Entrevista al obispo de Terrassa, en el vigésimo aniversario de la creación de la diócesis Salvador Cristau: "La diócesis ya está consolidada, existe conciencia de diócesis y hay una identidad propia"
El 15 de junio se cumplen veinte años de la división del arzobispado de Barcelona y, por tanto, de la creación de las nuevas diócesis de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat. Así como el 26 de mayo Sant Feliu hizo su celebración, el sábado 15 de junio es el turno de Terrassa, con una misa en la catedral, a las 11.00, presidida por el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, y concelebrada por el obispo Salvador Cristau, el cardenal Juan José Omella y el arzobispo Joan Planellas, entre otros
"Ciertamente que la noticia de la división fue muy sorpresiva. Yo mismo, que trabajaba en el arzobispado de Barcelona como secretario general y canciller, no supe nada hasta la tarde anterior, cuando el cardenal Ricard Maria Carles me llamó y me comunicó que al día siguiente saldría la noticia"
"La acción caritativa y social es una prioridad y, junto a la predicación de la Palabra y la celebración de la fe, configura la vida de la Iglesia. Ciertamente hay unas carencias de tipo económico, pero también psicológicas y afectivas. La soledad afecta a muchísima gente, más de la que se habla y de la que podemos contabilizar"
"La acción caritativa y social es una prioridad y, junto a la predicación de la Palabra y la celebración de la fe, configura la vida de la Iglesia. Ciertamente hay unas carencias de tipo económico, pero también psicológicas y afectivas. La soledad afecta a muchísima gente, más de la que se habla y de la que podemos contabilizar"
(Catalunya Cristiana).- El 15 de junio se cumplen veinte años de la división del arzobispado de Barcelona y, por tanto, de la creación de las nuevas diócesis de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat. Así como el 26 de mayo Sant Feliu hizo su celebración, el sábado 15 de junio es el turno de Terrassa, con una misa en la catedral, a las 11.00, presidida por el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, y concelebrada por el obispo Salvador Cristau, el cardenal Juan José Omella y el arzobispo Joan Planellas, entre otros.
En las vísperas de la celebración hemos conversado con Salvador Cristau, obispo de Terrassa, sobre qué significó ese momento histórico de la división, que él vivió en primera línea, así como sobre los veinte años transcurridos y el momento actual. ¿Qué valoración hace?
Es un motivo de gozo y sobre todo de dar gracias a Dios, porque hemos podido vivir estos veinte años de crecimiento y ver cómo iba consolidándose una nueva diócesis y cómo el pueblo fiel se iba integrando con ilusión y muchas ganas.
Usted se adscribió a la diócesis de Terrassa cuando el obispo Josep Àngel Saiz le nombró vicario general. ¿Cómo vivió los inicios del nuevo obispado?
Para mí ha sido una experiencia ciertamente motivadora y estimulante. Los primeros tiempos fueron también así: muy estimulantes, viviendo desde la fe una aventura sobrenatural, con mucha ilusión y mucho trabajo, sobre todo con los colaboradores más cercanos. Pienso que las dificultades ya han sido olvidadas y ahora sobre todo lo que vivimos es la paz y la tranquilidad de andar como Iglesia diocesana.
"Las dificultades ya han sido olvidadas y ahora sobre todo lo que vivimos es la paz y la tranquilidad de andar como Iglesia diocesana"
En alguna ocasión, Mons. Saiz Meneses, actual arzobispo de Sevilla, ha reconocido que en el proceso había faltado cierta pedagogía. ¿Está de acuerdo?
Ciertamente que la noticia de la división fue muy sorpresiva. Yo mismo, que trabajaba en el arzobispado de Barcelona como secretario general y canciller, no supe nada hasta la tarde anterior, cuando el cardenal Ricard Maria Carles me llamó y me comunicó que al día siguiente saldría la noticia.
Además, por mi cargo me tocó leer la bula Christifidelium saludem, por la que san Juan Pablo II erigía las nuevas diócesis, el 15 de junio de 2004, con los nombres de los respectivos obispos, de las catedrales y los límites geográficos. Por tanto, sí que fue una sorpresa. Para algunos fue una sorpresa negativa pero para muchos otros fue positiva, porque entendían que la finalidad era la de favorecer una mayor proximidad de los fieles en relación con los pastores y la curia.
¿En qué momento se encuentra la diócesis? ¿Es un momento de consolidación? ¿Todavía existe el reto de crear conciencia diocesana?
La diócesis ya está consolidada, lo que significa que existe conciencia de diócesis y que hay una identidad propia. Ahora bien, no podemos estar satisfechos, siempre debemos seguir creciendo humanamente, en el sentido de la evangelización y de una presencia de la Iglesia cada vez más capilar en los ámbitos social y cultural.
