Notable en justicia y suspenso en bioética -Borrador del Sínodo(2)-
(Seguimos leyendo el Instrumentum laboris, y subrayando con dos colores- dorado y rojo-, para distinguir la mentalidad reformadora y la tradicionalista).
En los nn. 11 al 16 subrayamos positivamente en dorado párrafos de crítica social, más escasos en el Sínodo anterior. Se ve que incorporaron propuestas desde la base.
"Puesto que la familia es protagonista de la edificación de la ciudad común y no una realidad privada, son necesarias políticas familiares adecuadas, que la sostengan y la promuevan. Además, se sugiere considerar la relación entre la asistencia social y la acción compensatoria de la familia. Respecto a políticas familiares y a sistemas de asistencia social inadecuados, dicha acción compensatoria redistribuye recursos y tareas para el bien común, contribuyendo a reequilibrar los efectos negativos de la falta de equidad social"(12).
"El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones legislativas y laborales para garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto de formar una familia(13)"..
"Desde el punto de vista de la economía, los problemas más relevantes son los relacionados con salarios insuficientes, desempleo, inseguridad económica, falta de un trabajo digno y de seguridad en el puesto de trabajo, trata de personas humanas y esclavitud"(14).
«El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo» (EG, 204).
"El sistema económico actual produce diversas formas de exclusión social. Las categorías de personas que se sienten excluidas son varias. Una característica común es que a menudo los “excluidos” son “invisibles” a los ojos de la sociedad. La exclusión social debilita la familia y llega a ser una seria amenaza para la dignidad de sus miembros"(15).
"Desde el punto de vista de la ecología, los problemas relevantes derivan de un acceso insuficiente al agua de parte de muchas poblaciones, degradación del medio ambiente, hambre y malnutrición, terrenos incultos o devastados, cultura del “usar y tirar”(16).
También es apreciable, en los nn. 17 al 30 (familia e inclusión) la referencia a los problemas de tercera edad, viudez, última etapa de vida, discapacidades, migraciones, y emancipación de la mujer. (Siempre con un énfasis en la inclusión, que denota la impronta del Papa Francisco).
"Desde diversas partes se ha observado que los procesos de emancipación de la mujer han puesto muy bien de relieve su papel determinante en el crecimiento de la familia y de la sociedad. Sin embargo, sigue siendo cierto que la condición femenina en el mundo está sujeta a grandes diferencias que derivan principalmente de factores culturales. No se puede pensar que situaciones problemáticas se resuelvan fácilmente con el fin de la emergencia económica y la llegada de una cultura moderna, como demuestran las difíciles condiciones de las mujeres en varios países de reciente desarrollo"(30).
Sin embargo, se repite el contraste que suele darse en bastantes documentos eclesiásticos sobre cuestiones éticas: junto a criterios y valoraciones atinadas sobre temas de ética social y justicia, posturas estrechas y apreciación insuficiente de los temas de vida, afectividad y sexualidad. Por eso hemos subrayado en rojo el párrafo 34, que parecía prometer mucho por su título: “El desafío bioético”, pero que lo único que tiene que decir sobre este reto importante para la ética cristiana son las líneas siguientes en tono negativo:
"La llamada revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad técnica de manipular el acto de engendrar, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana así como la paternidad y la maternidad se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas, no necesariamente heterosexuales y regularmente casadas. En los últimos tiempos este fenómeno se ha presentado como una novedad absoluta en el escenario de la humanidad, y está adquiriendo una difusión cada vez mayor. Todo esto tiene profundas repercusiones en la dinámica de las relaciones, en la estructura de la vida social y en los ordenamientos jurídicos, que intervienen para tratar de regular prácticas que ya están en curso y situaciones diferenciadas"(34).
A lo que se puede añadir lo insuficiente y sesgado de estas líneas del párrafo 30:
"Las consecuencias extremadamente negativas de prácticas conexas con la procreación (por ejemplo, alquiler del útero o mercado de los gametos embrionales). En los países avanzados, el deseo del hijo “a toda costa” no ha llevado a relaciones familiares más felices y sólidas, sino que en muchos casos de hecho ha agravado la desigualdad entre mujeres y hombres".
