40º aniversario del primer viaje de Juan Pablo II a España Laboa: "Los discursos que pronunciaba Wojtyla habían sido escritos en España, pero paradójicamente, su viaje daría paso a otra Iglesia española"
Juan María Laboa, historiador de la Iglesia, señala que aquel primer viaje, que fue seguido por buena parte de los españoles de una manera entusiasta, supuso "el colofón de la Transición" en España
"Cuarenta años después, ¿qué queda de Juan Pablo II? ¿Qué queda de Felipe González? ¿Qué queda de Julián Marías? ¿Qué queda de Tarancón? ¿Qué queda de la HOAC?... Hay más creyentes en España de los que parece, confusos como todos los demás, capaces de agarrarse a cualquier movimiento. Y eso nos tiene a todos absolutamente desconcertados", señala el sacerdote vasco
Juan María Laboa pertenece a una generación de sacerdotes con una formación académica que no era la habitual en aquellos años de sus mocedades en pleno franquismo. Completaron estudios en el extranjero, hablaban idiomas, seguían con interés las múltiples disciplinas artísticas que despuntaban en una Europa que quería sacudirse lo antes posible los horrores y recuerdos de dos guerras mundiales.
Por eso, cuando regresaron a España, pudieron prestar un gran servicio a su Iglesia y a un país que no podía ocultar su retraso en tantos órdenes. Laboa, y tantos otros como él (Javierre, Ortega, Descalzo, Unciti, Lamet...) eran capaces de traducir los acontecimientos mundiales que estaban alumbrando una nueva era a sus compatriotas, y hacerlo sin sermonear, engarzando los hechos del presente en una historia que se iba haciendo a trompicones.
Por eso, el profesor Laboa fue uno de aquellos curas andariegos que siguieron por media España el histórico primer viaje de un Pontífice a la tierra de los místicos y los fundadores. Y lo hizo (algo hoy prácticamente impensable porque hay un abismo invisible que separa a esta Iglesia de los medios de comunicación 'civiles') narrando y analizando para RTVE aquellas maratonianas jornadas en donde, en diez días, se recorrieron a golpe de helicóptero militar (los más afortunados) y trenes y autobuses nocturnos (la clase de tropa) una quincena de ciudades y pueblos, donde se pronunciaron una cincuentena de discursos, además de consignar en el album de los récords la ceremonia de ordenación de sacerdotes más numerosa del longevo pontificado de Juan Pablo II.
Hoy, cuarenta años después, el catedrático emérito de Comillas, atento el historiador al nuevo cambio epocal del que está siendo él mismo testigo perplejo, perfila con trazos finos una historia que no estuvo exenta de manchones, y deja entrever que si las dos Españas trabajaban por reconciliarse, la división entre las dos Iglesias españolas se ahondaba con la llegada de Karol Wojtyla a España.
Se cumplen 40 años del primer viaje de un Papa a España. Diez días y más de cincuenta discursos. ¿Fue aquel un viaje programático para Juan Pablo II con respecto a lo que quería para la Iglesia en España?
En ese momento, Juan Pablo II no conocía España y el cardenal Tarancón era respetado. La Iglesia española estaba dividida, pero quienes la representaban eran los renovadores. Los discursos que pronunció el Papa fueron escritos en España, pero paradójicamente, ese viaje daría paso a una Iglesia española diversa.
¿Y qué traía Karol Wojtyla bajo el brazo para un país que salía de la dictadura y acababa de elegir a un presidente socialista por primera vez desde antes de la Guerra Civil?
Tarancón y la Iglesia que él representaba eran posibilistas, en realidad nadie conocía todavía cómo iba a actuar el PSOE. El discurso de Juan Pablo II en aquellos días era posibilista, al igual que el del presidente Felipe González. En realidad, había dos Iglesias y también dos partidos socialistas al mismo tiempo.
¿Cómo marcaron a la Iglesia española, a los obispos, a la vida religiosa, a los por aquel entonces incipientes nuevos movimientos eclesiales… aquel peregrinaje pontificio por la geografía española?
La respuesta de gran parte de los españoles al viaje papal fue entusiasta. En realidad, el viaje era como el colofón de la Transición. Juan Pablo II y Felipe González iniciaban una nueva y trepidante etapa. La Transición acaba tranquilamente y comenzaba a manifestarse un cambio trepidante de la sociedad española.
Cuatro décadas después, ¿qué queda de aquellas proclamas y consignas de Juan Pablo II en la Iglesia en España?
Cuarenta años después, ¿qué queda de Juan Pablo II? ¿Qué queda de Felipe González? ¿Qué queda de Julián Marías? ¿Qué queda de Tarancón? ¿Qué queda de la HOAC?... Hay más creyentes en España de los que parece, confusos como todos los demás, capaces de agarrarse a cualquier movimiento. Y eso nos tiene a todos absolutamente desconcertados.
¿Cómo se explica que todavía hoy salgan sacerdotes de los seminarios que tengan como ‘Papa de cabecera’ a Wojtyla más que a Bergoglio, al que conocen desde hace casi una década?
Esta pregunta se puede plantear teniendo solo muy en cuenta el cambio social español y las interpretaciones variadas de los españoles de tantas tendencias. Los seminaristas españoles, como el resto de los jóvenes, no han leído ni las encíclicas, ni la Constitución Española ni los discursos de las Cortes. ¿A quiénes siguen en la actualidad los jóvenes de Hakuna? ¿A quiénes siguen todos esos jóvenes que se pasan el día delante de Tik Tok? Esa sería mi pregunta final.
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