Cuatro principios rectores han marcado un novedoso magisterio que llegó con la primavera Los 12 años del Pontificado de Papa Francisco: un recorrido por la transformación de la Iglesia y el mundo

Este El 13 de marzo se cumplen 12 años de la elección de Jorge Mario Bergoglio como el Papa 266 de la Iglesia, un hecho doblemente novedoso por la condición de jesuita y de latinoamericano del nuevo pontífice
Analizamos el recorrido pasado y rumbo futuro de un magisterio que ha aportado muchas más novedades y sorpresas que aquellos dos datos biográficos que sorprendieron al mundo en 2013
Veremos algunos de los ejes de sus primeros años junto con otros del último lustro, todo a la luz de los cuatro principios rectores que han marcado su magisterio y que constituyen, a nivel intelectual, una de las más grandes novedades para un obispo de Roma
Veremos algunos de los ejes de sus primeros años junto con otros del último lustro, todo a la luz de los cuatro principios rectores que han marcado su magisterio y que constituyen, a nivel intelectual, una de las más grandes novedades para un obispo de Roma
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
Este 13 de marzo se cumplen 12 años de la elección de Jorge Mario Bergoglio como el Papa 266 de la Iglesia, un hecho que ese día se consideró doblemente novedoso por la condición de jesuita y de latinoamericano del nuevo pontífice, algo inédito en la historia bimilenaria de la institución. A más de una década de ese día, y mientras el Papa se recupera de la internación más larga de su pontificado, que llega a casi un mes (al tiempo que se ha convertido ya en el segundo pontífice más longevo de la historia), la situación parece propicia para analizar el recorrido pasado y rumbo futuro de un magisterio que ha aportado muchas más novedades y sorpresas que aquellos dos datos biográficos que sorprendieron al mundo en 2013.
Así, en un 2025 en el que también llegará a su 12 aniversario la exhortación Evangelii gaudium, hoja de ruta del pontificado, veremos algunos de los ejes de sus primeros años (la geopolítica, la mirada integral para analizar el mundo) junto con otros del último lustro (el ascenso de las mujeres, el pensamiento sobre la Inteligencia Artificial) todo a la luz de los cuatro principios rectores que han marcado su magisterio y que constituyen, a nivel intelectual, una de las más grandes novedades para un obispo de Roma.

La realidad es más importante que la idea: la faceta negociadora de Francisco
A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco ha demostrado ser un líder pragmático, que prefiere soluciones concretas a postulados etéreos. Consciente de los complejos desafíos políticos, sociales y religiosos de nuestro tiempo (este “cambio de época más que época de cambios”, como lo ha definido) ha buscado en todo momento mediar en conflictos, promover la paz y actuar como puente entre diferentes actores internacionales.
En suenfoque de la diplomacia y la negociación, Francisco ha puesto siempre un énfasis especial en la concreción de los acuerdos, privilegiando la acción directa y efectiva sobre las grandes teorías y postulados que a menudo se quedan en el aire. Su perspectiva se puede resumir en una máxima que él mismo ha citado en varias ocasiones ya que es uno de los cuatro principios rectores de la Evangelii gaudium: "La realidad es más importante que la idea". Esta visión ha guiado sus intervenciones en numerosos conflictos internacionales, donde ha buscado soluciones tangibles a las crisis más complejas.
Uno de los roles más destacados del Vaticano durante el pontificado de Francisco ha sido el de mediador en diversas situaciones de conflicto, y Francisco ha liderado estos esfuerzos de manera directa. Un ejemplo claro de ello es la mediación que el Papa desempeñó en la restauración de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos en 2014. Después de más de 50 años de tensiones y conflictos diplomáticos, la intervención del Papa resultó ser clave para allanar el camino hacia la normalización de los lazos entre los dos países. Francisco actuó como facilitador, ofreciendo el Vaticano como sede de las negociaciones secretas, donde se discutieron los términos de un acuerdo histórico. El Papa utilizó su influencia no solo como líder religioso, sino también como mediador de buena fe, apelando a la solidaridad y el entendimiento mutuo entre los gobiernos, un ejemplo claro de su enfoque pragmático para resolver disputas internacionales.