En los nn. 11 al 16 subrayamos positivamente en dorado párrafos de crítica social, más escasos en el Sínodo anterior. Se ve que incorporaron propuestas desde la base.
"Puesto que la familia es protagonista de la edificación de la ciudad común y no una realidad privada, son necesarias políticas familiares adecuadas, que la sostengan y la promuevan. Además, se sugiere considerar la relación entre la asistencia social y la acción compensatoria de la familia. Respecto a políticas familiares y a sistemas de asistencia social inadecuados, dicha acción compensatoria redistribuye recursos y tareas para el bien común, contribuyendo a reequilibrar los efectos negativos de la falta de equidad social"(12).
"El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones legislativas y laborales para garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto de formar una familia(13)"..
"Desde el punto de vista de la economía, los problemas más relevantes son los relacionados con salarios insuficientes, desempleo, inseguridad económica, falta de un trabajo digno y de seguridad en el puesto de trabajo, trata de personas humanas y esclavitud"(14).
«El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo» (EG, 204).
"El sistema económico actual produce diversas formas de exclusión social. Las categorías de personas que se sienten excluidas son varias. Una característica común es que a menudo los “excluidos” son “invisibles” a los ojos de la sociedad. La exclusión social debilita la familia y llega a ser una seria amenaza para la dignidad de sus miembros"(15).
"Desde el punto de vista de la ecología, los problemas relevantes derivan de un acceso insuficiente al agua de parte de muchas poblaciones, degradación del medio ambiente, hambre y malnutrición, terrenos incultos o devastados, cultura del “usar y tirar”(16).
También es apreciable, en los nn. 17 al 30 (familia e inclusión) la referencia a los problemas de tercera edad, viudez, última etapa de vida, discapacidades, migraciones, y emancipación de la mujer. (Siempre con un énfasis en la inclusión, que denota la impronta del Papa Francisco).
"Desde diversas partes se ha observado que los procesos de emancipación de la mujer han puesto muy bien de relieve su papel determinante en el crecimiento de la familia y de la sociedad. Sin embargo, sigue siendo cierto que la condición femenina en el mundo está sujeta a grandes diferencias que derivan principalmente de factores culturales. No se puede pensar que situaciones problemáticas se resuelvan fácilmente con el fin de la emergencia económica y la llegada de una cultura moderna, como demuestran las difíciles condiciones de las mujeres en varios países de reciente desarrollo"(30).
Sin embargo, se repite el contraste que suele darse en bastantes documentos eclesiásticos sobre cuestiones éticas: junto a criterios y valoraciones atinadas sobre temas de ética social y justicia, posturas estrechas y apreciación insuficiente de los temas de vida, afectividad y sexualidad. Por eso hemos subrayado en rojo el párrafo 34, que parecía prometer mucho por su título: “El desafío bioético”, pero que lo único que tiene que decir sobre este reto importante para la ética cristiana son las líneas siguientes en tono negativo:
"La llamada revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad técnica de manipular el acto de engendrar, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana así como la paternidad y la maternidad se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas, no necesariamente heterosexuales y regularmente casadas. En los últimos tiempos este fenómeno se ha presentado como una novedad absoluta en el escenario de la humanidad, y está adquiriendo una difusión cada vez mayor. Todo esto tiene profundas repercusiones en la dinámica de las relaciones, en la estructura de la vida social y en los ordenamientos jurídicos, que intervienen para tratar de regular prácticas que ya están en curso y situaciones diferenciadas"(34).
A lo que se puede añadir lo insuficiente y sesgado de estas líneas del párrafo 30:
"Las consecuencias extremadamente negativas de prácticas conexas con la procreación (por ejemplo, alquiler del útero o mercado de los gametos embrionales). En los países avanzados, el deseo del hijo “a toda costa” no ha llevado a relaciones familiares más felices y sólidas, sino que en muchos casos de hecho ha agravado la desigualdad entre mujeres y hombres".