La salvación es un regalo de Dios que no se consigue por méritos propios. La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
Dios ha salido a nuestro encuentro y nos ama con criterios de compasión y misericordia, atrayéndonos desde Jesucristo con “correas de amor”. Lo único válido ante Él es corresponder a ese amor con gratitud desde un amor a las personas y a la creación.
Haz de hoy el mejor día de tu vida y no desaproveches las oportunidades que te presenta Dios para hacer el bien. ¡Eso sí que es corresponder al amor de Dios y reconocer que “somos salvados”!