Otro ejemplo de la faceta negociadora de Francisco fue su mediación en el conflicto entre Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que culminó en el histórico acuerdo de paz de 2016. El Papa jugó un papel clave en este proceso, reuniéndose con líderes de ambos lados y ofreciendo el Vaticano como lugar de encuentro para las conversaciones de paz. Durante su visita a Colombia en 2017, Francisco reiteró su apoyo a la implementación del acuerdo, destacando la importancia de la reconciliación y la paz. Este compromiso con la paz no solo fue simbólico, sino que también se tradujo en un involucramiento concreto, con el Vaticano ayudando a supervisar los acuerdos y actuando como garante de la buena voluntad de las partes implicadas. Incluso el lema de la visita “demos el primer paso”, era una convocatoria al pueblo colombiano a caminar en esa dirección, “sinodalmente”, según la palabra tan en boga (¿quizás hasta el cansancio?) De los últimos años.
El Papa también ha predicado con el ejemplo y mostrando su preferencia por el mundo concreto más que por el ideal en varias ocasiones, buscando hacer de sus gestos de liderazgo un modelo para el resto de la Iglesia y del mundo. Un gesto simbólico pero significativo fue la apertura de la Puerta Santa en una prisión, durante el Jubileo de la Esperanza que transitamos este año.
Tras decenas de discursos sobre la necesaria dignidad de las condiciones de detención, Francisco decidió abrir una Puerta Santa en la cárcel de la Rebibbia, en Roma, para dar a los prisioneros la oportunidad de experimentar el perdón y la misericordia en un contexto de exclusión y marginación. Este acto no solo fue un gesto de solidaridad hacia aquellos que, a menudo, son olvidados por la sociedad, sino que también mostró la voluntad del Papa de poner en práctica la misericordia de manera tangible, más allá de las palabras. Esta acción reflejó la disposición de Francisco a estar cerca de los más vulnerables y a ofrecerles una oportunidad real de reconciliación.

Otro ejemplo de cómo Francisco ha actuado como negociador pragmático fue su liderazgo en la lucha por el perdón de la deuda externa de los países más pobres. Desde el comienzo de su pontificado, el Papa ha sido un firme defensor de la condonación de las deudas de los países en desarrollo, especialmente en África y América Latina. En 2015, en una intervención ante las Naciones Unidas, Francisco insistió en la necesidad de una reforma del sistema financiero global, y en particular en la condonación de las deudas de los países más pobres, que se encuentran atrapados en ciclos interminables de pobreza debido a las cargas financieras insostenibles. No se trataba solo de un llamado ético, sino también de un compromiso práctico, que llevó a varios líderes mundiales a reconsiderar sus políticas económicas hacia los países en desarrollo. En este contexto, el Papa no solo habló de la teoría de la justicia económica, sino que puso su influencia personal al servicio de los más necesitados, buscando una solución concreta a sus dificultades. Ha repetido el reclamo en numerosos foros y discursos, al punto de haberlo incorporado como uno de los leit-motiv del año Jubilar.
Francisco también ha predicado con el ejemplo en su acercamiento a los refugiados. En su visita a la isla griega de Lesbos en 2016, el Papa hizo un gesto que trascendió las palabras: subió a bordo de un avión papal y regresó a Roma con tres familias de refugiados, ofreciendo a estos migrantes un refugio seguro en el Vaticano. Este acto simbólico de llevar a refugiados a Italia no solo destacó su apoyo a los migrantes, sino que también sirvió como un llamado a la acción, mostrando que la solidaridad debe ir más allá de las buenas intenciones y materializarse en actos concretos. Francisco no solo ha condenado las políticas migratorias inhumanas, sino que ha hecho un esfuerzo tangible para cambiar la realidad de aquellos que huyen de la guerra, la pobreza y la persecución.
"Su capacidad para poner en marcha soluciones tangibles, tanto a nivel global como local, ha marcado su pontificado como uno de acción y compromiso real con los más necesitados"
Francisco ha aplicado también su enfoque pragmático a cuestiones de enorme importancia global, como el cambio climático. En su encíclica Laudato Si’, el Papa no se limitó a plantear un diagnóstico del problema, sino que propuso soluciones concretas, llamando a una "conversión ecológica" global y al compromiso de las naciones con acuerdos internacionales que aborden el impacto ambiental. Este enfoque no solo se quedó en palabras, sino que el Papa ha convocado a diversas conferencias y encuentros internacionales para instar a los gobiernos a tomar medidas decisivas para proteger el medio ambiente. De este modo, Francisco ha seguido su principio de que la realidad es más importante que la idea, buscando siempre soluciones prácticas y realizables para los grandes problemas de la humanidad.
