"Detrás de todos los escándalos que se han visto en la Iglesia, está el clericalismo como elemento de base. Una gran plaga" Ricardo Barreto, auxiliar de Caracas: "Me duele muchísimo Venezuela"
"Cuando me he consagrado obispo, he recordado al cura del que era monaguillo. Ese humanismo cristiano con el que nos llevaba a la montaña y nos enseñaba ecología"
"No estoy hecho a los atuendos. De ahí, el báculo de madera"
"El modelo tradicional de formación en los seminarios ya no está respondiendo a los desafíos actuales"
"Los chicos que llegan al seminario son hijos de la cultura de la que vienen. Se necesitan procesos graduales e integrales, que persigan un gran reto: erradicar el clericalismo de los muchachos que salen del seminario"
"El modelo tradicional de formación en los seminarios ya no está respondiendo a los desafíos actuales"
"Los chicos que llegan al seminario son hijos de la cultura de la que vienen. Se necesitan procesos graduales e integrales, que persigan un gran reto: erradicar el clericalismo de los muchachos que salen del seminario"
Momentos antes de celebrar su primera misa en su diócesis de origen, La Guaira, monseñor Ricardo Aldo Barreto Cairo nos concede una entrevista en la que confiesa que no se esperaba el nombramiento, sino que pensó que el nuncio quería verle "para hablar del funcionamiento del seminario" del que era y sigue siendo rector. Habla de cómo surgió su vocación, gracias a un cura de esos que desprenden "humanismo". Por último, explica el significado de su anillo, báculo y pectoral y sobre Venezuela, que le "duele muchísimo", opina que sí hay salida a la crisis y que el pueblo valora a la Iglesia.
¿Qué se siente al ser ordenado obispo?
La verdad, son sentimientos encontrados. No he salido todavía de la sensación del primer momento, de cuando me fue comunicada la noticia del nombramiento.
¿No se lo esperaba?
Para nada. Porque aquí en Venezuela no tenemos concordato, no tenemos esa figura de convenio entre la Iglesia y el Gobierno. Lo que sí se dice es que los obispos tienen que ser nacidos en el país y yo he nacido en Panamá y además mis padres, argentina y portugués, tampoco son venezolanos. Si bien se deja la posibilidad de que puedan ser obispos auxiliares o vicarios los nacidos fuera de Venezuela. Lo tradicional, por otra parte, es promover a la sede residencial a un obispo auxiliar. Desde que entré en el seminario yo había oído esto y, por lo tanto, estoy sorprendido.
Sí que he estado haciendo las veces de secretario del obispo y viendo las cosas de la diócesis de cerca, las responsabilidades episcopales, los problemas que a veces hay que resolver con los curas... yo pensaba en la tranquilidad de ser sacerdote y más bien daba gracias a Dios por estar "vacunado" desde el nacimiento. No lo tenía en el horizonte, no era una expectativa que tuviera. Pero sí que por mi recorrido cuadraba, habiendo dirigido el seminario.
¿Durante cuánto tiempo?
7 años. 11 años formador y luego fui presidente de la Organización de Seminarios de Venezuela, que es un organismo de comunión. No es una instancia administrativa, sino de intercambio y relación. Fui presidente de esa organización, miembro también de la Junta Directiva de la Organización de Seminarios Latinoamericanos, que es una figura de nivel regional. En esos escenarios, habiendo sido un nacido en Venezuela podría haber sospechado que sería episcopable, pero yo me sentía seguro de no ir a serlo. A los muchachos seminaristas, en son de broma, a veces les decía eso de la "vacuna": "A mí la episcopalitis aguda no me da".
¿Quién le llamó, para comunicarle el nombramiento? ¿El nuncio?
Sí. Yo estaba en Caracas. Me llamó el día de Madre Teresa de Calcuta, el 5 de septiembre. El cumpleaños de mi madre, también. Me llamó el secretario de nunciatura, diciéndome que el nuncio tenía que viajar al siguiente día a Perú y quería hablar conmigo para consultarme un asunto. Que si podía ir a almorzar con él a la una de la tarde. Eran las once de la mañana. Con apenas dos horas de anticipación, yo pensé que sería para algún traslado, en relación con los seminarios. Parece que el orden de los factores debió haber sido que me nombraran obispo y luego Rector del Seminario. Pero no sé si hubo algún retardo en la publicación del nombramiento episcopal y ya habíamos iniciado el curso en el Seminario de Caracas, porque ya me había nombrado Rector el cardenal. Pensaba que la llamada del nuncio era para preguntarme qué tal iba esa transición, las primeras reuniones...
