"Vivo en la carretera, pero las ideas también brotan conduciendo", señala a RD el nuevo obispo de Sigüenza Julián Ruiz: "Lo único especial que pueden haber visto en mí es que sabían que no iba a decir que no"
"Vivo en la carretera, con continuos desplazamientos. Y, durante estos casi trece años, he visto muchos progresos en las carreteras y espectaculares amaneceres y atardeceres en el espléndido paisaje del alto Aragón. El libro de la Creación es magnífico. Las homilías y las cartas las redacto en casa, porque conduzco el automóvil. Pero las ideas también brotan y maduran conduciendo"
"Gracias a Dios, duermo bien, porque caigo rendido cada noche. Pero me preocupa profundamente la escasez vocacional. En el contexto en que vivimos, cada vocación es un auténtico milagro. No obstante, la oración por las vocaciones sigue dando su fruto. Nunca en la historia de la Iglesia ha habido tantas vocaciones, pero surgen en Asia, África, Latinoamérica y otras latitudes"
Es el obispo de las dos diócesis que el próximo 23 de diciembre llega a tomar posesión de una con dos sedes, Sigüenza-Guadalajara, un regreso a su tierra manchega tras pasar la mayor parte de su vida en Aragón, donde ha sido durante casi trece años pastor de los fieles de Huesca y de Jaca. "Vivo en la carretera", señala en entrevista con Religión Digital, "pero las ideas también brotan y maduran conduciendo".
Llega con aureola de ser un obispo muy trabajador, que intenta llegar a todo. Quizás esa sea una de la claves que, como él mismo reconoce, le haya puesto en un nuevo destino a sus casi 67 años -"nunca he rechazado las propuestas de mis superiores"-, pero consciente también de que llega a una diócesis que, sin estar exenta de dificultades, sabe hacer los deberes, como demuestra un sínodo diocesano que encontrará con "un alto grado de madurez", y estimulado, además, por la presencia de "excelentes personas", entre ellas, el obispo emérito, Atilano Rodríguez Martínez que "va a vivir entre nosotros".
Vuelve usted, de alguna manera, a su casa, a sus raíces manchegas. ¿Qué se trae de su etapa en Aragón, donde aprendió a ser sacerdote y obispo?
Nací en Cuenca y allí viví los primeros 14 años de mi vida. El resto, los he vivido en Aragón, con excepción de los cinco que pasé en Roma. Fui ordenado sacerdote hace 41 años. Y soy obispo desde el año 2011. Pero el aprendizaje continúa. Seguir a Jesucristo, Maestro y Buen Pastor, es un itinerario en el que siempre hay camino por realizar.
Llevo a Aragón muy dentro de mí. He conocido a personas ejemplares: obispos, sacerdotes, personas consagradas, seglares. Un ingente patrimonio humano, muy valioso. Personas de carácter noble y testigos del evangelio. De su ejemplo espero aprender y a su oración me encomiendo.
Viene de pastorear en realidad dos diócesis y llega a otra con dos sedes. Algo habrán de haber visto de especial en usted…
Me parece una pregunta muy interesante y, después de darle vueltas en la cabeza y en corazón, la respuesta que se me ocurre es que lo único especial que pueden haber visto en mí es que sabían que no iba a decir que no. Nunca he rechazado las propuestas de mis superiores.
Duplicar esfuerzos
3.- Si ya estar al frente de una tiene sus complicaciones, ¿cómo se hace para atender dos? ¿Vive usted en la carretera? ¿Se prepara las homilías y cartas pastorales en el coche?
