El novelista, que se refugió en la literatura tras perder la fe, prepara un libro sobre el Papa Javier Cercas, el escritor que envidia la fe de su madre y vuela con Francisco a Mongolia
Cuatro años después de sentarse enfrente del cardenal Ravasi para participar en un diálogo organizado por la Embajada de España ante la Santa Sede, el escritor Javier Cercas compartirá vuelo apostólico con el papa Francisco rumbo a ese viaje con tintes novelescos que le lleva desde hoy rumbo a Mongolia
No será tampoco la primera vez que Cercas esté en presencia de este Papa. La última vez (de la que hay constancia oficial) fue el pasado 23 de junio, cuando el escritor formó parte de los 200 artistas de todo el mundo que Francisco invitó a la audiencia que ofreció en la Capilla Sixtina. En el saludo protocolario con los artistas en aquella audiencia, se vio a Francisco detenerse a hablar un instante con el escritor. El proyecto del libro estaba en ciernes
Cuatro años después de sentarse enfrente del cardenal Ravasi para participar en un diálogo organizado por la Embajada de España ante la Santa Sede, el escritor Javier Cercas compartirá vuelo apostólico con el papa Francisco rumbo a ese viaje con tintes novelescos que le lleva desde hoy rumbo a Mongolia.
Aunque colabora habitualmente en un diario, no va el novelista extremeño-catalán-español (que es como se siente cuando algún indepe le quiere pedir papeles) para cubrir la estancia del Pontífice argentino en el país con la comunidad católica que, toda junta, cabría en basílica de la Sagrada Familia.
O tal vez, también va a eso, porque el autor de Anatomía de un instante ha querido pasar los cincos días que dura el nuevo periplo asiático de Jorge Mario Bergoglio muy cerca del Papa de quien, en aquella conversación con el entonces prefecto de Cultura del Vaticano, afirmó en tono de broma que “comparada con la fe de mi madre, la del papa Francisco es un tanto dubitativa”, chanza que, como él mismo reconoció, nadie le rio, salvo Ravasi.
Cinco días que le servirán también al Premio Nacional de Narrativa y autor de Soldados de Salamina, su primer gran 'pelotazo', para escrutar de cerca a un Papa de quien está escribiendo un libro que será publicado por la editorial del Vaticano.
"Anticlerical gracias a los maristas"
Cuatro años, sin duda, en los que Cercas ha entrado con fuerza en el Vaticano, a pesar de declarase “ateo como Buñuel, y gracias a los Maristas, anticlerical”, pero es sabido que en esta Iglesia que quiere hacer sitio para “todos, todos, todos”, ¿cómo se iban a dejar en el umbral a quien tampoco tiene empacho en reconocer que envidia la fe de su madre?
No será tampoco la primera vez que Cercas esté en presencia de este Papa. La última vez (de la que hay constancia oficial) fue el pasado 23 de junio, cuando el escritor formó parte de los 200 artistas de todo el mundo que Francisco invitó a la audiencia que ofreció en la Capilla Sixtina (ante la que, en aquellos días del encuentro con Ravasi, Cercas tuvo un ‘amago’ de conversión que duró lo que tardó en reponerse del impacto inicial de tanta belleza).
En el saludo protocolario con los artistas en aquella audiencia, se vio a Francisco detenerse a hablar un instante con el escritor. El proyecto del libro estaba en ciernes. Les unía también a ambos su amor por la literatura, pero con una diferencia fundamental: quien ya forma parte de su historia (al menos en España) se refugió en ella a los 14 años, cuando perdió la fe, atragantado por la lectura del San Manuel Bueno, mártir, de Unamuno, un libro demasiado lúcido para leer a una edad en la que suelen faltar anticuerpos para la duda agónica.
"El Papa ha hablado de la complejidad, de que los artistas en general no estamos para decirle a la gente lo que tiene que pensar. Estamos para mostrar todas las complejidades de los seres humanos y esto me parece clave", declaró tras aquella audiencia.
Ahora, con este viaje, este ateo a su pesar es seguro que va a estar lo más cerca del cielo que se podía imaginar con el ‘vicario de Cristo en la tierra’. Y también es seguro que lo escrutará con el mismo celo con que lo hizo sobre el momento decisivo de la Transición política en su obra probablemente más lograda para mostrar “las complejidades” de un ser humano que es mucho menos simple de lo que lo consideran sus críticos.
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