¿Y, cuándo le dijo de qué se trataba, qué sintió? ¿Hay ganas de decir no?
Ganas no, pero uno entra en shock cuando se lo dicen. Cuando el señor nuncio me lo dijo, estábamos almorzando y hablábamos todo el tiempo de la situación del seminario. Pero en el postre, cuando yo estaba más tranquilo, me soltó la bomba atómica. ¿Pensar decir que no? Alguien me lo preguntó a los pocos días... Cuando se supo el nombramiento... Y la respuesta es que no, porque en toda mi vida de sacerdote nunca he dicho no a lo que me ha pedido la Iglesia.
Me pidieron dos veces ir a parroquia rural, de zona de montaña, que son unas condiciones de trabajo no fáciles... y yo fui con mucho gusto. Y la verdad es que la experiencia fue maravillosa, me hizo crecer muchísimo trabajar en esa zona de gente de campo.
Luego me pidieron tres veces venir al seminario, que es un destino que tampoco es muy apetecido por los curas en general, porque supone un compromiso fuerte de acompañamiento y, quizá, las libertades que te deja la parroquia aquí no las tienes.
¿Uno siente que se le viene una carga encima o que la gracia también viene y ayuda a respirar?
Creo que, en el momento que te lo dicen, tampoco es que razones, ni en términos humanos ni sobrenaturales... Te quedas en blanco y reaccionas casi que por instintos. Y por instinto, si a uno le dicen que el Papa le ha pedido que sea obispo, dice que sí. ¿Cómo le digo yo no al Papa? El sí es un acto reflejo. Aun teniendo conciencia de mis límites (que yo sí sé que los tengo, y bastantes), dije que sí. No me han faltado, al decirlo, la gracia y la ayuda del Señor, y el resultado ha sido un crecimiento. Evidentemente, esta no iba a ser la primera vez que dijera no.
En el momento de las letanías, durante su consagración, ¿pensó en muchas cosas? ¿Su madre?
Da tiempo a que te pase como una peliculita de tu vida. Pensé mucho en mi párroco, del que fui monaguillo: un sacerdote ejemplar de 52 años de vida sacerdotal. Murió el día de la Patrona de su parroquia, Santa Rosalía, después de más de cincuenta años sirviendo ahí... Estaba siempre pendiente de todos, incluso de los monaguillos. Los fines de semana nos llevaba a una obra social que él tenía, con ancianos, con gente de la calle... Les llevábamos comida, ropa. Esas cosas que hacíamos con él y nos decía, me vinieron en ese momento.
¿Le debe la decisión de ser sacerdote?
Sí, sin duda.
Hay curas que marcan a la gente y que provocan los "yo quiero ser como él".
Sí, no por imitarlos simple y llanamente, sino por seguirlos: porque sientes que la obra que llevaron a cabo no puede caer en saco roto. Que esa preocupación que tuvo con nosotros hay que mantenerla y tenerla con otros. Ese humanismo cristiano con el que nos llevaba a la montaña. Él subía semanalmente, aquí en El Ávila, y nos enseñaba a cuidar la naturaleza. La ecología. Nos decía que El Ávila era el pulmón vegetal de Caracas y que Caracas solo tendría futuro, como ciudad habitable, si lo cuidaba. ¡Nos marcó tanto a todos! A mí, a mis dos amigos que también se hicieron sacerdotes, a otros antes...
¿Tiene algún motivo el modelo del anillo?
Me lo regaló hace muchos años un obispo argentino. Es un anillo muy sobrio, con un recuerdo bonito y que he usado mucho. Desde el principio dije que sería este mismo.
¿Ese obispo murió?
Sí, este año precisamente, sin verme de obispo.
¿ Y el pectoral?
Era del obispo que me ordenó sacerdote. En su lecho de muerte, le pidió al sacerdote que lo estaba cuidando que guardaba su pectoral, el de uso diario, para entregárselo al primer sacerdote de la diócesis que él hubiera ordenado y al que hicieran obispo. También es un recuerdo y es sencillo.
¿Qué lema eligió?
"Tú, sígueme". Porque estoy convencido de que la esencia de la vida cristiana, en cualquier ámbito, servicio o ministerio que uno tenga, es ser discípulo del Señor. Es la radicalidad del bautismo. Lo demás, es añadidura. Toda la Iglesia se construye sobre nuestra identidad de discípulos. Aquí, en realidad, nadie sigue a nadie: todos seguimos solamente a Jesucristo. En la Iglesia no estamos detrás de hombres, de proyectos..., sino que seguimos al Señor, que es la referencia en todo momento.
