Conversamos tres misioneros españoles, que vivimos en este rincón del mundo que hemos hecho nuestro. Con Manolo Berjón de testigo, entrevistamos a Miguel Ángel Cadenas, obispo electo del Vicariato de Iquitos. "Soy agustino, y llegué a la selva en el año 1994. He estado destinado en el río Marañón, en dos lugares, y ahora llevo 20 años en el Marañón, 7 en Iquitos. En 2001 llegó Manolo Berjón, que fue párroco en Móstoles, y trabajamos juntos"

-Manolo y tú os conocéis casi desde la infancia, y la llevan 7 años en la parroquia de la Inmaculada, que ofrece una mirada más urbana, pero también más indígena...

Nuestra estadía en el río nos ha permitido ver Iquitos con una mirada diferente a cuando llegas de España y te quedas en la ciudad. Mirar la ciudad desde los ríos es una percepción distinta.

-¿Cómo recibiste la noticia del nombramiento?

Es una sorpresa, porque no sospechaba nada, pensaba que no iba a recaer sobre mí, me ha tocado. Es una responsabilidad. Los agustinos tenemos el ejemplo de san Agustín, que se convierte, forma una comunidad de amigos, la Iglesia le pide que sea obispo y previamente le ordena sacerdote… El episcopado, para los agustinos, es una manera de servicio para la Iglesia. Pero la consagración más importante es ser agustino, lo otro son consecuencias de su primera decisión.

El episcopado, para los agustinos, es una manera de servicio para la Iglesia. Pero la consagración más importante es ser agustino, lo otro son consecuencias de su primera decisión

-¿Cómo lo interpretas, qué crees que busca el Papa?

Lo importante es qué busca la Iglesia, el Papa bastante tiene con lo que tiene. La Iglesia está buscando gente que esté en el lugar, conozca el lugar donde va a desempeñar su ministerio. Y dentro de lo que había, habrán mirado varias personas y ha caído la responsabilidad sobre mí. Me parece un acierto, no que sea yo, sino que sean personas de a la zona, que conozcan la situación de la iglesia para poder desempeñar su ministerio.

-Tal vez la forma de proceder anterior de traer a agustinos de España para que sean obispos de Iquitos, ¿ya pasó?

 Esto es cuestión de épocas, no sé si pasó, de momento parece ser. Esto son olas que van y vienen, de momento es así.

-Como conocedor de la ciudad de Iquitos, el río Marañón, Corrientes, Nanay, Itaya… todos esos ríos, hay una parte rural. Vicariato fundamentalmente urbano pero una parte rural. Tú que conoces la vida misionera del río y la pastoral en la ciudad, ¿cuáles crees que son los principales retos del Vicariato de Iquitos?

Esa es una pregunta difícil, porque significa que uno se proyecta sobre lo que quiere hacer, pero muchas veces lo que ocurre es que hay que responder a circunstancias ajenas a lo que uno puede responder. Un amigo de Manolo, Harry Walker, especialista en el pueblo Uranina, dice: los retos de la Amazonía están en transformación.

Tres retos

1) La mercantilización. El agua acaba de entrar en la bolsa, algunas empresas contaminantes de Europa y EEUU pagan los bonos de carbono para poder seguir contaminando. Eso se ha visto que no funciona, no tiene en cuenta el calentamiento global (los Andes se están deshelando, y eso afecta a la Amazonía). No estoy diciendo que haya que cerrar la Amazonía, porque eso no tiene sentido, hay redes comerciales desde la prehistoria. Lo que ocurre ahora es que este comercio es rapidísimo y está generando una serie de cuestiones complicadas, como la basura. Hay plásticos.

2) Expansión del Estado. En la Amazonía tiene una fuerte presencia el Estado, se hacen leyes que permiten que petroleros y otros puedan trabajar, y en otro tipo de ámbitos tiene mucha debilidad: educación, salud, comunicaciones…. La hidrovía amazónica, que significa dragar los ríos para que grandes embarcaciones puedan circular, lo que trae consecuencias, impacta sobre los indígenas y su cosmovisión, sobre el pescado, y las velocidades en el río.

3) Cristianización: está pasando un fenómeno muy curioso. La mayoría de antropólogos que están viniendo son gente descreída, que no participa de la fe, pero cuando llegan a pueblos a investigar, resulta que ellos se han convertido. El Papa nos habla de no hacer proselitismo, porque eso no tiene que ver con el evangelio, pero sí tenemos que proponer el Evangelio a las personas que deseen. Un gran reto es, precisamente, la inculturación del Evangelio. Una de las cosas que hay que hacer es ver cómo la gente se ha ido apropiando del cristianismo. Los sacerdotes que son mirados con características más chamánicas tienen mayor aceptación. El sacerdocio está mirado con los ojos del chamanismo, como no puede ser de otra manera, es lo que permea las culturas amazónicas. Recibir la comunión: mucha gente la recibe, algunos en la boca, otros cruzan las manos, y algunos otros con el dedo índice y el pulgar, la recogen. En la visión del pueblo kukama, no recogen la hostia, sino que se apropian de ella. Eso significa que la comunión, lo que hace es dar importancia la que recibe, no al que la está dando. Eso es un asunto de gran importancia, y cuando somos capaces de mirar este tipo de cosas, nos abre un mundo donde pensar el cristianismo se convierte en una pasión.

-¿Cuál serían los retos después del sínodo amazónico que se tienen que acometer?

El tema de la sinodalidad es fundamental, no solo para la Iglesia amazónica. El Papa está lanzando el tema de la inculturación (es una palabra que no me gusta). Pongamos un ejemplo, que tiene que ver con la liturgia, esa canción "Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre": en las estrofas quien habla es Dios, y en el estribillo quien habla es Jeremías, el estribillo es lo que hacen los chamanes. Esa canción puede ser cantada desde la Amazonía con ojos nuevos. El ritmo de nuestra canción no es un ritmo amazónico, hay muchas cosas por cambiar.

El gran reto de la Iglesia es el tema de la sinodalidad, el caminar juntos y compartir el poder. En esto hay que tener cuidado, porque hay gente ávida de poder que lo único que quiere es mandar ellos. La sinodalidad es ir caminando todos juntos, de repente un poco más despacio, e incorporar a aquellos a los que normalmente no se les ha permitido caminar o hablar en la Iglesia. Pueblos indígenas, gente humilde de nuestras parroquias. Escuchar todo esto es fundamental y va unida la sinodalidad de la inculturación del evangelio. Y de la escucha. Porque no podemos hacer experimentos de laboratorio, sino acompañar a la gente y dar oportunidad para que vayamos caminando juntos.