Cuando era párroco de la basílica de la Virgen de la Merced en Barcelona estaba muy vinculado con el trabajo de las Hermanitas del Cordero. En Terrassa también lo está con la Comunidad del Cenáculo. ¿El contacto con los marginados ha marcado su ministerio?
La acción caritativa y social es una prioridad y, junto a la predicación de la Palabra y la celebración de la fe, configura la vida de la Iglesia. Ciertamente hay unas carencias de tipo económico, pero también psicológicas y afectivas. La soledad afecta a muchísima gente, más de la que se habla y de la que podemos contabilizar.
"Desgraciadamente hay mucha supercialidad y una tendencia a pensar sólo en nosotros mismos. Por eso hay palabras muy bonitas como libertad o amor que deben ser iluminadas por la fe"
Vemos muchos problemas como las drogodependencias o el suicidio que denotan una carencia de sentido vital. ¿Cómo puede la Iglesia hacer llegar su propuesta a la sociedad?
Algo que debe hacer la Iglesia a través de las escuelas y de los centros de formación es iluminar el sentido de la vida y el sentido de lo que hacemos. Muchas veces actuamos sin pensar demasiado, simplemente hacemos algo porque nos gusta o porque así nos lo mandan. Desgraciadamente hay mucha superficialidad y una tendencia a pensar sólo en nosotros mismos. Por eso hay palabras muy bonitas como libertad o amor que deben ser iluminadas por la fe.
Una vida superficial, ¿dificulta la pregunta por la vocación? ¿Es necesaria más cultura vocacional?
Ciertamente, carece de cultura vocacional. Cuando los jóvenes deben tomar una decisión y escoger un camino muchas veces optan por lo más fácil, lo que les dará más dinero o lo que les satisface más. Algo, por otra parte, del todo comprensible. Ahora bien, habría que hacerse una pregunta añadida, sobre todo las personas creyentes: “Y Dios, ¿qué tiene que decir? ¿Qué quiere Dios de mí?”.
En 2006 nació el Seminario de Terrassa, del que usted fue rector hasta su nombramiento como obispo titular. ¿Por qué en Terrassa optaron por un Seminario propio, a diferencia de Sant Feliu de Llobregat, que mantuvo su vinculación con Barcelona?
Cuando se crearon las nuevas diócesis, los seminaristas que se estaban formando en el Seminario Conciliar de Barcelona se distribuyeron por razón del domicilio familiar. A partir de este criterio, en Terrassa teníamos un grupito de una docena de seminaristas, a los que se añadieron algunos más. Durante dos años los seminaristas de Terrassa continuaron en Barcelona, hasta que las monjas Comendadoras de San Juan de Jerusalén nos cedieron su casa de Valldoreix, en Sant Cugat del Vallès, cuando cerraron la comunidad y se trasladaron a Álava.
El 29 de junio de 2006 el obispo Saiz Meneses firmó el acrecentamiento por la constitución del Seminario Mayor Diocesano de Terrassa, San Juan Bautista. Evidentemente se hizo después de haberlo consultado y obtenido el visto bueno por parte de todos los consejos diocesanos.
"El Seminario de Terrassa se encuentra ahora en uno de los mejores momentos. No por el número de seminaristas -este curso son dieciocho, pero años atrás habíamos sido más-, sino por el ambiente y la base humana"
La creación del nuevo Seminario fue acompañada de una explosión vocacional. Más recientemente, este 28 de mayo instituyó al lectorado a seis seminaristas en la capilla del Seminario en Valldoreix. ¿Qué balance hace de la trayectoria del Seminario? ¿Cuál es el momento actual?
El Seminario de Terrassa se encuentra ahora en uno de los mejores momentos. No por el número de seminaristas -este curso son dieciocho, pero años atrás habíamos sido más-, sino por el ambiente y la base humana, porque es un grupo que humanamente es muy bueno. Como ocurre en todos los seminarios, a veces te encuentras a personas problemáticas y aquí viene la tarea de discernir qué es lo que más les conviene, y si el Seminario es o no su lugar.
Desde ese punto de vista, actualmente es un momento muy bueno y agradable para los actuales formadores. Por lo que respecta a la experiencia de estos años, es apasionante si te gusta la educación y la formación. Yo había pasado siete años de vicerrector del Seminario Conciliar de Barcelona y, por tanto, ya tenía un rodaje cuando fui nombrado párroco del Seminario de Terrassa.
A la luz de las nuevas directrices vaticanas, ¿cuál es el reto de los seminarios de nuestro país?
El reto no es tanto de los seminarios como de la pastoral vocacional. En general, todos los seminarios de Cataluña y de España, que son los que yo conozco, se asemejan, en el sentido de que seguimos unas mismas líneas y nos encontramos muy a menudo.