En todos estos casos, Francisco ha demostrado ser un líder que no se limita a la teoría o a la ideología, de la que rehúsa, sino que actúa de manera concreta y efectiva, buscando siempre el bien común a través de la negociación y la mediación. Su capacidad para poner en marcha soluciones tangibles, tanto a nivel global como local, ha marcado su pontificado como uno de acción y compromiso real con los más necesitados.
El tiempo es superior al espacio: los procesos que Francisco pone en marcha
Uno de los principios clave del pensamiento del Papa Francisco es que "el tiempo es superior al espacio", lo que significa que, en lugar de centrarse en logros inmediatos y resultados rápidos, el pontífice prefiere enfocar su atención en los procesos que garantizan un cambio duradero y estructural. Este enfoque se manifiesta en varias iniciativas que ha puesto en marcha a lo largo de su pontificado, en particular en lo que respecta a la inclusión de las mujeres en altos cargos dentro de la Iglesia.
Si bien ha existido un notable progreso en este campo en los últimos años, Francisco ha entendido que los cambios reales requieren tiempo y que no basta con realizar gestos simbólicos, sino que es necesario instaurar procesos que transformen las estructuras de poder a largo plazo. El Papa siempre tuvo el Norte claro, y en el camino ha debido ir sorteando tanto las resistenciaspor derecha como los ensordecedores coros que por izquierda se obsesionaban por el tema durante años.
Un ejemplo claro de este enfoque se observa en el nombramiento de Raffaella Petrini como responsable de la Gobernación del Vaticano, un cargo clave en la administración del Estado. Desde el 1 de marzo de 2025, Petrini se ha convertido en un referente de este proceso de inclusión de las mujeres en puestos de poder dentro de la Iglesia. Este nombramiento es una muestra tangible de cómo el Papa Francisco no solo reconoce la capacidad de las mujeres para asumir roles de liderazgo, sino que ha establecido las bases para una integración progresiva y efectiva en las esferas de decisión del Vaticano, que históricamente han sido dominadas por hombres.

Petrini se une a otras mujeres que, bajo el liderazgo del Papa, han ascendido en la jerarquía eclesiástica, contribuyendo a la creación de un modelo de liderazgo inclusivo y representativo que sigue el principio de que la voz de las mujeres debe tener un lugar significativo en la toma de decisiones importantes.
La decisión de Francisco de nombrar a mujeres como Raffaella Petrini en cargos relevantes también se suma a otros avances en el ámbito eclesiástico. Semanas antes, otro nombramiento importante fue el de la hermana Simona Brambilla, quien asumió un papel relevante en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Este nombramiento, junto con el de Petrini, demuestra cómo el Papa ha ido abriendo nuevas posibilidades para las mujeres dentro de la administración del Vaticano y otros cargos eclesiales que históricamente han sido ocupados por hombres. Aunque no se trata de un cambio que ocurra de la noche a la mañana, es un paso progresivo hacia una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones dentro de la Iglesia.
"El Papa ha establecido una serie de procesos para garantizar que estos nombramientos no sean solo casos aislados, sino parte de un cambio estructural más amplio"
Este proceso de inclusión no es solo un avance en términos de igualdad de género, sino que refleja también la visión de Francisco de que la Iglesia debe adaptarse a los tiempos y responder a las realidades contemporáneas. Es, a la vez, un superamiento de lo que había sido el discurso del propio pontífice durante su primera etapa, más enfocado en que no había que llegar a un “machismo con falda”, que algunos interpretaban como una dilación de los tiempos bergoglianos para promover mujeres a cargo de primer nivel. Claro que, muchas de esas críticas cómodas, no tenían un sinfín de equilibrios que considerar a la hora de cada paso en el Gobierno de la Iglesia universal.
A lo largo de su pontificado, el Papa ha reconocido que las mujeres juegan un papel crucial en la vida de la Iglesia y que su contribución es esencial para el bienestar de la comunidad cristiana. De hecho, Francisco ha reiterado en numerosas ocasiones que la participación plena de las mujeres en todos los aspectos de la vida eclesial es una necesidad, y que la Iglesia debe ser un ejemplo de apertura y justicia para todas las personas, independientemente de su género.
