema que ha robado el gozo y la alegría de saborear la belleza, sometiendo, en cambio, a los seres humanos a consumirla vorazmente.
Con eso entramos en el primero de los sueños: el Sueño Social. Laudato Si dice que la salida de la crisis ecológica, que es ambiental y social, consiste en un acto de conversión. Ese acto no es cuantitativo, sino un salto cualitativo que no produce cambios inmediatos aquí y ahora. Por eso dice Francisco que el tiempo es superior al espacio, y deja la última palabra a los amazónicos, porque su “pasión” es la causa de su saber qué hacer.
El sueño social del Papa Francisco es un sueño profético. Sueña con desenmascarar la realidad oculta bajo falsas místicas. Sueña con llamar a las cosas por su nombre. Llamar “crimen” a las nuevas formas de colonialismo que se ocultan tras la “falsa mística del desarrollo”. Llamar a “indignarse” ante la corrupción que afecta tanto a los dominadores como a los dominados. Llamar a la “lucha social” para redimir las relaciones sociales, esas que han sido institucionalizadas y que regulan, mediante la ley positiva y la lógica cultural, un sistema que mata. Llamar al “diálogo social” con el otro en tanto otro, es decir en mesa de paritarias, para escuchar sus propuestas y no solo para firmar acuerdo que no garantizan la paz social.
Finalmente, luego de compartir sus sueños, el Papa Francisco alienta a “avanzar por caminos concretos que permitan transformar la realidad”. El documento, según establece en los primeros párrafos, no es un mensaje solo para los pueblos del Amazonia sino para todos los pueblos. De ese modo pone en marcha la sinodalidad.
"Mueve a adquirir el hábito de buscar y gustar lo bello y concebirlo como bueno; consiste en la capacidad de amar, y dejarse amar"