El Papa vuelve a trazar el "estado mundial" en su discurso ante los diplomáticos Francisco defendió las vacunas como "la solución más razonable" contra el coronavirus, y criticó la "cultura de la cancelación"
Completo discurso del pontífice para abrir el "año político" de la Santa Sede, con renovados reclamos para un acceso universal a los fármacos contra la Covid-19, a los que consideró "la solución más razonable"
Advertencias por el "pensamiento único" que busca imponer la "cultura de la cancelación" y reclamos por los migrantes en la frontera Estados Unidos-México
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
Así, para el Papa, "es importante que se continúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda", en un marco en el que la tarea "requiere un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional en su conjunto".
"Responsabilidad de cuidar de nosotros mismos"
En el plano personal, según Jorge Bergoglio, "todos tenemos la responsabilidad de cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud, lo que se traduce también en el respeto por la salud de quien está cerca de nosotros".
En el inicio de un mensaje con fuerte énfasis en las ventajas de la inmunización contra la Covid-19, el Papa aseveró que "el cuidado de la salud constituye una obligación moral".
"Muchas veces nos dejamos influenciar por la ideología del momento, a menudo basada en noticias sin fundamento o en hechos poco documentados", agregó luego, en lo que se leyó como una crítica a los movimientos antivacunas.
Para el Papa, entonces, "toda afirmación ideológica cercena los vínculos que la razón humana tiene con la realidad objetiva de las cosas".
"Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad"
"Las vacunas son la solución más razonable"
"Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad", sentenció en esa dirección.
En su discurso, Francisco planteó que además del plano personal, "la política debe comprometerse a buscar el bien de la población por medio de decisiones de prevención e inmunización, que interpelen también a los ciudadanos para que puedan sentirse partícipes y responsables".
El Papa, de 85 años y que ya recibió tres dosis de vacuna, reclamó en esa línea "una comunicación transparente de las problemáticas y de las medidas idóneas para afrontarlas", al tiempo que lamentó que "la falta de firmeza decisional y de claridad comunicativa genera confusión, crea desconfianza y amenaza la cohesión social, alimentando nuevas tensiones".
Por esa vía, dijo, "se instaura un relativismo social que hiere la armonía y la unidad".
Como tercer eje, el pontífice renovó sus llamados a la comunidad internacional "para que toda la población mundial pueda acceder de la misma manera a los tratamientos médicos esenciales y a las vacunas".
Un mundo sin armas nucleares es posible y necesario. En este sentido, deseo que la comunidad internacional aproveche la oportunidad de dicha conferencia para dar un paso significativo en esta dirección. La Santa Sede sigue insistiendo en que las armas nucleares son instrumentos inadecuados e inapropiados para responder a las amenazas a la seguridad en el siglo XXI y que su posesión es inmoral
Monopolio y cancelación
Además, reclamó "que las reglas monopólicas no constituyan ulteriores obstáculos a la producción" de fármacos.
En el plano social, Francisco lamentó la denominada "cultura de la cancelación" que, según expresó, "invade muchos ámbitos e instituciones públicas".
"En nombre de la protección de las diversidades, se termina por borrar el sentido de cada identidad, con el riesgo de acallar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diferentes sensibilidades", criticó el Papa en esa dirección, antes de denunciar la elaboración de "un pensamiento único obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época".