El Papa ha establecido una serie de procesos para garantizar que estos nombramientos no sean solo casos aislados, sino parte de un cambio estructural más amplio. Los avances de las mujeres en la Iglesia no solo se limitan a las altas esferas de la administración del Vaticano, sino que también se reflejan en su creciente visibilidad en las asambleas sinodales y en la incorporación de voces femeninas en los debates sobre temas fundamentales para la Iglesia y la sociedad. En lugar de buscar resultados inmediatos, Francisco ha optado por sentar las bases de una reforma progresiva que, con el tiempo, permitirá una mayor integración de las mujeres en la vida y el liderazgo de la Iglesia.
Esta estrategia es parte de su visión de una Iglesia que es más dinámica, abierta y sensible a las necesidades de los fieles, especialmente en un mundo que sigue luchando con cuestiones de justicia social y equidad de género, por lo que podemos ver que el proceso iniciado con los nombramientos de Petrini y Brambilla busca, de modo sustentable y no solo pour la gallerie garantizar que el papel de las mujeres en la Iglesia sea cada vez más relevante. Lejos de ser cambios impulsados por la inmediatez, estos nombramientos son el resultado de una visión más profunda y un compromiso con la construcción de una Iglesia más inclusiva y equitativa. Al dar un paso más en este proceso de integración, Francisco está dejando una marca indeleble en la historia de la Iglesia, asegurando que las mujeres tengan un lugar digno y central en la misión de la Iglesia en el mundo.

La unidad prevalece sobre el conflicto: la insistencia de Francisco en la unidad de la Iglesia
Desde su elección como Papa, Francisco ha tenido que lidiar con múltiples desafíos internos dentro de la Iglesia, muchos de los cuales han estado relacionados con las diferencias ideológicas y doctrinales. A lo largo de su pontificado, ha enfrentado una creciente polarización, especialmente entre los sectores conservadores y progresistas de la Iglesia, quienes en varias ocasiones han cuestionado su enfoque pastoral y su apertura hacia la reforma. Esta tensión interna se ha intensificado en los últimos años, en particular después de su hospitalización en febrero de 2025, cuando algunos cardenales y obispos conservadores aprovecharon la situación para hacer público su desacuerdo con su liderazgo, pidiendo incluso su renuncia.
Una de las manifestaciones más explícitas de esta resistencia ocurrió tras la internación del Papa en el Hospital Gemelli, en Roma, el 14 de febrero de 2025. A pesar de su estado de salud delicado, algunos miembros de la jerarquía eclesiástica aprovechararon este momento para arremeter contra su pontificado, sugiriendo que sus reformas estaban llevando a la Iglesia por un camino equivocado. El cardenal Raymond Burke, una de las figuras más prominentes del sector conservador, fue uno de los que pidió la renuncia del Papa, argumentando que sus enseñanzas sobre temas como el cuidado de los migrantes, el papel de las mujeres en la Iglesia y su enfoque de la sinodalidad estaban alejando a la Iglesia de la verdadera doctrina.
Por otro lado, el obispo Joseph Strickland de Tyler (Estados Unidos) fue otro de los que expresó públicamente su desacuerdo con el Papa, cuestionando abiertamente las decisiones sobre el acercamiento a los divorciados vueltos a casar y el manejo de las cuestiones sociales y de moralidad. Estas declaraciones generaron un intenso debate dentro de la Iglesia, y varios sectores de la prensa católica conservadora se unieron en una campaña que demandaba la renuncia de Francisco. Sin embargo, a pesar de las crecientes críticas y las tensiones internas, el Papa ha mantenido su compromiso con la unidad de la Iglesia, insistiendo en la necesidad de que todos, independientemente de sus diferencias, trabajen juntos por el bien común.
En este contexto, el Papa Francisco ha reiterado en diversas ocasiones que la unidad de la Iglesia debe prevalecer sobre el conflicto y las divisiones. En su homilía durante el Ángelus del 22 de febrero de 2025, Francisco afirmó: "La Iglesia no puede dividirse, porque Cristo no la dividió. El Espíritu Santo nos llama a vivir la unidad, que no es uniformidad, sino comunión, diversidad y riqueza en la verdad". Estas palabras subrayan la profunda convicción de Francisco de que, a pesar de las diferencias ideológicas, la Iglesia debe seguir adelante como un cuerpo unido, comprometido con el mensaje evangélico y con la misión de acompañar al pueblo de Dios”.