Cada año hacemos un encuentro de rectores y formadores a nivel español, y en cuanto a Cataluña es una vez al mes. Por tanto, hay mucha coordinación, comunicación y compenetración. El reto es, pues, la falta de cultura vocacional, la secularización y la crisis de la familia.
¿Pero hay alguna directriz en cuanto a los seminarios catalanes, o los de la provincia eclesiástica de Barcelona, hacia una mayor confluencia?
Desde la Santa Sede hay unas orientaciones para que nos vayamos uniendo para crear comunidades más de ambiente formativo. Hay esa orientación de futuro y estamos en esto, sí, pero en cuanto a colaboración y coordinación, ya es muy destacado todo lo que se está haciendo.
El 1 junio, en el santuario diocesano de la Virgen de la Salud en Sabadell, presidió el Encuentro por la vida con el lema "La vida, don de Dios". El acto fue organizado por la asociación Casa Guadalupe. ¿Cuál es la importancia del trabajo en favor de la vida tanto de esta entidad como del Proyecto Raquel?
La realidad del aborto es terrible. Conozco a médicos que se la encuentran en la consulta y que la viven de forma muy dramática. Casa Guadalupe surgió a partir de la iniciativa de unas familias que, movidas por esta inquietud, quisieron hacer algo para ayudar a que chicas gestantes sacaran adelante su embarazo.
Empezaron con una primera casa en Sabadell y después abrieron una en Terrassa. Son centros de día en los que reciben formación, acompañamiento y ayuda material, psicológica y espiritual. Después del verano tienen previsto abrir una tercera casa, también en Terrassa, para chicas con sus hijos que no tienen dónde vivir o que lo hacen de forma muy precaria, a veces en situación de realquiler.
En cuanto al Proyecto Raquel, tiene su origen en los Estados Unidos y quiere ayudar sobre todo a las mujeres, aunque también está abierto a los hombres, que han tenido un aborto y que después, con los años, se sienten marcadas por una herida en la conciencia y en el corazón.
"Después del verano tienen previsto abrir una tercera Casa Guadalupe, también en Terrassa, para chicas con sus hijos que no tienen dónde vivir"
El obispado de Terrassa organiza cada año las Jornadas Transmet. ¿Qué oportunidades nos ofrece nuestra sociedad para la evangelización?
Los retos son muchos. Ni que decir tiene que vivimos en una sociedad muy secularizada en la que incluso empiezan a faltar los criterios y los elementos históricos que han empapado nuestra cultura, de profundas raíces cristianas. El tejido cultural cristiano se ha ido diluyendo, como de hecho ocurre en el conjunto de Europa.
Por tanto, el reto es llevar el evangelio a una sociedad secularizada que, muchas veces, está influida por tópicos y prejuicios que poco tienen que ver con la realidad. Ahora bien, dicho esto, también debemos valorar todos los aspectos positivos. Gracias a Dios, en nuestra diócesis, la Delegación de Juventud mueve a una gran cantidad de jóvenes. También contamos con el Seminario como una realidad que desde el primer momento se ha ido consolidando y dando frutos, así como con las parroquias y toda la labor que llevan a cabo en medio de la sociedad.
A nivel de organización interna del obispado, hemos realizado un proceso de reorganización. Todo ello para facilitar la evangelización, para hacer llegar la palabra y la presencia del Señor en el mundo y nuestros hermanos.
Las iglesias de Sant Pere habían sido la sede de la antigua diócesis de Ègara, en Terrassa, entre los siglos V y VIII. ¿De qué nos hablan estas raíces y cómo conectan pasado y presente?
Las tres iglesias de época visigótica -San Pedro, San Miguel y Santa María, la antigua catedral- son edificios de piedra que nos hablan de personas que han vivido aquí mismo hace muchos siglos, en concreto del siglo V, cuando empezó el obispado de Égara. Nos hablan, por tanto, de una fe arraigada ya desde antes, así como del testimonio de estos hermanos nuestros antepasados que vivieron la misma fe que nosotros. Por tanto, es un pasado que nos marca y configura el presente.
Junto con el alcalde de la ciudad, Jordi Ballart, el miércoles 25 de octubre de 2023 presentó al papa Francisco la candidatura de la Sede de Égara para ser inscrita en la Lista Indicativa de Patrimonio Mundial de la Unesco. ¿Qué favorecería esta decisión?
Favorecería que viniera más gente de visita, que se incluyera en las rutas turísticas y que se publicitara más este patrimonio, tal y como ya está haciendo Catalonia Sacra, y que fuera más conocido a nivel cultural tanto en Cataluña como en Europa. Pero la candidatura y la inscripción son un proceso lento.