Atender a dos diócesis es algo que, hasta hace unos años, en España solamente sucedía con Huesca y Jaca. Ahora también sucede con Ciudad Rodrigo y Salamanca. En el año 2001 fallecieron monseñor José-María Conget Arizaleta (el 18 de octubre) y monseñor Javier Osés Flamarique (el 22 de octubre). San Juan Pablo II nombró administrador apostólico de Huesca y de Jaca a monseñor Juan-José Omella Omella, entonces obispo de Barbastro. Le sucedió monseñor Jesús Sanz Montes como obispo de las dos diócesis, que son independientes, y están unidas in persona episcopi (en la persona del obispo). Desde el 5 de marzo de 2011 me ha correspondido pastorear a Huesca y Jaca.
Para atender dos diócesis hay que duplicar los esfuerzos. Hay dos vicarios generales, dos ecónomos diocesanos, dos cancilleres, dos archiveros, dos cabildos, dos consejos episcopales, dos consejos presbiterales, dos consejos diocesanos de pastoral, dos colegios de consultores, dos planes diocesanos de pastoral, dos misas crismales, dos celebraciones de Corpus Christi, dos jornadas diocesanas de comienzo de curso. Y la Semana Santa se celebra alternativamente según los años: Domingo de Ramos, Vigilia Pascual y Domingo de Pascua en una sede y Jueves Santo y Viernes Santo en la otra. Y, al año siguiente, al revés.
Vivo en la carretera, con continuos desplazamientos. Y, durante estos casi trece años, he visto muchos progresos en las carreteras y espectaculares amaneceres y atardeceres en el espléndido paisaje del alto Aragón. El libro de la Creación es magnífico. Las homilías y las cartas las redacto en casa, porque conduzco el automóvil. Pero las ideas también brotan y maduran conduciendo.
La madurez del Sínodo de Sigüenza-Guadalajara
¿Se plantea esta situación de dos sedes, que le exigen a usted multiplicarse, como una oportunidad para dar un impulso efectivo a la sinodalidad, ahora que parece que se quiere dar un empujón a esta manera de ser Iglesia, y en una diócesis que ella misma está embarcada en un sínodo diocesano?
El Sínodo sobre la sinodalidad nos compromete a crecer en una comunión más efectiva, en una participación más fraterna y en una misión más corresponsable. No es una cuestión superficial, epidérmica, sino constitutiva en el modo de ser, vivir y actuar. La evangelización, la celebración de la fe y el testimonio de la caridad expresan la vitalidad de la común vocación bautismal de los cristianos.
El Sínodo diocesano en Sigüenza-Guadalajara ha alcanzado un alto grado de madurez. La pandemia también ha dejado sentir sus consecuencias, pero ahora se acerca el momento de la síntesis y de las respuestas operativas a los retos actuales. Según tengo entendido, la dinámica sinodal es bien conocida en la nueva diócesis.
Tampoco su nueva diócesis escapa a la escasez vocacional. ¿Le quita el sueño?
Gracias a Dios, duermo bien, porque caigo rendido cada noche. Pero me preocupa profundamente la escasez vocacional. En el contexto en que vivimos, cada vocación es un auténtico milagro. No obstante, la oración por las vocaciones sigue dando su fruto. Nunca en la historia de la Iglesia ha habido tantas vocaciones, pero surgen en Asia, África, Latinoamérica y otras latitudes.
El Señor sigue llamando y hemos de continuar rezando para que broten respuestas afirmativas a la convocatoria de Jesús para el sacerdocio, la vida consagrada, la vida misionera y el matrimonio.
Y si nos centramos en las vocaciones sacerdotales, hay que trabajar con intensidad para que los candidatos crezcan en plenitud en las cuatro dimensiones: humana, espiritual, intelectual y pastoral.
¿Qué es lo que más le preocupa de su nuevo destino y qué es lo que más le estimula?
Lo que más me preocupa es poder estar a la altura del ministerio que se me confía. El papa Francisco plantea con claridad un exigente y gozoso estilo de vida que brota directamente del evangelio. Lo que más me estimula es que en Sigüenza-Guadalajara hay excelentes personas y que D. Atilano Rodríguez Martínez va a vivir entre nosotros.
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