"El desafío para Francisco ha sido mantener la unidad en medio de un panorama eclesial cada vez más polarizado. ¿Por qué? Porque el mundo en el que se inserta la Iglesia está también cada vez más polarizado"
De manera similar, en su discurso ante el Congreso de la Familia en noviembre de 2024, Francisco afirmó: "No podemos dejar que las disputas internas desvíen nuestra mirada de la misión que se nos ha encomendado. La unidad no significa evitar el conflicto, sino saber cómo superarlo en el amor de Cristo". Esta frase refleja la postura constante del Papa: la unidad no es la ausencia de diferencias, sino la capacidad de abrazarlas y trabajar juntos para un propósito común. Así, Francisco ha procurado que, incluso frente a la oposición interna, la Iglesia no pierda de vista su verdadera misión: ser un faro de esperanza, amor y reconciliación en el mundo.
El Papa ha abordado este tipo de conflictos internos con una actitud pastoral, buscando siempre el diálogo y la construcción de puentes entre los diferentes sectores de la Iglesia. En su intervención en el encuentro de la Curia Romana en diciembre de 2024, Francisco recordó: "No hay unidad sin verdad, pero la verdad no se impone, se vive en la caridad". Esta enseñanza refuerza la idea de que la unidad de la Iglesia no puede lograrse a través de la uniformidad ni de la coerción, sino mediante el respeto mutuo, la fraternidad y el compromiso con la verdad en el amor.

El desafío para Francisco ha sido mantener la unidad en medio de un panorama eclesial cada vez más polarizado. ¿Por qué? Porque el mundo en el que se inserta la Iglesia está también cada vez más polarizado. A pesar de los ataques y las críticas internas, el Papa ha insistido en que la misión de la Iglesia no es la de defender posiciones doctrinales estáticas, sino la de ser un instrumento de paz y unidad. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2025, Francisco destacó: "La Iglesia está llamada a ser un signo de unidad en un mundo marcado por la división, un faro de luz que, lejos de ser opacada por los conflictos, resplandece con la fuerza del amor de Dios”.
El Papa Francisco también ha sabido contener las presiones y críticas que, en ocasiones, provienen de sectores considerados progresistas dentro de la Iglesia. Un caso emblemático ha sido el de la Iglesia alemana, especialmente en lo que respecta al llamado "camino sinodal" impulsado por algunos miembros de esa Iglesia. Este proceso ha generado gran debate debido a su enfoque en temas como el sacerdocio femenino y la bendición de parejas del mismo sexo, que algunos consideran que van en contra de la doctrina tradicional. Ante estos desafíos, el Papa ha mantenido su postura firme de que la unidad de la Iglesia no debe verse comprometida por divisiones ideológicas internas, y ha subrayado la necesidad de un diálogo respetuoso que no se desvía de la enseñanza tradicional de la Iglesia. Aunque ha alentado la sinodalidad y el debate dentro de la Iglesia, ha dejado claro que estos procesos deben estar guiados por la fidelidad al Evangelio y al magisterio de la Iglesia universal.
"A lo largo de su pontificado, el Papa ha reiterado que la Iglesia debe ser un espacio en el que las diferencias no sean un obstáculo, sino una riqueza que permita crecer en comunión"
Con todo un aire de época en contra, con cada vez más fuerzas centrípetas en cada esfera de la sociedad, Francisco sigue siendo un defensor incansable de la unidad dentro de la Iglesia, sabiendo que esta no significa la eliminación de las diferencias, sino su integración en una visión común. A lo largo de su pontificado, el Papa ha reiterado que la Iglesia debe ser un espacio en el que las diferencias no sean un obstáculo, sino una riqueza que permita crecer en comunión. Esta visión de la unidad como un proceso constante y dinámico es la que ha guiado al Papa Francisco en su misión de liderar a la Iglesia a través de tiempos difíciles, sin dejarse vencer por las divisiones internas.
El todo es superior a la parte: El enfoque integral para la IA
Francisco ha desarrollado un pontificado que se caracteriza por un enfoque integral y multidisciplinario, aplicando el principio de que "el todo es superior a la parte". Este principio implica ver la realidad de una manera global, entendiendo que los problemas sociales, económicos, ambientales y tecnológicos no pueden ser resueltos si se consideran de forma aislada, sino que deben abordarse desde una visión holística. Desde el inicio de su pontificado, el Papa ha promovido un diálogo entre diversas disciplinas, como la ética, la economía, la política y la ciencia, para encontrar soluciones justas y equitativas para los desafíos contemporáneos. Ya será difícil para un líder de la Iglesia en el futuro hablar de los problemas sociales como la migración sin considerar las circunstancias estructurales que las generan o los fenómenos climáticos que inciden sobre ellos o las consecuencias demográficas en las sociedades receptoras.