Con ese lema, de alguna manera, quiero resaltar eso. Mi episcopado será siempre del signo de ser un discípulo entre discípulos. Aquello de Agustín... Para ustedes soy obispo, pero con ustedes soy un cristiano más.
Se ordenó con un báculo de madera. ¿Tenía significado?
Claro, en la madera siempre hay algo relacionado con la pobreza. Yo, por carácter, siempre he sido muy sobrio. Soy de formas sobrias y me está costando un mundo, en estos días, ponerme todos estos atuendos. No estoy hecho a ellos, aunque son "parte del paquete". Un báculo de madera me parece que remite absolutamente a la idea del pastor, amén de que es un símbolo. Significa que el pastor camina con el rebaño. Adornarlo de metales y piedras preciosas no le añade nada al símbolo. Al contrario.
Parece que se extiende la idea de obispos no príncipes. De obispos normales, que se dejan de adornos. ¿Esto en América viene de atrás?
Sí, viene de atrás. Pero sí que es verdad que el Papa Francisco está influyendo mucho, primero con su ejemplo. En general, en Latinoamérica, el clero ha crecido en un contexto sociocultural deprimido, cerca de grandes masas de pobreza. Yo diría que la gran mayoría de obispos no provienen de alta cuna, sino todo lo contrario.
¿Le duele Venezuela?
¡Cómo no! Me duele muchísimo. Repito que el hecho de que no haya nacido aquí no quita que me sienta de aquí, donde lo adquirí todo, desde los cinco años. Para mí Venezuela es mi patria y cómo no me va a doler mi tierra.
¿Hay salida?
Yo creo que salida siempre hay. El problema es que no siempre se la ve y se la busca en el modo adecuado. No sé si quienes tienen la mayor responsabilidad de buscarla, lo están haciendo adecuadamente.
¿Los obispos se sienten perseguidos? La Conferencia habla muy claro y eso podría acarrear represión por parte del gobierno
Así, inmediatamente, no pareciera que pudiese haber una reacción en términos de persecución, como ha ocurrido en China o en los países del Telón de Acero, cuando la vieja Unión Soviética. Entre otras cosas porque la identidad católica está muy arraigada en el pueblo venezolano. Y luego, por otro lado, el rol que la Iglesia ha asumido (en términos de ayuda a la población necesitada) a través de Cáritas, ha hecho que la población tenga todavía más un concepto positivo de la Iglesia. Esa realidad ha servido, de algún modo, de elemento de freno a las críticas.
Una institución muy creíble en estos momentos.
Sí, en Venezuela sí, como en general ocurre en América Latina.
Desde su perspectiva de especialista en seminarios: ¿hay que reformarlos?
Tengo experiencia, pero no me considero especialista... Habiendo trabajado en seminarios, con otros rectores, después de haber hecho algunos cursos... pienso que sí. Definitivamente hay que reformatear los seminarios. La nueva ratio es fundamental. Por un lado, propondría una continuidad con lo válido que se hacía hasta ahora. No se trata de un borrón y cuenta nueva: la Iglesia es tradición y también la formación tiene mucho de tradición. Pero muchas de las cosas que han pasado en la Iglesia recientemente (los abusos de menores son el elemento más dramático, pero también me refiero a malos manejos económicos y otros problemas) nos están diciendo que el modelo anterior está agotado. Que ya no está respondiendo a los desafíos de la nueva cultura. Los chicos que llegan al seminario son hijos de la cultura de la que vienen. Se necesitan procesos graduales e integrales, que persigan un gran reto: erradicar el clericalismo de los muchachos que salen del seminario. Detrás de todos los escándalos que se han visto en la Iglesia, está el clericalismo como elemento de base. Una gran plaga.
¿Le ofrece su episcopado a algún santo o santa especial?
Yo tengo como santos protectores, a los que les tengo mucha devoción, por un lado a San Ignacio de Loyola, que desde siempre ha marcado mi espiritualidad, porque mis padres espirituales desde que fui joven siempre fueron jesuitas; y también tengo una personal admiración, que ya la adquirí de mayor, al padre Brochero.
¿El cura Brochero, argentino?
Sí, estuve allá donde está su tumba y, leyendo su vida, vi el impulso que daba a las comunidades.