Un ejemplo claro de este enfoque integral, aplicado a uno de los fenómenos más disruptivos de los últimos años (la IA) se encuentra en el documento Antiqua et Nova, emitido por el Vaticano, el cual destaca la necesidad de equilibrar las enseñanzas tradicionales de la Iglesia con las innovaciones del mundo moderno. En este documento de dos de sus ministros de más confianza, Francisco autoriza un abordaje sobre la cuestión de cómo la Iglesia debe responder a los avances tecnológicos y científicos sin perder de vista los principios fundamentales de la ética cristiana. En particular, se hace hincapié en la importancia de no separar el progreso material de la dimensión espiritual, entendiendo que ambos deben caminar juntos para garantizar que los avances tecnológicos sirvan al bienestar integral del ser humano, y no al beneficio de unos pocos.
En este sentido, Antiqua et Nova no solo se presenta como una reflexión teológica, sino también como una invitación a integrar el conocimiento ancestral con las innovaciones modernas, de manera que el ser humano no pierda su centralidad ni en la tecnología ni en el proceso de desarrollo.
Además, este enfoque se expande al ámbito de la economía, donde el Papa ha sido un crítico feroz del sistema neoliberal que ha favorecido a unos pocos y ha marginado a millones de personas. Su encíclica Fratelli Tutti es un testimonio de su visión integral sobre la economía y la política, donde subraya la necesidad de un modelo económico más inclusivo que no solo busque el crecimiento material, sino que promueva el bienestar de toda la humanidad. Francisco ha reiterado que los avances en la economía y la tecnología deben ir acompañados de una ética que favorezca a los más vulnerables, evitando que el progreso se convierta en una herramienta de opresión.
Uno de los temas clave en su pontificado ha sido la defensa de la creación y la lucha contra el cambio climático. En la encíclica Laudato Si', Francisco hace un llamado a la comunidad internacional para abordar la crisis ambiental desde un enfoque integral que no solo considere los aspectos científicos, sino también los valores humanos y espirituales que sustentan nuestra relación con la Tierra. En los últimos meses, al cuestionar la sustentabilidad de las nuevas tecnologías y el uso a veces desmedido de recursos naturales que suponen, el Papa ha vuelto a darle un enfoque integral a los grandes tópicos de la realidad.
Así, el Papa ha llevado esta visión integral también al ámbito de la tecnología, un área en la que Francisco ha mostrado gran preocupación. En su discurso sobre la Inteligencia Artificial, ha subrayado que la rápida evolución de la IA presenta enormes oportunidades, pero también desafíos éticos y sociales significativos. En este contexto, el Papa ha sido un defensor de un enfoque multidisciplinario para abordar los problemas de la tecnología. Ha instado a que los avances en IA y otras tecnologías no solo sean regulados desde un punto de vista científico o económico, sino también desde una reflexión ética profundaque tenga en cuenta la dignidad humana y el bien común.
"En su llamado a la unidad, ha insistido en que la colaboración entre los sectores público y privado, entre las instituciones religiosas y científicas, y entre los diferentes pueblos del mundo, es esencial para enfrentar los retos que tenemos por delante"
En sus 12 años, en especial desde la publicación de Laudato si’ en 2015, Francisco ha reafirmado la importancia de abordar los grandes problemas globales con una visión que incluya a todas las partes de la sociedad. En su llamado a la unidad, ha insistido en que la colaboración entre los sectores público y privado, entre las instituciones religiosas y científicas, y entre los diferentes pueblos del mundo, es esencial para enfrentar los retos que tenemos por delante. Este enfoque integral, que supera las visiones parciales y fragmentadas, es lo que ha caracterizado su pontificado y lo que lo sigue guiando a medida que avanza en su misión pastoral y social.
Este enfoque multidisciplinario y global es la base de su visión del pontificado como un todo. Para el Papa Francisco, la Iglesia no puede permanecer al margen de los grandes debates del mundo actual, sino que debe ser una voz activa que ofrezca principios éticos sólidos y un sentido de unidad que inspire a la humanidad a trabajar junta para un futuro más justo, sostenible y en paz.
Un Papa que, 12 años después, continúa trabajando en base a una hoja de ruta de profundidad conceptual y que busca el bien común por sobretodo. Y esa, cuando ya está la certeza de que aún queda mucho hilo en su carrete, es también una efeméride que recordar.

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